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Episodio 2 - Regreso a las sombras...

Año 152 DGG... Actualidad. Oakendale, Capital del Reino de Conchord...

Senn y Zulius escuchaban, en absoluto silencio, las palabras de Telaia Sendaris. La maestra del clan Sendaris, con su mirada fija y voz grave, relataba algo que ambos habían dejado en el olvido, o tal vez, nunca llegaron a saber. Thalleous, el mentor que había guiado sus pasos en sus días de juventud, había estado en una misión secreta mucho antes del primer ataque de Phytus, algo que ninguno de ellos había recordado hasta ese momento.

– Creo que lo recuerdo... – musitó Zulius, sus ojos fijos en el suelo mientras procesaba la información. – Cuando Thalleous me llevó de viaje, hace unos 5 o 6 años... –

– Maestra Telaia, – añadió Senn, su tono frío y calculador como siempre. – Pero eso... Sucedió hace tanto. Ya han pasado dos guerras desde entonces... –

Telaia asintió, como si las piezas de un rompecabezas por fin encajaran. – Bueno... La muerte de Thalleous, antes de la Segunda Gran Guerra, hace unos 5 años, dejó esta información enterrada. Recuerdo que Osivian me mencionó algo al respecto, una noche, poco después de que tú y Thalleous dejaran Sendaria. Al día siguiente, dejé la provincia, y solo una semana después, me enteraba del ataque y de la muerte de Osivian y Thalleous, al tiempo que era elegida como Maestra Sendaris... – hizo una pausa y se inclinó hacia adelante, su voz más baja. – Pero, aparentemente, hace dos días, un convoy militar de Conchord fue atacado. Los asaltantes robaron algunas joyas, pero lo más importante: varios mapas actualizados con rutas secretas. Los informes afirman que fueron ardoni, específicamente del clan Voltaris. –

Zulius y Senn intercambiaron miradas, cada uno con su propio torrente de pensamientos. Habían pasado cerca de un año y medio dedicados a la reconstrucción de Ardonia, tratando de sanar las heridas de la guerra y la pérdida. No se habían enfrentado a ninguna amenaza directa en ese tiempo, pero algo estaba cambiando.

– Maldición... – murmuró Zulius, sentado en uno de los muros de la habitación, frotándose la barbilla mientras sus ojos brillaban con la chispa de una mente que siempre estaba tres pasos adelante. – Una guerra tras otra... y nosotros sin siquiera ver esto venir. – Se levantó de su asiento con una calma inquietante, como si ya estuviera trazando el siguiente movimiento en su mente. –

– Esto cambia todo... – murmuró Senn, aunque no se veía sorprendido. Si algo lo caracterizaba, era la forma en que mantenía la compostura en situaciones como estas. El dolor de la pérdida de Ria, un año atrás, seguía pesando en su mente, pero su intelecto no podía permitirse distracciones. – Los Voltaris Renegados de la Gran Guerra... están de vuelta. –

Telaia, con una mirada penetrante, no perdió el hilo de la conversación. – Sí, y hay algo más que debemos discutir. – Hizo una pausa, como si la gravedad de lo que iba a revelar necesitara tiempo para calar en sus oyentes. – Hace años, Thalleous nunca mencionó tener un hermano mayor, ¿verdad? Nadie lo sabía, ni siquiera ustedes. –

Senn frunció el ceño, su rostro reflejando una mezcla de confusión y cautela. – ¿Hermano mayor? Nunca lo mencionó. –

Zulius se cruzó de brazos, la sorpresa surgiendo brevemente en su rostro, antes de que su mente comenzara a trabajar. – ¿Qué tiene que ver eso con los Voltaris? –

Telaia respiró hondo, como si estuviera a punto de desvelar un secreto que había permanecido oculto durante demasiado tiempo. – Su nombre es Galleous. Y está oculto en algún lugar de Northwind. – Hizo una pausa, observando las reacciones de ambos. – Galleous fue quien fundó Ataraxia, el refugio para los sobrevivientes de la Gran Guerra, al este de Crown Peak. Su visión era diferente a la de Thalleous, y sus diferencias ideológicas lo llevaron a autoexiliarse. Nadie sabía de su existencia hasta ahora. –

Senn permaneció en silencio, su mente procesando la información rápidamente. No había conocido a Galleous, pero su curiosidad había despertado. La conexión con Ataraxia... y las decisiones que separaron a los dos hermanos, eso ya le decía mucho.

