Episodio 5 - La Fuerza de Contraataque
Zulius permanecía inmóvil en la gran sala de los maestros, con los brazos cruzados y una mirada fija en el suelo, mientras la luz del crepúsculo atravesaba los vitrales, pintando sombras danzantes sobre los muros de piedra. Hadeon y Gadeon, los gemelos ardoni que habían acompañado a Zulius como respaldo, intercambiaban miradas incómodas. Ellos sabían que el joven estratega llevaba horas ensayando mentalmente sus argumentos, cada palabra medida, cada pausa calculada. Este no era solo otro plan más; esto era un desafío directo al protocolo de los Caballeros de Ardonia y, en muchos sentidos, una apuesta desesperada.
Finalmente, los maestros ardoni hicieron su entrada. Telaia Sendaris, con su semblante severo, encabezaba el grupo, seguida por Aurelius Nestoris, Nathius Kaltaris y Lorien Mendoris. Cada uno tomó asiento en sus respectivos tronos, representando las provincias que lideraban. Zulius alzó la vista, sus ojos reflejaban una mezcla de respeto y determinación.
—Zulius Kaltaris, joven líder de los Caballeros de Ardonia —inició Aurelius, su voz grave resonando como un tambor en la sala—. Has solicitado una audiencia con nosotros bajo términos urgentes. Habla. –
Zulius dio un paso adelante, inclinando ligeramente la cabeza como señal de respeto, pero manteniendo su postura firme.
—Maestros, vengo a solicitar la creación de una fuerza especial, independiente de los Caballeros de Ardonia. La Fuerza de Contraataque. —Hizo una pausa, dejando que sus palabras calaran antes de continuar—. Los Voltaris han vuelto a moverse en las sombras, y no podemos darnos el lujo de actuar como lo hemos hecho hasta ahora. Necesitamos una unidad dedicada exclusivamente a erradicar esta amenaza antes de que sea demasiado tarde. –
Telaia entrecerró los ojos.
—¿Y crees que los Caballeros de Ardonia no son suficientes para esta tarea? –
Zulius respiró hondo, anticipando la reacción.
—Los Caballeros tienen una misión más amplia: proteger nuestras fronteras, nuestras provincias y a nuestra gente. La Fuerza de Contraataque, en cambio, sería una unidad quirúrgica, formada únicamente por los guerreros más hábiles de Ardonia. Su único propósito sería neutralizar a los Voltaris antes de que puedan reorganizarse. –
—¿Y quién decidirá quiénes son los más hábiles? —preguntó Nathius con un tono escéptico.
—Yo —respondió Zulius sin titubear—. Si no soy capaz de identificar a los mejores, entonces no merezco liderarlos. –
El silencio que siguió fue interrumpido por Lorien, quien dejó escapar un leve suspiro.
—Hemos oído rumores de que tu amigo, Senn, ha decidido viajar en persona para buscar a Galleous. ¿Por qué no utilizó las balizas, considerando la urgencia de la situación? –
El ambiente se tensó de inmediato. Zulius cerró los ojos un momento, sus pensamientos enredándose brevemente en la imagen de Senn, su mejor amigo y el rey de Ardonia. –
—Senn eligió viajar por tierra porque necesita tiempo —respondió, su voz calmada pero cargada de peso—. Tiempo para reflexionar, para procesar todo lo que ha perdido... todo lo que hemos perdido. Ria... —Hizo una pausa, luchando contra un nudo en la garganta antes de recomponerse—. Ria murió hace solo un año, y desde entonces él ha llevado el peso de un reino y las expectativas de todos nosotros. –
—Eso no justifica sus acciones —interrumpió Telaia, con una mirada acerada—. El tiempo no está de nuestro lado, y él lo sabe. –
—¿Y acaso no es eso lo que lo hace más humano? —replicó Zulius, dando un paso adelante, su voz ganando fuerza—. Senn ha dado todo lo que tiene, más de lo que cualquiera de nosotros podría soportar. Pero, aunque parezca que ha perdido su camino, yo creo en él. Y mientras él cumple su parte, yo cumpliré la mía. –
La sala quedó en silencio nuevamente. Esta vez, no fue un silencio incómodo, sino uno que sugería reflexión.
—Eres audaz, Zulius —dijo finalmente Aurelius, inclinándose hacia adelante—. Pero incluso los mejores estrategas cometen errores cuando dejan que sus emociones los guíen. –
—Mis emociones no me guían, maestro Aurelius. Mi lógica lo hace. —Zulius enderezó su postura, mirando directamente a cada uno de los maestros—. He planeado esta fuerza hasta el último detalle. Sé qué guerreros elegir, qué tácticas emplear y cómo minimizar las bajas. No es un simple deseo. Es una necesidad. –
Lorien intercambió miradas con Telaia y los otros maestros. Después de un tenso momento, asintió lentamente.
—Si crees que esta Fuerza de Contraataque puede hacer la diferencia, entonces tendrás nuestra autorización. Pero ten cuidado, Zulius. Esta misión será sangrienta, y la responsabilidad será enteramente tuya. –
Zulius inclinó la cabeza una vez más, esta vez con una ligera sonrisa.
—Gracias, maestros. No les fallaré. –
Mientras salía de la sala, seguido por Hadeon y Gadeon, su mente ya estaba trabajando, ajustando los planes, considerando a los mejores candidatos para la misión. Había mucho por hacer, pero sabía que estaba tres pasos por delante. Tal como siempre.
Frontera del Reino de Northwind...
