Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

La Escoria Del Mountain River AcademyParte II


Con un largo bufido, Sunshine se tiró en la cama de Trixie. La ilusionista cerró la puerta, viendo a Sunset revolcarse, estirarse y después abrazar una almohada.

-Sí que me siento agotada- murmuró.

-No viniste a dormir, Escoria- le dijo aún recelosa con la invitada. -. Aún me parece irreal todo esto- murmuró, mirándola sin poder evitar asombrarse que quien parecía ser Sunset Shimmer, no lo era.

-Dime Sunset Shimmer.

Trixie levantó la mirada hacia ella y la joven se hallaba con mirada seria viendo el tumbado.

-Creí que te desagradaba.

-Es uno de esos momentos en la vida en que rompes un poco tus propias reglas para ser sincera contigo misma- estiró la cabeza para verla –con un extraño en el que sientas que puedes confiar.

-¿Por qué confías en Trixie?- preguntó curiosa mientras se acercaba.

-¿Corazonada?

Trixie se sentó en la orilla de la cama y se miraron.

-Entonces, dime... ¿Es cierto los rumores? Eso de la familia de renombre, espíritu rebelde, tus contradicciones, los bikinis, los chicos en tu cuarto, tus intentos de escapes.

Sunshine tiró una risa.

-La del apendicitis es mi favorita- puso sus brazos tras su cabeza -. ¿Tú los crees?

-Trixie no sabe ya en qué creer...ni en quién.

-Ni en ti misma, ¿cierto?

Trixie parpadeó, removiéndose en su asiento.

-Conozco esa sensación, Trixie- continuó Sunshine -. No te tomaré todo el día en contar la triste historia de una huérfana que fue adoptada por una pareja de clase alta a dejar su ciudad natal para vivir a millones de kilómetros lejos. Que su padre era bueno pero a lo mucho que pasaba en casa era un fin de semana cada mes por los viajes de negocios, y que amó mucho a su madre adoptiva pero que el destino se la arrebató para darle una madrastra que contradecía todo lo que le enseñó su madre, hasta que se hartó y se fue sin mirar atrás.

Trixie asintió y se deslizó más adentro a la cama, obligando a Sunshine a recoger sus piernas para que Trixie lograra meterse y pegar su espalda contra la pared, acomodándose.

-Trixie no tiene nada mejor qué hacer.

-¿Quién te entiende, mujer?- sonrió - ¿Por qué te importa tanto saber de mí? ¿No dijiste que era una extraña?

-Sí, pero... ¿no también dijiste que ves mucho de ti en Trixie? Así que sí, me compete oír tu historia.

-Touché, Lulamoon. Y ya, dime Sunset Shimmer.

Trixie arrugó la frente.

-Lo siento, pero no puedo llamarte por tu nombre.

"Me rompería", pensó, y Sunshine arrugó la frente, mirando como el semblante escéptico de Trixie se rompía por suavizar el rostro de nostalgia y tristeza.

-¿Por qué?- quiso saber y Trixie puso la barbilla tiesa.

-No puedo decírtelo.

-¿Será la misma razón por la que te incomoda mi presencia?- torció el gesto, incorporándose para sentarse y estar más cerca. Los músculos de Trixie se contrajeron.

-Aléjate- murmuró, encogiéndose, pero Sunshine frunció el ceño y se pegó más a ella. La piel de Trixie ardía mientras se mezclaban ideas y sentimientos a la vez.

-¿A quién ves en mí?- preguntó.

-¡Ya cállate!- le gruñó.

-¿Qué? ¿Te soy una molestia?

"¡Eres una molestia!"

"Tú también lo vales".

"Eres adorable"

"Para mí siempre serás Trixie. Sea como te vean los demás o qué vestidos caros uses"

"También eres importante para mí....Eres mi mejor amiga y te quiero, y mucho".

Sunshine contempló sin pestañear cómo el rostro de Trixie cambiaba, descomponiéndose tan rápido, aguándoseles los ojos y torciendo la boca, completamente rota.

Era demasiado. Demasiado duro. Y Trixie se abalanzó a ella.

-¡Por favor, lo siento, lo siento, perdona a Trixie, por favor!- suplicó y Sunshine la recibió, curvando las cejas. -. ¡Trixie lo lamenta tanto, Sunset, pero lo hice por ti, por ti y nadie más que por ti!- jadeaba descorazonada y la miró, en serio, creyendo ver a su examiga frente a ella al menos un momento -. Trixie lo hizo por ti y odio la idea de que me odies, pero si eso te salva, si es la única forma de devolverte todo lo que has hecho por Trixie, ¡Ódiame hasta la médula! ¡Ódiame lo que quieras pero sé feliz!- y agachó la cabeza, apoyando su frente en un hombro.

Sunshine había quedado petrificada. No pudo contenerse en vidriar los ojos al sentir tan vivo el dolor de Trixie y la abrazó más fuerte.

