Episodio 9 - El retorno del Caballero Rojo (Episodio Final)
El combate entre Tygren y Zulius estalló con la furia de una tormenta en el Monte Velgrin. Tygren, con su estilo inconfundible de ataque directo, avanzó con una rapidez impresionante, su espada cortando el aire con la intención de destrozar a su oponente. Zulius, sin embargo, no se dejó atrapar por la rapidez del Voltaris. Su mente trabajaba a toda velocidad, analizando cada movimiento, cada posible respuesta.
Cuando la espada de Tygren se lanzó hacia él, Zulius clavó su bastón en el suelo con precisión milimétrica, deteniendo el golpe con la punta del bastón justo antes de que la espada lo alcanzara. La fuerza del impacto vibró a través de su brazo, pero Zulius no flaqueó. Aprovechando la inmovilidad momentánea, giró sobre el bastón, su cuerpo realizando un movimiento fluido, y con un golpe de talón, pateó a Tygren hacia atrás, empujándolo varios pasos.
Tygren, sin perder la compostura, se repuso en el aire, aterrizando con agilidad. En cuestión de segundos, estaba de nuevo en pie, su mirada llena de desafío. Zulius ya estaba de nuevo en posición de ataque, pero esta vez, no había tiempo para una pausa. Zulius cargó hacia Tygren con su bastón extendido, lanzando un golpe directo hacia su torso.
Tygren, con la rapidez de un relámpago, esquivó el golpe con una agilidad sorprendente. Apenas un suspiro antes de que el bastón impactara, Tygren se deslizó hacia un lado, dejando que el golpe de Zulius pasara de largo. Sin esperar ni un segundo, Tygren aprovechó la apertura, moviéndose para atacar con un golpe de espada hacia la costilla de Zulius.
Pero Zulius no estaba atrapado. Su mente ya había procesado el siguiente movimiento. Mientras Tygren se acercaba, Zulius inclinó su cuerpo hacia atrás, usando el bastón para bloquear el ataque con un ágil movimiento de muñeca. La espada de Tygren impactó el bastón, pero Zulius aprovechó el rebote para girar y contraatacar, con el bastón apuntando directamente a la cabeza de Tygren. Tygren rodó por el suelo, y ganó una distancia prudente entre ambos. Con un gruñido de frustración, Tygren desvió el bastón de Zulius con un golpe feroz y utilizó Mobiliflash, desapareciendo en un destello y reapareciendo junto a los tres ardoni. Sin darles tiempo para reaccionar, cargó contra ellos con la ferocidad de un depredador. Su espada atravesó al primero con un corte limpio, su cuerpo desplomándose sobre la nieve. Antes de que el segundo pudiera alzar su arma, Tygren esquivó su ataque y, en un movimiento fluido, le rajó el cuello. El tercero, lleno de desesperación, bloqueó su primer golpe, pero Tygren desmanteló su defensa con una serie de movimientos implacables y terminó atravesándole el pecho. Los tres cuerpos yacían ahora inmóviles, su sangre formando un río escarlata en la pendiente.
Mientras tanto, en el campo principal, Zulius se enfrentaba a un Voltaris con una serenidad calculadora. Esquivó un golpe lateral, golpeó con su bastón y lo remató con una patada que lo lanzó contra una roca, acabando con él al instante. Sin perder tiempo, giró y, con una precisión casi inhumana, arrojó su lanza hacia otro Voltaris que corría hacia él desde la distancia. La lanza atravesó su pecho, derribándolo.
Tygren volvió a aparecer en el tumulto, usando Mobiliflash para materializarse detrás de otro ardoni. Su espada atravesó al guerrero sin piedad. Cuando el cuerpo cayó al suelo, Tygren alzó la mirada hacia Zulius, quien estaba retirando su lanza del cuerpo de su última víctima. Sus ojos se encontraron en un duelo silencioso lleno de tensión.
Con un rugido, Tygren cargó hacia Zulius, saltando desde una roca para ganar altura. Zulius levantó su bastón justo a tiempo para bloquear el ataque descendente, pero Tygren giró con agilidad, lanzando un corte horizontal que Zulius bloqueó de nuevo. El ritmo del enfrentamiento era vertiginoso. Tygren atacaba con una agresividad casi impredecible, pero Zulius permanecía sereno, leyendo cada movimiento con precisión.
En un momento de descuido, Tygren lanzó un ataque demasiado amplio. Zulius lo aprovechó, desviando su espada con un hábil giro de su bastón y golpeando su pie con una maniobra rápida. El líder Voltaris gruñó de dolor y retrocedió, cojeando ligeramente.
Fue entonces cuando Tygren, evaluando la situación, notó que la balanza se inclinaba en su contra. Los Voltaris estaban siendo superados, reducidos a un puñado de combatientes. La llegada de Hadeon junto a Zulius, con su espada en alto, confirmó sus temores. Un enfrentamiento directo ya no era una opción viable.
Sin embargo, un zumbido profundo cortó el aire. Tygren y Zulius voltearon hacia la estructura en forma de semiarco. El portal emitió un resplandor púrpura más intenso que antes, y la energía que lo envolvía formó un vórtice inestable. Lo que se mostraba al otro lado no era un simple cambio de ubicación.
Zulius entrecerró los ojos, observando con atención. Al otro lado del portal, dos figuras combatían ferozmente. Un Nestoris y un Voltaris se enzarzaban en una lucha mortal. Pero no era una visión de este momento. Zulius reconoció los detalles: el terreno, las vestimentas, las marcas.
