12. Pues va a ser verdad
Olivia solamente habría querido llegar a su habitación y echarse a llorar hasta que se quedase dormida, pero parecía que aquella noche no parecía que iba a ser tan sencilla. El Conde de Mayer parecía haber demandado una audiencia clandestina con ella, y por o que había comprobado, aquello era usual en Elia.
Es muy fácil renunciar a ll que nadie te ha ofrecido.
—¿Qué se supone que debo hacer?
—Despacharle.
—¿Cómo? No conozco a ese hombre.
—Es un amante de la reina.
—¿Otro? —preguntó desconcertada, provocando la risa floja de los dos guardias que estaban presentes. Kai les fulminó con la mirada y la diversión se detuvo.
—Es Conde y necesitamos su apoyo para que sigan apoyando al reino.
—Pero...
— Sea cómo sea, pero no debes hacer que el Conde se moleste contigo.
No dejó que Leyre replicara, simplemente se dio la media vuelta en dirección a la puerta y le hizo una señal a Ui para que diera paso al Conde.
La entrada de aquel hombre la dejó perpleja, nunca en su vida se hubiera imaginado que aquel retaco hubiera compartido cama con ella. Aquel hombre era más menudo que Leyre, tenía la nariz aplastada y unos ojos demasiados juntos. Aquel hombre era feísimo y solamente quería maldecir a la verdadera reina por enlazar a aquel hombre con ella.
— Majestad.—dijo con una reverencia.
—Conde Mayer, es un placer volverle a ver de nuevo.
—No me esperaba que estuvieramos tan acompañados —dijo con una falsa sonrisa de cortesía en la boca.
Al momento, Leyre entendió que aquella situación podría parecerle extraña y que si iba a dejarle, sería mejor que no fuera delante de tantos testigos. No debía dañar su ego estúpido de hombre.
— Cierto. Nuestra amistad merece algo más de...—tardó dos segundos en encontrar la palabra correcta sin que se pudiera dar pie al error—... intimidad.
Al instante se dio cuenta que no lo había conseguido porque Kai se inclinó hacia ella con mirada severa.
— No es una buena idea, señora.
—Yo creo que si.
—Pero señora...
—Kai, agradezco tu preocupación, pero por favor, dejadnos solos.
Con resignación, Kai asintió. Se enderezó y con un gesto de cabeza, dio la silenciosa orden de desalojar la sala. Los soldados se marcharon de allí sin intercambiar ninguna palabra y no fue hasta que cerraron la puerta cuando el Conde decidió romper el silencio:
—¿Por qué tanta seguridad?
—Son tiempos difíciles para todos, Conde Mayer.
—Llamarme Felip, por favor. Sé que el tiempo ha podido enfriar nuestro tórrido romance, pero por favor. No me tratéis como un extraño.
—De acuerdo.
Aquel retaco le causaba interés a Leyre. No era atractivo, su voz nasal no ayudaba a que su presencia fuera más amena. ¿Qué le había visto la reina como para compartir cama con ella? ¿Tal vez fuera sus temas de interés o su personalidad? Aquello era todo un misterio.
—¿Es por los rumores de casamiento?
—¿A que os referís?
—Mi familia es una chismosa, no tardaron ni medio día en difundir nuestro futuro casamiento con la Duquesa de Pintena, pero os prometo que lo nuestro es solamente un secreto entre usted y yo— Aquel hombre le tomó la mano y se la acercó a su pecho —. Mi corazón es solo vuestro, mi señora.
Leyre apartó la mano de su contacto y ante la mirada del Conde confundido notó que necesitaba disculparse.
—Lo siento, Felip, pero no puedo seguir con esto.
—¿Por qué? Todavía no estoy casado.
—¿Qué me convertiría a mi si le robara el marido a una de mis ()? La familia Pintena ha servido al reinado con pleitesía, ¿qué me convertiría a mi si no les tratara con el mismo respeto con el que ellos me tratan?
—Eres la Reina de Everial, no le debes a nadie nada...
—No — le cortó—. Todos necesitamos que nos tratemos con respeto.
—Creía que el tiempo podría arreglar lo nuestro...
—Felip, el tiempo no lo arregla todo, pero ayuda a aceptar que algunas cosas se congelen en el pasado. Sin ser presente, ni futuro.
—Pero...
—Ninguno de los dos nos merecemos ser el segundo plato de nadie.
—¿Y qué pasa si no puedo olvidar lo nuestro?
—Lo niegas—pero aquella respuesta había sonado tan cortante que sintió la necesidad de explayarse—. Lo nuestro es únicamente nuestro y de nadie más. Las malas lenguas solamente tratarán de hacernos daño y perjudica un recuerdo precioso entre los dos.
—Pero... —un pesado suspiro de resentimiento se coló por su garganta —... Tienes razón, no he podido ser el "guardián" que tanto me suplicabais que fuera pero puedo hacer lo mejor para mi futura mujer. No puedo comenzar mi matrimonio con mentiras y traiciones, pero mi corazón siempre estará con vos y con el reino.
—Sois un buen hombre, Felip Mayer.
—Y usted la mejor reina que Everial ha tenido.
—Su futura mujer tendrá mucha suerte de teneros.
El Conde miraba a la reina con tanta devoción que hizo que la invadiera la tristeza a Leyre por haberle mentido.
— Reina— dijo con la mano en el pomo—, os demostraré que no soy la aguja de crochet que pensabais desde un principio. Reforzaré la seguridad de los caminos para que el asedio pueda llevarse a cabo sin peligro.
Leyre sonrió contagiada de la devoción que el Conde la profesaba. Y fue entonces cuando lo entendió, el Conde Mayer era de esas personas buenas por naturaleza, aunque pudiera parecer débil, cuando ganabs us corazón era fiel hasta el final.
El Conde se marchó con una sonrisa en la boca y seguidamente entró Kai y el resto de guerreros con la sorpresa pintada en la cara.
—¿Y bien?— preguntó Leyre, expectante.
—Sois toda una rompe corazones, señora —comentó Ui perplejo.
—¿Estáis segura que no habíais dejado ningún hombre antes? — preguntó con desconfianza Kai.
— Si, lo estoy.
—¡Pues quién lo diría!
Involuntariamente las mejillas de la muchacha se tiñeron de rojo, provocando la sonrisa de los presentes.
—¿Qué significa aguja de crochet? —preguntó la muchacha cuando Kai pasó por su lado.
Aquel grandullón (), incómodo.
— Que engancha pero no pincha.- La reina alzó la mirada y le miró a los ojos con el ceño fruncido — No lo entendés, ¿verdad?
La muchacha negó con la cabeza.
—Pues va a ser verdad que no había despachado a ningún hombre antes - contestó Ui con la mirada repleta de diversión.
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