-Los rumores son falsos- sinceró Sunshine -. Todos son falsos. Todos fueron esparcidos por Madam Elegancy, mi...mi madrastra- gruñó -. ¡La madrastra de una amiga de la infancia era dulce y tierna! ¿Por qué a mí no me tocó una así? Tuve una mujer tan hipócrita y mala en el lugar de mi madre, quien me decía siempre que sea yo misma, que defienda mi naturaleza, con lo que nací y adquirí pero Madam no- desvió el rostro, pudiendo verse a ella, de doce años, siendo intimidada por Madam.

"-Pero mi madre me dijo...- contradecía Sunshine.

-¡"decía", Sunset! Ya no está aquí y yo sí.

-¡Pero tú no eres mi madre!- le refutó, enojada.

-¡Pero si Nice Teach tampoco lo era! Y yo tampoco lo soy, porque nunca tuviste una realmente y fuiste recogida. Eres una recogida con suerte que no merece el prestigioso y lujo de esta familia, a la cual no perteneces realmente ¿A dónde crees que vas?- preguntó cuando Sunshine quiso irse, resistiendo el dolor y las lágrimas pero Madam la atajó del brazo -. Soy tu tutora y voy a corregirte a que seas una verdadera Señorita. ¡Mejor en mis manos la academia que en las de tu madre! Tendrá la disciplina, la directora que siempre necesitó. Si va hacer tu herencia, ¡Lo harás a mis reglas!".

Sunshine desvió la mirada, para separarse y tanto Trixie como ella se miraron.

Y no se sintieron más como unas extrañas.

Sino unas desconocidas que bien pudieran ser amigas si otras fueran las circunstancias.

...

-Vaya situación la tuya...- murmuró Sunshine tras escuchar la historia de Trixie, omitiendo claro que era amiga de su contraparte pony y la magia, pero sí de que tuvo que mentir para su bien.

-Ni se diga la tuya- comentó -. Escapaste de todos los lujos, de tu herencia, de tu familia...por libertad- suspiró -. Esa palabra..."libertad", suena como una verdadera utopía.

-Sólo con mi padre mantengo contacto- aclaró -. Pero...nunca se separó de Madam por mí y...bueno, no iba a pedírselo. La verdad ignora muchos episodios en el que Madam me presionaba hasta llegar el punto en que temía todo el tiempo hacer el más mínimo movimiento...

-...por miedo a ensuciar la imagen que han trabajado por nosotros- completó Trixie, sabiendo bien lo que se siente eso y la miró -. Trixie lo lamenta...pero tú no eres libre como dices ser.

Sunshine arrugó la frente, a punto de abrir la boca para contradecirle pero Trixie continuó hablando.

-Escapar no es igual a ser libre.

Sunshine cerró la boca.

-Al final, ganó Madam- concluyó con seriedad y Sunshine sintió los grilletes apretarle las muñecas y los tobillos.

-Al igual que tu padre- se aventuró.

-Al menos Trixie lo admite.

-¿Y admite que todo lo que te enseñó tu amiga se fue al caño al estar aquí forzándose a un molde?

Trixie no dijo nada por unos minutos, digiriendo la pregunta, y le cayó mal.

No había mucho qué pudiera refutar ni la diferenciaba tanto de Sunshine. Tal vez, sólo tal vez, Trixie pudo haber hecho algo más. Pudo haber ideado algo con Las Rainbooms, no dejar ganar en esta ocasión a su padre pero...el tiempo era tan corto...y el miedo tan grande...como su inseguridad. Así que prácticamente huyó y se encontraba haciendo lo contrario a tanto que estaba trabajando en los últimos meses, de ser una mejor versión de ella misma, dejarse ser. Pero no. Estaba en el peor lugar del mundo para hacerlo. En donde todas tenían grabada la misma mecánica de definición de lo que era correcto de Madam Elegancy.

Tragó saliva y miró a Sunshine, asimismo ensimismada en su cabeza. Se veía ahora tan confusa y desorientada como la propia Trixie...

Sunshine despertó de su encierro al sentir un mano enredarse con la suya. Miró a Lulamoon, quien no pudo evitar comparar que no sentía la misma sensación a cuando le tomaba la mano a su Sunset Shimmer...pero por eso mismo lo hizo. Basta de comparaciones. Basta de menospreciar a Sunshine por el recuerdo fantasma de Sunset. Trixie envolvió enteramente su mano y cerró los ojos, olvidando que el cuerpo que se asemejaba a Sunset, era indiferente, y se concentrara en lo que era ella. Sunshine era más que la contraparte humana de Sunset Shimmer. Era una joven mujer tan enredada en su vida como lo estaba ella y tal vez, necesitaba apoyo...tal vez necesitaba a Trixie, y Trixie se lo quiso dar.

-No sé qué estás haciendo- habló Sunshine. Trixie abrió los ojos para verle una sonrisa cálida en su rostro -. Pero está funcionando...gracias, Trixie- elevó la sonrisa -. Sé que sonará extraño...como si no fuera de por sí extraño que tomaras mi mano tan descaradamente...

-¿Lo siento?- dudó -. ¿Quieres que la suelte?

-No lo hagas- suspiró y retomó el tema -. Iba a decirte que...siento que ya te conozco, de algún lado...

