
20
Narra Tamy.
Hacía casi tres semanas desde la discusión y desde que no hablaba con el chico anónimo; al principio estaba confundida, luego me enojé por sentir algo por él, y después me enojé aun más por haberlo arruinado todo...ahora no puedo negar que extraño a aquel chico que agotaba mi paciencia, me hacía reír y parecía abrazar a mi orgullo y mal humor con fuerza.
A decir verdad no noté lo encariñada que estaba hasta que intenté alejarme de él y se me hizo terriblemente difícil, lo cual me tomó un par de días entender, pues lo que sentía por él era algo que no había experimentado antes: me removía el estómago y me quitaba el apetito por lo nerviosa que me ponía ver aquella notificación de un mensaje suyo, y a la vez me hacía sentir emoción.
Me quedaba despierta pensando en nuestras conversaciones y en la forma tan sencilla que tenía de hacerme sonreír, preguntándome cómo sería él: imaginando aquellos ojos azules que quizás nunca había conocido, o que simplemente no me había tomado el tiempo de apreciar, pero que aun así me mantenían soñando despierta allí donde iba...aunque me costase admitirlo en voz alta.
Al terminar la última clase del día salí del aula sumergida en mis pensamientos, pensando en él como todos los días desde lo sucedido, preguntándome cómo se sentiría él al respecto.
Mientras andaba por los pasillos un chico se interpuso en mi camino, suspiré sin mirarle e intente esquivarlo, pero se atravesó nuevamente.
Bufé para después hablar:
—¿Podrías apartarte? Estoy apurada... —arrastré las palabras y finalmente lo miré, topándome con unos hermosos ojos azules que me hicieron callar.
El castaño me miró, reprimiendo una pequeña sonrisa. Lo había visto muchas veces: era amigo de mi hermano. Recuerdo que a pesar de no haber estado en el mismo año eran muy unidos, también recuerdo haber ido con ambos a los bolos alguna vez antes de que Chase se fuera a la universidad hace un año.
No hablamos demasiado en todos estos años, pero parecía sociable y algo despreocupado a simple vista, tenía un pequeño grupo de amigos como yo, y la verdad, ahora que lo recuerdo tenía una risa suave y hermosa.
Coincidía con él solo en mi clase de física, estuvimos en la misma desde primero...lo cual me recordaba a algo que me dijo el chico anónimo hacía meses.
—¿Por qué tanta prisa?
Alcé una ceja. Tenía que ser él, estaba casi completamente segura, y sino, habría hecho el ridículo y me iría a casa.
—Eres tú. —dije en voz baja.
—Creo que es hora de las respuestas que querías.
Tomé una bocanada de aire, decidida a dejar mi orgullo a un lado y a aclarar la situación.
—No debí tratarte así, lo siento—hice una pequeña pausa—. Ese día...—relamí mis labios y negué con la cabeza, sintiéndome tonta—, ese día dije cosas que en realidad no sentía, yo no jugué contigo, jamás lo haría.
—No lo entiendo, Tamy. Podías decirme qué te pasaba, creo que te demostré que podías confiar en mí.
—Creo que llegué a un punto en el que lo único que quería era conocer a la persona detrás de la pantalla y hablar de esta forma. No quería aceptar mis sentimientos respecto a ti porque la verdad es que me da miedo salir herida.
—¿Por eso me estuviste evitando?
—Yo...sí—suspiré—. Eso hice. Fui una cobarde.
—Está bien.
Lo miré confundida.
—¿No estás enojado conmigo? —negó con la cabeza.
—Ya no. Todo este tiempo me ayudó a pensar, y entiendo que te hartaras, yo fui un cobarde también. Debí haberte hablado desde un principio como alguien normal.—se rascó la nuca, nervioso.
Reí y asentí dándole la razón, una sonrisa hermosa se hizo presente en su rostro y un sutil hoyuelo se formó en su mejilla derecha. Era alto, con cabello revuelto y una mirada que transmitía tranquilidad.
—Iba a mi auto, ¿me acompañas?—él asintió regalándome esa pequeña sonrisa.
•••••
Tras caminar en silencio un par de minutos una duda surgió en mi cabeza.
—¿Ethan?—me detuve al lado de mi auto y él me imitó, volviéndose hacía mí al escuchar mi voz—¿Todas esas cosas que dijiste borracho aquel día eran ciertas? —sus mejillas fueron tornándose de un sutil rosa, me miró a los ojos segundos después, sonriéndome tímidamente.
—¿Tú que crees?
—Creo que fue la especie de confesión de amor más tierna que alguien me haya hecho—él rió algo avergonzado—, de verdad.—le sonreí dándole un leve empujón.
—No sé cómo llegué a tu chat pero creo que estoy bien con eso.—nuestros ojos se encontraron, dando rienda suelta a nuevas sensaciones en mí.
—Creo que...me iré a casa.—dije nerviosa segundos después de intercambiar miradas.
—Claro, está bien.—asentí subiéndome al auto.
Tras despedirnos encendí el motor y me quedé sentada con las manos en el volante viendo a un punto fijo cuando lo entendí. Giré mi cabeza y lo vi no muy lejos, dirigiéndose hacía el que parecía ser su auto, bajé la ventanilla y alcé la voz:
—¿Ethan?—él volteó y tras unos segundos sus ojos se encontraron con los míos, me miró distraídamente. Tragué saliva.
Las personas pasaban, unos salían hacia la parada del autobús y otros se dirigían a sus vehículos, algunos voltearon a mirarnos pero no me interesó; solo me importaba lo que él pensara y que él lo supiera, y si tenía que gritarlo lo haría, sería sincera y ya no callaría lo que sentía.
—¿Sí?
—Entendí que también te quiero más que un poquito.
El chico sonrió.
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N/A: ¡Hola! Siento la tardanza. Aunque es cierto que tenía el capítulo escrito y listo decidí reescribirlo prácticamente desde cero para que encajase con el rumbo que le di a la historia, que ahora tiene cosas distintas a las de hace dos años cuando la publiqué por primera vez, pero la verdad me agrada mucho mas así. Quería escribir un final con el que me sintiera cómoda, sin apresurarlo, tomándome mi tiempo...y espero que les haya gustado y lo hayan disfrutado.
Habrá un epílogo un poco mas largo y narrado, y después iré subiendo unos cuantos extras narrados también, los cuales honestamente me hacen mucha ilusión.
Gracias a todos por leer.
—Mónica.
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