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Capítulo 2

Sigo buscando algún tipo de señal,

alguna forma de saber,

alguna forma de definir.

Cuando la luz golpea el agua

en el horizonte.

Cuando la luz golpea el agua

en el horizonte.

Matthew and the Atlas, When the light hits the water.

Yoon Gi se hundió, en lo profundo de aquellas frías aguas. Su cuerpo cayó lentamente como una hoja de papel; apenas podía sentir algo, el oxígeno ya no estaba y no podía abrir los ojos. Escuchó un repetitivo sonido de burbujitas a su alrededor pero con cada segundo que pasaba creía que estaba más cerca de la muerte.

Todo bajo el agua era tranquilo, por un momento dejó de sentir miedo, pero eso era porque sabía que no podría volver a la superficie. Lo último en lo que podía pensar era en el rostro de su madre, quizás ella aparecía para llevárselo y decirle que ahora estarían juntos.

Pero eso no iba a ser así.

Unas ondas  de repente golpearon su cuerpo, un fuerte silbido entró por su oído derecho, volviendo a despertarlo. Pudo abrir sus ojos pero todo ahí abajo era borroso y oscuro, se sintió asustado porque de pronto volvió a sentir la necesidad del oxígeno en sus pulmones y no podía respirar. Se movió desesperado una vez más pero con lentitud y haciendo fuerza debido a la presión del agua sobre su delgado y frágil cuerpo. Yoon Gi se preguntaba por qué había vuelto a reaccionar cuando creía haber estado ya a punto de morir.

El agua generaba unas ondas a su alrededor que mecían su cuerpo de un lado a otro, pero de manera suave. Miró como pudo hacia el frente, algo que no distinguía se acercaba hacia él. En ese momento se aterrorizó creyendo que sería una criatura que se lo devoraría. Pero aquello resultó ser algo totalmente diferente. Un hermoso delfín de color gris brillante lo empujó con su  hocico hacia la superficie. El niño por un momento se sintió paralizado bajo el agua mirando esos pequeños ojitos negros.

El animal emitió otra vez sus chasquidos y le dio un fuerte impulso con la cabeza para que así finalmente Yoon Gi sacar la mitad de su cuerpo de debajo del agua.

—¡Yoon Gi!— gritó Ho Seok al ver la cabeza de su amigo salir, abriendo la boca desesperado.

Su amigo nadó con rapidez hacia él para socorrerlo. Había tratado de sacarlo pero dado que bajo el agua no pudo ver y le ardieron los ojos, se sintió muy asustado y culpable pensando que no podría hacerlo. Fue un gran alivio verlo salir de lo profundo tan de repente. Lo tomó de la cabeza para que su cuello y columna quedaran alineados y mientras nadaba hacia atrás, obligó al otro niño más grande a que lo ayudara a llevarlo hasta la orilla.

Lo tumbaron sobre la arena y dado que no se movía y no respondía a los llamados de los niños, quien tomó la iniciativa en la situación fue Ho Seok. Tenía conocimientos sobre cómo reanimar a alguien ya que su madre era enfermera y le enseñaba algunas cosas para que siempre estuviera preparado por cualquier cosa. Le tomó el pulso y comprobó su respiración y mientras hacía esto, Chang Ju fue en busca de ayuda ya que ninguno llevaba teléfono encima.

—¿No respira?— preguntó Tae nervioso, sosteniendo al perro quien ladraba alterado.

Ho Seok negó, pero debía mantener la calma como su madre le había enseñado. Le colocó la cabeza a Yoon Gi de modo que sus vías respiratorias no se vieran obstruidas y pasó a hacer compresiones sobre el centro de su pecho con ambas manos juntos, entrelazando sus dedos. El ritmo debía de ser constante y algo profundo. Ho Seok siguió las compresiones hasta que vio que alguien llegaba; Chang Ju fue hasta la parte donde se encontraban los turistas en la playa para pedir ayuda a uno de los socorristas. El joven se encargó entonces del pequeño pelinegro a quien pudo lograr salvar. Yoon Gi escupió una gran cantidad de agua, tosió hasta quesu garganta ardió. Se tocó el corazón, asustado y miró a las personas a su alrededor. Estaba desorientado, totalmente.

—¡Yoon Gi!— Tae chilló, lleno de lágrimas en los ojos. Se sorbió la nariz muy fuerte y Blue, que estaba a su lado lamió su mano.

—¿Estás bien?—le preguntó el socorrista, tomándole el rostro con cuidado y tratando de que lo mirara a los ojos.

El pelinegro no sabía qué decir, seguía perdido. Miró a los otros niños que no despegaban los ojos de él. Ho Seok estaba sentado en la arena, casi tirado. Tae lloraba mientras sostenía a su perro y Chang Ju, desde un poco más de distancia, se veía muy asustado. Éste luego de reaccionar corrió velozmente hacia Yoon Gi, se arrodilló a su lado y le agarró las manos; seguido comenzó a llorar, le pidió perdón una y otra vez arrepentido por su tan mal e imprudente actuar.

—¡Lo siento, Yoon Gi!— le apretó con fuerza las manos y luego lo abrazó con algo de torpeza—¡Soy un idiota, perdóname!

Después de toda la escena, Yoon Gi fue revisado por un servicio de ambulancia que había llegado al escuchar los gritos de los niños. Algunos turistas se acercaron curiosos a ver qué sucedió; les parecía una total imprudencia por parte de los padres de esos chicos que anduvieran solos y escondidos haciendo sus travesuras.

Más tarde, cuando llevaron al pelinegro hasta su hogar, su padre lo abrazó con fuerza sin querer soltarlo. Al escuchar lo que Ho Seok le contó, el hombre sintió una horrible sensación en el cuerpo, recordó a su esposa y lloró al mirar a los ojos de su hijo. No podía permitir que volviera a suceder algo así, no podía permitirse perderlo. Era consciente de  que Yoon Gi no sabía nadar y que sentía cierto rechazo hacia el agua, pero confiaba en que cada vez que se encontraba con sus amigos ellos cuidarían de él. Al parecer se había equivocado.

Como todo padre preocupado por la salud y vida de su hijo, no dudó en regañar a Ho Seok, Tae Hyung y por supuesto a Chang Ju, con quien estaba realmente furioso. El chico le lloró y le pidió perdón incontables veces, pero el señor Min no iba a perdonarle nada. Habló con los padres de todos los niños y éstos se disculparon por el comportamiento de sus hijos. La madre de Ho Seok se vio muy decepcionada por saber que su pequeño sol había formado parte de eso, pero el niño le explicó que trató a reanimar a su amigo y que la culpa realmente había sido de Chang Ju.

En la noche Yoon Gi no pudo dormir, tuvo una espantosa pesadilla que lo despertó en medio de la madrugada. Le temblaban las manos y le costaba respirar. Soñó con la escena bajo el agua. Todo se sentía congelado allí abajo, todo era negro y los sonidos que se producían en la profundidad no eran nada agradables. Sintió que alguien o algo lo tomaba de sus pies y lo arrastraba hacia lo más profundo, allí donde todo era silencio y no sabía lo que habitaba. Le dio pavor.

Cuando despertó de la pesadilla llamó a su perro, que se encontraba acurrucado en la puerta. Blue respondió inmediatamente a su dueño, lo miró y meneó la cola de un lado al otro. Fue hasta su cama y pegó un salto para estar a su lado, Yoon Gi lo abrazó con fuerza y le acarició la cabeza. Siempre que lo tenía con él su corazón se relajaba, se sentía protegido.

—Blue—lo miró a los hermosos ojos azules, casi grises e hizo un puchero—Creí que moriría—el animal le ladeó su cabeza, como queriendo comprender lo que le decía. Le lamió la mejilla y Yoon Gi sonrió levemente. 

Eran las tres y media de la madrugada, pero Yoon Gi no podía volver a dormirse. Se levantó de la cama y pisó el suelo del cuarto con sus pies descalzos. Hacía un poco de frío, pero la alfombra que tenía a unos centímetros de él le quitaba esa sensación de congelación a sus delgados pies. Se acercó a la ventana y subió la persiana hasta la mitad. Podía observar desde allí el mar. Todo se veía calmo y la luz de la luna se reflejaba brillante sobre la superficie, pero a pesar de eso siempre que pensaba en el agua un escalofrío le recorría la espina dorsal. Blue se acercó a él y se paró en dos patas para poder ver también hacia el exterior, era un perro muy curioso.