-Lástima que Trixie no pueda decir lo mismo- sinceró, porque recién conocía a esta chica por más que le recordara a Sunset su físico. -. ¿Quién es Sunshine en realidad? ¿La que está en el escenario?

-Ese es un personaje.

-¿La que discute con Madam?

-Esa es mi resentido lado rebelde.

-Entonces, ¿Quién es Sunshine?

Los ojos cyan se suavizaron y esta vez la mano de Sunshine se desenredó de la Trixie para ser ella quien aprete la suya.

-La que está aquí contigo- ensanchó la sonrisa -. A tu lado, cualquiera puede ser uno mismo y puede sentir libertad.

Un rayo, o más bien, una descarga, estremecieron todo el cuerpo de Trixie que la hizo respingar con fuerza.

-¿Estás bien?- preguntó Sunshine ante la desconcertada cara de Trixie.

-Eso creo- murmuró, sintiendo una rara sensación en todo su cuerpo, como un cosquilleo danzando dentro de ella. Sacudió la cabeza -. Como sea- suspiró Lulamoon -, dejemos esto y hazle un favor a Trixie.

-¿Un favor?

-Sí- sonrió con sinceridad -. No puedo estar tranquila en tenerte aquí sin que tu fan número uno lo sepa.

...

-¡Estúpidos, estúpidos filósofos y su complicada manera de pensar, con razón te suicidaste!- se quejaba Harmony, una vez más, sola en la sala de castigos sacudiendo fúrica en alto un libro con la portada de Sócrates.

Esta vez cantar "anaconda" de Nikki Minaj mientras caminaba por los pasillos le ganó leer un libro no tan largo pero sí complicado y escribir un ensayo de cincuenta páginas a mano en un día libre.

-En realidad- se apareció una nueva voz -fue obligado a tomar cicuta tras ser juzgado por un tribunal. Así que...técnicamente fue un suicidio forzado...

Aquella voz...

Harmony volteó el rostro en dirección a la puerta para quedar petrificada al ver a Sunshine con las gafas oscuras puesta sonriente hacia ella y Trixie a su lado, al pie de la puerta de la sala de castigos.

-Sunshine, Harmony Mix. Harmony, Sunshine- presentó Trixie y su compañera se puso de pie enseguida, aún anonadada.

-Hola, Harmony. Sí que sobresaliste del público con una buena imitación de mi atuendo- bajó las gafas hasta la punta de la nariz y le guiñó -. ¿Verdad que es sexy?

Harmony no resistió. Todo se puso blanco y cayó pesadamente al suelo.

-Nostalgia...- se murmuró Trixie -. Me recuerda a Rarity.

-¿Quién?- dudó Sunshine.

-¡Hey, sé que no estás en serio desmayada!- exclamó Trixie y Harmony se puso en pie de un salto, y como toda una fangirl dio chillidos finos seguidos de brinquitos.

-¡Sunshine, Sunshine, Sunshine!- chilló y corrió hacia ella para abalanzarse sobre su cuerpo que la hizo retroceder algunos pasos.

-Sí, esa soy yo- se rió la joven, palmando su espalda.

-¡Eres tan genial, tan cool! ¡Te amo! ¡Te adoro! ¡Eres increíble! ¡Podría besarte!

-See... suelo provocar eso...- bromeó, encogiéndose de hombros a la vez que se lucía.

-¡SELFIE!- gritó y sacó su celular del bolsillo y la pegó a ella para lanzar varios flashes. Ninguna sonrió, más bien hacían diferentes muecas hasta llegar al muy usado duck face.

Trixie se sonreía al ver la escena cuando se da vuelta y ve unas cuatro chicas viéndolas también. Trixie elevó la sonrisa.

-¿También quieren una foto?- preguntó.

Las chicas curvaron las cejas, dubitativas.

-Pero Madam...

-¡Madam no está aquí!- exclamó Sunshine, mirando hacia ellas -. ¡Únanse!

Las demás se sonrieron y entraron al salón. Asimismo, se dejaron soltar y con Sunshine y Harmony hicieron todas las muecas y poses posibles, hasta reírse de ellas mismas.

El bullicio y las carcajadas llamaron la atención de las demás estudiantes que pasaban por la sala de castigos, quienes se asomaban y velaban lo divertido que era hasta animarse y unirse a la improvisada sesión de fotos, sacando sus propios teléfonos.

Trixie contempló a todas las jóvenes. De los días que había pasado en la academia, era la primera vez que las veía muy sonrientes, unidas, soltando su personalidad, rompiendo el personaje que moldea Madam Elegancy. Las chicas podían ser ellas mismas y sin temer a ser juzgadas por eso.

Y Trixie quería un poco de eso.

-¡Hey, esperen a Trixie!- exclamó ansiosa pero una mano se posó sobre su hombro, reteniéndola.

-¡"Beatrix"! ¡Tú nombre es "Beatrix"!

La reprendedora voz de Madam Elegancy cortó de golpe el momento. Las risas se esfumaron tal como vinieron y las jóvenes se separaron, de vuelta a su papel, de nuevo reteniendo su personalidad mientras Elegancy miraba los alrededores con los ojos desorbitados, posándose sobre Sunshine.

