24. Impregnación de aroma.
Hi~ Ha pasado un tiempo porque el objetivo de enero es acabar fics y dentro de esos fics se encuentra este y las otras dos dinamicas pasadas, así que vamos con todo no más. Como les comenté el capítulo de hoy se viene muy intenso, refuerzo las advertencias del inicio siempre porque a pesar de los matices dulces del capítulo los estimulos y respuestas involuntarias siempre están ahí y solo podemos ver cómo manejarlas, no evitarlas.
Gacela157, el capítulo es para ti, de todo corazoncito estoy muy agradecida por tu cariño, ternura y tanta atención a esta historia, muchas gracias por el feedback y por seguir por estos lares.
Ash nunca ha sentido deseo, no de forma genuina, entiende que el cuerpo es humano, que reacciona incluso en contra de la voluntad y que aunque el sexo debería ser un acto especial nunca fue así para él, solía alardear entre los demás chicos acerca de su experiencia, luego aprendió a utilizarla tal como una defensa que podía tirarle a los demás a la cara para incomodarlos, hacer chistes sobre las heridas que cargaba lo ayudaba a no tomarle el peso a lo mucho que lo vulneraba no tener ni una vez que sí fuera consensuada.
El mundo es simple, todos los que te ayudan o te dan alimento te pedirán algo a cambio, le tomó un par de días con Dino comprender que la mayoría de las veces la gente lo "querría" mientras pudieran usar el sexo de moneda de cambio, ja ¿amor sin que te sometan a sus deseos? Qué puta idealización.
O eso creía hasta... Eiji.
Cuando se conocieron por primera vez Eiji sabía la clase de persona que era, pero no le temió, ni fue cauteloso con él. Le hablaba en ese horrible inglés. Creyó que era extraño e imaginó que sería porque era extranjero. Estaba equivocado, con el tiempo se dio cuenta de que Eiji es así porque es Eiji. Es un tonto. Irracional. Desquiciado. No confió en la policía pero sí en el asesino para negociar el resguardo que tendría luego del hospital. Se fue a vivir con él aun siendo un alfa. Peor. Un lince. Y nunca lo miró con los ojos que la gente suele mostrarle, Eiji es diferente, lo ve como si él significara su mundo, pero no con el sentido lujurioso de la palabra, sino limpio, puro, transparente y casi inocente, sí, la manera que tiene de hacer y decir las cosas siempre oculta un «te amo» implícito y uno que no le hace daño.
¿No es tonto?
Lo es, lo sabe.
Pero desde el instante en que lo vio quedó paralizado por esos ojos, los ojos más amables del mundo, los ojos que lo miraron como siempre anheló y necesitó ser visto, desde acá lo supo, supo que nunca más podría sentirse tan deslumbrado como con este chico de suéteres horribles, fetiches asquerosos con la comida, un gusto deplorable para la literatura y personalidad de conejo no como los adorables que le salían en sus reels, no, un conejo gruñón y violento. Desde ahí supo que nunca podría amar a nadie cómo ama a Eiji Okumura. Desde ahí supo que le daría su corazón. Su alma. Su cuerpo. Su vida. Que podía tener todo lo que quisiera de Ash.
Es un amor lleno de aunque-el-mundo-entero-esté-en-tu-contra-yo-siempre-estaré-a-tu-lado y lleno de para siempres o finales felices que son imposibles, es el amor que no cabe en palabras mundanas.
—Vete de acá. —Y por eso no debería sorprenderle que incluso el deseo sexual se sienta distinto con este terco—. No quiero forzarte, vete antes de que sea tarde.
Le da risa, incluso si Eiji está cubierto de una densa capa de sudor, respirando en bocadas entrecortas porque el calor es insoportable, intentando mantener la lucidez, lo antepone.
Eso.
Eso es amor.
—Es doloroso pasar el celo solo ¿verdad? —Así que intenta iniciar algo, se muere de miedo, Eiji tiene todo su derecho de pasar su calor con un alfa menos... usado—. Además, tienes mi mordida, por eso tu cuerpo debe estarme pidiendo a gritos.
—Solo déjame encerrarme en el cuarto durante tres días, mis ciclos son cortos, podré arreglármelas.