Zulius, sin embargo, era otro tipo de mente. Mientras sus ojos brillaban con un enfoque táctico, asintió lentamente, ya visualizando los hilos que unían la historia con el presente. – Galleous... ¿y qué se supone que debemos hacer con eso? –

Telaia los miró fijamente. – Es necesario investigar. Hay más en juego de lo que parece. Pero también hay algo más urgente que debemos abordar ahora mismo. Los Voltaris Renegados están de vuelta, y no sabemos cuántos de ellos están operando en las sombras. Eso es lo que importa ahora. –

Senn se levantó, sus ojos fríos como el hielo mientras su mente se ponía en acción. – Yo buscaré a Galleous. Si está involucrado en algo relacionado con los Voltaris, necesito saberlo. –

Zulius, por su parte, ya estaba trazando sus propios planes. – Y yo me encargaré de investigar los Voltaris. Si alguien está moviéndose en las sombras, no voy a dejar que se escapen. – Sus ojos brillaban con la frialdad calculadora de un estratega que siempre está tres pasos adelante. –

Telaia asintió, satisfecha con sus decisiones. – Que así sea. No podemos permitirnos perder tiempo. Esto puede ser solo el principio de algo mucho más grande. –

La conversación dejó una sensación de inquietud flotando en el aire. Las piezas estaban en movimiento, y tanto Senn como Zulius sabían que lo que venía podría cambiar el destino de Ardonia para siempre. Pero, como siempre, estarían listos para enfrentar lo que fuera necesario.

Días después... Palacio de Crown Peak...

El eco de los pasos de Abigail resonó suavemente por los pasillos del Palacio de Crown Peak. Cuando entró en la sala del trono, sus ojos se encontraron con los de Senn y Zulius, quienes ya la esperaban. Aunque la noticia del regreso de los Voltaris aún no había sido divulgada públicamente, la información había comenzado a circular entre los altos mandos de Ardonia, y Abigail no tardó en ponerse en contacto con Zulius, ya que tenía algo crucial que compartir con ellos.

– Abigail – saludó Senn, con su tono de siempre, frío y directo, pero con una ligera inclinación de cabeza que indicaba respeto. Abigail correspondió con una leve reverencia, su actitud relajada pero firme, siempre profesional, a pesar de su naturaleza alegre y cálida.

– Zulius me informó que tenías algo para nosotros – añadió Senn, en un tono que no dejaba lugar a dudas sobre la importancia de la conversación.

Abigail respiró hondo, recordando los eventos que había vivido y que, aunque no lo sabía en su momento, ahora estaban directamente relacionados con lo que estaba ocurriendo en el presente.

– En efecto... – respondió ella, su mirada tranquila pero cargada de significado. – Cuando recién comencé mi viaje, todavía era una joven granjera... Estaba tras la pista de un ladrón que había robado un huevo de dragón en Etherea. Lo perseguí por todo Conchord, hasta los valles. Allí, descubrí que dicho ladrón había sido contratado por alguien más... los Voltaris. –

Zulius y Senn se miraron de inmediato, sorprendidos, la sorpresa claramente reflejada en sus ojos. Lo que Abigail contaba sucedió casi al mismo tiempo que la muerte de Thalleous y los demás maestros, y la conexión no pasó desapercibida.

– ¿Voltaris? – murmuró Senn, su voz tensa. – Esto... no puede ser una coincidencia. –

Abigail asintió con solemnidad antes de continuar.

– Sin embargo, algo salió mal... Los compradores fueron eliminados. En ese entonces, no estaba familiarizada con los ardoni, así que no interrogué al sobreviviente y lo dejé marchar. – Abigail se detuvo un momento, como si reviviera aquellos días inciertos de su vida. – Los Voltaris estaban interesados en los huevos de dragón... –

Senn, de pie en su postura firme, reflexionó rápidamente. Su mente de alta capacidad, aunque aún marcada por la melancolía y el dolor que sentía desde la pérdida de Ria, estaba funcionando a la perfección. Era un estratega innato, incluso cuando las circunstancias lo sobrepasaban.