-¿Ves lo que causas? No permitiré que corrompas a mis alumnas. ¡Vete de una vez!

-¡No, no me iré!- enfrentó llevándose las manos a las caderas -. ¿Y qué causo? Causo diversión, causo confianza. Hago que estas chicas sean lo que quieran ser y no lo que tú quieres. Los educadores dan manuales para ayudar a formar a sus alumnos. Le dan autonomía para que escojan lo que está bien y no lo que para que según tú consideres bien. Estás para ayudar, no para mandar. Estás para tolerar, y no para juzgar.

Las jóvenes se miraron entre sí ante las declaraciones de Sunshine, pero Madam ni se inmutó ni intimidó.

-Sabias palabras vienen de alguien como tú ¿Para qué las dices?- preguntó, sonriendo con su segunda, soltando a Trixie para caminar hacia ella -. ¿Para que terminen como tú? De tenerte de ejemplo, ¿A ti?- tiró unas carcajadas frías -. ¿Y qué eres...Sunshine, más que la escoria no sólo de nuestra institución, sino también de tu familia, de tu sociedad, de tu vida?- se posó frente a frente a ella -. No eres más que una recogida afortunada pero indigna y no haces más que ensuciar el linaje de nuestra institución, mucho peor que el trabajo de Nice Teach.

-Insúltame lo que quieras- habló con mayor seriedad -. Pero no metas a mi madre en esto. Y quien ha ensuciado el linaje de esta institución...

-¡Eres tú!

La tercera voz hizo que tanto las alumnas presentes, Sunshine y Madam, voltearan a ver a Trixie.

-Trixie no permitirá que le digan qué hacer, cómo actuar y qué decir, ¡Ya no!- bramó la ilusionista, firme y encarando a Madam.

La maestra apartó su atención de Sunshine y miró a Trixie.

-¿Qué has dicho, Lulamoon?

-¡Lo que oyó!- miró a Sunshine -. Yo no voy a escapar- y regresó su mirada en Madam -. Trixie enfrentará todo lo que viene en su camino y empezará por usted. Sunshine no será el ejemplo ideal, pero tampoco usted, ¡nadie enteramente lo es! Somos humanos, erramos pero mejoramos, aprendemos unos de otros. Trixie se equivocó por mucho tiempo y tal vez lo seguirá haciendo, pero corregirá lo que hizo, siendo leal a sí misma, sin temor de no satisfacer a los demás- miró a las alumnas -. ¡Ya va tiempo que nos satisfagamos! ¿O van a negarle a Trixie que hace un rato no se sintieron bien siendo ustedes mismas, rompiendo el papel que tanto nos exigen moldear?

Todas las jóvenes se mantenían calladas, pero sus intercambios de miradas le daban la razón. Bueno, no todas mantuvieron la boca cerrada.

-¡Trixie tiene razón!- exclamó Harmony, haciéndose pasos entre las chicas e integrándose a la discusión -. Yo no quiero ser la Señorita que define Madam Elegancy, sino la Señorita que define Harmony Mix.

-¡Y tú eres la otra escoria!- la atacó Madam. -. Mis alumnas, ninguna se acercan a ti, las pocas amigas que tuviste, se marcharon y es que, ¿quién querría ser amiga de la nueva escoria?

Harmony le mantuvo la mirada, dolida por la verdad, cuando sintió una mano enredarse con la suya. Mix miró hacia un lado, a Star Shine.

-Yo- dijo la compañera de cuarto de Trixie, sonriéndole a Harmony pero con los ojos aguados -. No quiero encajar en un lugar que no me dejan ser yo misma, como podía ser cuando éramos amigas. Perdóname por abandonarte. Eres mi amiga y te traicioné, pero ya no.

Harmony se sonrió, aliviada y conmovida, por recuperar a su amiga.

-¡Y yo!- dijo otra chica, uniéndose a las dos jóvenes. -. Siempre quise ser amiga de Harmony y lo haré. Es rara, muy rara...

-¿Gracias?- dudó, parpadeando.

-Pero es genial y atenta. Así que... ¡Quiero ser yo misma! ¡Me gusta el dance y quiero bailarlo!

-¡Y yo!- se asomó otra -. ¡Y odio usar zapatos de tacón todo el día!- y se sacó los zapatos altos que cargaba, suavizando la cara de alivio -. Así está mejor. Así es Diamond White. Yo.

-¡Yo también los detesto!- apoyó otra chica, quitándose los zapatos y celebrando con la anterior. -. ¡Los tap tap me tenían loca!- chilló, llevándose las manos a la cabeza, desesperada.

-¡¿A quién no?!- se desahogó otra y las chicas se tiraron risas cómplices.

Sunshine sonrió de lado y miró la desconcertada cara de Madam Elegancy, que de a poco, rompió su propio papel y gruñó, tomó a Trixie del brazo y la encaró.

-La academia se ha ganado otra escoria. Tú, Lulamoon. ¡Fuera de mi academia!

-¿Qué?- dudó y la celebración paró tal como vino.