—No necesitas hacer eso. —De hecho, le resulta hasta ridícula la idea sabiendo que él es un alfa más que preparado para satisfacerlo—. Puedo ayudar, onii-chan. —Ash se inclina encerrándolo contra un muro del cuarto y el piso, sus feromonas son una bruma irresistible, su alfa interior pide a gritos para probarlo, se relame, mirando su dolorosa erección—. ¿Quieres que te ayude?
—A-Ash.
—Puedo llevarte al paraíso en cinco minutos. —Le susurra en el oído provocando que se ericen todos los poros de su cuello—. Tengo lengua de terciopelo.
—No. —Eiji lo aparta de golpe y el rechazo es tan abrupto que en vez de excitación una inmensa ola de vergüenza se le revienta en el estómago y se arremolina en su pecho, ¿por qué creyó que un chico como Eiji estaría bien con alguien tan inmundo?—. No pasará.
—Tienes razón. —Mientras retrocede en el piso va dejando un camino de migas con los pedazos de su corazón, vaya, realmente se ilusionó, supone que se le infló el ego luego de visitar a Griffin—. Una primera vez es especial. —Pero esto es diferente—. Deberías guardarla para alguien que sea especial.
Es acá cuando todos sus pensamientos intrusivos escalan como si se tratara de agua hirviendo dentro de una olla a presión, claro que no quiere a un alfa tan usado ¿cómo va a querer las sobras de Marvin, Dino y de tantos hombres que ni recuerda los nombres? Eiji merece una primera vez linda, Ash ya le quitó su primer beso y más encima tuvo el coraje de disfrutarlo, además es una víctima de abuso, ni siquiera debería desear esto en primer lugar.
El sexo es sucio.
—Pero al menos elige a alguien que te trate como te mereces. —Las palabras escapan de su garganta como si fueran espinas incrustadas, no sabe lo que está diciendo, no le importa—. A alguien que sea maravilloso, eres el chico más maravilloso del mundo, no te conformes con menos.
—¿Maravilloso? —Eiji resopla, dolido—. No digas esas cosas para molestarme, no es así. —Por poco olvida que el celo es un periodo especialmente sensible, así que debe aclararlo o lo lamentará, podrá echarle la culpa a las feromonas más tarde por su osadía.
—Eres maravilloso. —No le pregunta—. Eres el fotógrafo más talentoso que existe y aunque sí pienso que las fotos que le tomas al edificio son buenas, me refiero a cómo ves a las personas, tienes talento para captar ese lado genuino que tanto ocultan, tienes una dulzura que convierte en humanos a las bestias más feroces como Yut-Lung o Skip. —El omega ríe, vaya qué risa—. Me han sacado fotos toda mi vida pero eres la primera persona que realmente ve más allá de la farsa, eso es especial.
—Ash. —Pero esto no es acerca del alfa.
—Mereces a alguien especial por lo mismo. —Así que retoma el hilo—. A quien admire tu belleza al punto de quedarse sin aire, a quien te toque con el cuidado que mereces, que no sea egoísta ni bruto con sus caricias, no, tiene que saber que tiene en sus manos al chico más extraordinario pero eso no es todo.
—¿No lo es?
—No lo es. —Pero ya no se trata de con quién Eiji debería pasar el celo—. Hay más cosas que tendrían que importarte.
—¿Cómo cuáles?
—Como que te tiene que amar. —Empieza—. Y lo sabrás en sus pequeños gestos, en cómo se comerá el natto a pesar de que apeste, en que te leerá libros aunque se burle de tu acento, en que te hablará siempre con una voz suave porque a los conejitos les gusta ser tratados así, alguien con quien puedas ser tú mismo y ame a esa versión de ti, un refugio, un amigo, un amante, un confidente al que puedas darle tu primera vez y sepas que valdrá la pena, alguien que no se verá como una mala memoria, de hecho sea todo lo contrario, alguien que atesores así como te atesora.
—No soy tan exigente.
—¡Pues deberías! —Ash se exalta—. Eres tan valioso, Eiji. Por eso tu primera vez tendría que ser con una persona que tenga el coraje suficiente para vivir, es fácil ser un leopardo y escalar esperando ser congelado, lo verdaderamente difícil es bajar la montaña y tener que reconstruir tu vida, pero valdría la pena si esa vida es junto a ti. Alguien que te dé su alma, su corazón, su mundo, su todo porque eso serías tú para él. Alguien que te ame lo suficiente para dispararse en la cabeza sin vacilar si te pondría a salvo con eso, no menos, no aceptes nada menos que eso.
—No creo que valga tanto.
—Lo vales. —Lo sostiene de las manos—. Mierda, no tienes ni idea.
Pero Ash no es capaz ni de decirle la mitad ya que Eiji se merece una primera vez con alguien que se burle de lo deforme que es Nori Nori pero deje que lo vista con el estampado y finja no darse cuenta solo para verlo carcajear con maldad. Alguien que le ponga apodos. Alguien que agradezca su comida diciéndole que sería una grandiosa esposa. Alguien que lo haga reír. Qué saque su lado más mierdoso e infantil y lo acoja, así como ame su lado más herido. Eiji nunca lo dirá en voz alta, no obstante, está muy lastimado y necesita que acunen esas cicatrices, que le hagan saber que lo amarán con la misma incondicionalidad que él da. No por ser un ángel. Ni perfecto. Ni reconfortante. Ni ninguna de la gran lista de cosas que Eiji cree que debe ser. Lo amará por ser Eiji.
Punto.
Lo hará crecer y se sentirá genuinamente orgulloso de su crecimiento, admirará su libertad y hará lo posible por construir una libertad conjunta, lo impulsará a sanar y se quedará a su lado cuando sanar se vuelva muy difícil, intentará ser mejor porque Eiji merece lo mejor e intentará hacer las cosas bien.
—Perdí mi punto. —Pero él sabe que no es nada de eso, que Eiji dejó su postura en claro al rechazarlo y ahora solo está dando pena—. Pero tu primera vez debe ser con alguien bueno. —No con el retrete de semen que todos han usado—. Perdón por proponer algo tan desagradable.
—Ash. —Más, Eiji lo detiene aun afiebrado—. Creo que estás malentendiendo algo muy importante.
—¿Sí? —No quiere oírlo—. Me da igual.
—Quiero pasar mi celo contigo.
—¿Eh?
—Quiero pasar mi celo contigo. —El omega lo repite con las mejillas rojas, la cara sudorosa y los ojos cristalinos, está sufriendo—. Pero la forma en que te acercaste no eras tú, por eso te tuve que frenar.
—Era yo, ¿de qué hablas? —Ríe—. Era más yo que nunca.
—No, ese no es mi Aslan. —Pero qué injusto es Eiji al usar ese nombre—. Te conozco, puedo decir si tus ojos están mintiendo o no y eso... eso no eras tú, eso era una actuación, no quiero eso, no quiero que te sientas forzado a pasar el celo conmigo porque me amas.
—Pero con mayor razón debería pasar el celo contigo. —Él no entiende a dónde diablos va con esto.
—No lo digas como si fuera una obligación. —Eiji lo calla—. Amar a alguien no implica hacer todo lo que la otra persona quiera a costa de tu bienestar. —Ahí lo comprende—. Amar a alguien implica ser lo suficientemente valiente para ser honesto inclusive si esto disgusta al otro, amar a alguien significa llegar a un consenso, aprender a escuchar los "no" así como transmitirlos, así que sé sincero conmigo y dime qué quieres, pero qué quieres de verdad.
—Quiero pasar el celo contigo. —Le cuesta mucho codiciar algo que no merece—. Pero me da miedo mancharte y que te termines arrepintiendo.
—Dijiste que debía ser con alguien especial. —Asiente—. Pues... —Eiji entrelaza sus dedos—. No hay nadie más especial que tú, Aslan.
—¿Puedo...?
—Sí. —Eiji enrolla sus brazos alrededor de su cuello, desesperado—. Por favor, tómame.
Así que Ash lo besa.
Mierda.
La boca de Eiji es un néctar prohibido que mientras más saborea más adicto se vuelve, sus feromonas se derriten en el aire y es afrodisíaco, ninguno se levanta del piso, no pueden, se derriten el uno bajo el otro, ¿cuánto tiempo han estado esperando para pertenecerse? Sonríe por ese pensamiento, sabe que murió y volvió a nacer solo por esto.
