1. El hada soñador y el humano "problemático"
Me gustaría aclarar que esta historia está basado en otra historia (mía original y que _LittleKuriboh_ quizás le suene ;3) no tuve tiempo de publicar aquella historia pero se me hizo curioso ponerlo en esta historia junto con mi shipp
~•~•~•
Un hada volaba de manera entusiasta sosteniendo una flor que era el doble de su tamaño, el pequeño sin rechistar se dirigía a un castillo que para ser de hadas era muy grande. Él tiene el fleco rizado de color rubio, sus ojos mantenían un color muy encantador eran amatistas aunque pareciera que realmente se pareciera a unas de verdad, su cabello es azabache donde a las puntas estaban pintadas de color morado.
Hablemos un poco mientras el está dirigiéndose al castillo, donde él vive es un mundo separado al nuestro, ahí habitan: dragones, fénix, hada-mascota, duendes y elfos (ay miren, ahí estoy :"v). En dicho reino, hay demasiadas flores, más girasoles que otras especialmente, las casitas están pegadas a los grandes árboles, convirtiendo al árbol casi un edificio. Hay unos de su especie trabajando cuidando de las plantas, otras con los animales, con pociones, con magia, polvo de hadas que sin él no podían volar, con deseos, cuidadores de los lagos y otros guardianes del reino.
Finalmente se dirigía a la entrada del castillo donde unos guardias con sus lanzas hicieron una cruz en la puerta bloqueando el paso. Él estaba confundido, junto con la flor que sostenía que parecía que sus pétalos eran de fuego, se detuvo mirando queriendo saber que pasaba.
— ¿Puedo pasar?. — Preguntó pensando que lo habían bloqueado por otra razón pero negaron. Estaba muy confundido.
— ¡Yugi!. — Al ver, pudo encontrarse con una chica de cabello azulado que corría hacia el.
— ¡Miho!. — Gritó feliz hacia la chica.
— ¡Princesa Miho!. — Se quedaron impresionados los guardias.
— Dejen que pase el muchacho. — Soltó con alegría.
De inmediato dejaron la entrada libre donde el pequeño abrazó a la joven totalmente alegre.
— La reina Anzu está en ese lugar. — Señaló un pasillo.
— Gracias. — Se dirigió en el pasillo antes señalado.
Volaba a toda velocidad emocionado, cuando en eso pudo ver a una chica de mayor estatura que el, con unas alas muy grandes de color entre dorado y rojo, caminaba con elegancia y gracia sonriente.
— ¡Reina Anzu!. — La chica dejo de sonreír para mirarlo con cierto cansancio.
— Yugi, ¿Qué haces aquí? Y ¿Quien te permitió entrar?. — Ya estaba al colmo con aquel chico, sabía que en cualquier momento explotaría. Era la más inteligente y sabia que había entre su reinado aunque es mejor conocida por lo orgullosa que suele ser con respectos a ciertos temas.
— Traje la flor de fénix que tanto me pidió, fue un trabajo bastante duro. — Rió con su sonrisa.
— Pero, ¿Cómo? Se suponía que ya estaban extintas. — Sostuvo la planta mirándolo, era un enigma para ella el como consiguió el otro la planta.
— Ya que traje la flor, ¿Me cumpliría mi deseo como usted lo prometió?. — Estaba ilusionado, sentía como uno de sus sueños estaba apunto de hacerse realidad.
— Denegado. — Lo había estado molestando para cumplir su deseo desde hace mucho pero era ahora que debía mantenerse firme, lo que pedía era arriesgado.
— Por favor. — Insistió.
— Denegado. — Deletreo la palabra para dejárselo en claro.
— Tan sólo pido un deseo. — Imploró.
— No. — Ya no sabía cuantas veces lo había dicho pero algo era seguro, fueron demasiadas.
"— Por favor. — Rogó un hada de apariencia peculiar."
"— No. — Respondió otra hada."
"— Sólo cumple mi deseo y ya no insistiré. Por favor, Anzu. — Comentó suplicando."
"— ¿Sabes que el cumplir con el deseo podría arruinar tu vida por completo?. — El hada asintió emocionado. — Está bien, pero esto caerá sobre ti."
— Gracias. — La chica lo guió hacia una habitación.
