Episodio 1 - Un vistazo hacia atrás
Año 145 DGG... Meses antes del inicio de Tales of Ardonia: Songs of War (Season 1)... Muros del Tiempo, Reino de Northwind...
Bajo la luz pálida que iluminaba los Muros del Tiempo, Thalleous Sendaris permanecía inmóvil. Sus ojos recorrían meticulosamente el 11° muro, grabado con los relatos de la Gran Guerra. Había leído esos textos innumerables veces, pero algo en ellos lo inquietaba ahora más que nunca. La razón exacta de su intranquilidad escapaba incluso a su mente lógica. Con un suspiro profundo, dio media vuelta, buscando a su acompañante.
—Hawken, no veo qué... —Su voz se apagó al girarse y encontrar al Cronista que lo había contactado, profundamente dormido, sentado en un banco cercano. Thalleous frunció el ceño y se acercó. —¡Hawken! —exclamó con un tono severo.
El hombre despertó sobresaltado, parpadeando mientras trataba de ubicarse.
—Ah... sí, exacto. —Rápidamente retomó su compostura, aunque el rubor en su rostro lo delataba. —Entonces, ¿ves lo que significa, Thalleous? –
Thalleous lo observó con incredulidad y una pizca de molestia.
—Hawken... ¿Estabas dormido? —preguntó, cruzándose de brazos.
—¿Dormido? ¡Por supuesto que no! —replicó el Cronista, alzando el mentón como si el simple hecho de insinuarlo fuera ofensivo. Sin embargo, evitó responder directamente y, en cambio, avanzó hacia el muro. —Mira, justo aquí —dijo, señalando un párrafo en la extensa inscripción. Sus dedos temblorosos indicaban su entusiasmo. —¿Dónde dicen los muros que se llevó a cabo el duelo final? –
—Monte Velgrin... —respondió Thalleous, su voz carente de interés.
—Indudablemente. —El tono de Hawken se tornó solemne, mientras entrelazaba sus manos detrás de la espalda. —Pero presta atención, Thalleous. Muy pocos textos históricos mencionan que el duelo final de la Gran Guerra tuvo lugar en la cima de esa montaña. –
Thalleous lo miró, aún incapaz de comprender la importancia de lo que insinuaba.
—Entonces... —dijo, buscando claridad—, ¿qué quieres decir exactamente? –
Hawken soltó un leve suspiro, como si estuviera explicando algo evidente.
—He oído rumores... rumores de una presencia en la cima del Monte Velgrin. Como todo erudito curioso que soy, envié un grupo de exploradores para investigar. –
—¿Y? —Thalleous arqueó una ceja.
Hawken hizo una pausa, dejando que el silencio pesara sobre ellos antes de concluir con voz sombría:
—Eso fue hace más de seis semanas. –
Thalleous lo observó con atención.
—¿Cuál fue el reporte? –
El rostro de Hawken cambió de inmediato, su expresión serena reemplazada por una mezcla de frustración y preocupación.
—¡NO HUBO REPORTE! —exclamó, acercándose un paso. —Ninguno jamás regresó. ¿Qué crees que eso significa? –
Thalleous permaneció en silencio, procesando las palabras.
—No estoy seguro, Hawken. –
—¡Los Voltaris, Thalleous! ¡Los Voltaris! –
Los ojos de Thalleous se entrecerraron mientras comenzaba a entender.
—¿Crees que los Voltaris... están en la cima del Monte Velgrin? –
—Sin duda alguna. —Hawken hablaba ahora con absoluta convicción. —He escuchado de tus hazañas como cazador de Voltaris desde el final de la Gran Guerra. Por eso, decidí traerte aquí. Esta pista podría ser la clave para localizarlos de nuevo. –
Thalleous desvió la mirada hacia el muro una vez más. Sus pensamientos lo llevaron a los recuerdos de los Voltaris, los últimos vestigios de un enemigo que había cazado durante años.
—Han pasado años desde que perdí el rastro de los Voltaris... —murmuró, su voz cargada de melancolía. Después de un momento de reflexión, levantó la mirada hacia Hawken. —Iré al Monte Velgrin y lo veré por mi cuenta. –
—Nu-huh, aguarda, Thalleous. —Hawken levantó una mano, deteniéndolo. —A pesar de no ser un Cronista formal, siento que es mi deber acompañarte. Lo que encontremos allí debe ser documentado, y además... —hizo una pausa, su tono se suavizó notablemente—, también me gustaría saber qué les ocurrió a los exploradores que envié. –
Thalleous lo observó en silencio, evaluando la determinación de Hawken. Finalmente, asintió levemente.
—Muy bien, pero será peligroso. Debes estar preparado para lo peor. –
Hawken sonrió nerviosamente.
—Por supuesto. Después de todo, ¿qué podría salir mal? –
Las palabras del Cronista resonaron con un eco involuntario de ironía, mientras la luz tenue del muro proyectaba largas sombras a su alrededor.
Días después... Cima del Monte Velgrin...
El frío viento del Monte Velgrin azotaba la cima con un silbido constante, arrastrando la nieve que crujía bajo los pies de Thalleous y Hawken. Ambos observaban el paisaje desolado, envuelto en un inquietante silencio. El Cronista fue el primero en hablar, sus palabras quebraron la calma de la escena.
—Fue aquí... justo aquí donde envié a los exploradores. —Su voz temblaba, pero no solo por el frío.
Thalleous no respondió de inmediato. Su mirada estaba fija en una estructura alzada en el centro de la colina, una construcción tosca de piedra fangosa y obsidiana reseca, formada como un arco. La edificación exudaba una sensación de antigüedad y amenaza.
