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Episodio 9 - Un nuevo amanecer (Episodio Final)

El aire en el balcón del palacio era fresco, y el sol comenzaba a esconderse tras el horizonte, tiñendo el cielo de tonos dorados y morados. Ardonia, que aún se encontraba en las primeras etapas de su reconstrucción, parecía tranquila, casi en paz, como si estuviera esperando que la última herida de la guerra se cerrara. Senn permaneció allí, observando la vista, sus pensamientos vagando por todos los rincones de lo que había sucedido en los últimos meses. La batalla, las pérdidas, la traición, y, por encima de todo, la muerte de Ria. Cada día desde su partida había sido un desafío, y aún luchaba por encontrar la manera de aceptar que nunca volvería a verla. No era solo el dolor de la guerra lo que lo había marcado. La muerte de Ria había dejado un vacío profundo en su corazón, un vacío que ni siquiera las responsabilidades del reino podían llenar. Se preguntaba si alguna vez podría seguir adelante, si alguna vez podría cumplir con las expectativas que le habían impuesto como rey. Se sentía dividido, entre la necesidad de sanar y el peso de su deber. En ese momento, escuchó los pasos de Zulius acercándose, un sonido familiar, y la figura de su amigo apareció en su campo de visión. Senn se enderezó, sorprendió por la actitud formal de Zulius, pero no dijo nada al respecto.

– Majestad... –Zulius hizo una reverencia, una acción que sorprendió aún más a Senn, quien no esperaba que su amigo adoptara esa postura. Pero Zulius, con su aguda percepción, se dio cuenta rápidamente de que no era el momento de seguir con las bromas. – Solo bromeaba. Calma, Senn. – Dijo Zulius, con una sonrisa de complicidad que no lograba ocultar por completo la seriedad en sus ojos.

Senn lo miró durante un largo momento, sus facciones endurecidas por el estrés de los días recientes, pero sus ojos seguían buscando algo de consuelo en la presencia de su amigo. Habían pasado años luchando codo a codo, pero nada había sido más difícil que este momento.

– Empezaba a creer que no me veías más como tu amigo, sino como tu superior... – La voz de Senn se mantuvo tranquila, pero había una sutil tristeza en ella, como si ese pensamiento le hubiera dolido más de lo que estaba dispuesto a admitir.

Zulius, siempre tan perceptivo, entendió el malestar de Senn. La carga del reino había cambiado la dinámica entre ellos, y aunque su inteligencia les mantenía a ambos como iguales en muchos aspectos, la distancia emocional parecía haberse expandido en los últimos tiempos. Por eso, decidió dejar a un lado sus bromas y poner todo su enfoque en lo que realmente importaba.

– ¿Cómo has estado? – Preguntó Zulius, su tono de voz cargado de una seriedad inusual. Había algo diferente en él hoy, algo más cercano a la preocupación genuina que a la eficiencia calculada que normalmente lo caracterizaba. – Sé que es difícil, pero... entiendo que lo que estás viviendo ahora no es solo por el reino. –

Senn no lo miró de inmediato, su vista fija en el horizonte mientras respondía con una calma que no reflejaba del todo lo que sentía por dentro.

– Estoy bien. – Contestó con una voz suave, casi mecánica. – Solo necesito un descanso. –

La respuesta de Senn era una mezcla de honestidad y evasión, como si estuviera tratando de convencerse a sí mismo de algo que no estaba del todo seguro de creer. Zulius, con su mente analítica, captó la contradicción en las palabras de su amigo y dio un paso hacia él.

– Ya sé que necesitas un respiro... – Dijo Zulius, acercándose más, sin apartar la mirada de Senn. – Por eso, ocúpate del reino, pero deja lo demás a mí. Los asuntos diplomáticos, los conflictos que siguen surgiendo, las visitas reales, etc. Me encargaré de todo eso. No tienes que hacerlo solo. No ahora. –

Senn lo miró finalmente, y en su mirada se podía ver la gratitud oculta detrás de su exterior estoico. Zulius había sido su compañero en todo, desde que eran niños, pero este ofrecimiento era más que un simple gesto de amistad. Era una carga que Senn sabía que no podría llevar por completo sin alguien como Zulius a su lado.

– No sé qué haría sin ti, Zulius. – Dijo Senn, casi en un susurro, como si estuviera reconociendo algo que había pasado por alto durante tanto tiempo. – Siempre estás un paso adelante... Siempre sabes qué hacer. –

Zulius, sin embargo, no permitió que la conversación se centrara en él. Sabía que, en ese momento, Senn necesitaba más que palabras de consuelo; necesitaba una oportunidad para descansar, para encontrar algo de paz en medio del caos.

