13. Ojos de cachorro.
Hola mis bonitos lectores~ temía no llegar hoy pero se pudo, los siguientes capítulos son muy de transición para digerir lo pasado así que pueden sentarse relax y felices a leer.
Pero tengo que resaltar una dedicatoria y es que hoy es el cumpleaños de mi deokumura quién no solo es una amiga demasiado importante en mi vida, sino que además es una inspiración y una artista extraordinaria tanto con sus historias como sus tremendas obras de arte de ilustración. Dei, te lo he dicho al punto de parecer disco rayado, pero realmente te quiero caleta, eres una persona demasiado especial y cercana a mi corazón y puedo decirte 1000% segura que no estaría acá sin ti, no sintiendolo como una casita tan acogedora, te adoro mujer, pasalo increible y gracias por permitirme estar otro año en tu vida.
—Okumura, deja de mirarme así o te mataré. —Más, el aludido no cede ni quiebra el contacto visual.
—¡No nos secuestraron adrede! Deja de tratarnos como si hubiera sido nuestra culpa que Arthur ya nos estuviera esperando camino a casa.
—¿No los secuestraron adrede?
—No.
—Puff. —Yut-Lung chista, las pandillas persisten ocultas mientras transcurre la riña entre los omegas porque si algo han aprendido con estos dos es que la casta resulta aterradora—. Pero si a ti te acaban secuestrando cada dos semanas, ya pareces damisela en apuros.
—¡Ah! —Eiji patea el piso ofendido—. Te recuerdo que tú fuiste quien me secuestró muchas de esas veces.
—Sí, fue demasiado esfuerzo que no valió la pena, posiblemente dejándote un camino de zanahorias en el piso habrías entrado tú solito a tu jaula y yo te habría llevado con Dino.
—¡¿Pero de qué lado estás?!
—Del tuyo, pero contra ti porque no te soporto, Okumura. —Yut-Lung cruza sus brazos, la atmósfera a su alrededor es inaguantablemente histriónica, sin duda debería dedicarse a actuar luciendo a esa reina del drama que aflora en su interior ¿qué hace siendo un villano?—. Tú tampoco te salvas, Lynx.
—Deja de tratar mal a Eiji. —Finalmente interviene—. Fue mi culpa lo que pasó con Arthur, yo estaba distraído y por eso aprovecharon de atacarnos.
—Ah, estabas distraído.
—Ajá.
—Distraído. —Repite con un tono de suma indignación mientras se pasea enfrente igual que lo haría un león enjaulado—. ¿Y se puede saber qué distrajo al grandioso Ash Lynx?
—Bueno. —Sus ojos se posan inconscientemente sobre los labios del nipón, lucen tentadores contra la luz dorada que emana de la ventana, impresionan suaves y cálidos, se pregunta a qué sabrán y ríe antelando la respuesta, son dulces, lo más glorioso que ha probado—. Creo que me distraje por una distracción muy bonita que ameritaba esa atención.
—¡No me jodas! —Yut-Lung lo trae de regreso a la realidad—. ¿Realmente se distrajeron porque se andaban besuqueando?
—¡¿Qué?! —Eiji enrojece—. ¡No!
—¡Son patéticos! —Yut-Lung se tira en el sillón—. Son realmente patéticos, es decir, lo esperaba de Okumura, ¿pero tú, Lynx? No puedo creer que en algún momento te admiré, deshonra para mí, vaya desgracia más grande.
—Ya, ya. —Shorter se sienta al lado del venenoso para calmarlo—. Sabes que Arthur juega sucio con estrategias tramposas, a nosotros también nos atacaron, ¿lo recuerdas? Pero tuvimos suerte de salir ilesos sin mayor drama, Arthur nos subestimó a nosotros.
—Sí, pero nosotros no matamos a la mano derecha del cerdo para empezar la guerra. —Yut-Lung lo fulmina con la mirada—. ¿Crees que dejará pasar lo de Marvin tan fácilmente? Era su amigo.
—Dino no tiene amigos.
—Sabes a lo que me refiero, bruto. —Claro que lo comprende—. No te dejará ir tan fácilmente ahora.
—No creo que haya tenido intención de dejarme ir alguna vez. —Ríe para sí mismo—. No sé si alguna vez podré ser libre.