—Quédate aquí y examínala —dijo Thalleous con firmeza, mientras se dirigía hacia una pequeña cueva iluminada por el tenue parpadeo de una antorcha.
Dentro de la cueva, encontró un caótico conjunto de armas, armaduras y suministros abandonados. El polvo reciente sobre los objetos sugería que habían estado allí poco tiempo. Entre los escombros, un escudo desgastado captó su atención. Lo tomó y lo llevó afuera, arrojándolo a los pies de Hawken, quien giró alarmado.
—Alguien estuvo aquí —anunció Thalleous con voz grave—. Y no hace mucho. –
Hawken recogió el escudo, examinándolo con atención.
—Qué extraño... —murmuró, llevándose una mano al mentón—. ¿Por qué dejarían sus pertenencias a la vista, donde cualquiera podría encontrarlas? –
Thalleous no respondió de inmediato. Un escalofrío recorrió su espalda, y su mano instintivamente se posó sobre la empuñadura de su espada. Su mirada se deslizó hacia la oscuridad detrás de ellos.
—Eso es porque aún están aquí... —susurró Thalleous.
Hawken giró rápidamente, su rostro pálido por la alarma. De las sombras, un grupo de seis Voltaris emergió, sus ojos resplandeciendo con un rojo penetrante. Los rodearon con movimientos fluidos y silenciosos, formando un círculo perfecto. Thalleous desenvainó su espada en un solo movimiento, mientras Hawken levantaba el escudo con manos temblorosas. Entonces, un séptimo Voltaris apareció, caminando con calma, su espada arrastrando un surco en la nieve.
—Thalleous Sendaris... —dijo con un tono burlón, que resonaba con confianza peligrosa—. He oído muchas cosas sobre ti.
Thalleous mantuvo su postura defensiva, analizando a su oponente.
—Yo no he oído nada sobre ti. —Su tono era frío y desafiante.
El Voltaris esbozó una sonrisa torcida y acarició la hoja de su espada.
—Eso lo sé. Me aseguré de que fuera así. —Hizo una breve reverencia, teatral y cargada de sarcasmo. —Soy Tygren Voltaris. —Su voz se endureció mientras daba un paso al frente. —Y tú, Thalleous Sendaris, eres el campeón que ha diezmado a mi clan. Esa espada que portas ha cobrado demasiadas vidas Voltaris. Cuando termine contigo, la tomaré como trofeo y exterminaré al doble de los tuyos. –
Sin previo aviso, Tygren lanzó una ráfaga de energía Aggrosphere. Thalleous se apartó ágilmente, mientras Hawken se lanzó al suelo para evitar el impacto. Tygren cargó inmediatamente contra Thalleous, quien respondió con su espada en alto. El choque inicial fue feroz. Las espadas resonaron como campanas mientras ambos combatientes intercambiaban golpes rápidos y precisos. Thalleous esquivó un barrido de Tygren, devolviendo el ataque con una patada que conectó con su oponente, seguida de un corte en su brazo derecho. Tygren retrocedió, pero lejos de mostrarse debilitado, sonrió mientras cambiaba su espada a la mano izquierda. Thalleous aprovechó la ventaja temporal y cargó de nuevo. Tygren respondió con agilidad, sus movimientos precisos y calculados lo mantenían al nivel del campeón. La pelea alcanzó un clímax cuando Tygren giró en el aire con un movimiento inesperado, cortando el torso de Thalleous.
—¡No! —gritó Hawken, avanzando con el escudo en alto.
—¡No te metas! —ordenó Thalleous, jadeando.
Tygren volvió a la carga. Sus ataques eran veloces y letales, obligando a Thalleous a retroceder, perdiendo finalmente su espada. Viéndose indefenso, Thalleous se retiró con un movimiento desesperado de Mobiliflash, creando distancia entre ellos. Tygren levantó su espada con calma, cargando otra ráfaga de Aggrosphere y disparándole directamente a Thalleous. Sin embargo, Hawken se interpuso, bloqueando el ataque con el escudo. El impacto lo lanzó al suelo, pero no lo detuvo.
—¡Hawken! —gritó Thalleous mientras se arrastraba hacia su espada.
Tygren caminó lentamente hacia el Cronista, quien apenas lograba levantarse. En un movimiento rápido y brutal, Tygren atravesó el pecho de Hawken con su espada. La nieve bajo ellos se tiñó de rojo mientras el cuerpo de Hawken caía inerte. Thalleous, furioso y con lágrimas ardiendo en sus ojos, cargó hacia Tygren. Este esquivó el ataque con facilidad y contraatacó, hiriendo a Thalleous en el vientre y derribándolo de bruces. Tygren se inclinó sobre él, su tono ahora lleno de desprecio.
—Durante años nos hemos preparado para este momento, Sendaris... Y tú no serás quien interfiera. –
Levantó su espada para el golpe final, pero Thalleous, en un último acto de desesperación, activó Mobiliflash y escapó colina abajo. Corrió hacia el borde de un acantilado y, al saltar, utilizó su habilidad una vez más, reapareciendo al otro lado del precipicio. Herido y exhausto, Thalleous sabía que había fallado en enfrentarse a esta amenaza. Ahora, cargaba con la muerte de Hawken, pero también con una nueva misión: advertir a los suyos de que los Voltaris no solo habían regresado, sino que estaban más preparados que nunca.
CONTINUARÁ...
Episodio 2 - Regreso a las sombras...
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