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Episodio 3 - Vacío del Limbo... [Reescrito]

17 años después... Actualidad...

Senn estaba sentado en el fondo de una cueva oscura. Se soltó la coleta y dejó su cabello sin recoger. Tenía los ojos cerrados por completo. Estaba meditando acerca de los acontecimientos recientes. Ya no estaba seguro de qué hacer. Si bien, Xander le quitó a su madre, también a su vez sabía que él era su hermano... Senn, tomó su daga, que estaba junto a él. Se sujetó el cabello con la mano izquierda, y con la derecha, comenzó a cortarlo. El cabello caía al suelo; cada que un mechón, sentía como si el peso sobre sus hombros fuera más ligero. Pasaron los minutos, y Senn, sintiéndose satisfecho, se levantó y regresó al templo.

...

Afuera, Onyx y Grek, estaban en un pequeño combate de entrenamiento. Onyx golpeó en el rostro a Grekarn, pero este, atrapó su brazo en plena trayectoria, le impulsó hacia abajo, y lo pateó en el abdomen, y de inmediato, giró sobre su propio eje y lanzó una patada a Onyx en el rostro. Onyx cayó hacia atrás. Grex se enderezó y rió un poco.

– Y con esto acaba el combate. – Exclamó Masani.

– Bueno, ya seríamos tres a cero. – Se burló Grek. Onyx se levantó algo molesto. Masani, se bajó de su árbol, y caminó hacia ellos. – Ah, Masani, crees que... –

– No me importa. – Sentenció ella, antes que Grek terminara.

– Y a esta... ¿Qué le sucede? – preguntó Grek.

– Tal vez se debe al hecho de que a ella le gusta estar sola y ustedes la obligaron a ser su juez de lucha. – Dijo Zulius, que llegaba al tiempo que Masani se marchaba.

– No la obligamos... – Dijo Onyx.

– ¡Si... Sólo lo dijeron una y otra vez, me tienen harta! – gritó Masani desde la distancia.

Onyx y Grek bajaron un poco la cabeza.

– Bueno, vamos. Tendremos una junta. – Dijo Zulius, dando vuelta en dirección al castillo. – Limpiense y nos vemos allí. –

Grek salió tras Masani, mientras Onyx caminó hacia un pequeño árbol, para reposar.

En el interior del castillo, Ria caminaba por los pasillos. Desde la batalla de Felden, Crown Peak se había recuperado poco. El palacio estaba siendo reconstruido poco a poco. Ria llegó a una habitación grande, el cuarto real. Al entrar, se llevó una gran sorpresa. Senn estaba allí, y estaba aún cambiándose para la junta.

– ¿Ria? – Preguntó él.

Ria se sonrojó fuertemente.

– Em... venia a buscar... Este... los mapas de Felden... – Trataba de explicarse. – L-lo siento, es que... nunca estás aquí entonces... creí que... –

– Están en la sala de juntas. –

– ¿Que...? –

– Los mapas, – explicó Senn – los llevé ayer en la mañana. –

– Ah... – Ria se sintió completamente estúpida, sin embargo se fijó en el cabello de Senn. – Vaya... te cambiaste el corte, ¿eh? –

– Ah, si... – Dijo Senn. Se había rapado la parte lateral y trasera de la cabeza, dejando solo en la parte superior. Se dejó caer el pelo hacia el lado izquierdo de su cara.

– Te queda bien... – Dijo ella y salió del cuarto. A unos pasos, se topó con Zulius en el pasillo.

– Ria... ¿te cambiaste de clan? – Preguntó él.

– ¿Eh? –

– Bueno... estás super roja.

Antes que pudiera decir algo, Senn se unió a ellos, y con un leve gesto, Ria lideró la marcha. Senn y Zulius la siguieron. Al llegar a la sala de juntas, habían muchos soldados de todos los reinos. Al notar la presencia del trío, todo el lugar quedó en silencio.

—Los nigromantes se han detenido significativamente desde la batalla de Felden. —Dio una mirada a cada uno de los presentes, sus ojos brillando con determinación—. Pero no debemos bajar la guardia. Si aprendimos algo en Ferdinale es que subestimar a nuestros enemigos es un error que no podemos repetir.

Senn, sentado a su derecha, asintió mientras hablaba:

—Felden está en una posición crítica. Desde la muerte de Kiyoshi, no hay nadie que coordine su defensa. El Necrolord ha aprovechado eso para asentarse allí nuevamente. Si no actuamos pronto, Felden caerá por completo bajo su control.