—Ash.
—Está bien. —Calma a Eiji—. Concentrémonos en esto.
—Suerte ahora que mataste a Marvin.
Ash preferiría dispararse en la cabeza antes que darle la razón a Yut-Lung, más, le resulta justificable su preocupación, no es que Dino sintiera aprecio por Marvin, de hecho, si se lo prestaba para "jugar" era como un castigo para el propio Ash por su insolencia, una forma constante de reafirmar su poder sobre su mercancía, Marvin no era más que un maricón, un pedófilo grotesco que sacaba fotografías y grababa películas caseras con sus superestrellas y aun así no tiene duda de que lo usará cual excusa para sentirse y desatar una masacre aún más violenta.
Arthur se convirtió en sujeto de banana fish y por lo que pudo apreciar la transformación impresiona mucho más estable que la suya, debe ser un nuevo prototipo y por lo mismo debe actuar más rápido.
—Estoy esperando que Max salga de prisión para hackear sus cuentas y robarle dinero, eso nos dará tiempo y lo sacará del país, pienso robarle a los fondos comunes de corsa. —Y de paso pagarle a The Fly.
—Eso hará que le tenga que dar explicaciones al resto de los inversores. —Yut-Lung concluye—. Veo a lo que quieres llegar.
—Ahí podremos deshacernos bien de Arthur, tenemos que ser estratégicos e ir uno por uno, además tú sigues estando de espía encubierto ¿no? Necesitaremos más que nunca que prestes atención, no se quedarán quietos mientras desatamos el infierno, te lo aseguro.
—Haré mi trabajo. —La serpiente lo mata con la mirada—. No necesitas pedirme lo obvio, ¿qué más haremos por mientras?
—Meredith debe tener la muestra lista y Max prometió llevarme con el sujeto cero, es decir, existirá un acercamiento importante para entender la droga y sus efectos. —O cómo revertirla.
—Muy bonito y todo. —Yut-Lung se levanta del sillón y se aparta de Shorter—. Pero todavía observo a mi clan vivo y yo no soy paciente. —El omega no demora en acorralar a Ash, se relame, es un sádico que está expectante de alguna reacción—. No soy para nada paciente.
—Por favor. —Pero entonces—. Tú mismo dijiste que debemos actuar inteligentes. —Eiji interviene.
—¡Para con eso! —Y no solamente interviene—. ¡Dije que te mataría si me seguías mirando con esos ojos de cachorro!
—No sé de qué hablas. —Miente—. Es mi mirada normal.
Pero el bastardo sabe muy bien lo que hace.
Los "ojos de cachorro" es una habilidad propia de los omegas que da cuenta de una manipulación a nivel emocional importante, si bien, nunca ha visto a Eiji recurrir a su naturaleza para sacar provecho de esta ni hacer uso de sus feromonas para inducir comportamiento en los alfas a su alrededor, cree que la situación lo amerita, lo que le llama la atención es que estos funcionen sobre Yut-Lung, ¿acaso el tipejo tiene corazón sobre el cual actuar? Infiere que sí dado que le cuesta tanto mirar al contrario.
—Me rindo. —Suspira ganándose el asombro de todos—. Pero si cometen un error más, te prometo que yo mismo haré conejo asado, ¿entendido, Okumura?
—Sí.
—Todos son unos amateurs en este lugar. —Chista—. Necesito una buena copa de vino o tendré un dolor de cabeza insoportable, con permiso.
Yut-Lung se levanta para irse a embriagar, no le sorprende, sería sumamente extraño que no hubiera un método de disociación considerando la vida de mierda que lleva, es imposible mantenerse cuerdo teniendo que sobrellevar tantas atrocidades y fingir que estas no significan nada, el propio Ash a los 14 ya había probado una vasta cantidad de drogas, por supuesto, la mayoría se las dieron de mocoso para que fuera obediente y resultara atractivo para los clientes, pero aun así... odia que Yut-Lung de una u otra manera le recuerde a esa versión tan rota de sí mismo.