-¡Tú discursillo causó esto! ¡Te expulso del Mountain River Academy! ¡Y ya verás cómo tomará la noticia tu padre, que tanto dinero "invirtió" para meterte pese que no sea periodo de matriculación!

-¡Ah, no, no lo harás!- amenazó Sunshine -. Porque estás despedida. Te despido.

Madam soltó una risa burlesca mirando hacia ella.

-Pobre recogida ignorante, ¿Qué te hace pensar que voy a obedecer tus amenazas?

-¿Tantos rumores inventados te hacen olvidar la realidad?- disfrutó preguntar -. Te despido porque el Mountain River Academy es mío. Es herencia de mi madre, Nice Teach, y ya soy mayor de edad para tomar ese tipo de decisiones. Reclamo mi lugar porque soy su dueña y futura directora, por ley.

La bomba cayó y las jóvenes quedaron boquiabiertas. Madam contempló a Sunshine, sin reaccionar aún.

-No...no puedes dirigir la academia. ¡No sabes nada! Te la has pasado vagabundeando en bares cantando con un grupo de desadaptados. Es decir, ¡mírate! ¡Tan sólo mírate! ¡Eres La Escoria y eso no va a cambiar nunca!

-Das lástima, Madam. Sólo sabes juzgar. Sí es verdad, he estado tocando con un grupo para sobrevivir...y terminar la secundaria a distancia y pagar mi matrícula en la universidad- sonrió -. Tal vez no lo aparenta, si sólo juzgas lo que ves, pero estoy en tercer año para sacar mi título en educación.

-¡WOOHOO! ¡Eso te hace más cool!- vociferó Harmony y con las demás aplaudieron, celebrando a su nueva dirección y la cara impotente de Madam Elegancy.

-¡No vas hacer la directora!- le retó -. ¡Hablaré con tu padre!

-Hazlo. No me importa. Esté de acuerdo o no, no me importa. Es mi vida, mis decisiones y tú ya no tienes nada qué hacer en ella. Ni en la mía, ni en la academia- miró a Trixie -. Ya no voy a escapar- sonrió y desvió la mirada a su reloj -. ¡Oh! Ya son las cuatro. Las horas de visitas terminó y tú no eres más parte del cuerpo administrativo- la miró, elevando la sonrisa -. No me mires así, ¡Sólo obedezco tus reglas!- la despidió con la mano -. Bye, Bye.

-¡Bye, bye!- despidieron las demás en coro para lanzar risas y rodearon a Sunshine, admiradas por su valor y disparando preguntas para que desmintiera los rumores.

Madam, enteramente humillada, dio la espalda y simplemente se marchó, pero refunfuñando. "No me iré, no sin antes darle una lección".

...

-Así que te vas- dijo Sunshine apoyada en el marco de la puerta viendo a Trixie terminar de empacar sus cosas.

-Trixie dijo que no iba a escapar- le recordó sin dejar de moverse para arreglar su maleta -. Dejé muchos pendientes en mi ciudad.

-Uno en especial, ¿no?

Trixie tomó su maleta de ruedas y lo dejó sobre la cama para voltear y mirar a Sunshine, recordándole a su Sunset Shimmer, el pendiente especial.

-Sí.

-Y está bien- sonrió -. Me hubiera gustado que te quedaras a ver la nueva administración.

-¿No es mucho trabajo para una simple estudiante de educación?

-No todas las maestras son como Madam. Conozco algunas que trabajaron con mi madre y dirigiremos juntas la academia, para devolver la esencia que dejó mi madre, de impartir educación y etiqueta, sin tener que dejar tu esencia.

-Bueno...tienes a Harmony.

Ambas se sonrieron negando con la cabeza.

-Es genial- admitió Sunshine -, puede ser útil ejemplo para los demás al luchar por su independencia y originalidad- torció los ojos -. Claro, sin exagerar con su forma de rebelar contra el sistema. Creo que lo hacía por reacción a sentirse demasiado aprisionada...al igual que yo.

-Sí...- pensó, recordando la antigua Trixie, la insoportable ególatra y egoísta. Tal vez de manera inconsciente, era un grito de auxilio, que ni ella misma lo sintió venir...y sólo Sunset Shimmer lo escuchó. Sonrió lentamente -. Conozco la sensación.

-¿Vas estar bien, Trixie?

-Lo estaré, sólo, deséame suerte.

-Suerte, Lulamoon- y ambas se unieron en un abrazo. Trixie no sintió de nuevo esa sensación, la energía que su examiga le transmitía, pero sí una de sincero cariño y agradecimiento propio de Sunshine -. A la final, creo que tú me ayudaste.

-Ambas nos ayudamos- corrigió, apartándose con una sonrisa -. Adiós...- suspiró con una sonrisa -...Adiós, Sunset Shimmer, y suerte.

Sunshine expandió la sonrisa, dándole gusto escuchar su nombre y asintió para dar la espalda e irse.

-¡Espera!- la atajó Trixie y Sunshine la miró sobre el hombro -. Es...en verdad...- suspiró, sin poder resistir su característica curiosidad -. ¿En serio tienes un tatuaje en...ya sabes...allí abajo?