Los ojos del niño se sentían muy pesados, pero no por eso tenía sueño. Le era muy difícil volver a dormirse. La playa estaba vacía, o eso creía él. Pudo ver desde la distancia que alguien caminaba por allí, lentamente hasta sentarse muy cerca de la orilla, mojando su ropa. Yoon Gi torció la boca y frunció el ceño. La playa en la noche estaba cerrada, siempre, al menos en esos horarios. Habían tenido varios problemas con algunos turistas revoltosos que hacían fiestas sin permiso y por eso habían decidido cerrarla, nadie podía pasearse por la arena.

Se preguntó curioso qué hacía esa persona ahí. 

Blue ladró repentinamente y el pelinegro dio un saltito del susto. Lo regañó por hacer ruido a esas horas y luego al volver la vista hacia la playa, aquella persona se levantó y corrió por el agua hasta meterse completamente entre el suave oleaje y desaparecer de la vista del niño.

Yoon Gi se frotó los ojos con fuerza pensando que había visto mal, que quizás estaba soñando o teniendo una alucinación.

—¿Viste eso, Blue?— le preguntó al perro, sorprendido—¿Quién se mete al agua a estas horas? Está loco.

Con tan sólo imaginar el cuerpo de esa persona metida en el agua en la noche a Yoon Gi lo recorrió el miedo desde la punta de sus pies hasta su cabeza. Le parecía una locura que alguien decidiera nadar a esas horas porque también sabía que era peligroso. Se sintió curioso a pesar de su temor y no pudo quitar la mirada del mar. Pasaron unos cinco minutos y esa persona no volvió a subir a la superficie. Entonces Yoon Gi pensó otra vez en su madre y pensó en él. ¿Se había ahogado?

— Yoon Gi—  el pelinegro escuchó la voz de su padre, sacándolo de sus pensamientos. Se giró hacia la puerta y lo vio con cara de sueño— ¿Qué haces despierto? ¿Y qué hace Blue también despierto?

El perro al escuchar su nombre, se acercó al señor Min con intención de jugar, pero el hombre solamente le acarició la cabeza. Se acercó hasta su hijo y se apoyó también sobre el marco e la ventana para mirar hacia el mar.

— Se ve muy tranquilo ¿Verdad?— le preguntó, sin mirarlo. Pero Yoon Gi no le dijo nada— A veces me quedo mirando por la ventana, así como tú. Sé que extrañas a tu madre, pero estoy seguro de que ella no querría vernos así, Yoon Gi.

— Ya pasó un año— comentó, acercándose a su padre para abrazarlo pero sin mirar hacia afuera— Me gustaría que el mar nos la devolviera. ¿Sería eso posible?

— Ojalá.

Los labios del padre del niño se curvaron en una sonrisa triste; había pasado mucho tiempo, pero para ellos aún seguía sintiéndose como si hubiera sido hacía pocos días. Extrañaba muchísimo a su mujer, los paseos que daban los cuatro juntos, las actividades que realizaban. Min Ju amaba el mar, amaba la fauna marina y ella siempre le decía que si llegaba a morir prefería que fuera cerca del mar, de aquel que era su hogar. La ciudad nunca le gustó, pero vivían en Seúl por ciertos motivos. Yoon Gi iba a la escuela, su padre trabajaba allí, en cambio Min Ju había nacido en Jeju y estaba acostumbrada a aquella vida tan tranquila y natural alejada del bullicio. Siempre que Yoon Gi terminaba las clases se iban a Jeju, a Seogwipo, para atender el pequeño hotel que tenían sus abuelos.

— Papá—  lo llamó el niño, levantando su mirada hacia él—.Te quiero.

— Yo también, hijo— le dio un beso sobre la cabeza y volvió a apretarlo entre sus brazos.

No dejaría que nada malo le pasar a su pequeño.

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