5. Colmillos.
Hi~ Paso ahorita antes de iniciar mi día más decentemente porque ayer ni escuché la alarma para subir capítulo y como es uno bien suavecito dentro de todo quiero que tenga el tiempo que merece acá arribita.
Y bueno, hace mucho tiempo no dedico capítulos en mis historias, así que en este fic ire dedicandole capítulos a las personas que le dan su apoyo y cariño como una manera de tratar de transmitirles lo mucho que significa, JimDixon970, este capítulo es para ti, espero que sea de tu agrado. Y pucha, tratare de dedicar capítulos bonitos, no tan dramaticos, pero se hace lo que se puede.
Mil gracias por el apoyo, espero que les guste~
Eiji es un secreto a simple vista porque a diferencia de sus defensas que impresionan recubiertas de cadenas, bombas y luces que dan cuenta de un sistema de máxima seguridad, las paredes detrás de las que se esconde el nipón son mucho peores, son trasparentes, es cierto y cualquiera posee chance de verlas si así lo anhela y aun así, son imposibles de entender, está viéndolas, pero ¿cómo debe de interpretar lo que vislumbra? Además, atravesarlas es todo un tema aparte, por muy simpáticos que se presenten son mecanismos defensivos a fin de cuentas y Ash no tiene ni puta idea de cómo cruzar el terreno, por eso interrogó a Ibe.
Ocurrió incluso antes de que Eiji se quedara dormido, para hacer plática le preguntó por la fotografía del salto ganador, entonces el beta le comentó que no la tenía, pero se la traería y que esta escapada a América fue una escapada de emergencia, dando cuenta de una depresión que su familia minimizó y poco a poco esa personalidad extremadamente considerada empezó a cobrar sentido, Ibe no pudo quedarse mirando sin hacer nada, por eso lo trajo, luego le volvió a agradecer por salvarlo y cuidarlo.
Fue tonto, ¿verdad?
Ash omitió que todo esto lo hizo con interés, que Eiji es un sujeto valioso, mentira, pero repitiéndose eso para no salir herido una parte de él mismo se permitió ilusionarse e indagar sobre Japón, Ibe sin siquiera protestar le enseñó frases populares, Ash sonrió imaginándose el rostro de Eiji al escucharlo hablar en su idioma natal, desde ahí se ha dedicado a practicar solito una y otra vez, procurando ser perfecto en pronunciación para impresionar al omega, por supuesto, no le dirá nada porque en serio quiere sorprenderlo y aun así...
—¡Ya! Esto es vergonzoso. —En momentos así, se pregunta qué tan dispuesto está a ir por el japonés.
—Tampoco es bonito para mí. —Chasquea—. Pero si quieres salir a la calle es lo que debemos hacer.
—Pero...
—Sin "peros". —Lo corta—. Tu aroma es demasiado obvio.
—¿Me estás llamando apestoso?
—Si así quieres interpretarlo, onii-chan. —Desde que Ibe los visitó el apodo se quedó, mierda, resulta muy satisfactorio ver su cara de molestia.
—Entonces tú eres más oloroso que yo si me estás intentando cubrir con tus feromonas.
—Bastardo.
—¿Siquiera tiene sentido? No creo que esté funcionando.
—Pues yo creo que está funcionando y soy quien tiene 200 de IQ, así que quédate quietecito y déjate impregnar, sino me crees, huélete.
Entonces Eiji se huele y se niega a darle una respuesta, así Ash aprecia que ha ganado la disputa, por ende, prosigue con su tarea silenciosamente.
Restriega su espalda contra la de Eiji, sus feromonas son más dominantes e imponentes, no requieren hacer mucho tiempo este ritual de impregnación por lo tanto, es extraño, Ash nunca le ha concedido el honor a nadie de ser bendecido por su aroma a pesar de que se lo han pedido incontables hombres en contexto de alcoba, las feromonas son algo íntimo, algo que se debe dar y dejar únicamente sobre quienes se consideran importantes, ¿por qué se las está dando a Eiji, entonces? Simple, para callarlo.