En esa habitación estaba un espejo grande que abarcaba la pared completa, era de oro incrustado joyas muy hermosas y raras. Al acercarse al objeto rápidamente la reina lo alejó manteniendo una distancia considerablemente por la razón de que si el hechizo llegará a salir mal por lo menos no saldrían tan perjudicados.
— Muy bien. Ante lo nuevo y lo viejo, antes las adversidades y dificultades, pido que el amor que el destino le haya otorgado haga aparición en el reflejo. — El hechizo pareciera que era uno poderoso por lo cansada que estaba al finalizar.
En eso, se mostró en el espejo a un chico parecido a Yugi, solo que este llevaba un uniforme de color azul marino, su mirada inspiraba terror y respeto, sus pupilas tenían el rojo como el de la sangre viva, y en las orillas de su cabello estaba pintado de color carmín de la propia sangre como si este hubiera usado la sangre de su víctima como para pintarse las orillas, eso era lo que pensaba tanto la reina como nosotros.
En el punto de vista de Yugi era otra cosa, sus ojos eran de unos rubíes muy hermosos, su mirada se le parecía hermosa, el traje que el llevaba se le hacía extraño pero lindo, en las orillas de su cabello tenían un color carmín precioso como el de una escarlata y su mirada le inspiraba ternura y hasta preocupación por lo que había sufrido el otro.
— ¿Lo ves? Es un humano y desde lejos se ve que es un asesino, ya no necesitas más para saber que no es de tu tipo. — Argumentó la castaña.
— De seguro está espantado o traumado, pobre, ¿Cuánto sufrió?. — Lo miraba con cariño la imagen que mostraba al muchacho.
— Como sea, ya cumplí con mi promesa ahora cumple con ello y empieza a trabajar en tu trabajo de cuidado a las plantas y reproducción, ya me han avisado que haz estado faltando. — Miró al bajito quien esté seguía embobado con el otro, haciendo desaparecer el reflejo para que el otro le prestará atención.
— Ah sí, voy a cumplir con mi trato. — Sonrió a la mirada azulada para después irse del reino.
— Hasta que al fin. — Suspiró sintiendo alivio recorrer en su cuerpo.
— Reina Anzu. — Habló la adolescente princesa.
— Princesa Miho, tendremos que hablar con respecto de permitir la entrada a personas que no autorice entrar. — Miró a la chica quien está rió tímidamente.
El hada volaba hacia el pueblo del reino bastante emocionado, miraba buscando algo que le serviría, en el camino a veces se perdía en sus propios pensamientos recordando al adolescente. Era demasiado guapo, aunque se le veía triste, en un momento se detuvo pensando en como ayudarlo, hasta fantasías se daba que le haría el al salvarlo (la que mal piense me debe una galleta oreo :3).
En eso, vio una construcción en específico, se encontraba en la cima de un árbol a lo que se dirigió hacia allá hasta llegar donde lo recibió un chico parecido a él aunque tenía los ojos rubíes y piel morena cargando unos libros que parecían pesados.
— ¡Atem!. — Elevó su mano saludándolo.
— Oh, ¡Yugi!. — Se acercó hacia el, dejando los libros en una mesa que se encontraba en la entrada. — ¿Qué te trajo aquí en la librería de documentos de los deseos que piden los niños humanos, pequeñín?. — Sonrió mientras acariciaba el cabello del más bajo, que incluso siendo un hada era el más pequeño llegando apenas a las hombreras del otro.
— Vine buscando sobre un humano en especial, resultó ser mi destinado. — Entró a la librería empezando a volar buscando en los documentos a su amado.
— ¿Y como es?. — Sonrió mientras cargaba los libros llevándolos a lo que sería su oficina empezando a trabajar con aquellos objetos que contenían información.
— Bueno, es como tú solo que tiene la piel blanca. — Siguió buscando.
— Ah, se llama Yami Muto, búscalo en la sección doce, ahí es donde empiezan los apellidos con "M". — Continúo con su trabajo.
— Una pregunta, ¿Tú sabías como era tu destinado?. — Se dirigía a la sección doce.
— Sí. — Respondió con una dulce sonrisa al recordar.
— ¿Y como es?. — Buscó con la mirada el apellido Muto.
