Episodio 4 - El Príncipe Perdido [Reescrito]
Monte Tempus...
Xander se encontraba sólo en su trono. Tenía su máscara en las manos, sólo la miraba, nada más. Tras unos minutos de meditación interior, un grupo de nigromantes llegaron junto a él. El primero de ellos, estaba listo para hablar, pero al ver al Necrolord sin máscara, se detuvo, algo sorprendido. Xander levantó la mirada, y claramente molesto, se quedó viéndolos fijamente.
– Se-señor, – dijo uno de ellos en cuanto pudieron articular palabra – Xaria partió hacia Crown Peak, sólo se llevó a unos cuantos soldados. –
– ¿Deberíamos enviarle refuerzos? – añadió el otro.
Xander se levantó ligeramente de su trono, se puso su máscara y finalmente, sentenció: – No – luego avanzó unos pasos y añadió, – Xaria se obsesionó con Crown Peak desde el inicio. Sólo está interesado en su valor. No quiero gobernar este mundo, planeo destruirlo, y alguien que desobedece así mis órdenes... – mientras decía esto, volvió hacia los soldados, sus ojos brillaban en un rojo fuego bajo su máscara – no merecen estar en mis filas. –
Los soldados, asustados, se fueron. Xander quedó solo de nuevo, y caminó alrededor del interior del gigantesco volcán. "Senn..." pensó para sí, "¿tendrá la voluntad suficiente de matarlo?".
Palacio de Crown Peak...
Pasaron las horas... La noche había caído sobre el campamento, y el bullicio de las preparaciones estratégicas se había apagado. Solo las antorchas y el leve crepitar de las fogatas rompían el silencio. Senn estaba sentado en una roca cerca de un claro, revisando en silencio un pergamino con anotaciones sobre los movimientos del Necrolord. Su semblante serio y concentrado era casi impenetrable.
—Trabajas demasiado para alguien de tu edad. —La voz de Abigail lo sacó de sus pensamientos.
Senn alzó la mirada para encontrarse con Abigail, que caminaba hacia él con la confianza de alguien acostumbrada a liderar. Luna, su dragona, descansaba no muy lejos, vigilando en silencio.
—No puedo permitirme descansar demasiado. Hay demasiado en juego. —Senn dejó el pergamino a un lado mientras ella se sentaba junto a él, a una distancia sorprendentemente cercana.
Abigail lo observó por un momento, como si lo estuviera evaluando, antes de hablar.
—Te ves más cansado de lo que me gustaría admitir. ¿Sabes? No siempre tienes que cargar con todo solo.
—Es mi responsabilidad. —Senn respondió sin dudar, su tono firme pero no agresivo.
—Claro, eres un rey. —Abigail sonrió con suavidad—. Pero antes de eso, eres un chico. Alguien que merece un momento para respirar.
Senn no respondió de inmediato. Había algo en la forma en que Abigail hablaba, algo cálido y familiar, que lo desarmaba ligeramente. Después de todo, esta mujer había sido una cazadora implacable cuando la conoció. Sus primeros encuentros no fueron más que persecuciones y enfrentamientos, pero las circunstancias los habían convertido en aliados.
—Nunca fuiste tan amable conmigo la primera vez que nos vimos. —comentó Senn finalmente, con una pizca de humor seco.
—Eso era antes de que supiera que estabas luchando por sobrevivir. —Abigail se recostó ligeramente hacia atrás, mirando el cielo estrellado. Después de un momento, agregó—: Y antes de que yo aprendiera que no todos los enemigos lo son realmente.
El silencio que siguió no era incómodo, sino reflexivo. Abigail, con una suavidad inesperada, apoyó su cabeza en el hombro de Senn, dejando escapar un suspiro.
—¿Qué haces? —preguntó Senn, aunque no parecía molesto.
—Relajarme un poco. Tú deberías intentarlo también. —La respuesta fue sencilla, casi despreocupada.
Senn no dijo nada más, permitiendo que el momento continuara.
Ria observaba desde una esquina, con los brazos cruzados y una expresión que oscilaba entre la confusión y la molestia. El gesto de Abigail la había descolocado, y aunque intentaba convencerse de que no era nada, no podía evitar sentir una punzada de celos.
—¿Te sientes bien? —La voz de Zulius la hizo sobresaltar. Él apareció a su lado con una sonrisa despreocupada, pero sus ojos la estudiaban con atención—. Estás tan rígida que pareces un soldado petrificado.
—Estoy bien. —Ria apretó los labios, intentando disimular.
Zulius arqueó una ceja, divertido.
—Oh, claro. Porque ver a "EnderQueen" acurrucarse con el Rey no tiene nada que ver con tu humor.
—¿Qué estás insinuando? —Ria lo fulminó con la mirada, aunque su tono traicionaba su incomodidad.
—Nada, nada. Solo digo que es interesante cómo los líderes se apoyan entre sí... y cómo algunos se mueren de celos. —Zulius añadió con un tono burlón, claramente disfrutando de la situación.
—¡No estoy celosa! —exclamó Ria, su voz subiendo más de lo que pretendía.
—Claro que no, Tidesinger. —Zulius hizo un gesto exagerado de rendición—. Pero si estás tan "no celosa," ¿por qué parece que podrías lanzarle un rayo a Abigail ahora mismo?
Ria apretó los puños, su paciencia se agotaba. Antes de que Zulius pudiera decir algo más, ella lo golpeó con un derechazo en el rostro, el impacto resonó en el aire.
El lugar se quedó en silencio. Varios soldados que estaban cerca se giraron para ver la escena, algunos con la boca abierta. Zulius tropezó ligeramente, llevándose una mano al rostro, más sorprendido que lastimado.
—¡Por una maldita vez, cierra la boca! —Ria espetó, antes de girarse con el rostro encendido de ira y vergüenza.
Zulius la observó marcharse, todavía con una ligera sonrisa, incluso mientras masajeaba su mandíbula.
A la mañana siguiente...
Senn estaba en el balcón. Contemplaba toda la capital desde ahí. Aun le daba lástima ver que estaba casi toda destrozada. Sólamente algunas casas se estaban reconstruyendo, ya que muchos de los habitantes habían muerto o habían dejado la ciudad. Era como un pueblo fantasma.
– ¿Nuevo corte? – Dijo Zulius, llegaba al balcón, acompañado de Ria. Senn volteó hacia ellos.
– En la tierra le llaman "cortar ciclos", creí que era hora de un cambio. –
– Se ve bien... – Dijo Ria desde atrás.
Al ver que cerca a ellos no había nadie, Zulius se acercó a Senn, y le dijo:
– ¿Qué harás? –
– Luchar. – Dijo Senn sin titubear, y mirando hacia el horizonte, añadió: – es lo que siempre hacemos. –
– Sabes bien que no hablaba de eso... –
Senn no se movió, seguía mirando el panorama. Tras unos segundos de silencio, finalmente habló:
– No lo sé... –
Ria notaba la diferencia de Senn. No tenía la misma voz alegre de cuando era niño. Incluso, después de la Segunda Gran Guerra, a pesar de su voz férrea de adolecente, aún se sentía esa esperanza en su voz. Ahora no. Era como si hubiera perdido toda voluntad de vida. Era plana y vacía; incluso, algo oscura.
Zulius se retiró con un asentimiento y una última mirada significativa a Ria, como si le dejara un mensaje no verbal: Haz algo. Ria respiró hondo y se adelantó unos pasos hasta quedar junto a Senn.
—¿Estás bien? —preguntó, intentando que su voz sonara casual, aunque su preocupación era evidente.
—Lo estaré... —respondió él, esta vez más rápido, pero su tono seguía siendo distante.
Ria se apoyó en la baranda junto a él. Había tantas cosas que quería decirle, pero cada palabra parecía inapropiada. Optó por lo más sencillo.
—¿Te acuerdas cuando éramos niños y tú decías que ibas a ser un guerrero como Thalleous? —preguntó, esbozando una pequeña sonrisa.
Senn la miró de reojo, una sombra de nostalgia cruzando su rostro.
—Sí. Supongo que cumplí esa promesa, aunque no como esperaba.
—Siempre fuiste de cumplir tus promesas, Senn. Incluso cuando parecían imposibles.
Senn dejó escapar un suspiro largo y pesado.
—Y tú siempre eras quien me recordaba que no estaba solo.
