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Carelia, sufre?

Paaveli Venäläinen, libreta de campo.

Sector sur de Carelia, diciembre 18, mediodía.

Han pasado dos horas desde que Matti se fue, y tan solo unos dispersos cañonazos soviéticos nos han alcanzado.
Puedo decir que ni la nieve ni los cadáveres de sus compañeros son suficientes para frenar sus inútiles e innecesarias cargas de infantería, yo por mi parte me he quedado quieto sosteniendo una ametralladora soviética observando como detrás de los árboles se organizan para volver a avanzar detrás de sus vehículos acorazados.

Casi al poder diferenciar una de las antenas de los tanques, me percate que alguien bajaba detrás de mi perseguido por la artillería.

-Y?- Pregunte.

-Ya he ido, me garantizaron que enviarían refuerzos en cuanto pudieran pero, que hasta entonces intentemos resistir lo máximo posible- Dijo.

-¿Pero no les dijiste que necesitábamos hombres urgentemente?-

-Si, bueno no, o sea... Suomelainen vendrá en persona para ver la situación.- Agrego algo nervioso.

-Si el mismo va a venir, no creo que le permitan traer refuerzos con el.- Dije al acomodarme

Y seguidamente, un caza pasó por encima de nosotros lanzando ráfagas con sus armas, para después quedar en silencio tan solo escuchando el traqueteo de las cadenas que lentamente se acercaban.

-¿Por qué no dispara nuestra artillería?- Preguntaron.

-Corre el rumor de que los suecos nos han dado proyectiles demasiado grandes, ha de ser por eso...-

-¡Pues lamento decirles esto, pero nuestras líneas son tan delgadas que los rusos casi pueden saltar sobre ellas! ¡Manténganse firmes y no les den esa oportunidad!- Ordeno Matti.

Fácilmente entre las últimas explosiones que no nos alcanzaban, se podían ver centenares de hombres dispuestos en grupos tras esos blindados que no dudaban en disparar en cuanto nos tuvieran cerca.

-¡Oigan, hay por lo menos cincuenta rusos por cada tanque!- Gritaron por ahí.

-¡Apuntales al estómago y estaremos bien, vacíen sus cargadores si es necesario!- Grite. Y les juro por la gente de Carelia que les haré pagar por Soukka.

Protegiéndonos de nuevas explosiones permanecíamos con nuestras armas apoyadas a nivel del suelo, esperando tener a mira nuestro objetivo. Cuando el incesante URRRAA!  Se escuchó entre los rusos fue nuestra señal.

-¡TULTAA!-

Con ese simple grito, las armas de ambos bando comenzaron a escupir fuego... Nosotros defendiendo nuestras débiles líneas hasta el último aliento y los soviéticos cargando confiadamente lado a lado con sus tanques que intentan seguirles el paso, las represalias de esos vehículos no tardaron mucho y entre cañones y disparos las bajas eran evidentes.

Mis compañeros vaciaban sus cargadores o cintas de munición como si fuera el ultimo día de lucha y la ametralladora tipo "tocadiscos" que yo tenía ya comenzaba a lanzar humo de tanto que disparaba.
Antes de todo y cuando parecía que la batalla estaba perdida, esa única vez maldecimos y agradecimos a la artillería soviética que consiente o inconscientemente estaba diezmando sus propias fuerzas, una sensación de alegría y satisfacción se produjo en mi al ver que los rusos se intentaban poner a cubierto de sus propios cañones y sus tanques les abandonaban con tal de retirarse pero no por eso íbamos a ser misericordiosos.

Continuamos con nuestro fuego hasta que el último de los que no pudo irse, cayó.

En ese instante yo respiraba agitadamente, como si hubiera dado un grito descargando toda mi ira, al final solté el arma y me recosté sobre la orilla, saque una cajetilla de cigarros y encendí uno, me iba a hacer falta.

-Oye, estas bien?- Me pregunto Matti

-Si, mejor... La que disparo no fue nuestra artillería, o si?- Pregunte.

-No... Los rusos tienen su regalo de navidad adelantado, les han dado lo que se merecen.-

-Pero nos han hecho bajas... Vi que se llevaban a alguien.-

-Y perdimos dos chicos de la 1era escuadra, aunque se compensa viendo las bajas que les hemos hecho a ellos.- Dijo un médico.

Aunque leve, algo lejos de nosotros se escuchaba un motor... No era de algún tanque que se retiraba, no traía infantería, había alcanzado nuestras líneas solitariamente acomodándose tranquilamente frente a una trinchera.

Quedamos sorprendidos cuando del cañón del blindado salió una gran llamarada que intentaba cremar vivos  a nuestros compañeros, era un maldito lanzallamas, una de las armas más inhumanas que existen.

Vimos que un hombre de la trinchera salió de esta envuelto en llamas y gritando, intentando apagarse con la nieve... El tanque hizo el intento de girar hacia nosotros, por lo que decidimos que era hora de probar el coctel molotov.
Tome una de las botellas que teníamos a la mano y seguido de dos chicos más tomamos un tronco de las defensas para trabar las cadenas, corrí hacia atrás mientras encendía las mechas y lance la botella en lo que parecía un conducto de ventilación, provocando que el tanque pronto ardiera en llamas.

Su tripulación salió momentos después, intentando apagarse entre gritos de agonía, cosa que no lograron porque al tocar el suelo, ambos dejaron de gritar.

Al llegar a la trinchera, mire sorprendido el tanque lanzallamas el cual creo por ironía yacía abandonado y cubierto por sus propias llamas.

–No creí que una botella llena de combustible hiciera tanto daño- Le dije a los chicos, muchos me vieron y comenzaron a reírse.

Entre las risas comencé a pensar, tanques incendiados, cuerpos calcinados,  campos teñidos de rojo por los cadáveres rusos y estructuras incendiadas o destruidas a lo lejos...

Mi pensamiento era claro y se asemejaba mucho con la realidad, -Carelia sufría tanto como nosotros...-

Poco y nada me importaron las dos horas que estuvimos luchando,  la rutina se volvería a repetir, los rusos volverán a atacar, nosotros seguiremos resistiendo, ellos se retiraran y volverá el silencio.

Quizá no dure mucho, o tal vez dure para siempre.

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