"Quiero hablarte del esfuerzo, del sacrificio, escucha atento sin prejuicios"

Reclamando su parte robada, el siniestro animal se levanta, cabeza en alto y atrapado por el miedo, tiene delgada compostura; a su cuerpo le ha sido quitado la esencia de lo que siempre le ha faltado. Perdido en duda, atacado en ira, alimentándose del desecho, dio su pecho, dio su voz, dio su causa perdida.

Trepando sin garras, resbalando en la picada de una importunante montaña no pudo mas que mirar desde abajo, solo de arboles rodeados sin hojas y mal plantados, sin una luz que no sean sus ojos, siempre de noche y siempre rojos.

No encuentra madriguera, solo tiene un hoyo, y sus patas sin sentido crean fango en su nido. Clama en calma, abraza su alma, el pelo pierde y la voz queda en cierre, queda llorando por un segundo, hace nacer su hambre del mundo.

Nada alcanzado, esta todo malogrado, esta seco el suspiro de los días pasados. Siente un aullido, en lo lejos levantándose, da por completo su envió de ilusiones cerrándose. A través de la montaña, sabe de lluvia y malas rocas; que detrás de la sombras queda vivo en otro oasis seco y sin desierto un corazón bien abierto que le haga compañía, es de cerca una vida que quiere y ansía, es de lejos una historia sin contar en su vida.

Sangra y sangra, gotas derrama, lucha y muerde aunque rompa sus dientes, arranca trozos de lo que merece, gana y pierde por lo que ama. Se hace fuerte, el miedo se vuelve endeble, el corazón astillado de sus ataduras crece, el espíritu: olvidado; piedra tras piedra entre agua sin mares, se extiende en pesares de tupidos pasajes. Destrona su honra, desata su canto, destierra el olvido y ya no se vuelve llanto, agarra su sentido, lo sacude a cada latido, se queda perdiendo el mal augurio de los caídos, se alza en tormentos mas sin perder el aliento vuelve bien dentro del camino imprevisto de los domados cimientos.

Deja salir valor, deja salir gruñendo ese fervor de seguir viviendo. Atribuido por su esfuerzo queda solo el viento, esta cansado, mas lo ha logrado clavando sus nuevas garras en las tierras sin lamentos.