14. Prendas con aroma.
Hi~ Acordemos que universalmente los jueves llego muerta porque es mi día más largo de trabajo, así que llego, me tiro un rato en la almohada y despierto al día siguiente totalmente noqueada, por ende, henos acá, con doble capítulo. El de hoy no tiene muchas advertencias, es más que nada algo que nos aterriza y da contexto para donde iremos, así que pueden estar tranquilitos hasta la tarde.
El capítulo de hoy va para SamManson00, muchas gracias por tu apoyo incondicional a esta historia, fuiste una sorpresa muy grata y pucha po, de verdad espero poder guiar el resto de la trama para hacerle justicia a tu cariño.
—Eiji. —Ash lo llama degustando cada sílaba de su nombre, mientras más lo pronuncia, más le gusta.
—¿Mhm?
—Ei-ji. —Repite.
—Te estoy escuchando.
Ash se asoma hacia la cocina solo para encontrarse al japonés de espaldas con un delantal amarrado a la cintura, nunca lo admitirá en voz alta, más le fascina el toque tan hogareño que dichosas prendas le confieren, pero no ha venido por la vista por más tentadora que sea.
—¿Has visto mi camisa?
—¿Cuál de todas? Tienes muchas camisas iguales.
—Esa blanca que uso siempre. —Gimotea intentando explicarse—. La que no estaba tan gastada, la limpia, ¿sabes dónde está?
—No. —Eiji se da vueltas apagando la estufa—. ¿Por qué yo tendría que saber dónde tú mismo dejas tus propias cosas?
—Porque tú eres el amo de casa entre nosotros. —Dice con una sonrisa descarada mientras se mete las manos en los bolsillos e ingresa a la cocina (si es que se le puede llamar así al cuchitril)—. Es decir me parece bastante obvio, yo soy quién provee en la relación y tú la adorable esposa.
—Okey, eso además de sexista es completamente falso. —Chista con una mirada desafiante, furiosa.
—Te compré el penthouse más grande de todo Uptown. —Por eso están empacando—. O al menos tengo la cita reservada con la corredora en la tarde.
—Yo no te pedí nada de eso.
—Lo sé, lo sé. —Finalmente se acomoda enfrente del nipón, con la excusa de alcanzar la cocina hace uso de sus brazos para acorralarlo—. Solo quería mimarte, onii-chan.
—¿Soy tu esposa o tu onii-chan? Decídete.
—Ambos. —Eiji gimotea frustrado y Ash adora verlo así—. Va a ser muy divertido charlar con Ibe de nuevo.
—No digas cosas raras frente a Ibe-san. —Suplica—. Ya ha sufrido suficiente teniendo que quedarse.
Ash sonríe con tristeza enganchando los dedos a la cocina, no se atreve a abrazarlo de la cintura aun cuando prácticamente lo está acariciando, desearía sentirse como la mierda por retenerlo, si hubiera culpa eso implicaría que una parte suya entiende que está haciendo algo malo, más, en su lugar solo es capaz de sentir una felicidad desmesurada por tenerlo acá, está malditamente agradecido de que Eiji siga a su lado incluso si las cosas están destinadas a acabar mal.
Ya lo sabe.
No tiene sentido aferrarse a Eiji si ni siquiera se logra aferrar a su vida, no es por pesimista, es realista aceptar lo improbable que es sobrevivir a Dino e incluso si por algún milagro lo hiciera, ¿qué le queda para más adelante? Si está cuerdo es ya que aprendió a gritar apenas nació, nunca se ha detenido a hacerse cargo de sus traumas y comprende lo devastador que sería abrir esta puerta, no vale la pena ni mucho menos vale el esfuerzo ¿para qué? Las personas que mató, los horrores que testificó, todos los maltratos que aguantó y las almas que arrebató no desaparecerán, por ende Ash nunca regresará a ser él mismo, racionaliza eso, lo metaboliza y lo acepta en su máximo esplendor y aun así...Eiji hace que sueñe con cosas que no debería, no posee derecho, no es digno ¿cómo se atreve a implorar por la salvación? Cuando Dios le dio la espalda.
Y aun así.
—¿Qué pasa? —Apuesta que tener una vida con Eiji sería algo sumamente maravilloso—. De pronto cambiaste de actitud, no me asustes así.
—Estoy un poco cansado. —Miente y se acurruca sobre el hombro del nipón, todavía le falta un rato a la comida para que esté lista—. Todo esto de la mudanza es agotador.
—¿Te pone ansioso tener que ir con Max?
—Me pone más ansioso dejarte con Shorter un par de días. —No tiene que alzar la cara para apreciar cómo patea el piso en señal de protesta, no tiene sentido que le importe tanto, es un bastardo terco.
—¿Por qué?
—¿Cómo que por qué? —Chista—. Te dejo un solo segundo y ya tienes a alguien tratando de llevarte lejos.
—No me volverán a secuestrar.
—Dices eso y probablemente cuando regrese ya estarás secuestrado, si seguimos así te empezaré a llamar princesa Peach porque siempre estás en otro castillo.
—¿Tienes que ponerme en el papel de la damisela en apuros siempre?
—¿Puedes dejar de ponerte en esa posición? —Está enojado, lo huele en sus feromonas, aun así, su nariz se hunde contra su cuello, justo contra sus glándulas aromáticas para aspirar con descaro, Max no lo llevará muy lejos a conocer al sujeto de experimento, lo sabe, no obstante, se ha acostumbrado en demasía a la presencia del omega casi como un girasol anhelante de sol.
—¿Qué? —Eiji ríe por los nervios—. ¿Tanto me vas a extrañar para que te estés portando tan lindo?
—¿Qué harías si te dijera que "sí"?
—¿Eh? —De repente, está rojo, muy rojo—. ¿A qué te refieres?
—¿Qué harías si te dijera que te voy a extrañar mucho? ¿Cómo asumirías la responsabilidad de eso?
—No sé. —El nipón pierde el aliento cuando entablan contacto visual—. ¿Cómo deseas que tome la responsabilidad?
—Túmbate a mi lado un rato. —Sentencia—. No quiero hacer mucho esta mañana.
Le resulta sumamente enternecedor que Eiji deje todo apagado y cortado para seguirlo al cuarto casi como si sus caprichos fueran lo suficientemente relevantes para ser atendidos con semejante cariño y dedicación, es malo que Eiji lo mime así, pronto se acostumbrará y a ese paso terminará siendo un gato mañoso en lugar de un lince sanguinario.
—¡Oye! —Pero no desea pensar en nada de eso, no ahora—. ¿Por qué toda mi ropa está arriba de tu cama?
—Ah. —El omega impresiona totalmente avergonzado, la imagen le recuerda a un crío atrapado con las manos en la masa—. Verdad, ahí están tus cosas, ¿cómo no las vi antes?
—Eiji. —Chista exigiendo una explicación—. ¿Por qué mi closet está amontonado entre tus sábanas?
—No está amontonado. —Balbucea—. Es un nido.
—¿Qué?
—¡Qué no está amontonado! —Eiji baja los hombros, se tapa la cara con el antebrazo—. Es mi nido.
—O-Oh. —De repente, tiene sentido—. Es tu nido.
—Sí.
Eiji hizo un nido.
Aunque pasó toda la infancia conviviendo con la casta en los prostíbulos de Dino nunca había podido ver un nido en la vida real, es solo una montonera de ropa acomodada alrededor de la cama, se dice que está destinado para crear un espacio de confort, tal como un cachorro que acumula sus juguetes en el mismo espacio y atesta su cama de huesos, pelotas, cuerdas o cualquier cosa que le traiga, esa metáfora lo hace sonreír, se supone que los omegas construyen nidos con las prendas de su alfa, no cree que eso aplique para Eiji ¿cierto? Es decir, si usó su ropa es porque literalmente no convive con otras personas además de él y eso debe ser triste.
—No lo juzgues. —El nipón se lo ordena con los brazos cruzados y las mejillas infladas—. Carezco de experiencia anidando.
—¿No se supone que lo hacen antes del celo?
—Verdad. —Eiji se rasca la nuca. Una. Otra. Otra vez—. Pero te irás por un tiempo y te extrañaré así que eso es un nido de emergencia, algo que mantenga tus prendas impregnadas con tu aroma hasta que regreses a casa sano y salvo.
—¿Entonces sí elegiste mis prendas a propósito?
—Ash. —El omega alza una ceja totalmente indignado—. ¿Cómo podría equivocarme eligiendo? Son tus feromonas y es tu aroma lo que me tranquiliza, no el de otra persona.
—Oh. —¿Por qué le resulta tan vergonzoso?—. Ya veo. —¿Por qué lo hace feliz algo tan inverosímil?
—¿Quieres entrar?
—¿Qué?
—Dijiste que querías tumbarte un rato y bueno, parece que ya encontraste tu camiseta. —Es cierto lo que dice y efectivamente, su polera blanca sobresalta entre las demás prendas pese a estar limpia.
—¿Puedo? —Es cuidadoso y respetuoso con el tema—. He escuchado que los nidos son íntimos para los omegas. —Qué son para parejas.
—Puedes. —Eiji se encoge sumamente nervioso en la cama, lo nota por cómo se corta su respiración o le tiemblan las manos al momento de abrir espacio en el nido—. Puedes entrar.
Ash no lo cuestiona, solo entra aún si debería haberse negado, ¿cuál es el punto? Se repite una, otra y otra vez que no puede permitirse esto, que está arruinando a Eiji, que lo priva, lo restringe, que ni siquiera le ha expuesto la punta del iceberg de los traumas y que Eiji preferirá saltar del barco apenas comprenda la magnitud de la herida y que él saldrá lastimado por creerle.
Aún con sus 200 puntos de IQ, malditamente aterrorizado de ilusionarse y acabar mucho más herido que con cualquier arma se acuesta en el nido, es pequeño, la cama de Eiji es de una plaza, por lo que sus rodillas chocan, sus piernas se entrelazan y sus rostros quedan tan próximos que puede saborear su aliento en una brizna fantasma sobre los labios, traga duro, no puede respirar por el nudo atorado en su garganta, está temblando y no tiene idea de la razón, le toma tiempo vislumbrar lo significativo que fue para su alfa que Eiji hiciera un nido con sus prendas impregnadas de su aroma, Ash desprecia su naturaleza y la usa para flagelarse, asume que debe descolocarlo que acojan a su casta con afecto.
¿No es tonto?
Un conejo no debería tratar a un lince como si fuera algo frágil que mereciera ser tocado con cariño.
—Sé que no es el nido más bonito del mundo, pero... —¿No es adorable cómo se apena de algo que ya lo tiene deslumbrado? Ni siquiera tiene idea—. Pero es lo mejor que pude hacer, no quise hacerlo a escondidas, empecé tomando una de tus camisas y de repente, era esto, lo lamento.
—Es perfecto. —Sonríe—. Realmente lo es.
—Aunque bueno, probablemente has tenido a otros omegas que hacen mejores nidos con tus cosas.
—¿De qué diablos estás hablando? —Ash frunce el ceño sin tener idea de dónde apareció este tema.
—No tienes que negarlo.
—No, realmente no sé a qué te refieres.
—Por favor, los chicos me contaron que eres sumamente popular entre las señoritas. —Esos idiotas.
—Es cierto. —No lo niega para aligerar el ambiente con humor—. Todas quieren ser la chica del jefe y no las puedo culpar.
—Lo suponía.
—Pero el jefe no quiere a ninguna chica. —Y para que quede aún más claro se inclina, acomodándole un mechón oscuro detrás de las orejas, sosteniéndolo con tanta ansia que teme que al moverse se desmoronará por completo—. Creo que subestimas lo importante que eres para mí, Eiji. —Creo que subestimas lo mucho que te amo.
—Es difícil saberlo sino me lo dices. —Esos grandes ojos cafés brillan con expectación, el dorado del alba empapa su iris provocando que descubra matices nuevos cada instante, quizás, Ash ya aprendió a vislumbrar la belleza de Eiji como merece ser apreciada, ese universo inocuo, su estrella fugaz, esa constelación que lo sigue en los sueños aunque nunca impresiona saber cuál—. No puedo adivinarlo.
—Perdón por no ser tan expresivo. —Se sincera—. Me cuesta, cosas como hablar de mis emociones son tabú en mi ambiente, si tienes emociones y las muestras te matan por ser débil y ya.
—Ash.
—No lo digo para que te sientas mal por mí. —Ríe—. Lo digo para que puedas entenderme, me lleva mucho trabajo acostumbrarme a esto.