Los picos gélidos de las montañas de Northwind se alzaban como guardianes silenciosos del reino helado. El aire era frío y mordiente, pero el paisaje tenía una belleza cruda, casi mística, que contrastaba con el estado de ánimo sombrío de Senn.
Él y su compañero de viaje, Igneous, avanzaban con cautela. Las botas de Senn crujían contra la nieve, mientras los pasos de Igneous dejaban ligeras marcas quemadas que se apagaban rápidamente por el frío. Sin previo aviso, Senn se detuvo en el camino y miró de reojo a su amigo.
—¿El frío tiene algún efecto negativo en los magnorites? —preguntó con una pizca de preocupación, su voz más suave de lo habitual.
Igneous, siempre atento pero ligero de espíritu, respondió con una sonrisa que casi se podía sentir en su tono.
—Por sorprendente que parezca, no. —Miró a su propio cuerpo, extendiendo los brazos como para comprobarlo—. Aunque estamos hechos de roca y magma, nuestra temperatura corporal se mantiene estable, sin importar el ambiente. Es una de las ventajas de ser un magnorite. –
Senn asintió, aunque no pudo evitar una pequeña sonrisa fugaz. Igneous tenía esa extraña habilidad de aligerar la atmósfera sin intentarlo.
—Tienes suerte. —Senn ajustó su capa, que ya estaba cubierta de una fina capa de escarcha—. Yo empiezo a sentirme como una estatua congelada. –
Igneous rió con suavidad.
—Podría ofrecerte algo de mi calor, pero no creo que quieras terminar con quemaduras. –
El intercambio logró distender un poco la tensión que Senn llevaba en los hombros. Continuaron caminando, internándose en las zonas menos exploradas de Northwind. La nieve comenzaba a caer con más intensidad, y la visibilidad disminuía con cada paso.
Después de horas de caminar en silencio, Igneous finalmente habló, rompiendo la monotonía del viaje.
—¿Sabes qué es lo primero que harás cuando encontremos a Galleous? –
La pregunta hizo que Senn se detuviera nuevamente, esta vez mirando hacia el horizonte blanco. Su expresión se endureció mientras consideraba la respuesta.
—No lo sé. —Su voz era baja, casi un susurro que el viento helado intentaba robar—. No estoy seguro de qué hacer después de esto... o siquiera si Galleous tendrá las respuestas que necesito. –
Igneous lo observó con empatía, pero no dijo nada inmediatamente. Sabía que su amigo necesitaba espacio para procesar sus pensamientos, pero también entendía que Senn a menudo se quedaba atrapado en su propia cabeza.
—Entonces sigamos caminando —dijo Igneous finalmente, con su tono ligero pero firme—. A veces, el camino te muestra las respuestas cuando menos lo esperas. –
Senn lo miró por un momento y luego asintió.
—Supongo que no tenemos otra opción. –
El viaje continuó, con los dos adentrándose en los parajes inexplorados de Northwind. El terreno se volvía más accidentado, y los vientos gélidos golpeaban con más fuerza. Fue en ese momento, cuando cruzaban un claro rodeado de árboles helados, que un movimiento inesperado llamó su atención.
Una pequeña figura emplumada descendió del cielo con elegancia. Era un ave de plumaje blanco como la nieve, con reflejos azulados que brillaban bajo la escasa luz del sol. Sus ojos inteligentes los estudiaron con curiosidad. Luego, para asombro de Igneous, habló.
—¡Oh, viajeros! —trinó con una voz clara y melodiosa—. Parecen perdidos, y mi instinto me dice que necesitan una guía. –
Senn arqueó una ceja, mientras Igneous se inclinaba hacia adelante con fascinación.
—¿Un ave mensajera? —preguntó el magnorite, casi incrédulo—. ¡No había visto una en años! –
—Pues aquí estoy, en plumas y vuelo. —El ave extendió sus alas con un aire dramático y luego se posó en una rama cercana—. Soy Fley, una mensajera de los vientos del norte. Por un pequeño precio, estaré encantada de ayudarles a encontrar su destino. –
Senn cruzó los brazos, aún desconfiado.
—¿Qué precio? –
Fley inclinó la cabeza, sus ojos brillando con astucia.
—Galletas, por supuesto. No viajo sin una recompensa adecuada. –
Igneous dejó escapar una carcajada.
—¿Galletas? Eso es todo lo que quieres a cambio de guiarnos. –
—¿"Eso es todo"? —replicó Fley, ofendida—. No subestimen el valor de una buena galleta. –
Senn soltó un suspiro, sacando un pequeño paquete de provisiones de su bolso. Sacó una galleta y la sostuvo hacia el ave, quien se lanzó hacia él con precisión impecable, atrapando la recompensa con su pico.
—¡Excelente elección! —exclamó Fley, mientras degustaba su premio—. Ahora, ¿a dónde quieren ir? –
—Estamos buscando a Galleous —dijo Senn, observando al ave con atención.
Fley dejó de comer y los miró fijamente.
—Oh, Galleous... Sí, sé dónde está. Pero advierto que el camino no será fácil. –
—¿Cuándo lo es? —murmuró Senn para sí mismo.
—Bien, entonces síganme. —Fley emprendió vuelo, trazando círculos en el aire antes de señalarles el camino con un movimiento elegante de sus alas—. Mantengan el ritmo. Yo no espero a los lentos. –
Igneous y Senn se miraron por un momento, y luego siguieron al peculiar guía, adentrándose aún más en el corazón de Northwind.
CONTINUARÁ...
Episodio 6 - Una muerte en la familia (Final - Pt. 1 de 4)
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