—Tu novio da mucho miedo, Shorter. —Bones se queja el instante que Yut-Lung abandona el cuarto, están en uno de los múltiples refugios que tienen en Downtown, es el territorio más neutral, podrían recurrir al centro, más, con Arthur acechando no duda que buscará convencer a Black Sabbath sobre tentarlo con una alianza—. Tiene una personalidad realmente fuerte.
—No es mi novio. —Se rasca la nuca—. Y sí, tiene una personalidad fuerte, pero ¿acaso no es bonito?
—¿Qué diablos?
—Sí, creo que es un poco bonito que no se deje aplastar por nadie, además una vez que te ganas su confianza sus feromonas empiezan a mostrarse cómo son, no esa densa capa de dulzor que es hasta hostigosa, no, debajo hay una esencia muy deliciosa, se me hace incluso irresistible, es sexy.
—Genial, ya te lavó el cerebro. —Ash se burla con complacencia—. Pero qué lindo.
—¡No me lavó el cerebro!
—De pronto las cosas horribles y venenosas te resultan adorables. —Porque no existe mejor manera de describir a Yut-Lung—. ¿Cómo debo tomarlo además de una lobotomía?
—¿Sí? Pues al menos yo conservo mi dignidad, desde que tú volviste estás más instintivo. —Su mejor amigo lo refiere con una sonrisa repleta de una satisfacción grotesca—. Y solo con Eiji, es decir, hasta te he visto olerlo de lejos, bro, eso es espeluznante.
—¡No es mi culpa! —Gimotea—. ¡Sus feromonas le agradan a mi alfa!
—Está bien, Ash. —Por poco olvida que Eiji sigue aquí—. Tus feromonas igual le agradan a mi omega.
—O-Oh. —De repente, su cara arde—. Ya veo.
—Sí.
—Es que tus feromonas son ricas.
—Lo mismo digo.
—Oye, Bones. —Shorter abraza al nombrado por los hombros—. Cómo que me dio hambre ¿quieres ir por botanas?
—¿Eh? No, quiero seguir viendo el drama.
—Solo vamos. —Lo arrastra lejos—. Cuando seas grande y tengas edad suficiente entenderás mejor.
Quedan a solas y el mundo sigue siendo exactamente la misma mierda a cuando Arthur los secuestró para llevarlos con Dino, la tierra sigue rotando, las hojas se caen en tonos acaramelados dándole un aplauso al otoño que recién entra, sigue siendo un homicida y ahora es peor si Eiji lo vio, no descubre aún una forma de revertir el banana fish ni termina de entender la naturaleza de la droga, su cerebro está jodido por sus memorias, su cuerpo es un trauma andante que le pertenece a otros, es un cóctel de cosas perdidas y aun así, el mundo no se siente igual.
«¿Por qué?», se preguntarán.
Porque incluso si fue durante todo ese pick de adrenalina hubo un pensamiento al que se aferró con garras y dientes porque le mostró una verdad que no había tenido el coraje de vislumbrar y acá está.
Ama a Eiji.
Mierda.
—Hola. —Lo ama y por ende, el máximo acto de amor que puede hacer es dejarlo ir, ya observó qué tan lejos Arthur puede ir para destruir lo que le importa, no le hará eso otra vez.
—Hola. —Más, Eiji lo saluda entretenido, ninguno está sentado, el nipón se encuentra con la espalda apoyada en la pared y Ash enfrente casi como si quisiera esconderlo—. Hola, Ash. —Con una u final.
—Entenderé si quieres mudarte con otra persona luego de lo que pasó. —Sentencia, quiere arrancar lo más pronto posible la espina o acabará infectándose y ramificándose, no necesita un rosal podrido dentro.
—¿A qué te refieres?
—Te dije que soy la única persona que puede protegerte, pero a estas alturas creo que estarías más seguro quedándote con Shorter, eso podría ser menos peligroso para ti.
—Peligroso. —Repite—. ¿Por Arthur?
—Por mí.
—Ash.
—Debió ser aterrador, ¿cierto? Sé cómo me veo cuando pierdo el control, podría haberte lastimado.
—Pero no lo hiciste.
—Pero podría.
Eiji se queda en silencio sin quitarle la mirada de encima ya que todos tienen un límite y ni la persona más extraordinaria que ha conocido podría negarle lo innegable, está bien, lo menos egoísta es dejar que se vaya a manos más amigables, Ash sabe que puede protegerlo de Arthur, Dino, del clan Lee o de cualquier otro bastardo que siquiera piense en ponerle una palma encima, así como sabe que no puede protegerlo de él mismo y eso lo mata de miedo.