Sunshine elevó una sonrisa de lado manteniendo su mirada sobre ella. Se colocó las gafas oscuras que tenía posada sobre su cabeza y se llevó una mano a la cadera.

-Me temo que es un rumor del que deberás vivir con su misterio.

La intriga danzó en el aire mientras Sunshine le daba la espalda y se alejaba con una sonrisa satisfecha.

Trixie, por su lado, dejó dibujar una sonrisa negando con la cabeza, pensando que después de todo, fue bueno llegar a conocer a La Escoria del Mountain River Academy.

Y entendió algo. Algo importante.

Que por más que Sunshine se asemeje tanto físicamente o en algunas mañas a Sunset Shimmer, o conozca nuevas personas, como a Harmony; los amigos son únicos, son irremplazables, que si los pierdes, el hueco que dejan en tu corazón, se queda ahí.

Trixie se llevó una mano a su pecho, bajando las cejas, sintiendo un pequeño hueco en él, y sintió otros también, lo que vino a su mente Bonbon y el resto de los chicos.

-Trixie...no va a escapar.

...

Sunshine ingresó a la dirección y frunció el ceño enseguida quitándose las gafas para ver a Madam Elegancy con el archivero abierto y con el teléfono en la oreja.

-Creí haberte pedido que te vayas.

Madam volteó a verla y le sonrió, se puso un dedo en la boca, para que mantuviera silencio. Sunshine acentuó el ceño fruncido.

-No, no me voy a callar- refutó caminando hacia ella, firme.

-Muy bien, de nada, Señor Lulamoon- dijo hacia el teléfono y colgó, mirando a Sunshine.

-Te atreviste a llamarlo- exclamó, enojada.

-Tranquila- se sonrió satisfecha rodeando el escritorio-, que fue mi última acción como Directora.

-Ah, no- le dijo atajándola de un brazo -. ¿Qué le dijiste?

-Nada que no sea cierto, recogida- y se zafó de su mano -. Sólo cumplí con mi amenaza y Lulamoon sabe la nueva escoria que tenemos en el internado. Su hija.

-La única escoria del internado eres tú. ¡Vete de una vez!

-Espero que Beatrix se prepare bien para la ópera- sonrió maliciosa -. Tiene que prepararse para lo que viene.

...

-Estás muy bonita- dijo Star Shine, sonriente.

-Estás para que te levantes al Príncipe Harry- bromeó Harmony comiendo de una bolsas de papas sentada en la cama ya desatendida de Trixie.

La ilusionista estaba frente al espejo de cuerpo entero, sonriendo a sus nuevas amigas viendo sus reflejos para luego posar sus ojos hacia al suyo. Usaba un vestido largo color turquesa. Los bordes de la falda eran de color negro al igual que los bordes del escote del strapples. Su cabello estaba levantado en una bonita rosca y tenía un par de mechones rizados a un lado de su rostro y su flequillo cruzaba su frente. Usaba unos pequeños aretes de brillantes y un brazalete a juego. El color de sus ojos resaltaban con la delicada sombra celeste y delineado negro, y sus labios rosas jugaban con el tono de los rosados oscuros de sus ojos.

Ahora, que se había decidido ser una Señorita a su estilo, le gustó lo que vio. Suspiró, tomó su cartera negra y miró a las chicas. Sonrió al darle gusto verlas unidas de nuevo. Star cogía de las frituras de Harmony mientras charlaban animadamente, sonrientes y muy a gustas. Se notaba que se extrañaban una a la otra.

-Deséenme suerte- les interrumpió y ellas la miraron enseguida.

-Vamos, Trixie. Eres la chica más cool y segura que conozco- la motivó Harmony y Trixie parpadeó ante el comentario.

-Y la más observadora e intuitiva- siguió Star Shine. -. Tienes las agallas. Puedes hacerlo. Eres lista.

-Rayos...- murmuró Trixie y se llevó una mano a los ojos. Ambas parpadearon, incrédulas.

-¿Y yo qué dije?- le preguntó Harmony a Star y ella se encogió de hombros.

-Es que...Trixie está feliz que siendo como es...piensen así de ella...- confesó Lulamoon, reteniendo las lágrimas para que no se corra el maquillaje y las miró, sonriente -. En serio...fue importante escuchar eso para Trixie.

Ambas sonrieron y se pusieron en pie para abrazarla.

-Trixie...debe ser demasiado genial, ¿cierto?

Star Shine y Harmony cortaron la sonrisa y se miraron entre sí aun abrazando a Trixie.

-Eso no fue nada modesto, Trixie- le dijo Mix y tiró una risa.

-Pero sí, eres genial- exclamó Star sonriéndose también.

Trixie se sonrió y las apretó más.

-Y ustedes también, chicas.

Antes de marchar, Trixie se cercioró que estuviera su maquillaje en su lugar y salió de la habitación, tomando aire y fuerzas para enfrentar una vez más a su padre, pero esta vez, quería poner las cosas en su lugar. La primera vez que le confesó cómo se sentía, la valentía le duró poco y estaba cargada de enojo y resentimiento, y además, no pudo confesar todo lo que realmente se sentía. Pero en esta ocasión, no la dejaría pasar y dejará aflorar otros sentimientos.