– Es lo mínimo que puedo hacer. – Respondió Zulius, con una sonrisa leve. – Siempre seré el que esté allí cuando lo necesites, amigo. No importa lo que pase. –

Senn asintió lentamente, sintiendo una mezcla de alivio y tristeza al mismo tiempo. La guerra había dejado cicatrices, algunas visibles y otras profundas, en su alma. Pero había algo en la presencia de Zulius, en esa lealtad inquebrantable, que le daba la esperanza de que podría seguir adelante. No tenía todas las respuestas, ni podía borrar lo que había sucedido, pero tal vez, solo tal vez, con el tiempo, podría aprender a vivir con ello. El sol se había ocultado por completo, y el crepúsculo envolvía el reino en una oscuridad tranquila. Era el comienzo de una nueva era para Ardonia, una era que Senn aún no entendía completamente, pero que sabía que tendría que enfrentar, paso a paso. Y, por primera vez en mucho tiempo, se permitió la idea de que quizás no estaría solo en esa lucha.

– Gracias, Zulius. – Susurró Senn, una vez más mirando a su amigo, ahora con una expresión más suave.

Zulius asintió, sin necesidad de más palabras. En su silencio, ambos comprendieron que el futuro aún estaba por escribirse, y que, aunque el camino sería largo, lo recorrerán juntos, como siempre lo habían hecho. Sin decir más, Senn cruzó el umbral del palacio, dejando atrás la presencia de Zulius. La noche había caído por completo, sumiendo Crown Peak en una quietud apenas interrumpida por el murmullo lejano de la ciudad. A medida que caminaba por los pasillos, una sensación de agotamiento se apoderaba de él, pero también una extraña calma, como si el peso de la guerra, aunque no completamente aliviado, se estuviera disipando poco a poco. Al llegar al balcón, la vista lo atrapó inmediatamente. La plaza principal de Crown Peak estaba viva, llena de movimiento y renovado bullicio. Los niños corrían, jugando sin preocupaciones, riendo como si la oscuridad de los días anteriores nunca hubiera existido. Algunos adultos trabajaban en las labores de reconstrucción, reparando los daños que la guerra había dejado atrás, levantando lo que había caído, restaurando lo que se había perdido. Todo parecía estar volviendo a la normalidad, o al menos, eso es lo que Senn deseaba ver. Se acercó al borde del balcón, permitiendo que la suave brisa nocturna acariciara su rostro. Los ojos de Senn se cerraron un instante, y fue entonces cuando, sin previo aviso, una lágrima resbaló por su mejilla. Una lágrima que había estado reteniendo durante semanas. Una lágrima que no era solo por Ria, sino por todo lo que había perdido y por todo lo que, de alguna manera, aún tenía que ganar. Con la brisa nocturna, también vino una pequeña sonrisa. Era una sonrisa nostálgica, melancólica, como si el futuro le ofreciera una promesa que aún no entendía completamente. Todo habría acabado... pero al mismo tiempo, no... El pensamiento flotó en su mente como un eco, y por un momento, la paz que sentía se mezcló con una sensación de inquietud, como si una sombra aún se cerniera sobre él, esperando el momento adecuado para reaparecer. Pero por ahora, no había guerra. Por ahora, había descanso.

40 km al norte de Crown Peak. Mt. Velgrin...

El Monte Velgrin se alzaba imponente. La nieve cubría su cima, pero su base era oscura y rugosa, formada por una estructura primitiva, hecha principalmente de piedra fangosa y obsidiana seca. Allí, un grupo de ardoni, principalmente de los Voltaris, comenzaba a reunirse, como si el terreno bajo sus pies comenzara a hervir con una energía renovada. En la cabeza del grupo, dos figuras se destacaban, mayores pero no lo suficiente como para ser consideradas ancianos. El líder de ellos, Tygren, observaba con intensidad el horizonte.

– Tygren, – habló uno de ellos, su voz grave y llena de incertidumbre. – ¿está listo?

Tygren giró la cabeza, mirando a su compañero, Luciidius. Sus ojos, fríos y decididos, no mostraban dudas. El aire a su alrededor parecía cargar con una electricidad casi palpable, como si el tiempo finalmente estuviera a punto de cambiar.

– Así es, Luciidius, – respondió Tygren, con un tono que transmitía certeza. – Nuestros años en las sombras se han acabado, mis hermanos. El tiempo de permanecer en silencio ha llegado a su fin. Ahora, todos sabrán lo que significa estar aislados... una vez que retomemos el poder que nos fue negado hace más de 150 años, cuando la Gran Guerra nos arrebató nuestra posición.

Con un gesto rápido y decidido, Tygren levantó su espada hacia el cielo, su filo reflejando la débil luz de la luna. Los demás, un ejército silencioso pero creciente, lo siguieron con un rugido de aprobación, un grito de guerra que retumbó en el aire como un trueno lejano, resonando con la furia de una era reprimida. Era un grito que había estado guardado, contenido, durante más de un siglo y medio.

La guerra que había marcado el fin de una era parecía haberse desvanecido en la historia. Pero ahora, mientras el viento de la noche soplaba sobre el Monte Velgrin, esa furia contenida comenzaba a despertar. El ciclo que parecía haber terminado estaba a punto de comenzar nuevamente.

CONTINUARÁ...

Tales of Ardonia: Knight-Mare's Reborn (Season 6) - COMING SOON!!

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