—Cuando recién nos conocimos pensé habértelo aclarado. —Se lo dice mientras extiende una mano para acariciarle el rostro, Ash pierde el aliento, siente cómo sus dedos se deslizan por una barba que todavía no existe ni sabe si vivirá lo suficiente para que crezca—. Te confío mi vida.
—Es distinto si ya viste con tus propios ojos lo que soy. —Intenta apartarse, resistirse, alzar defensas.
—Ash. —Pero Eiji—. No eres lo que hiciste. —Es un irracional, todo lo que dice no tiene sentido y es agotador tener que mantenerlo a salvo, gran parte del tiempo olvida que es mayor por lo mismo.
—No puedo darte lo que quieres.
—No sabes lo que quiero.
—Lo sé. —Ash entrelaza sus dedos para quitarlos de la cara—. No podemos tener eso, lo siento, Eiji.
—Vaya qué eres lento para tener 200 puntos de IQ. —Más, el omega persiste—. Me parece haberte dicho también que no tengo interés en un novio ni nada similar.
—Pero...
—Me basta con que estés tú y ya, tomaré cualquier cosa que estés dispuesto a darme, no te forzaré a hacer nada que no estés listo ni a entrar en nada que no puedas sostener, solo quiero estar contigo incluso en estas circunstancias, ¿es tan difícil de entender?
—No. —Musita sintiéndose pequeño, permitiendo que los dedos de Eiji se vuelvan a acomodar justo debajo de su mentón y le arranquen un ronroneo, se restriega contra su mano suave, esa palma que ha tenido miles de instancias para hacerle daño y solo ha sanado cosas que no rompió—. Me es duro acostumbrarme nada más, la gente con la que interactué no fue precisamente amable.
—Está bien. —El nipón traza movimiento circulares hacia sus mejillas, las siente rojas, calientes, esas caricias tan dulces le hacen cosquillas—. Seré amable.
—Tú siempre eres amable. —Ríe—. Excepto cuando me tiras de la cama o cuando me sirves natto y cuando me obligas a sacarme las zapatillas para "no ensuciar". —Traza comillas en el aire y de pronto saca la cuenta de verdad—. Ni cuando me pones esos pájaros horribles, te burlas de mis libros, haces alianzas con Skip o alguien de la pandilla para humillarme, ¿sabes? Estoy empezando a creer que no eres para nada amable a pesar de ser japonés.
—¡Eso es racista! —Patea el piso y es adorable—. ¡Basta con los estereotipos!
—Perdón, onii- chan. —Canturrea con maldad—. ¿Quieres que te traiga un manga para que se pase el enojo? ¿Tal vez un poco de sushi?
—Ash. —Le advierte con la mirada sumamente filosa—. Para, estoy intentando ser racional contigo.
—¿Quieres que te active los subtítulos para que entiendas?
—¡Tú! —Finalmente lo patea—. ¡Eres un pesado!
—¡Ah! —Ash se hace el ofendido—. ¡Se supone que los japoneses son amables y recatados! ¿Dónde quedó tu maldita timidez?
—Te la quedaste cuando me metiste la lengua. —Hasta él se pone rojo con el comentario descarado.
Es que Eiji, joder.
Eiji lo va a volver loco sin duda.
🐾
Los días que siguen las cosas están más ambiguas que nunca en cuestión de etiquetas, aun así, siente una libertad que no se imaginó que podría tener, es divertido estar cerca de Eiji, concluye, existe algo sumamente sanador en poder resignificar el contacto a su propio ritmo con alguien que ama, no hay presiones para ponerle nombre y Eiji refiere estar bien con eso, Ash sabe que no es así y que adoraría formalizar, más ambos aprendieron a ser realistas, en ese contexto con Dino acechando, siendo ratas de laboratorio y teniendo que priorizar otras cosas no se puede y ya, además, ¿qué tipo de alfa sería con su calibre de traumas? No arrastrará al nipón a eso.