Salió del internado y encontró un auto blanco parqueado.

El cielo estaba gris y la brisa fría característica de esa ciudad Europea movió a un lado la falda de su vestido.

Mientras se acercaba, su corazón empezó a latir precipitadamente y sus manos se helaron.

"Tranquila, tranquila" se decía y cuando apenas se acercó a la puerta, su padre salió disparado de allí, encarándola. Trixie dudó, miran cómo sus ojos verdes se la quedaban viendo. No podía ser...el miedo entorpeció a Trixie, haciéndolo helar las manos, descomponer el rostro y curvar las cejas. Su garganta se inflamó tan rápido, que no la dejó emitir ni una palabra. Sus ojos vidriaron, enojada consigo misma. No quería ser cobarde. Ya no quería serlo. ¿Pero por qué temía tanto de su padre? Temía defraudarlo. Temía que le gritara. Temía de esos ojos fríos y carentes de cariño. Cada que se sentía así, de pequeña, se escondía bajo la cama en posición fetal. Siendo ahora una chica casi mayor de edad...aún se sentía así, con ganas de esconderse bajo la cama.

Sin darse cuenta, ni escuchar, Serverus empezó a hablar agitadamente, enrojecido. Pero Trixie estaba confundida. No podía entender lo que decía. Algo decía algo de Madam Elegancy y repetía "escoria", así como algo de lo que pasó a su auto. La voz de su padre la escuchaba rara, grave, mezclada, sin sentido. Tal vez era el propio miedo que la hacía escuchar de esa manera. Que sólo se concentrara en sentir temor, viéndolo señalándola, mirándola, reprimiéndola, descargando su impotencia a cambiarla. Cuando al fin lo vio que cerró la boca, sosteniéndole la mirada, como esperando una respuesta, a Trixie le tembló la boca, muy apagada y decaída.

-Es...muy triste...- comenzó hablar Trixie con voz torpe -...cuando un hijo...teme...de su propio... padre...

Serverus arrugó la frente y algo cambió en sus ojos ante esas palabras. Trixie tenía concentrada la mirada sobre la suya y por un momento, se sintió pequeña, dándole su altura por su cintura, mirándolo desde abajo y ella cerró los ojos derramándole lágrimas.

-Me siento una niña indefensa cuando estoy contigo- confesó con el corazón caótico mientras se derretía –atrapada en las manos de un gigante que la aprieta, la ahoga y ella lucha en silencio por no morir en sus manos...y todo, aguanta todo, ¿Por qué? ¡¿Por qué?!- exclamó sintiendo las lágrimas brotarle con fuerza y apretó las manos hecha puños -. ¡¿Por qué es tan estúpida esa niña para resistir tanto sin decir nada?! ¡¿Por qué se deja del gigante que la hace daño?!- exclamó, preguntándoselo hasta sí misma y sin pensarlo, se abalanzó sobre él, envolviéndolo con sus brazos, abrazándolo mientras le gritó: -¡Porque sólo quiere tu amor!- y rompió en llanto, apretándolo, frotando su rostro sobre su pecho, desesperada, buscando ese calor que no ha sentido todos estos años, buscando cariño, buscando sentirse reconfortada pero... ¿Dónde estaba? -. ¡Papi, quiéreme, por favor!- suplicó entre llanto -. ¡Quiere a Trixie! ¡Quiéreme un poquito! Por favor... no me da vergüenza rogarte un poco de tu afecto...porque estoy harta de hacerlo en silencio... sólo quiero tu amor, ¿Dónde...dónde está?

Serverus se había quedado petrificado, escuchando el lamento y la confesión de su única hija, sintiendo como si fuese una cachorra recién nacida, torpe moviéndose buscando de dónde alimentarse por primera vez, en este caso, alimentarse de su efecto. Nunca antes la había visto o dicho algo así, o más bien, no sabía que se sentía así... ¿o sí?, pero no que sufría...reclamando su amor... ¿o sí?...o más bien, no lo quiso ver.

De golpe, recordó la mirada firme y autoritaria de Sunset Shimmer.

"...yo no soy su cobarde hija, usted no me asusta..." le gritó y una cortina cayó frente a sus ojos, percibiendo más fuerte el llanto y sentimiento que derramaba su hija.

Ella temía de él...aunque no, una vez lo enfrentó, pero no escuchó.

"¡¿Pero tú qué sabrás de eso?! ¿Amor? ¡Desprecias a mi madre, me separaste de ella por años y me limitas sus visitas! ¡No puedo verla, no puedo amarla como quiero!".

Y el cuerpo de Serverus se aflojó completamente.

"¡Trixie tiene mucho amor que dar y no podía hacerlo, pero cuando al fin lo puede hacer ¿Me lo vas a quitar?!... ¡No es justo!".

Esas palabras...ahora recién les vio sentido...mientras descomponía el rostro...

"¡No es justo! ¡A mí sólo me controlas, me regañas, me exiges y exiges, me presionas y Trixie está harta, harta de sentir que te decepciona todo el tiempo...".