—Relájate. —Ash musita empujándolo poco a poco contra la pared, envolviendo con su lengua cada una de las sílabas en un ronroneo aterciopelado, Eiji es un desastre mojado y jadeante, recién parten.
—A-Ash. —Le suplica con los ojos llorosos ¿acaso no es adorable?—. Por favor, tócame.
—Dime si quieres que me detenga.
Ash engancha sus dedos en la camiseta del omega, la tela se encuentra pegoteada a su torso y resulta sumamente sexy la manera en que se transparenta su silueta, no mentía sobre ser deportista, eso le provoca tanta hambre como curiosidad, más, como adora molestarlo procura abrir ojal tras ojal lento y tortuoso, no le quita la mirada de encima en ningún instante, quiere memorizar cómo tiembla ante sus caricias, quiere escuchar su latido a través de los gemidos y su propia ansiedad, finalmente acaba de desabotonar la camisa y se sorprende por encontrar músculos, no son macizos aunque conservan un aire varonil, su piel luce acaramelada por el rocío que la baña, es tentador.
Tan tentador que tiene que apretar su silueta con sus grandes palmas, Eiji arroja el cuello hacia atrás.
Es sensible, tan sensible como si esta fuera la primera vez que lo estuvieran tocando, Ash aparta esos pensamientos porque sabe a dónde irá y en su lugar se dedica a recorrer cada centímetro del omega, primero lo hace con sus yemas erizando su piel cobriza y luego empieza con los besos, joder, le bastan un par de besos para que quede totalmente mojado, su alfa interior es impaciente y quiere devorarlo de una vez, sin embargo, prometió que lo haría especial, además, le gusta demasiado verlo apenado.
Así que sigue con sus besos.
Desliza sus labios por su abdomen, Eiji yace de piernas abiertas contra la pared mientras que los ojos del alfa brillan sin dejarlo de vislumbrar, raspa con sus dientes y al recibir un espasmo de muslo como respuesta se atreve a morder más, chupa, lame, succiona, besa, lo devora, no es suficiente, se desliza hacia más arriba, hacia sus clavículas y sus definidos hombros para hundir su nariz ahí, sus feromonas piden a gritos ser follado por un alfa, pero no por cualquier alfa, sino el alfa que lo mordió.
Lo desea.
Eiji lo desea.
—¿Eh? —Ash mira entretenido cómo sus pezones se endurecen—. ¿Ya estás así solo por unos besos?
—D-Deja de jugar conmigo. —Se lo suplica.
—¿Y qué tal sino quiero? —Ash lo desafía—. Dije que me tomaría mi tiempo para atesorarte, todavía estamos entrando en calor.
Dicho y hecho Ash baja hacia sus pezones para meterlos en su boca, la sensación es electricidad pura en el aire, primero parte con movimientos circulares en la areola, se está excitando, su erección yace más dura y su aroma está más intenso, es una droga, es tentadora e hipnótica, pronto, el alfa se halla a sí mismo succionando sediento de sus pezones, Eiji gime, hunde sus dedos en su cabello y eso hace que despierten recuerdos desagradables así que se aparta de golpe, Eiji impresiona confundido, vaya aguafiestas, mató el romance.
—El pelo no. —Le explica—. No soy bueno con las cosas bruscas. —No culparía a Eiji por aburrirse a pesar de estar en su celo, no puede ni darle sexo normal. Fenómeno de circo.
—Entonces. —Pero Eiji está chiflado y dice cosas sin sentido como estas—. Déjame ser gentil contigo.
Eiji cambia de posiciones y de repente, Ash es el desnudado, no lo comprende, es el celo de su omega y no es necesario que lo atienda, aún así, Eiji se dedica a abrazarlo, a presionar besos ligeros tal como el aleteo de una mariposa sobre cada una de sus cicatrices, sus mimos son eléctricos, tiernos y contra sus expectativas lo ayudan a permanecer acá, pronto es el alfa quién tirita impaciente contra el muro sintiendo una dulce llamarada en cada parte que toca, las llamas se hacen incendio, el incendio torna cenizas, Ash renace bajo sus manos gentiles, ¿el sexo siempre se sentirá así? Se cuestiona porque no ha experimentado nada similar jamás.
—¿Está bien si bajo? —Eiji pregunta con gentileza. Ternura. Preocupación. Como el celo de un omega dura más es mucho más progresiva la locura del calor—. Anhelo hacerte sentir bien, aunque no estoy seguro de cómo hacerlo, quiero intentarlo si me lo permites.
—Puedes, pero no me pongo duro.
—¿No? —Suena desconcertado—. Porque te ves y te sientes bastante duro desde acá. —Las palabras del contrario le caen como un balde de agua fría.
—¿Qué? No es posible.
Aslan no puede creerlo y no obstante ahí está, hay una dolorosa erección dentro del jeans, ni siquiera era consciente de lo mucho que dolía hasta que la miró, ni en su rut logra que se le pare por el hecho de que el sexo para él es traumático, por eso reaccionó así cuando Yut-Lung trató de inducirle el ciclo pero con Eiji está duro, realmente duro. Grande. Mojado. Palpitante. Carnoso. No necesitó de ningún inductor ni de afrodisíacos como en el Club Cod.
Acá está pasando, siente deseo genuino por otra persona y no es malo, Eiji es seguro, Eiji es su hogar.
—Dime si algo no te gusta. —Los ojos brillantes del omega se encuentran nublados con una capa de lujuria, pero una lujuria totalmente nueva, una amorosa y segura.
Ash queda boquiabierto cuando Eiji lo desnuda dándole placer, de repente siente cómo su sangre se calienta insufriblemente al punto de no soportar su propia piel pero es demasiado tener a Eiji con la boca hinchada por culpa de los besos, con los ojos deseosos, empapado, tembloroso, ansioso, hecho un desastre por su culpa mientras ve asombrado su miembro, es decir, no lo culpa, está bien dotado.
—¿Q-Qué? —Pero hasta él en algún punto se cohíbe—. ¿Qué tanto miras?
—Eres rubio.
—¿Eh?
—Sí eres rubio ahí abajo. —Y lo dice con tal orgullo que Ash solo puede reír en esta bruma hormonal.
—Eres increíble. —Ríe—. Debes ser la única persona que diría algo así y mataría el ambiente.
—¿Crees que he matado el ambiente? —El tono coqueto y determinado que usa para decirlo le pone la piel de gallina—. Ya veremos.
—E-Eiji.
El nombrado se desliza entre sus muslos para besarlo, Ash puede sentir el palpitar de su pene, quiere más, necesita mucho más, pero el omega es un bastardo vengativo que se toma su tiempo para tocar cada centímetro de sus piernas blancas y hundir su cara donde nadie más ha ido, es sensible, a nadie le importó asegurarse de que él también disfrutara y Ash aprendió a desconectarse por lo mismo, es removedor que Eiji en pleno celo (cuando debería ser más egoísta que nunca) esté intentando grabar constelaciones donde antes solo habían heridas.
Más, tócame mucho más.
—¡Ah! Joder.
Ash gruñe, Eiji metió su miembro en su boca, primero le cuesta acostumbrarse casi como si batallara para que le cupiera entero, usa los dientes y debe agarrarlo del cabello para marcar el vaivén y pronto la sensación es deliciosamente insoportable, la lengua de Eiji se desliza de la punta hacia la base con un movimiento exquisito, lo quema, se derrite, sus pies se tuercen, su pene duele, su cuerpo termina envuelto en llamas, el aire se vuelve inaguantable, siente cómo palpita dentro de la boca del japonés en busca de más, más profundo, más grande, más rápido, Eiji cumple sus caprichos usando su lengua para satisfacerlo, pero Ash no soporta estar en una posición tan pasiva.
Se muere por tocarlo, por hacerlo retorcerse y suplicar de placer, por hacer un desastre cadente, por llevarlo a la misma locura.
—N-No quiero acabar todavía. —No solo.
Eiji no alcanza a terminar la felación cuando lo detiene.
—¿Ash...?
Toma al omega y lo arroja en la cama, se acomoda encima como si un instinto animal recién estuviera despertando en él, apoya dureza con dureza y empieza a estimularlas juntos, Eiji agoniza en el éxtasis de obscenidad, se siente como si fuera enloquecer, Eiji contiene sus espasmos apretando las sábanas con dureza mientras Ash intensifica la ferocidad de la masturbación, no es lento, está necesitado, las erecciones resbalando contra la otra se sienten increíbles a pesar de la dolorosa presión latiendo en el interior de su estómago, quiere correrse, va a correrse.