—¿Qué estás haciendo? —A pesar de decirlo, jurarlo y repetirlo acá está, restregándose tal como lo haría un gato contra su dueño en el sillón—. ¿Ash?
—Tus feromonas. —Suspira—. Realmente me gusta tu aroma.
—¿Eh? —Eiji se cree gran cosa por lo mismo—. Me gusta que te portes tan doméstico conmigo, eso es lindo.
—¿Lindo? —Chista.
—Sí. —Pero Eiji lo acomoda encima de él para tomarlo de la cara—. Eres lindo, Ash. —Se lo dice con tal franqueza que siente a sus orejas humear, pronto tiene la necesidad de esconder su rostro contra aquel horrible estampado en el suéter del moreno, aunque refiere odiarlos, le fascina lo suave de la tela y cómo estas envuelven a la perfección la esencia de su compañero.
—No tienes ni una pizca de respeto por mí.
—No. —Ja—. Ni una.
—Entonces tal vez deberías ser el líder de mi pandilla. —Ash cambia las posiciones en un santiamén, de pronto, Eiji está sentado en su regazo mientras sus dedos se deslizan juguetonamente a su cadera consiguiendo que se le corte la respiración, está nervioso, adora ponerlo nervioso con sus coqueteos y es extraño, no es novato seduciendo, sin embargo, siempre se siente como una máscara.
—Al menos así los chicos no se quejarían tanto. —Pero con Eiji nada de esto se siente falso y eh aquí el peligro—. Bones dice que lo maltratas.
—El bastardo es un malagradecido incapaz de seguir una orden. —Estando a su lado se aprecia como si fuera un adolescente tonto viviendo un romance primerizo y esa no es su realidad—. ¿Te dijo que le arranqué un colmillo?
—Porque te despertó y tienes un terrible humor cuando lo haces. —Eiji se encoge en una risa, puede ver que esto es novedoso para el omega, bueno, para él también—. Pero tú despiertas ronroneando.
—Porque eres tú.
—¿Eh? —Eiji impresiona desconcertado—. ¿Con el resto no?
—Solo contigo. —Suspira hundiendo su nariz en el cuello de su compañero—. Es extraño, nunca me permití soltar mis instintos así, pero contigo es fácil.
—Tú lo dijiste, le gusto a tu alfa. —Más encima el irracional lo dice con una sonrisa altanera y creída.
—No es gran cosa.
—Creo que es gran cosa, aunque debes tener gustos muy peculiares.
—¿A qué te refieres?
—Es decir, no te gustó Yut-Lung y él es muy bonito.
—Tú eres más bonito. —Se le sale el pensamiento—. Eres el chico más bonito que he visto y he visto a muchos chicos. —De hecho, "bonito" se queda corto para referir la belleza del japonés.
—¿Yo? —Pero Eiji solo ríe con tristeza—. Ni siquiera en Japón era considerado "bonito" allá son muy discriminadores sino encajas en los estándares de las castas, aunque actualmente hay diversidad los omegas se supone que tienen una belleza etérea, por eso siempre asumieron que yo era un beta, ni siquiera tengo algún rasgo llamativo, fue una sorpresa cuando llegó mi primer celo.
—Yo no... —Lo aparta de los hombros—. No sabía eso, siempre te has visto tan cómodo con tu casta.
—No es como si tuviera más opciones. —Los ojos cafés se clavan en el piso, Ash siente el instinto de atraerlo hacia su pecho para reconfortarlo, de soltar feromonas, de usar su voz con palabras repletas de afirmación por primera vez, de hecho, lo hace porque Eiji lo merece—. Irónicamente apenas supe de mi casta me volví más inseguro con el salto de pértiga y de ahí me lesioné.
—Eiji.
—Ya estoy bien con eso. —Miente—. De verdad.
—Me gustaría verte saltar algún día. —Y Ash dice esto sin tener idea de lo que puede provocar, todo el tema de la pértiga es doloroso, lo vislumbra por cómo se encoge e impresiona quererse reducir a un conejo—. Ibe me contó cosas maravillosas de ti.
—Porque es mi tutor. —Ríe apenado—. Es su trabajo.
—No creo que me haya contado alguna mentira. —Es turno del alfa de acunarlo de las mejillas y así entablar contacto visual—. Él parece muy orgulloso de ti.