— Bueno, era un bailarín erótico, muy tierno y dulce. —.
— ¿Era?. — Se detuvo, para dirigir la mirada donde estaría la oficina de su amigo.
— Murió hace mucho. —.
— Perdón. — Se sintió mal.
— No te preocupes por ello, todo paso por una epidemia que los humanos no supieron controlar hasta después, su único deseo era vivir feliz pero llegué demasiado tarde, no se si cumplió su deseo, espero que sí. — Dejó los libros a un lado acercándose hacia el pequeño. — ¿Ya lo encontraste?.
— Espera. — Finalmente encontró el documento que decía "Muto Yami". —. Sí, gracias. — Se dirigió a la salida con velocidad.
— Oye, espera. — El pequeño se detuvo a verlo con una sonrisa llena de ilusión. — ¿Qué vas hacer con el libro?.
— Voy a buscar a mi amado y lo voy a salvar. — Sonrió decidido.
— De acuerdo, suerte. — Se acercó hacia él con una gran bolsa que contenía polvo de hada. —. Realmente te deseo suerte.
— Gracias. — Lo abrazó provocando ternura en el otro para después irse, no había romance entre ellos pero si una fuerte amistad.
Al llegar a su casa lo primero que hizo fue leer el libro que hablaba del otro, analizaba todo y guardaba la información que se le hacía importante. Tan pronto como lo termino se alistó llevando consigo un bolso lleno de comida como: jalea, pan, bolas de arroz, pan al vapor y jugo de naranja. También dentro de la bolsa llevaba consigo una capa de lana para abrigarse.
— Muy bien, Yami, espérame, muy pronto estaré contigo. — Decidido salió de su casa dirigiéndose al bosque que conectaba el mundo humano con el de las hadas.
Volaba a toda velocidad decidido mientras podía ver cómo entraba al mundo de los humanos.
[...]
— Les dejaré como tarea investigar sobre universidades con las carreras que ustedes eligieron. — Dijo una mujer que era la maestra de aquellos alumnos. Observaba a un alumno en especial que miraba la ventana distraído.
Tocaron el timbre dando fin a la clase solo que esta no se retiró, quería hablar con aquel alumno de ojos rubíes. Los alumnos se levantaban y recogían sus cosas para finalmente irse aunque el de ojos rubíes no pudo irse por la maestra quien está lo detuvo.
“— Yami, ¿Podrías quedarte un rato? Por favor. — Miró la profesora a su alumno.”
“— Dígame. — Respondió de mala gana, algo que ignoro la profesora.”
“— Dime, ¿Qué planeas hacer en tu futuro?. — Miró preocupada a su alumno.”
“— Lo que se me de la gana. — Simplemente cargo su mochila y se fue.”
La mujer solamente lo pudo ver con lástima, quería que aquel niño que antes en la primaria era alguien estudioso volviera.
El chico caminaba a los pasillos notando que unos cuantos alumnos lo estaban rodeando, estaba molesto como para jugar con aquellos mocosos que se creían capaz derribarlo.
Cuando vio que no lo dejarían en paz les sonrió de manera cínica asustando a cada uno de ellos al instante, ya todos en la escuela se sabían de sus hazañas perturbadoras ganándose así el respeto quizás terror, bueno, le daba igual eso.
Al ya estar afuera del edificio más no del terreno suspiró cansado, estaba de mal humor y desde lejos se notaba.
— ¡Yo te voy a ayudar!. — Se le hizo extraña la voz.
— ¿Dónde estás?. — Miraba por todas partes buscando a la persona.
— ¡Aquí!. — En eso, apareció un chico algo pequeño que el haciendo que el otro por puro reflejo lo sostuviera para que no cayera con el. Era parecido a el pero con ojos amatistas y una mirada inocente. — ¡Hola!, ¡Soy Yugi y desde este momento estaré a tu lado!.
Esto no era posible, el de ojos amatistas tenía ropa muy diferente a la de él como artesana. Estaba perplejo y confundido mientras que el pequeño estaba feliz y decidido.
¿Qué pasará al final?
...
¡¿Les gustó?!, ¡¿Les gustó?? •^• estoy emocionada por escribir esta historia.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro