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Capítulo 3

Tu piel oh si, tu piel y huesos 

 se convirtieron en algo hermoso 

y sabes que por ti me desangraría 

por ti me desangraría

Coldplay, Yellow

Soñó con su madre. Durante todo el año lo hizo y ella siempre aparecía en la profundidad de las aguas allí donde él se veía vulnerable ante la falta de oxígeno, ahogándose y siendo atrapado por largas algas marinas que apretaban sus piernas, su abdomen, sus brazos... Cortándole la circulación y provocándole un terrible dolor agudo que lo hacía chillar.

"Mamá, mamá... Por favor, ayúdame."

Todo era oscuro y silencioso allí abajo, exactamente como lo recordaba. Yoon Gi tenía mucho miedo, temía volver a verse envuelto en el manto de la muerte, que las aguas lo abrazaran para nunca más dejarlo salir a la superficie.

Y allí cuando estaba a punto de perder todo su aire, una brillante y cegadora luz blanca lo obligaba a cerrar los ojos. Escuchaba las burbujitas que se desprendía de su boca y la voz de su madre aumentaba en volumen a cada segundo que pasaba.

"Mi pequeño, mamá está aquí. No te pasará nada."

Después de escucharla, dulce y tranquilizadora como una melodía ella aparecía frente a sus ojos con su hermosa y perfecta figura de siempre, con su mirada gatuna y los finos labios dibujando una dulce sonrisa, tal como la recordaba. Yoon Gi sentía los brazos delgados de su madre abrazándolo con fuerza y empujándolo hacia la superficie del agua.

"Mamá, te extraño."

"Yo también, mi dulce niño. Mamá siempre piensa en ti."







Los ladridos de Blue despertaron al jovencito de golpe; empapado en sudor y con los latidos a mil por hora se incorporó con rapidez y desorientado. Miró a su alrededor la habitación que apenas era iluminada por los rayos del sol. Eran las nueve y media de la mañana. Blue ladraba porque un pajarillo se había posado sobre el marco de la ventana y parecía que quería jugar con él. En cuanto vio a su dueño despierto saltó hacia la cama sin pensarlo mucho, lamiendo su cara.

—¡Blue!— Yoon Gi lo apartó y se limpió el lametón con la sábana. Seguía un poco mareado y al recordar lo que había soñado sus ojos se aguaron; se echó a llorar de repente y tuvo que tapar su cara con ambas manos— Mamá...

El animal ladeó su cabeza y lo empujó con el hocico metiéndose entre el hueco que sus brazos dejaban. Allí trató de lamer sus saladas lágrimas porque sabía perfectamente que su dueño estaba triste. Yoon Gi gimoteó muy fuerte porque tenía un nudo horrible en la garganta, recordar a su madre lo ponía realmente mal. La extrañaba demasiado.

Se levantó después de llorar por varios minutos mientras abrazaba a Blue y éste lo acompañaba en el sentimiento. Se vistió con ropa ligera, pero se colocó una chaqueta impermeable ya que estaba un poco fresco a pesar de que el sol se veía radiante. Luego bajó las escaleras hasta la cocina, allí se encontró a su padre tomando una taza de café y se fijó que le había preparado el desayuno.

—Buenos días, hijo— lo saludó con una sonrisa, pero al notar que tenía los ojos hinchados apretó los labios. Dejó la taza en la mesa y estiró los brazos para que fuera hacia él— No me digas que esos ojitos han estado llorando otra vez.

El pelinegro hizo un puchero, muy leve. Fue hacia los brazos de su padre y se sentó en sus piernas mientras éste lo rodeaba y apretaba, dándole un beso en la frente. Sabía que era muy duro para un niño tan pequeño haber perdido a su madre; para él lo era, también la añoraba. Las mañanas no eran lo mismo, ni los paseos en la tarde, muchos menos el salir en una barca a pescar. Todo había cambiado en la familia, y si bien los abuelos del niño eran un gran apoyo se notaba que Min Ju hacía mucha falta alrededor de la casa. 

Yoon Gi lloró un rato más entre los brazos de su padre; éste no quería verse triste frente a su hijo pero no pudo reprimir ese sentimiento de falta. Ambos dejaron resbalar sus lágrimas en esa fresca mañana de lunes mientras el olor al café se colaba por sus fosas nasales, una vez más recordándola.

Más tarde, cerca de la diez, Yoon Gi decidió sacar a pasear a Blue. Le colocó la correa y salieron por el camino de piedras que daba justo frente al mar. La olas eran muy suaves y apenas había gente en la playa, muchos simplemente paseaba por la orilla, otros corrían. Yoon Gi no quería mirar hacia el agua, le daba miedo pensar en sus pesadillas y que realmente podía pasarle algo así. Le daba escalofríos. 

Pasearon durante veinte minutos largos, el niño fue más o menos arrastrado por el animal ya que éste se sentía enérgico cada vez que salían y cada pájaro que veía era como un medio de entretenimiento para él. Yoon Gi lo regañaba porque le hacía daño al tironear de su brazo tan fuerte, pero Blue era pequeño aún y no le hacía caso con algunas cosas. Entonces sus pies lo llevaron deprisa hacia una cala, allí donde no dejaban meterse a la gente por muchos motivos. Lo cierto era que muchas veces se hacían pequeñas fiestas allí y los vigilantes decidieron poner un gran cartel que prohibía el paso hasta que se retirara toda la basura del lugar; era increíble el poco respeto que algunas personas tenían por la naturaleza, no les importaba lo más mínimo contaminar los espacios verdes, incluso el mar estaba bastante lleno de botellas plásticas y bolsas.

Las zapatillas de Yoon Gi tocaron la arena, Blue aceleró la velocidad y la cuerda se le escapó de las manos al niño. El perro corrió hasta una gran piedra persiguiendo al pájaro, pero éste salió volando lejos cuando se le acercó.

—¡Blue, ven aquí!—  lo regañó otra vez, señalándolo con el dedo, pero el can fue en dirección a la piedra, allí donde había alguien sentado.

El niño se acercó, agitado por tanto correr hasta donde estaba su perro. Se detuvo al ver que allí había un joven de cabellos negros sentado sobre la piedra, mirando en dirección al mar. Se fijó en cómo sonreía y acariciaba la cabeza de Blue dulcemente. Él era un niño precavido y como bien aprendió de lo que su padre le dijo, no debía de hablar con desconocidos, pero aún así trató de tomar la correa del animal y se acercó bastante a él. Apenas llegó a rozarla y en ese momento el chico lo miró.

— Oh, hola—  le dijo simpático, sin dejar de acariciar el pelaje suave de Blue— ¿Es tu perro?—  el niño asintió, tímido—  Es muy bonito, tiene unos ojos hermosos.

— No se puede estar aquí—  le advirtió Yoon Gi con el ceño levemente fruncido, pensando que era uno de esos que tiraban basura en la playa.

El chico de cabellos azabaches y mojados lo miró sorprendido. Su piel era brillante y estaba húmeda, como la de un anfibio; Yoon Gi se fijó en sus ojos, eran pequeños y de un color negro fulgente. Era delgado y vestía prendas sueltas de tela fina, notaba que en sus hebras había lo que parecían pequeños brillos, como si tuviera purpurina, pero en realidad era el efecto que hacían los rayos solares sobre su intenso color de pelo. 

— ¿Eres el vigilante de esta playa?— le preguntó divertido, mostrándose amable ante la timidez del niño, quien se acercó un poco más y se sentó para agarrar a su perro.

— No, sólo paseaba a mi mascota— le contestó serio, sin mirarlo mucho. Trató otra vez de agarrar a Blue, pero éste estaba muy pegado al otro chico— .Vamos, Blue... No seas pesado, vámonos a casa.

— Tranquilo, no me molesta. Me encantan los animales— le volvió a sonreír, ganándose un poco la confianza del jovencito— ¿Cómo se llama?

— Blue— Yoon Gi se sentó más confianzudo sobre la piedra, un poco más cerca. Observó con detenimiento al joven de piel brillante, la cual le recordó a la piel de los delfines. Su perro se dio la vuelta y se le sentó encima, aplastándolo— Lo siento si te molestó, él es así con todos.

— De verdad, no importa. Su nombre es muy bonito ¿Es por sus ojos?—  le preguntó curioso, estirando su mano para tocarle las orejitas.

La cabeza del niño asintió. Sabía que no estaba bien hablar con cualquiera, pero ese chico no se veía mala persona, al contrario, su rostro se veía angelical y desprendía un aura de paz y simpatía que lo rodeó de inmediato quitando así todos sus miedos. Ya ni siquiera pensaba que estaba demasiado cerca de mar. El viento de un momento a otro sopló algo fuerte y alborotó los cabellos de ambos. Yoon Gi trató de arreglarse con los dedos, pero le fue imposible ya que la brisa iba y venía repentinamente sin avisar. Miró al chico de reojo, en silencio y frunció sus labios hacia adentro. Luego fijó la vista en el mar; el oleaje se mecía de forma más intensa, chocando con las piedras y generando una leve espuma. En ese momento que sus ojos se clavaron en el agua, sintió cómo su madre lo llamaba desde la profundidad con su dulce voz.

— El mar es hermoso ¿Verdad?—  dijo el otro, mirando al pequeño y abrazando sus rodillas.

— No lo sé, me da miedo el mar—  Yoon Gi no lo miró, agachó su cabeza triste.

—¿Miedo?— los ojos del pelinegro se abrieron de golpe, luego, viendo mejor a ese pequeño niño de piel pálida se dio cuenta de que era ese que casi se había ahogado— Oh... Ya veo, es porque te sucedió algo en el agua. A mucha gente le pasa, lo entiendo.

— Es que...— el niño miró sus zapatillas y volvió a hacer un puchero— Perdí a mi mamá.

— Lo siento mucho— la voz simpática se tornó apagada. Volteó su mirada otra vez hacia las aguas y también agachó la cabeza al igual que el pequeño— , entiendo cómo te sientes. Yo también perdí a mi madre.

— Lo siento mucho—Yoon Gi le mostró sus condolencias, pero era curioso por saber qué era lo que le había pasado a aquella madre—¿Qué le pasó?

— Por la caza, se enganchó con una red de pesca.

Tras escuchar tal cosa, el niño abrió sus ojos estupefacto. Se imaginó lo horrible que debía de ser eso. Sus ojos se clavaron de lleno en el rostro de aquel chico, sintió ganas de llorar por lo mal que sonó la situación y el pensar en el dolor de la pobre mujer lo hizo peor. Era cierto que había muchos pescadores, unos legales y otros no tanto. De hecho hacía no mucho habían tenido problemas con unos pescadores que no estaban autorizados y que se habían metido en una zona protegida para recolectar peces exóticos y otras especies. Yoon Gi odiaba a ese gente, le decía a su padre que eran personas malvadas. Él entendía que la pesca era necesaria para mucha gente que habitaba la isla, porque vivían de ello y lo hacían para alimentarse, pero esas personas que no tenían más que malas intenciones sabía que no se rendían tan fácil; eran tan malos como aquellos que tiraban basura al mar.

— Hay muchas personas malvadas— le dijo Yoon Gi al chico y éste lo miró afirmando sus palabras—.Papá me dice que no hable con desconocidos, pero tú te ves agradable ¿Vives en la isla o estás de vacaciones?

— Yo voy y vengo— rio, moviendo sus hombros—  Pero digamos que este es mi hogar— le mostró los dientes y luego le extendió la mano al pequeño— Soy Ji Min ¿Y tú?

— Me llamo Yoon Gi— le extendió también la mano y así la estrechó en un apretón, de esos formales como hacían los adultos al conocerse— , pero no vivo aquí. Todas las vacaciones vengo al hotel que tienen mis abuelos, en frente de la playa principal. Mi abuela era una haenyeo ¿sabes?—comenzó a contarle entusiasmado ya que lo miraba fijamente y parecía atento a sus palabras atropelladas—  Ella buceaba con mi abuelo, pero por un problema en la rodilla terminó dedicándose más a la atención del hotel.

—¡Eso suena muy chulo!— Ji Min alzó la voz, cual niño sorprendido— Tu abuela es genial.

Claro que lo era, Yoon Gi admiraba mucho a su abuela. Ella le enseñó muchas cosas sobre el mar, los peces, qué era peligroso y qué no. Además ella era muy parecida a su madre en cuanto a la actitud y eso le hacía pensar que seguía ahí de algún modo. La mujer ya tenía una edad próxima a los setenta pero seguía conservándose muy bien, a excepción de esa rodilla fastidiosa. Yoon Gi recordó la primera vez que tocó el agua del mar, era muy pequeñito; su abuela le tomó la mano y le enseñó un montón de caracoles y erizos de mar que andaban entre las piedras muy cerca de la orilla. En ese entonces él se emocionaba con cada cosa que veía, pero ahora ni siquiera pensaba meter un pie allí.

—¿A que sí? —la timidez parecía haber abandonado a Yoon Gi en cuanto se puso a hablar de su abuela y lo genial que le parecía. Por lo tanto quería seguir charlando con Ji Min— ¿Y sabes qué más? Ella podía nadar durante un largo tiempo sin tanque de oxígeno ¡Por horas!

—¿Por horas dices?— el chico tapó su boca al reír,  le parecía adorable la exageración con la que le contaba las cosas— Si me dijeras por unos minutitos te creería.

—Bueno, vale, me pasé.

Los dos se rieron al mismo tiempo, tapando sus caras mientras que el sonido del mar los acompañaba. Blue había levantado la cabeza al escuchar sus risas, por lo que empezó a ladrar y luego salió corriendo dando un salto para bajar de la piedra y dar vueltas alrededor de ésta. Yoon Gi lo miró y se mareó de tanto seguirlo con los ojos. Su perro estaba más hiperactivo de lo normal.

—Oye, Ji Min— lo miró un poco avergonzado de repente, poniéndose de pie y limpiando un poco su pantalón— ¿Me acompañas a pasear a Blue? Luego te puedo enseñar el hotel de mis abuelos, es muy bonito.

El pelinegro negó con la cabeza, pero lo rechazó amablemente dado que la forma de hablarle de aquel niño era muy educada y agradable. Debía marcharse y no podía estar mucho más tiempo ahí sentado, solamente había salido un rato porque lastimosamente su familia no andaba por allí y suponía que lo andaban buscando preocupados.

Ji Min se levantó también, posando sus pies descalzos en la arena sintiendo la textura húmeda y suave de ésta. Sus mechones azabaches aún chorreaban agua salada y sus prendas finas y de color blanco llamaron la atención del niño. Éste lo estaba analizando un tanto discreto porque se dio cuenta de que no llevaba sandalias o zapatillas ¿A dónde iba a ir descalzo? Las piedritas del camino estaban muy calientes y se quemaría la piel.

—Eres un niño muy amable, pero debo irme. Quizás en otro momento ¿Qué me dices?

—Claro— le movió la cabeza afirmando con ganas y una gran sonrisa— ¿Volveremos a vernos pronto?

—Cuando tú quieras, estaré aquí sentado en este mismo lugar— le contestó agachándose un poco hasta quedar a la altura de su cara y posar su mano mojada sobre esas hebras negras brillantes por la luz del sol— Fue un gusto conocerte, Yoon Gi.

El pequeño de baja estatura al notar que le alborotaba los cabellos y los dejaba cubriendo sus ojos, sintió calor en sus mejillas y acabó por sonrojarse. Nunca nadie había sido tan agradable con él. Aquel chico le cayó muy bien.

Luego de eso, consumido por la vergüenza,  agarró con fuerza la correa de Blue y salió corriendo sin decirle nada más que un inaudible "adiós".

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Cala: se refiere a un tramo de bahía redondeada donde penetra el mar. Tiene las dimensiones más reducidas que las de una playa y sus aguas suelen ser más tranquilas.

Haenyeo: literalmente «Mujeres del mar» es un término para referirse a las mujeres de la isla surcoreana de Jeju. Bajan hasta 10 metros en el mar a pulmón, sin ningún aparato respiratorio (conocido como apnea o freediving), permaneciendo bajo el agua hasta 3 minutos para recoger el marisco y pescado, las cosechas marinas que les dan sustento.

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