—Más que mi propia familia, sí.
—Las familias son complicadas. —Ash le muestra una puerta—. Yo crecí en un pueblucho de mierda con un padre alcohólico y una madre inexistente.
—Pero dijiste que tenías un hermano. —Asiente—. ¿Cómo era él?
—¿Griffin?
Ash sonríe.
¿Cómo podría explicarle lo mucho que significó Griffin antes de fallecer? Más que un hermano mayor fue su todo, en este entonces era demasiado joven para pesquisar los sacrificios a los que se sometía con tal de protegerlo, Griffin fue un papá para enseñarle béisbol, una mamá que lo reconfortaba, el único amigo que tuvo durante su infancia, su mayor fanático y su inspiración para intentarlo aunque Jim le decía que era estúpido y ni valía la pena, su protector, su héroe, quién le pagó la matrícula del colegio y se fue porque quería darle una vida mejor.
—Era mi familia. —Entonces dice sin soltarlo de la cara, le gusta cómo se sienten las mejillas repletas de rubor del japonés contra sus yemas, le gusta tenerlo encima, es una sensación sumamente tierna para su alfa como si finalmente estuviera cumpliendo con su cometido—. Todo lo bueno que soy es gracias a él.
—Entonces debería estar muy agradecido con esa persona. —Eiji le acomoda un mechón detrás del oído y el gesto es tan dulce que le aprieta el corazón.
—¿Por qué?
—Por traerte a mi vida.
—No entiendo porque te importo tanto. —Ash se lo confiesa ahogado, sí, claro, todos te cuentan lo duro que es atravesar un trauma, no obstante, nadie habla de lo malditamente difícil que es regresar a una zona segura y tener que desactivar todos los mecanismos defensivos aprendidos—. Te aseguro que si me conocieras de verdad te dejaría de importar.
—Creo que te conozco lo suficiente para tener mi propia opinión, Ash.
—Nadie me conoce en realidad.
—Pues... —Eiji crispa las cejas—. Pues no sé si alguien pueda conocer al 100% a otra persona porque ni siquiera sé si uno puede conocerse en la totalidad y aun así, creo que cada día te conozco un poco más y por lo mismo cada día me importas más, me gusta cómo eres, Ash. El problema es que pareces quedarte solo con las cosas negativas de ti mismo cuando hay mucho más.
—A veces es difícil encontrar ese algo más. —Su cuerpo pierde fuerza y de repente, sus manos caen inertes sobre el regazo del omega—. Cuando llevas mucho tiempo metido en mi mundo cuesta salir.
¿Y acaso tiene sentido salir?
A diferencia de Eiji que tiene una vida que retomar, esta es la vida de Ash, no hay nada más, no tiene nada más que el asesinato, la violencia, los traumas, los trastornos y el abuso, vaya, que bonito.
—¿Por qué me salvaste?
—¿Eh? —Lo descoloca que Eiji se lo pregunte de la nada—. ¿A qué te refieres?
—¿Por qué me salvaste? Podrías haberme dejado ahí.
—No podía, eras un conejito literalmente agonizando, tú no habías hecho nada malo ¿por qué tenías que pagar el precio por...?
—¿Ves? —El nipón lo corta—. Podrías haberme dicho que era un sujeto valioso para tu investigación o que querías un arma contra Dino, pero no, tu primer pensamiento fue ayudarme, aunque te duela admitirlo, eres una buena persona, Ash.
—Un asesino. —Ríe—. Debo ser el buen samaritano del año.
—Hacer cosas malas, no te convierte en una mala persona. —Eiji se levanta de su regazo—. Así como hacer cosas diferentes al pasado no implica renegar de ti, significa aprender y hacerte responsable.
—Eiji.
—Creo que todavía te falta comprender eso pero no te preocupes, mientras me tengas a tu lado me aseguraré de recordártelo.
¿Por qué Eiji...?
Nada con Eiji tiene sentido.
Nada excepto que realmente lo ama.
Toco otro capítulo de transición mañana antes de irnos a lleno con Max, así que seamos felices hoy y mañana, ya nos tocara nuestro último desarrollo de personaje antes de que el año se acabe.
Mil gracias por leer, see ya~
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