Sulliman, que se encontraba al fondo de la habitación con los brazos cruzados, interrumpió:

—¿Qué hay de los Caballeros del Fin? Su papel en esta guerra es clave.

La puerta de la sala se abrió en ese momento, y Abigail entró con su porte imponente. Su cabello oscuro caía como una cortina mientras caminaba hacia la mesa, y Luna, desde la ventana, emitió un leve gruñido que hizo que más de un soldado retrocediera instintivamente.

—No nos hemos ido. —Su tono era severo, casi cortante—. Perdí a dos de los míos en Ferdinale, pero eso no significa que hemos dejado de luchar. Si el Necrolord cree que Felden es su dominio, está muy equivocado.

—Por ahora, no hay una ofensiva planeada, pero necesitamos claridad en la situación de cada reino. —dijo Senn, su voz adoptando el tono autoritario de un rey joven que aún aprendía a liderar.

—Necesitamos reorganizar a los clanes, particularmente en las provincias ardoni, —intervino Zulius, su tono calculador y metódico, como si ya tuviera un esquema en mente.

Telaia Sendaris, la maestra de Sendaria, se levantó con una expresión grave.

—No podemos simplemente regresar sin una estrategia sólida. Aunque hemos recuperado Crown Peak, seguimos en una posición de desventaja. Ellos controlan las provincias y tienen refuerzos constantes.

Zulius no esperó a que alguien más interviniera. Apoyó ambas manos en la mesa, inclinándose hacia adelante, y habló con la precisión de alguien que ya había planeado cada detalle:

—Recuperar Crown Peak fue solo el primer paso. Si queremos recuperar las provincias, necesitamos un enfoque quirúrgico. Dividiremos a las fuerzas en pequeños equipos y los infiltraremos en cada provincia. Los maestros liderarán estas células, aprovechando su conocimiento del terreno.

Abigail arqueó una ceja, interesada.

—¿Infiltración? ¿Quieres que juguemos al escondite mientras ellos fortifican sus posiciones?

—Quiero que evitemos una carnicería innecesaria. —Zulius se enderezó, su mirada fría y desafiante—. Cada equipo se centrará en sabotajes, recolección de inteligencia y, cuando sea posible, debilitarán sus recursos. Una vez que tengamos suficiente ventaja, coordinaremos un ataque conjunto.

—Eso nos daría tiempo para reubicar civiles y fortalecer nuestras defensas. —dijo Ria, asintiendo lentamente mientras analizaba las palabras de Zulius—. Pero necesitamos un compromiso total de todos los reinos.

—¿Y si algunos deciden quedarse fuera? —preguntó Nathius Kaltaris, su tono sombrío reflejando las dudas que muchos en la sala compartían.

Senn habló con calma, pero con un aire de decisión que detuvo cualquier murmullo.

—No es una opción. Cada reino ha sufrido en esta guerra, y si no trabajamos juntos, caeremos uno por uno.

Zulius añadió con una sonrisa ligera, aunque sus palabras llevaban un filo afilado:

—Además, dudo que el Necrolord les dé la oportunidad de mantenerse neutrales.

Abigail observó la interacción, inclinando ligeramente la cabeza.

—Bien. ¿Y cómo decides quién va a dónde?

Zulius esbozó una sonrisa casi imperceptible mientras sacaba un pequeño pergamino de su bolsillo.

—Ya lo decidí. —Lo desplegó sobre la mesa, mostrando una lista con asignaciones detalladas—. Cada maestro será asignado a su provincia natal, excepto Aurelius, que liderará la operación en Felden. Los Caballeros del Fin cubrirán los flancos durante las infiltraciones, actuando como una fuerza de intervención rápida.

—Ya tenías esto planeado. —Abigail lo miró con una mezcla de admiración y desconfianza.

—Por supuesto. —Zulius se encogió de hombros, su tono despreocupado—. Lo hice antes de que Sulliman pudiera filtrar algo, por si acaso.

Sulliman frunció el ceño, pero no respondió.

Senn, viendo que todos comenzaban a asentir, dio un paso atrás y habló con firmeza:

—Ya tienen sus órdenes. Hagan que esto funcione.

El grupo comenzó a dispersarse, pero Ria permaneció unos momentos en su lugar, observando cómo Zulius recogía sus notas con una expresión satisfecha.

—Tres pasos adelante, ¿verdad? —murmuró, medio en broma, aunque su tono dejaba entrever admiración.

—Cinco, Ria. Siempre son cinco. —Zulius le guiñó un ojo antes de salir de la sala.


Continuará...

https://youtu.be/C5fLxtJH2Qs

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