– Al parecer... – comenzó Zulius, su tono relajado pero afilado como una espada. – Son listos, los desgraciados... Aprovecharon que en ese entonces, había caos en todo el mundo y se movieron manteniendo un bajo perfil, disfrazándose entre las sombras del desorden... – Su mirada, siempre tan calculadora, se encontró con la de Senn. – Creo... que aún no tengo un plan para eso. – A pesar de su tono casual, Zulius estaba profundamente enfocado, su mente siempre anticipando todos los movimientos posibles.

Abigail los observó, notando que Senn parecía más preocupado por los Voltaris de lo que había demostrado hasta ahora. Él también había comprendido la magnitud de lo que se estaba revelando, pero era Zulius quien parecía estar absorbiendo la información como un estratega, como alguien que sabía que cada pieza del rompecabezas llevaba a una conclusión inevitable.

– Eso no es todo... – añadió Abigail, con un toque de seriedad que captó la atención de ambos. – Cuando recuperé el huevo y mi dragona Luna nació, fui contactada por un extraño... Un hombre que me guió a convertirme en reina del End. Nunca lo vi, siempre se comunicaba conmigo a través de aves mensajeras... pero me dijo su nombre. Galleous Sendaris. –

El silencio llenó la habitación por un momento. Los ojos de Senn y Zulius se encontraron una vez más, pero esta vez la sorpresa era reemplazada por algo más, una sensación de alivio al mismo tiempo que un sinfín de nuevas preguntas surgían.

– Eso confirma su existencia... – murmuró Senn, sin girarse completamente, pero sus palabras, aunque casi en un susurro, traían consigo un peso que parecía levantar una parte del misterio.

Zulius observó la expresión de Senn con interés. Aunque el joven rey era el líder de Ardonia, Zulius había llegado a comprenderlo profundamente. Senn no era solo un rey pragmático; debajo de su fachada de frialdad, aún quedaban huellas del dolor que lo aquejaba. La revelación sobre Galleous lo había tocado más de lo que habría querido admitir, aunque Zulius sabía que ese toque de vulnerabilidad no duraría mucho. Los dos eran iguales en ese sentido: siempre resurgían, siempre se reponían.

– ¿Es todo lo que sabes, Abigail? – preguntó Zulius, su tono suave pero con una curiosidad sutil que no pasaba desapercibida.

Abigail asintió, un tanto apenada. – Sí, lo lamento. –

Zulius no parecía molesto, al contrario, había algo en su actitud que transmitía gratitud por lo que Abigail había compartido, aunque la información aún fuera escasa. Era la pieza que faltaba para que todo encajara, pero Zulius no era de los que se quedaban esperando respuestas. Él las encontraba.

– No, no... No te disculpes, con eso basta. Gracias – dijo Zulius, con una sonrisa tenue, pero sincera. Su mente ya estaba trabajando en las implicaciones de todo lo que acababa de escuchar. 

Senn los observó en silencio, su mirada fija en el horizonte, como si ya estuviera visualizando los próximos movimientos, ya no solo en el tablero de guerra, sino también en la conexión de los hilos que ahora lo unían con Galleous.

– Tenemos trabajo que hacer... – dijo finalmente Senn, con su voz firme, aunque no tan distante como antes. El momento que compartían los tres era breve, pero lleno de comprensión tácita.

Zulius asintió con un gesto de calma, su mente corriendo a toda velocidad para anticiparse a lo que vendría. Sabía que las piezas que ahora caían en su lugar no eran sólo un desafío para ellos, sino para todo Ardonia. Y mientras se giraba para comenzar a trazar su siguiente movimiento, una pequeña, casi imperceptible sonrisa cruzó su rostro. No estaba preocupado. Había anticipado esto mucho antes de que siquiera se revelara.

CONTINUARÁ...

Episodio 3 - Una jugada de Corazón...

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