—¡A-Ash! ¡Ya no puedo! —Eiji está igual, así que cierra con broche de oro y culmina la masturbación.
Ambos jadean alcanzando el clímax.
Ash se deja caer sobre el hombro del omega, bebe de su rocío, se droga con sus feromonas, se pierde en sus caricias antes de seguir con los toques, se estrechan el uno al otro, la cama cruje, los resortes del colchón impresionan a punto de desmoronarse y le da igual, la noche es el único testigo y la luna el manto que los cubre, teniendo estos pensamientos revoloteando en su mente acomoda su cabeza sobre el pecho desnudo de su amado, escucha a su corazón palpitando con ferocidad y de pronto un repentino relámpago de enamoramiento lo incita a volverlo a besar.
Así que lo hace, se besan, ruedan en la cama, ríen, se tocan, se exploran, se aman en su primera vez.
Su cuerpo desnudo nunca se ha sentido tan bien contra otro cuerpo desnudo, quiere perpetuar dicha conexión, así que se dedica a adorar a Eiji justo como le prometió, lo besa, lo acaricia, lo muerde con suavidad así como lo muerde hasta dejarle chupones, hace un desastre en el nipón y observa repleto de orgullo el recuadro de erotismo, joder.
¿Acaso existe algo más sensual que Eiji Okumura? Lo duda observando sus muslos pegoteados a raíz del lubricante natural, con sus pezones erectos, su piel enrojecida por los chupones, sus labios rojizos y abiertos, jadeando su nombre. Aslan. Aslan. Mi alfa. Y esos ojos de cervato rebosantes de deseo y de amor.
—Quiero follarte. —Lo admite sin vergüenza, a estas alturas no está en sus cinco sentidos—. Pero te puede doler como es tu primera vez, date vueltas.
—No. —Eiji le aprieta la mano, lo inmoviliza—. No te podré ver así.
—¿Verme?
—Quiero verte. —De repente Ash tiene la necesidad de cubrirse la cara con el antebrazo tapando el rubor que debe quemarle hasta las orejas, es que Eiji ¿cómo podría decirle que no?—. ¡Es esperable!
—No es esperable. —Se defiende—. ¿Por qué lo sería?
—Porque te amo.
—¿Eh?
—Porque te amo, Aslan.
Es todo.
Ash se acomoda entre las piernas del omega, el calor dentro de aquel remolino de feromonas resulta infernal, apenas logra contenerse, más, debe asegurarse de que esté lo suficientemente dilatado así que acomoda sus palmas sobre sus nalgas antes de abrirlas, Eiji salta por la sorpresa viéndolo con el ceño tenso, sin embargo, el alfa se encuentra demasiado entretenido amasando su trasero, joder, la silueta de Eiji es demasiado sensual.
Aunque están desnudos lo desnuda aún más con su mirada y sus toques, Ash aprieta, amasa, muerde y toca su trasero hasta que adquiere un suave tono rojizo, desliza sus dedos lentamente hacia su ano para dilatarlo finalmente, Eiji gime, está estrecho, no obstante, se moldea a la perfección a la merced del alfa, se queda jugando un rato ahí, completamente excitado, sintiendo cómo su propio pene otra vez se pone duro por cómo su interior lo está devorando, el cuarto se llena de sonidos húmedos, los dos se encuentran totalmente empapados. La atmósfera es adictiva. Tentadora.
—Voy a entrar. —Dice cuando logra meter bien los tres dedos.
—Bésame.
No se lo pide, se lo ordena y él más que satisfecho cumple con su capricho mientras mete su hombría al interior del omega, la sensación es indescriptiblemente placentera, los jadeos se amortiguan sobre la boca del contrario, Eiji incrusta sus uñas en su espalda aferrándose desesperado a Ash, mordiendo su hombro como si tratara de contenerse mientras que el alfa delira por cómo el interior de su amado lo recibe. Es estrecho. Caliente. Palpitante. Siente que se va a derretir. Es sofocante. Puede sentir sus latidos sincronizarse con el otro a pecho desnudo. Mierda. Quiere más. Necesita más.
Se mueve.