Ria sintió que su corazón se aceleraba. Se mordió el labio, buscando algo que decir, algo que pudiera aliviar aquella carga que él llevaba.
—Bueno, soy la líder de los KoA, ¿no? Es mi trabajo cuidarte, rey.
Senn soltó una risa breve, más un soplo de aire que una verdadera carcajada.
—No necesitas un título para eso, Ria. Siempre lo has hecho.
El silencio volvió a instalarse entre ellos, pero esta vez era menos incómodo. Era un silencio compartido, lleno de cosas no dichas. Ria se armó de valor, mirando de reojo a Senn.
—Sabes... A veces pienso que... con todo esto, la guerra, la reconstrucción... Tú y yo...
Senn levantó una ceja, notando el titubeo en su voz.
—¿Tú y yo qué?
Ria sintió el calor subiendo a sus mejillas, pero no podía detenerse ahora.
—Que seríamos un buen equipo... Ya sabes, más allá de lo que hacemos ahora.
Senn la miró, sin entender del todo a qué se refería.
—Siempre hemos sido un buen equipo.
Ria bajó la mirada, maldiciendo para sus adentros. Por favor, entiende lo que quiero decir...
—Lo que intento decir es que... —Se detuvo, tragando saliva antes de soltarlo en un murmullo rápido— ...serías un buen rey con una buena reina a tu lado.
Senn parpadeó, claramente sorprendido.
—¿Reina?
Ria sintió que quería desaparecer.
—¡Olvídalo! No quise decir eso... Bueno, no así... —Se tapó la cara con las manos, riéndose nerviosamente—. Lo que quise decir es que... cualquiera tendría suerte de estar contigo.
Senn no supo qué responder. Aquel momento, tan extraño y cargado de emociones, lo desarmó por completo.
—Ria...
—¡Olvidémoslo! —dijo ella, dándose la vuelta rápidamente para entrar de nuevo al palacio.
Senn se quedó viendo mientras se alejaba. Finalmente, cedió, y volvió su mirada al horizonte. No habían pasado más de unos quince segundos, cuando una flecha cargada apareció de la nada, en dirección a la cabeza de Senn. Éste, sin mover la cabeza, y sin siquiera mirar, levantó su mano izquierda y atrapó la flecha, a centímetros de impactar en el lado izquierdo de su cabeza. Luego, dirigió lentamente la mirada hacia un pequeño bosque a la izquierda del palacio. Apretó la flecha, rompiéndola; luego, extendió su mano hacia el bosque y disparó una poderosa carga de Aggrodetonate, haciendo que ese sector quedara envuelto en una gigantesca explosión.
Xaria estaba en el centro de las llamas. Se levantó con dificultad. "Maldición..." murmuró mientras se levantaba, luego giró y tomó su espada con dificultad. Senn saltó desde el balcón y aterrizando frente a Xaria, dijo:
– ¿Y ahora? – Xaria se quedó viéndolo, luego miró a los lados y vió que todos sus acompañantes habían muerto en la explosión. – No fue suerte, – sentenció Senn – quería asegurarme que quedaras con vida, así tendré el placer de matarte con mis manos. –
Xaria cargó hacia adelante, pero Senn esquivó el golpe, luego, lo pateó en el costado, haciendo que rodara hacia un lado. Xaria se incorporó, pero antes de poder hacer algo, Senn usó mobiliflash y le dió un poderoso rodillazo a Xaria en el vientre, haciendo que vomitara sangre. Xaria cayó de rodillas, pero Senn lo levantó por el cuello y lo arrojó hacia un árbol. Luego extendió su mano.
– Quiero que saludes a mi madre. – Dicho esto, disparó Aggrobeam, atravesando a Xaria por el pecho.
Xaria se quedó en pie, y con voz débil, pero firme, exclamó:
– Los nigromantes se levantarán... y pronto cubrirán el mundo en oscuridad... – Luego, dió un largo suspiro y cayó de espaldas, muerto.
Senn, al ver esto, volvió la mirada hacia el palacio. Zulius y Ria, que observaron el breve enfrentamiento desde el balcón, entraron de inmediato al palacio, y ordenaron a los centinelas revisar todo el perímetro, para descartar más ataques.
https://youtu.be/xqds0B_meys
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