—¿A esto? —Le pide que lo aterrice.
—A ti. —Musita—. A estar a salvo.
—Oh. —Ya que eso es Eiji para Ash, es como su propio nido, le da risa la ironía, los linces son animales totalmente marginados y solitarios ¿entonces por qué...?—. Antes de que pasara lo de Arthur dijiste que no me podías dar lo que yo quería.
—Cierto. —Lo recuerda.
—Es mentira. —Eiji entrelaza sus manos en el nido—. Ya que ahora me estás dando justamente todo lo que quiero y necesito.
—No deberías conformarte con tan poco. —Conmigo.
—No me conformo con "poco". —El japonés es terco, es el primero en romper la distancia apoyando su frente sobre su frente, dejando escapar un largo ronroneo, preguntándole en silencio si lo puede abrazar porque podría ser la última vez—. No eres poco, Ash. Lo eres todo.
—Irracional. —Y claro que se lo permite—. Realmente eres un japonés desquiciado, ingenuo y tonto.
Pero yo debo estar mucho peor para estar tan enamorado.
Por supuesto no lo dice, de hecho, se quedan en silencio abrazados, disfrutando de la calidez que el otro desprende, explorando con sus manos sin entender por qué esto duele tanto, acunándolo entre sus fornidos brazos con un toque estrecho, no demasiado fuerte para lastimarlo, pero sí lo suficiente como para hacerle saber que está acompañado, no vuelve a decir otra palabra, le aterra romper esa magia repentina o descubrir que no es real, así que se hace pedazos mientras su boca presiona aquel flequillo entintado y crespo, se hace mierda, se desgarra ¿el problema? Es que Eiji no teme romperse a sí mismo para arreglarlos.
🐾
Vaciar la cuenta bancaria más grande que maneja la mafia a través de empresas fantasmas no resultó tan difícil como debería haber sido, es decir, Dino tendría que haber sido más cuidadoso, supone que a pesar de los constantes halagos a su inteligencia o los tutores que invirtió para su educación al final lo subestimó o simplemente se distrajo en el cuarto, bueno, Ash no le dio motivos para sospechar si en todos esos años bajo su ala no se rebeló, fue un niño bueno, soportó la mierda, se mantuvo atado a la correa y ahora que finalmente puede liberarse no dudará en usar todos sus recursos en su contra.
Eso lo ha traído acá: al aeropuerto.
El plan salió mucho mejor de lo que esperaba, Max Lobo finalmente es libre, antes de irse comprarán un penthouse en Uptown que da justo a un edificio perteneciente a Golzine para que se instalen tras tener más información, piensa aprovechar este escándalo para indagar lo que más pueda de la droga sin que Arthur ni nadie lo esté jodiendo, si bien, puede que este último siga al acecho para eso tienen a Lee de infiltrado ¿verdad? Sino es un inútil.
De cualquier manera no existe sensación más grande de satisfacción a cuando Dino se percata de su presencia en el aeropuerto y lo invita a tomar champaña antes de que salga el vuelo, qué amabilidad.
—Pareces apresurado, me pregunto cuándo volverás. —Ash sentencia con una sonrisa altanera, no lo había visto desde el incidente de la mansión y de alguna forma luce peor o quizás es esa impresión la que se lleva ahora que usa bastón. Decrépito. Patético. Maltrecho.
—No tomará mucho tiempo. —Sentencia mientras su guardaespaldas mete su mano en su saco para posiblemente sacar una pistola y amenazarlo, qué pena más grande, lo tiene tan cerca finalmente y tan lejos al mismo tiempo—. ¡Aquí no! —Ordena—. Aquí no le dispares, no necesito más escándalos.
—Al menos conservas el sentido común, es bueno saberlo.
—A diferencia de otros. —Ah, está sañoso.
—¿Lo dices por Marvin? —Finge inocencia—. Si atacas a un depredador, no puedes quejarte si ataca de vuelta, tuvo su merecido.
—No me era de utilidad, últimamente estaba haciendo lo que quería y de hecho, me hiciste un favor.
—Siempre tan frío. —Se burla—. ¿Cómo es posible que tengas amigos?
—Lo hiciste bien. —Retoma el tema—. Supiste jugar muy bien tus piezas, felicidades.
—Se podría decir que fue gracias a tu inversión.
—¿Esto es lo que recibo a cambio?
—He pagado el interés, más de lo necesario.
—No, todavía no. No es suficiente. —Ash sonríe, no le quita la mirada de encima a pesar de la brecha de poder o las consecuencias que puede tener esta interacción, ha concluido que confrontarlo ahora que tiene el control y Dino no puede hacer nada es lo más inteligente, atacarlo donde más lo lastima.
—Solía creer que sería libre si me libraba de ti. —Herirlo mostrándole que la criatura superó al amo a pesar de todo—. Pero supongo que me equivocaba. Sea lo que sea que planees, lo detendré.
—Así que has venido a declararme la guerra. —Se ríe—. Es muy arriesgado de tu parte considerando que tienes una inmensa debilidad en estos momentos.
—Si te refieres a Eiji, no me preocupa.
—¿No te bastó con morder la mano de quién te alimentó?, ¿tenías que arrebatarme otra mascota?
—Ese es tu problema, Dino. —Ash chista estirando los pies hacia la mesa del centro, alzando con los dedos la copa de champaña, está turbia y burbujeante, aún así, se la toma—. Mira cómo tratas a las personas, ¿cómo esperas que se queden contigo?
—No son personas si son experimentos.
—¿Eso somos para ti?
—Lo sabes bien, me extraña que lo preguntes con tu inteligencia, tal vez la vida callejera te estropeó.
Tal vez tú me estropeaste, se abstiene de decirle.
No tendría sentido, si algo ha aprendido es que Dino está jodidamente obsesionado y a causa de su percepción alterada de Ash le es imposible escuchar razones lógicas, no entiende por qué él, Golzine tiene acceso fácilmente a niños con sus características, el pedófilo puede darse el lujo de pedir otro mocoso rubio, de ojos verdes y blanco mucho más sumiso, pero no lo hace, no tiene ningún beneficio mantenerlo con vida, su inversión no vale la pena, hasta Ash ve eso, sin embargo, Dino parece hasta disfrutar de esta persecución, de soltarlo y cazarlo solo para reafirmar su poder sobre Ash, le resulta enfermizo y mucho más considerando la ambivalencia con que lo trata.
A veces lo vanagloria refiriéndole que impresiona de élite, nacido en la aristocracia pero apenas dice o hace algo que le disguste ¡pum! Otra vez es una vulgar prostituta, ja, así lo trata desde crío ¿cierto?
Con razón está jodido.
—Entonces este experimento está a punto de darte varios problemas de cabeza. —Dino lo mira casi queriendo decirle: con las cuentas de banco fue suficiente, más, se contiene.
—Traeré un buen taxidermista cuando vuelva. —Es lo que declara en su lugar y a Ash le toma tiempo desglosarlo.
—¿Taxidermista?
—Para disecarte. —Ja—. No puedo esperar.
Ash no se inmuta, se limita a meter las manos dentro de los bolsillos de sus jeans, levantarse sin que lo puedan detener por más que deseen y arrojar sus últimas palabras de guerra, no puede creer que este alfa decrépito sea un proxeneta tan peligroso.
—Espero que tu avión no se estrelle, los otros pasajeros no irán al cielo si están contigo. —Ash le da la espalda con la intención de irse, posee una cita con la agente de bienes raíces, así que se acomoda los lentes de sol que le robó a Shorter para decirle—. Bon voyage.
🐾
—Vaya. —Max silba asombrado—. Sé que no es mío ni puedo pagarlo pero me siento poderoso tras firmar los papeles y sacarlo en efectivo.
Finalmente concretizaron el contrato que lo hace dueño de este inmenso penthouse acomodado en el barrio más refinado de Uptown, podría haber buscado otra cosa, Dino es dueño de una vasta serie de edificios y empresas fantasmas, no obstante, quería encontrar algo que impresionara a Eiji y pese a las circunstancias no se sintiera tanto como una prisión, acá tiene gimnasio, supermercado, tiendas de curiosidades y si quieren salir es mucho más seguro que en Downtown, Arthur no se meterá aquí, esa es la ventaja de vivir en barrios adinerados: la policía sí responde las llamadas.
A la central le vale una mierda si mueren críos huérfanos ¿pero viejas con dinero? Eh ahí la prioridad.
—No puedo creer que yo pagué esto. —Max repite totalmente deslumbrado por el espacio, no está tan mal, debe admitirlo, nunca ha vivido en un espacio tan sólido y será extraño pero al menos tener esto comprado le da una razón extra para volver a salvo—. En serio es increíble.
—Solo fue porque yo no podía comprarlo, viejo.
—Tú... —Max se frota el entrecejo—. ¿Podrías dejarme de llamar así?
—¿Por qué? —Tararea—. ¿Acaso te hiere el ego, anciano?
—Estos mocosos de hoy en día. —Suspira—. No respetan nada.
—Pues no hay nada que respetar acá.
—¡Ah!
Ash mitiga una risilla mientras vislumbra los berrinches del periodista, siendo honesto le sorprende lo genuinamente contento que se puso al escuchar sobre su salida de prisión, primero se repitió que era a raíz de la expectación para conocer al sujeto cero de la droga, es decir, necesita ver realmente qué puede hacer banana fish en su forma más pura y primitiva para que lo dicho por Meredith cobre sentido, pero poco a poco entendió que quería ver al viejo.
¡¿Por qué se está encariñando con gente tan problemática?! No sabe y al mismo tiempo, le es obvio.
Desde que conoció a Max lo pesquisó incluso en el lenguaje corporal, el adulto fue abierto de manera amable inclinándose hacia adelante, sentándose, mirándolo a la cara con las manos extendidas pese a que todo Ash gritaba "mírame un segundo más y te castraré" aunque al principio desconfió porque nadie es amable sin esperar nada a cambio (además de Eiji, claro) Max le mostró con acciones sólidas que no lo veía con doble interés ¿cómo es posible? Le da risa ¿cómo es posible que haya normalizado tanto estar con adultos siendo un niño que lo descoloque cuando un adulto lo trate realmente como un niño? Le da pena.
—¿Cómo se siente que tu primera acción fuera de prisión sea comprar un departamento con dinero robado?
—¿Ah? —Max parpadea totalmente anonadado—. ¡¿Dinero robado?!
—Sí. —Ash se pasea con las manos en los bolsillos—. ¿De dónde crees que lo saqué? Tengo solo 18.
—Sí, pero... —Max frunce el entrecejo dando cuenta de su propia idiotez—. ¿Te metiste en muchos problemas por ese dinero?
—Algunos. —Canturrea con orgullo—. ¿Qué tan ilegal te quieres poner?
—No estoy para esto. —Max se tira en el sillón—. Necesito un vaso de whisky, no puede ser que por fin cumplí mi condena y ya estás amenazándome con meterme a otra.
—Yo no te amenazo a nada, tú solito te metiste en esto. —Ash le recuerda entretenido acomodando sus manos en la botella que la vendedora les dejó para felicitarlos por la compra, (alcohol del costoso aunque malo), pero qué cliché en los barrios altos—. Entonces ¿cuándo iremos de fugitivos?
—Olvida el vaso, pásame la botella. —Ash obedece entretenido y Max se la zampa en un santiamén.
—Dijiste que debíamos ir fuera de Nueva York por tu novio ¿verdad? —Asiente sin despegar su boca de la embocadura.
—Me estaba metiendo en cosas peligrosas y no pude seguirlo cuidando, no solo.
—Entonces lo dejaste con alguien de confianza.
—Algo así. —Luce nervioso, demasiado nervioso—. Lo dejé con quién pude.
—Ah. —Se escucha complicado, a él no le interesa—. ¿Entonces dónde vamos? Dijiste originalmente que eras de Los Ángeles, ¿ahí lo tienes?
—Un poco más lejos. —Max suelta la botella y la estampa en la mesa—. Cape Cod.
—Cape Cod. —Palidece—. ¿Es en serio?
—¿Por qué habría de estar mintiendo? Claro que esté en Cape Cod, para allá vamos.
Ash agarra la botella que Max dejó a la mitad y se la traga de un sorbo, mierda, hace mucho no va a casa.
¿Nos vamos a Cape Cod? Nos vamos a Cape Cod, ¿resolvemos todo allá? Nop, es solo la puerta de inicio, así que esperenla.
Nos vemos en un ratito.
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