—Esto no es un portal a otro lugar... —murmuró Zulius, sus ojos centelleando con comprensión—. Es una grieta temporal. Estamos viendo el Monte Velgrin de hace ciento cincuenta años. —
El asombro se extendió entre los presentes, pero Tygren sonrió, su expresión llena de una peligrosa determinación.
— Entonces, si el pasado está a nuestro alcance... —susurró, mirando a Zulius con una mezcla de desafío y triunfo —, tal vez también lo esté nuestro futuro. —
El portal crepitó con más fuerza, y el campo de batalla quedó momentáneamente paralizado, mientras todos trataban de comprender el alcance de lo que estaba ocurriendo.
Monte Velgrin, Año 1 DGG – Duelo final de la Gran Guerra...
Achillean y Ingressus, dos titanes enfrentados por ideales opuestos, luchaban en la cima del Monte Velgrin. Las ventiscas aullaban como si el mismo mundo llorara por la destrucción que ambos desataron. Achillean, con su bastón en mano, lanzó una serie de ataques precisos y veloces, que Ingressus apenas logró bloquear con su espada. Un giro ágil del Tidesinger rompió el equilibrio de Ingressus, empujándolo hacia atrás.
Ingressus, jadeante y con los ojos encendidos por una mezcla de furia y desesperación, se reincorporó.
—Me llaman Deathsinger —dijo, su voz firme y cargada de amargura—, pero fueron ellos quienes masacraron a mi gente y me negaron lo que era mío por derecho. —Apuntó su espada hacia Achillean—. ¿Por qué, Achillean? ¿Por qué te llaman Tidesinger? –
Achillean respiró profundamente, sus palabras acompañadas por el peso de la guerra.
—Porque he unido a los pueblos de Ardonia... para detener esta pesadilla que tú desataste. –
Ambos cargaron nuevamente. Achillean atacó con su bastón, pero Ingressus esquivó con una fluidez impresionante. El movimiento parecía darle ventaja, pero el Tidesinger giró en el acto, golpeándolo en la espalda. Ingressus, endurecido por la batalla, ignoró el dolor, rompiendo la defensa de Achillean con una poderosa embestida. Rodaron por la nieve ensangrentada, sus armas lanzando chispas con cada impacto.
De repente, Achillean disparó un Aggrobeam desde su bastón. Ingressus alzó su espada, desviando el rayo carmesí que iluminó la montaña como un relámpago. Cuando la energía se disipó, Ingressus sonrió con una peligrosa calma.
—Has mejorado, Achillean... Pero dime, ¿qué habrías hecho tú si te hubieran ofrecido las Prime Songs? –
Achillean apretó los dientes, su voz firme.
—Las Prime Songs siempre han sido tu deseo, Ingressus, no el mío. Las habría rechazado... Nadie es digno de llevar ese poder. –
Ingressus soltó una carcajada que resonó como un trueno.
—¡Eso dicen todos... hasta que prueban su verdadero poder! –
La batalla continuó, un torbellino de movimientos frenéticos y mortales. Las chispas de sus armas se elevaban al cielo, perdiéndose en el humo del combate. Finalmente, Ingressus atrapó a Achillean en un movimiento veloz, arrojándolo al suelo con brutalidad.
—¿Qué buscas aquí, Ingressus? —preguntó Achillean, levantándose con esfuerzo—. ¿Qué clase de mal intentas desatar? Ya perdiste. –
Ingressus bajó la mirada, envainando momentáneamente su espada.
—Tienes razón... he perdido esta guerra. —Sus labios se curvaron en una sonrisa amarga—. Pero no me estás derrotando, Achillean. Tú has ganado esta batalla, pero no el conflicto. –
Ingressus avanzó hacia el portal que crepitaba con energía oscura.
—No puedo ganar esta guerra... No ahora... Pero tenlo por seguro, regresaré, Achillean. Mucho después de que esta guerra haya acabado; mi nombre ha sido olvidado. Cuando Ardonia esté débil, cuando mis enemigos se hayan desvanecido... —Hizo una pausa, volviendo la mirada hacia su adversario—. Y cuando tú ya no estés aquí para detenerme. –
Antes de que Achillean pudiera responder, Ingressus desenvainó sus armas y se lanzó con un Mobiliburst. El Tidesinger intentó bloquear, pero Ingressus lo superó con un Supporolift, levantando un muro de tierra bajo sus pies. Aturdido, Achillean quedó vulnerable. Ingressus disparó un Aggroblast, arrojándolo al vacío de la montaña.
Ingressus, exhausto, se giró hacia el portal. A pocos pasos, las Prime Songs comenzaron a abandonar su cuerpo, materializándose en el suelo, brillando con un poder irresistible. Ingressus las miró por última vez y, con un paso decidido, cruzó al otro lado, dejando atrás su última victoria.
Actualidad... Monte Velgrin
La nieve caía lentamente, cubriendo el campo de batalla en un manto blanco, mientras Zulius y Hadeon permanecían congelados de terror. Frente a ellos, Ingressus caminaba con una calma aterradora. Sus ojos, cargados de una furia contenida durante siglos, inspeccionaron a los jóvenes ardoni.
Ingressus desenvainó su bastón y su espada, avanzando hacia ellos con la certeza de un depredador que encuentra a sus presas.
Fin...
CONTINUARÁ EN... TALES OF ARDONIA: The Last Stand (The Final Season)
COMING SOON
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