-Oh, Trixie...-balbuceó, vidriándole los ojos...mientras gotas de lluvia caían sobre ellos.

"...¡Tú nunca amaste a mi madre, tú nunca amaste a Trixie! ¡Tú no amas a nadie ni a nada más que al apellido Lulamoon!".

-¡Claro que te amo!- reventó y recién devolvió su abrazo, envolviéndola en sus brazos de golpe, inesperadamente, sorprendiéndola. -. Claro que te amo... ¡Eres mi hija!

-Padre...

-¡Dime "papá", "papi", como sea! Oh, mi Dios...- jadeó con una punzada de dolor en su corazón atravesándolo y las rodillas le fallaron, cayendo sobre ellas al piso y Trixie cayó con él pero Serverus en ningún momento la soltó, aferrándose a ella -. Mi niña...mi pequeña Trixie...lo siento tanto, perdóname... ¿Qué te he hecho? ¿Qué nos hicimos? Trixie, Trixie...- balbuceó, acariciando su cabellera, sin importar desbaratarle el peinado, acunándola y Trixie se dejó consentir como niña en sus brazos y jadeó de llanto al sentir, al final, un calor emanando de su padre, abrazándose de su cuello.

Su amor, podía sentir su amor. Después de tanto tiempo de tenerlo encerrado, al fin sentía su amor.

-Tú... Tú... ¿me amas?- preguntó, incrédula.

-Por supuesto que sí...- se apresuró en decir -...pero no me extrañaría que tú no me amaras.

-Papá...- se apartó para verlo y se sonrió -. ¡Claro que te amo! ¡Aguanté todo, por tener tu amor! ¡Sólo quería eso! ¡Tu amor! Yo sólo quería...- y se inclinó a besarle la mejilla y su corazón saltó de ese único sentimiento de amor de hija. Volvió a besarlo, incrédula, si era un sueño, quería aprovecharlo y entregarle todo el amor que siempre quiso darle pero por el miedo, jamás se atrevió.

Le besó ambas mejillas, la frente, sus manos y Serverus sólo podía llorar conmovido, porque jamás había recibido tanto puro afecto de alguien y la veía como una niña entusiasmada en el cuerpo de una mujer ya, perdida en el entusiasmo, del alivio, de sentirse querida y de quererlo, pero todo lo hacía, sin parar de llorar hasta faltarle el aire, teniendo el rostro mezclado de lágrimas y maquillaje. El corazón de Serverus era hundido profundamente. Tanto de culpa, tristeza y conmoción. Podía ver cuánto dolor había provocado en ella, cuánto había sufrido, reprimido no sólo su personalidad, sino toda la muestra de amor y cariño. ¿Qué clase de padre había sido...? Sólo la clase que le enseñó el suyo. Pese el maltrato...su hija lo amaba. No tenía sentido, pero ahí estaba ella, deshaciéndose en lágrimas, besándolo y mostrando afecto. Serverus la detuvo y le levantó el rostro, acunándolo para secarle las lágrimas manchadas y la volvió a abrazar, consolándola, ya no más siendo consolado y le besó sobre su cabeza, en su frente, también entregándole su amor por primera vez y el calor de su cariño empezaba aliviar de a poco el repentino dolor de su corazón. Amaba a Trixie, en serio la quería, pero el orgullo y la vanidad habían sido tan fuerte...Nunca imaginó amar tanto a esa persona que estuvo casi veinte años en su vida y recién notarlo, recién dejarlo sentir. Había comprobado al fin algo más valioso que el dinero, que el linaje, que su apellido; su hija.

El clima londiense, frío y lluvioso, los envolvió por completo, mezclándose su llanto, sus disculpas, y un largo camino por recorrer para armar de nuevo su relación. En un momento, Serverus se quitó su saco y lo colocó sobre Trixie, arropándola, ya más calmada, dejando de abrazarlo para ser acunada enteramente de él, como si fuera un recién nacida.

-Si muero hoy...moriría feliz...- le murmuró Trixie, embriaga de conmoción y felicidad.

-¡No digas eso!- la regañó, ceñudo -. No digas eso, Trixie. Aún nos falta mucho...aún te necesito...

-Es un decir, papá...- lo calmó con una sonrisa. -. Gracias por amar a Trixie...aunque no haya sido perfecta como querías. Lo lamento.

-Trixie...- jadeó, besándole la frente y acariciando a un lado de su rostro -. Eres perfecta porque eres mi hija. Lamento haberme dado cuenta tarde...

-No, papá...aún no es tarde- cerró los ojos, dejando reposar su cabeza sobre su hombro, aspirando el olor de la lluvia y empezando a tiritar del frío -. Estamos a tiempo...sólo...llévame a casa...y no vuelvas a dejar de amarme...por favor...- se oyó más bien como súplica y Serverus la apretó, de nuevo rompiendo en llanto.

El gran Serverus Lulamoon, llorando como niño, tendido en el suelo bajo la lluvia arruinando su traje caro, abrazando a su hija, como si fuese un juguete muy querido que encontró roto...porque no supo cuidar de él.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro