"Amor de madera, si caes en su encierro, es muy incierto tu destierro"

Conocido siempre por su altura imponente; ni muy anciano ni muy joven, largos años en su tierra le reponen; conoce del viento, del ave, de la soledad, de su amistad con el tiempo, más hoy tras tanto camino sin recorrer a reconocido al ver de la vida un obsequio.

No lo siente en sus ramas, no se mueve con la brisa, no sonríe como el pasto, como semilla o como animal; duda si está ahí, a veces se va y no le puede decir de el: de los viajes que han pasado por sus ramas, de sus frutos llevados lejos, cargados en el viento a donde puedan crecer, del romance tallado, y las luchas y batallas que por el a pasado. De ella quiere saber, de tan oscura apariencia, que se mueve y le imita cuando rozan su paciencia; de ella quiere ver una sonrisa en su mímica, quiere sentir que está ahí; más de una ves no puede describir, si le observa de lado a lado, si en las noches se vuelve inmensa, si se va, o le abraza bajo las tormentas; cómo ha de saberlo, si es pasto negro dónde está oculta su silueta.

Siente el sol y el frío que tapa, de cierta forma de el escapa el como y el porque; pero ahora tan largo y solo, siente en tantos años, que su compañera está ahí, que le mira y le protege, tras tanto tiempo, pidiendo un abrazo, ahora es el día, donde al viejo el hierro le alcanza, lento se despedaza sin un grito, sin un lamento más que el propio que tiene dentro, cae sufriendo, a la sombra que ha amado por tanto tiempo.