Joder, la presión es exquisita, cada estocada es un carnaval de locura, ninguno se contiene, Eiji hunde sus uñas donde puede en busca de un salvavidas porque ambos se ahogan en esto mientras que Ash sigue moviéndose, arremetiendo una y otra vez en su interior, las piernas del nipón lo envuelven de la cadera provocando que la follada sea mucho más profunda. No respira. El vaivén es adictivo. Nada nunca se ha sentido así de bien, es más que algo físico, es una conexión transcendental. Es demasiado bueno para ser real. Pero es real. Ash se mueve con mayor intensidad. Es lascivo. Es obsceno. Seguro.
—¿Estás bien? —Se asegura de preguntarle antes de seguir—. ¿Te duele mucho?
—No te contengas. —Más, Eiji se encuentra ido—. Ve más hondo, por favor.
—Pero...
—Necesito más de ti. —Algo en su interior despierta—. Mi alfa.
Cuando lo llama así.
La intensidad de las estocadas rompe los resortes de la cama, estar dentro de Eiji se siente igual que estar envuelto en llamas, es doloroso, pero no puede parar.
Ambos se besan como si fuera el fin del mundo, es mucho que soportar, el interior de Eiji apretándolo y succionándolo, sus latidos en sincronía, sus pieles desnudas cosquilleando contra la otra, las manos del omega haciendo que renazca, la presión insoportable en su erección. Es demasiado. Todo acaba entumeciéndose a su alrededor, Ash no puede enfocarse ni sentir nada más que los ojos de Eiji llenos de amor y deseo. Ambos dejan de existir para que solo exista aquella mortífera sensación. Los golpea igual que un rayo. Es un orgasmo. Un orgasmo real.
Ambos se corren.
Ash remarca su mordida.
Eiji cae agotado sobre la cama, Ash sale de su interior para acomodarse a su lado, no dicen nada por un tiempo, se limitan a mirarse debajo de la oscuridad, a adorarse en silencio, a acariciarse entre las sábanas antes de que una ola de vergüenza los vuelque por lo que hicieron esta noche.
—Lo hicimos. —Balbucea atontado—. Realmente lo hicimos.
—Mi celo todavía no se acaba, ¿sabes? —El alfa ríe, acurrucando al omega encima de su pecho, justo sobre su corazón—. ¿Estuvo bien? —Se lo pregunta con tanto desasosiego que realmente tiene que besarlo, no sabe si se podrá contener otra vez ¿cómo vivió sin esos besos?, ¿sin sus toques?, ¿sin su amor?
—Estuvo maravilloso.
—¿Fue diferente? —Ash entiende perfectamente a lo que se refiere.
—Eiji. —Así que se entrega totalmente—. Fue mi primera vez.
🐾
—Gracias por venir en tan poco tiempo. —Dino se restriega el entrecejo en círculos, últimamente su mascota preferida le ha traído demasiadas desgracias, asume que lo ha subestimado, qué le dio más libertad de la que debía y ahora regresó para morderle la mano—. ¿Leíste sobre tu trabajo?
—No tuve muchas opciones ¿verdad?
—No. —Ríe—. No las tuviste.
—¿Y cómo se supone que encontraré al chico que busca?
—Eiji Okumura es un sujeto de experimento valioso. —Pero es mucho más que eso—. Lo encontrarás porque Ash deja su aroma impregnado en él, no debe ser consciente, sin embargo, ese omega apesta a sus feromonas, no puedo culparlo, la naturaleza de Ash siempre ha sido demasiado dominante, las consecuencias debían alcanzarlo tarde o temprano.
—¿Acaso lo mordió?
—Estúpidamente. —La cólera hierve en su voz—. El omega le terminó gustando.
—Entiendo perfectamente en ese caso, la relación entre ellos dos impresiona inusual por lo que me comenta, será interesante hacer este trabajo.
—Bien. —Dino brama—. Cuento contigo, Blanca.
Y Blanca marca el inicio del final, no se preocupen, el otro capítulo dentro de todo partimos muy suavecito y bonito porque estos dos acaban de tener su primera vez juntitos y fue demasiado especial, pero de que tenemos que seguir con la trama más gruesa, tenemos que seguir con la trama más gruesa.
Espero que les haya gustado~
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