El bastardo no dejaba de quejarse sobre querer salir y bla, bla, bla, esto es lo menos nocivo para Ash.
—Estás ronroneando de nuevo. —Mentira y su lince interior lo delata—. ¿Te divierte tener que hacer esto?
—Sí, estoy teniendo el mejor día de mi vida. —El sarcasmo en su voz es venenoso—. Obviamente no tengo nada mejor que hacer ni más amigos con los que salir como para perder mi sábado así contigo.
—Voy a reconsiderarte de compañero de cuarto.
—Adelante. —Chasquea—. Estoy seguro de que muchos querrán a un conejo tozudo con fetiche por la comida apestosa.
—¡Así que de eso se trata! —Lo acusa golpeándolo con la espalda, dificultando su labor—. Venganza.
—No es venganza. —Rueda los ojos—. Si quisiera vengarme del natto te habría llevado a comer a un carrito de perros calientes o algo así. —Una idea maliciosa se cruza por su mente—. De hecho, quiero que vayamos a comer ahí luego de que termines de pasear.
—Entonces pasearé hasta que cierren todos los puestos de comida.
—Es Nueva York, si quieres un hot dog a las cuatro de la mañana lo encontrarás. —Se mofa aludiendo a la brecha cultural—. Es un trato justo.
—¿Cómo puede ser justo? Tú me estás dejando tu peste encima.
—Cómo si tú olieras a rosas.
—Es decir. —Eiji se encoge—. Debe gustarte mi aroma o algo si te quedaste dormido arriba mío ¿no?
—¿L-Lo recuerdas?
—Tal vez.
—Cállate, eres tan infantil.
Ash se atraganta con su propia saliva sin poderse defender ya que tiene razón, ¡bien!, ¿desde cuándo es un crimen que le gusten las feromonas de un omega? Si bien, no le había ocurrido antes por todos los estímulos traumáticos que tenía asociados Eiji sin entenderlo a arrullado la maraña de cicatrices que posee enredada al corazón, está tensa, repleta de nudos y a veces se siente tan afilada que logra sentir cómo le cercena el pecho capa por capa hasta que no quede nada más que un vacío sangriento y sus arrepentimientos no dichos, Eiji de una u otra manera empezó a desenredar esos nudos, asume que las feromonas son el ejemplo perfecto, las ha resignificado.
Pero ¿por qué Eiji tiene tanto poder? Ash ha tenido personas significativas a lo largo de su vida y aun así esta es la primera vez que le pasa.
Es totalmente irracional, ¿por qué le importa tanto este conejo? Pues Eiji es su amigo real, no porque sus otras amistades valgan menos, pero él siempre les esconde una parte de sí mismo, que el japonés se haya quedado inclusive habiendo conocido lo más pútrido, feo, roto y sucio, Ash no puede creerlo.
—Ya estamos listos. —Se aparta, afina el olfato y efectivamente, no queda rastro del omega—. Sabes que esto no nos durará para siempre ¿no?
—Solo un par de horas. —Eiji recuerda—. Eso es suficiente, no pediré más.
—Eiji.
—Solo quiero salir a conocer la ciudad, está bien.
—Sería más efectivo si te inyectara feromonas directamente, ya sabes, con una mordida temporal o algo así pero... —Pero incluso siendo alfa sufrió esos maltratos y no se siente listo, no cree que pueda marcar algún día a un omega por lo mismo—. No dije nada.
—Ash. —Eiji es amable, lo incita a relajarse—. No te sientas culpable por no hacerlo, soy yo quien te está metiendo en sus problemas.
—¿Tus problemas? —Enfatiza.
—Dino me busca a mí, te estás arriesgando por mi culpa.
Pero no es así, le da mucha rabia que lo crea de esa forma, Ash es consciente de que no ha sido buen apoyo emocional en ese cambio, ha salido y entrado, a veces sí llega a dormir y otras veces el japonés se queda esperándolo sobre la cama siendo un ovillo o transformado en un conejo desamparado, ni siquiera le ha encargado a otra persona que lo cuide y es complicado, Eiji es demasiado valioso, teme que haya un traidor en su pandilla y se lo entreguen a Dino, pero le asusta todavía más estar matando al omega de soledad, ve que no le agrada además que llegue cubierto de sangre, apestando a pólvora o a feromonas ajenas para conseguir información.
Pero no le dirá nada de esto, ¿no? Porque Eiji tiene metido en el alma que es una carga y no es cierto.
Y Ash es demasiado cobarde para poner el tema.
—Lo siento por tenerte acá encerrado. —Ash baja la cabeza, de pronto, le duele el estómago, al igual que Ibe siente tanta culpa, entiende que Eiji no es feliz en una jaula—. Tal vez sí habrías estado mejor en una casa de seguridad, al menos así podrías salir a tomar aire, yo ni siquiera... debes aburrirte acá solo, lo siento por no pasar tanto tiempo contigo y no decirte nada acerca de banana fish, te prometo buscar a alguien de mi confianza total para que te acompañe, así me quedaría más tranquilo.
—Oye. —El omega es comprensivo—. No lo digas como si fuera tu culpa, no lo es, no me debes nada.
—Lo sé, pero...
—Estoy agradecido por estar vivo y ya. —Lo anima—. Y mucho más si tengo la oportunidad de poder salir contigo.
—¿Incluso si es a comer perritos calientes?
—Inclusive si es a comer los perritos calientes más grotescos y bañados de mostaza que hay en toda la ciudad.
—Tú en serio. —Ash ríe—. Eres increíble, se supone que yo te tenía que consolar a ti, no al revés ¿no te puedes dejar confortar por una vez?
—Supongo que soy malo haciendo eso. —Eiji sonríe y lo hace con mucha tristeza—. Lo lamento, Ash.
—No tienes que disculparte. —Más, el japonés impresiona no escuchar.
—Perdón por molestar.
🐾
—Esto es tan aburrido. —Eiji chista, grosero, irracional, irritante—. Creo que moriré de aburrimiento.
—Es una librería, es entretenida.
—Para los nerds quizás. —Hijo de puta—. Pero para mí no.
—Ah, olvidé que eres un cerebro de músculo, estoy lidiando con todo un jock. —Eiji aprieta párpados y labios con mucha fuerza en señal de molestia, es adorable ¿verdad?—. Entonces ¿por qué insististe en pasar acá?
—Porque a ti te gustan los libros.
—¿Eh?
—Porque a ti te gustan. —Eiji se rasca la mejilla y clava su mirada en el piso—. Pensé que te agradaría.
Ash ni siquiera puede articular una respuesta coherente, siente a su cara arder, a sus orejas cosquillar y a su pecho punzar, cuando se ve sobre el reflejo metálico de los Best Sellers le toma el peso genuino al tipo de expresión que está esbozando, primero debe frotarse los párpados puesto que no luce casi nada como él mismo, se palpa las mejillas, se pellizca el antebrazo y la mueca no se esfuma, no posee sentido que Eiji le provoque esto con tan poco, es decir, ha hecho cosas innombrables con los clientes para satisfacer sus fantasías porque eso es él: una fantasía.
¿No es hipócrita que sienta vergüenza por algo tan inocente, cuando no le queda pizca de inocencia?
—¿Qué clase de libros te gustan, Ash? —Pero con Eiji la inocencia no se siente perdida y entiende lo egoísta que es mantenerlo cerca como si su existencia pudiera purificarlo por extensión cuando claro que no puede—. Tengo curiosidad.
—¿Por qué? —Están en una librería pequeña de barrio, no ansió arriesgarlo llevándolo al corazón de la ciudad donde si bien sus chicos están constantemente patrullando, también Arthur—. ¿Los leerás?
—Sí. —Eiji duda por un instante, se han detenido enfrente de los estantes más grandes, le agrada el sitio, el aroma de los libros junto con la tranquilidad tan propia de la literatura es un deleite pensando en su día a día, Ash desliza sus palmas hacia el elástico de sus jeans, trajo su arma—. Quiero entender tus gustos.
—Los clásicos que aporreaste en casa, en ese caso. —Chista—. Puedes partir con ellos.
—Se veían densos.
—Claro que se veían densos si solo miras el resumen.
—No. —Eiji se abraza a sí mismo—. El idioma, hay muchas palabras en inglés que todavía no... resulta mucho más fácil hablando porque puedo encontrar sinónimos o entender por el contexto.
—El guardián entre el centeno es un libro que les toca a los mocosos en la escuela, es imposible que no puedas leerlo.
—Ya lo he intentado.
—¿Y realmente no lo has logrado? Wow, sí que apestas en idiomas en ese caso, debería regalarte un tomo de plaza sésamo para partir.
—Sí. —Eiji baja la cabeza, humillado—. Deberías, sería un buen regalo.
Ash sabe que la ha jodido por la expresión sumamente lastimada que esboza el omega, por supuesto, no le dice nada ni necesita hacerlo, lo ve en su postura encorvada como si quisiera hacerse pequeñito hasta desaparecer entre las estanterías, en sus feromonas, en la manera en que impresiona reñir en contra de sí mismo para no convertirse en un conejo y hacerse un ovillo en una esquina, aunque casi suene como una excusa lo último que quería hacer era lastimarlo, lo hizo, vaya amigo, es una mierda.
—Lo siento. —Así que deja su orgullo y es directo—. Me burlé de algo importante para ti, valoro que me lo hayas contado, lamento haberte dado una reacción tan estúpida pero todavía soy nuevo... aun no sé bien cómo ser el amigo de nadie, es distinto al mundo de las pandillas ¿lo entiendes? Acá estoy totalmente perdido en dónde está la línea.
—Está bien. —No lo está, fue un patán.
—Debí darle más peso a lo que me estabas contando. —Recuerda lo que dijo Ibe—. Fue valiente que me lo pudieras contar.
—No necesitas validarme así, ¿sabes? —Eiji se lo responde a la defensiva, no acostumbra a este tipo de tratos así como Ash no suele darlos—. No soy un niño para que me trates así, no necesito que me anden confortando, está bien, apesto en inglés, ya lo sé, gran cosa.
—Te ayudaré a leerlo. —Entonces contesta porque no es bueno consolando y esta es su manera, Ash espera que el mensaje le llegue, estoy acá para apoyarte, somos amigos—. Así me aseguraré de que no te pierdas nada de la adorable personalidad de Holden. —El hijo de puta saca la lengua asqueado.
—Ya no quiero.
—¡Oh, vamos! —Gimotea amurrado, menos mal no se encuentran en el Centro, moriría si sus chicos lo escucharan reñir con semejante inmadurez—. ¿Cuáles son tus libros favoritos en ese caso?
—Mangas.
—Mangas. —Repite con sospecha—. ¿Con los dibujitos?
—No son... —Eiji se frota el entrecejo casi como si estuviera juntando paciencia—. Sí, con los dibujos.
—¿Eh? —Ash no perderá la chance de molestarlo—. Eso es tan estereotípico.
—Es tan racista que asumas eso.
—Pues perdón por ser racista, onii-chan.
—Okey, ahora solo estás siendo grosero. —Eiji junta sus manos en su cintura, alza el rostro, lo desafía porque no tiene ni una pizca de autocuidado—. Yankee.
—¿Y-Yankee? —No puede creerlo—. ¿Siquiera sabes con quién estás lidiando? —Ash se acomoda en la misma pose, más, debe encogerse un poco para compensar la inmensa brecha corporal entre ellos dos—. ¿Cómo está el suelo allí abajo, por cierto?
—No cambies de tema.
—¿Qué? No te escucho, no hablo enano.
—¡Ash! —Chilla cabreado—. ¡No tenemos tanta diferencia de altura! Son solo un par de centímetros.
—Perdón, no te puedo escuchar con mi metro ochenta, solo escucho a gente sobre el metro setenta.
—¡Ah! —Eiji patea el piso, enfadado—. ¡Yo mido más de un metro setenta!
—¿Qué?
—¡Yo mido más de un metro setenta!
Ash finge sordera con muecas exageradas y gestos ofensivos, se limpia su oreja con la punta del dedo provocando que la molestia del omega se intensifique aún más, asume que es mejor tenerlo enojado con su ceño tenso, sus mofletes hinchados igual que hámster obeso acumulando semillas para poder pasar el invierno y sus patadas berrinchudas a tener un Eiji triste, Ash sabe y puede manejar a un Eiji que está fastidiado e irritado ¿pero a uno deprimido? Por alguna razón le duele mucho que esté mal.
—No te preocupes, quizás te queden años de crecimiento todavía. —Lo "consuela" revolviéndole el cabello con una palma como si fuera un crío—. No. —Se corrige—. Perdón, olvidé que eres más viejo que yo, mucho más viejo.
—Dos años.
—Exacto, estás de asilo.
—Ya no quiero seguir jugando contigo. —Se amurra, es mal perdedor—. No eres divertido. —Por un instante Ash teme que lo diga en serio y sus esfuerzos para que esta salida salga amena fueran vanos.
—Ah. —Pero a juzgar por su sonrisa escondida entiende que es mentira—. Claro que es divertido, tú elegiste el lugar además, onii-chan.
Le sorprende lo fácil que es abrazarlo de los hombros y bromear con él, es extraño, la intimidad física es algo cargado de sexualidad, cuando Ash quería manipular a algún capo para que se ensuciara solía venderse así, con toques, halagos, roces sugerentes, caricias en los puntos débiles, Ash sabía que iba a funcionar incluso sino era un omega, ¿quién se resistiría a someter a un alfa tan imponente, exótico y hermoso como él? Pero tocar a Eiji no se siente forzado, de hecho, es natural, no lo piensa, tampoco se fuerza a hacerlo, es distinto al contacto con Shorter dado que en su mayoría el mayor debe partirlo o no recibirá nada, aquí no, Ash es capaz de iniciarlo y Eiji le permite explorar los límites, qué extraño.
—¿Quieres ir a comer perritos calientes?
—No.
—Yo los compro. —Lo incita—. Espérame acá, no hables con extraños, no te vayas con nadie aunque te ofrezcan dulces, cualquier cosa grita mi nombre o corre hacia mí.
—Ash. —Eiji alza una ceja, ofendido—. Literalmente el carrito está enfrente, te irás por menos de un minuto, ¡es imposible que me pase algo!
—Sí, pero no confío en tu capacidad para mantenerte vivo.
—¡Tú...! —El bastardo le hace un gesto obsceno con los dedos, ¿realmente este es el chico cortés sin personalidad del que Charlie tanto le habló? Sin duda lo subestimó o tal vez, Nueva York sí lo cambió.
—Pórtate bien. —Le ordena devolviéndole el trato con el dedo, más, ambos ríen sintiéndose pueriles y tontos, tan adolescentes—. Volveré.
—Te espero acá.
Ash ordena los hot dogs más picantes y grasientos que venden por el mero placer a molestar al nipón porque es divertido verlo irritado, le sorprende descubrir esa faceta suya, ¿dónde quedó el homicida dispuesto a todo con tal de matar a Dino? No debe perder su enfoque ni bajar la guardia, se prometió que esto es temporal, que solo cuida de Eiji mientras tanto cuando sabe que es mentira, codicia más que nada su amistad, es tonto y absurdo, él mismo lo dijo, un lince y un conejo no pueden ser amigos.
—¿Eiji? —Pero acá está, trayéndole perritos calientes, saliendo a pasear incluso si entiende el peligro inherente porque quería verlo feliz y ya—. ¿Eiji?
Ash deja caer los perritos calientes. Sus sentidos se agudizan. Lo huele con alguien más. Esa peste le pone los pelos de punta. No. No. No. ¡No pueden llevarse a Eiji otra vez! Por favor. Él ya sufrió mucho.
Corre, aparta al segundo hombre de un tirón, saca garras y dientes, se antepone usándose casi como si fuera un escudo humano porque no permitirá que nadie nunca más lo dañe.
—¡¿Quién diablos eres?! —Amenaza a la tercera silueta—. ¿Qué intentabas hacerle?
—Ash. —Eiji lo calma apretándole la mano—. Es un amigo.
—¿Amigo? —Ash mata con la mirada al otro sujeto, luce frágil, es un omega, está pálido y parece un poco mareado—. ¿Desde cuándo lo conoces?
—Lo acabo de conocer pero...
—¡¿Entonces cómo puedes decir que es tu amigo?!
—Necesita ayuda. —Le suplica—. Dice que un alfa lo drogó y ahora lo está siguiendo.
—Pues le deseo mucha suerte.
—¡Ash! —Eiji lo aprieta un poco más fuerte—. No podemos dejarlo así, si a mí me pasara me gustaría que alguien me ayudara.
—Pero a ti eso nunca te pasará.
—¿Cómo sabes? —Porque tienes un alfa, desea decir—. Le puede pasar a cualquiera con o sin marca.
Me tienes a mí.
—Bien. —Cede—. Podemos esconderlo hasta que se pase el efecto de la droga pero no confío en él.
🐾
En contra de sus presentimientos lo meten al apartamento para revisarlo, el omega ni siquiera puede articular su nombre por el efecto de la droga, no es inusual que esto suceda, más, lo enternece cómo a Eiji le importa de sobremanera, ¿es empatía de castas?, ¿o para Eiji todo el mundo es especial? De seguro sobreestimó la palabra "amigo" es decir considera a ese desconocido de esa forma, de pronto se siente como un imbécil por haberle dado importancia a algo que obviamente tiene peso diferente para el contrario es como decir «lo fuiste todo», para recibir de respuesta un «fuiste una experiencia maravillosa».
Es una tontería, lo sabe, pero él odia sentir que Eiji es más importante que él para Eiji, necesita airear su cabeza por lo mismo, sus feromonas lo delatan y no están ayudando al desconocido, de hecho, le da un poco de pena, el omega luce raquítico, al borde de la muerte, tosiendo sofocado a causa de la ineptitud de Ash para controlar su emisión de feromonas, no lo culpa por confundirlo con su agresor.
—Mierda. —Tuvo que salir al balcón para fumar, es un mal hábito que se le quedó desde que es crío.
No puede afectarle tanto Eiji, ¿qué diablos? Ni siquiera lo conoce tanto.
Sí, Eiji le da exactamente igual, solo está sobreestimándolo por el incidente en que se conocieron, lo que no quiere decir que Eiji lo quiera tal como es o una mierda así, no, el conejo es inteligente y sabe cómo mantenerse vivo, supo jugar sus cartas bien y Ash no puede enojarse porque perdió y jugó, las cosas son como son nada más.
Apaga el cigarro contra el marco de la ventana y regresa a la sala, a estas alturas el omega debe estar mejor sin sus feromonas atentando contra su nariz.
—¿Qué...?
Pero cuando Ash regresa a la sala todo lo que encuentra es a un conejito negro muerto envuelto por una serpiente cuyos colmillos yacen ensangrentados.
No se me angustien, los conejos se pueden hacer los muertos y acá no se nos va a morir el prota en el capítulo 5, pero sí da pie a que pasen muchas cosas importantes, nos vemos en un ratito~
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