5
Lo empuje al instante. Ahora yo estaba por encima de él, con el ceño fruncido intenté tomar mi teléfono pero de nuevo no lo logré, ahora estaba más tranquilo, lo alejaba de mi con total calma y sencillez que parecía no importarle estar rodeado de personas.
–Sueltalo –en un intento de quitarle su gorra como venganza, tomo mi muñeca y me tiro al suelo.
–No. Toques. –guardo mi teléfono en su bolsillo delantero.
Me moví con mayor fuerza buscando alejarlo de mi, pero este solo se levantó, tomo mi brazo y me levanto, para luego dejarme caer en un asiento de metal.
Un hombre de corbata y esmoquin se acercó entre las personas que, grababan la situación quedando justo al frente de Adrián y yo. Era más alto que el y con un nivel corporal más grande que cualquiera de los dos, compartieron una mirada antes de que Adrián bajara aún más su gorra y el hombre se volviera, hacia la gente.
–¿Esperan algo más? –pregunto en un tono brusco. –, larguence de aquí, no hay nada que ver.
Diciendo eso, las personas tardaron un poco en ceder, luego se marcharon entre murmullos y miraditas hacia atrás.
Me acomode en la silla. Nervioso y molesto (a medias) evaluando la situación en silencio.
Cuando la gente se marchó solo quedamos los tres y miradas entre ellos que llenaban de tensión el ambiente. Vi como el hombre miró fugaz a Adrián y como este mantenía la cabeza en alto.
–¿Para esto querías que te trajera? –silencio. Tuve el impulso de decir algo, pero terminé por morderme la lengua.
Adrián no respondio.
–Tengi cosas más interesantes que hacer que estar al tanto de tus jueguitos, ¿Crees que tú papá me contrato para esto? –silencio otra vez. Adrián no se animaba a decir algo–, estaré en el auto, quiero verte afuera en una hora y media.
Sin más que decir el hombre se fue alejando cada vez más, y la tensión del lugar seguía entre nosotros. Mire a Adrián de manera disimulada y lo encontré en la misma posición con la mirada fija en la nada.
Dio una vuelta entre si y comenzó a caminar, dejándome, solo...
Caí en cuenta de que se estaba llendo de verdad mientras me dejaba y me levanté de golpe, comencé a correr hacia donde estaba el y cuando estuve más cerca cerré mi mano al rededor de su brazo, y con eso me llevé un manotazo de su parte. Di un salto hacia atrás en cuanto sentí el ardor.
Estaba furioso, eso reflejaban sus ojos; ira.
–Lo siento. –agache la cabeza.
–Beredick. –Su tono de voz era intimidante frío. Alce la cabeza hasta verlo de nuevo, sus ojos eran color miel pero estaban muy oscuros en ese momento sin ningún brillo– No te atrevas a lamentarte.
–Pero...yo...
–Eres un idiota –dicho eso me devolvió mi teléfono, y volvió a caminar, una vez más dejándome solo.
Aún sin rendirme lo seguí, corrí más rápido hacia el y esta vez me puse al frente deteniendo su paso.
–¿Yo idiota? –frunci el ceño–, ¡El idiota eres tú! Ni siquiera me devolviste el teléfono.
Enarcó una ceja ante mis palabras.
–Tu me mordiste –dicho eso dejo ver la mordedura de su hombro, por debajo de la camisa –, eso te convierte en un idiota.
–¡Estaba tratando de defenderme! –lo empuje levemente con ambas manos –Existe algo llamado defensa personal, deberías aprenderlo.
–Creo que tú concepto de defensa personal está mal. Las mordeduras no entran en esa categoría.
–¿Eeeeeh? ¿Quien dice que no?
–Las reglas de juegos justos, y limpios, ahora apártate de mi camino. –dio un paso hacia adelante y yo uno al frente.
Confusión y desesperación, esas fueron las dos cosas que pasaron por su cabeza al ver cómo me negaba a hacerme caso. Tomo una gran calada de aire y se trago algun tipo de palabra ofensiva hacia mi.
–Beredick...
–Soy Tom. –dije con firmeza.
–Beredick.
–Tom.
–Beredick.
–Tom.
–¡Beredick!
–¡Tom!
–¡¡Beredick!!
–¡¡Tom!!
No tarde en sentir el calor de su cuerpo cerca del mío, cuando me di cuenta estaba más cerca de lo normal, casi sobrepasando su perímetro pareció notarlo después de un rato pero no menciono nada. Solo dio dos pasos atrás y carraspeó.
–Me disculpo. –sonreí al escucharlo, hizo un vago movimiento con las manos –Como sea, ¿Te quedarás allí parado o me dirás para que me llamaste?
–Te escribí, de hecho.
–Lo se que sea. –volví a sonreír.
–Se que te caigo bien –fije posicionandome a su lado –. Solo que te cuesta admitirlo. –alce las manos en señales de rendimiento –me callo.
–No te pedí que lo hicieras. Ven, caminemos por allí a ver si hay algo interesante.
–¿Me comprarás algo? –pregunte al tiempo que caminaba –, me gustan los hotweels, y los dinosaurios. Oauhor –Adrian clavó esos ojos color miel sobre mi después de hacer eso ¿Qué? –¿Qué? ¡No me digas que nunca has intentado imitar un rugido de, dinosaurio! ¡Oauhor!
–Para con eso –pidio muy firmemente –, da un poco de vergüenza.
–¿Vergüenza por qué? –fruncí el ceño –. Inténtalo te va a gustar.
–¿Por qué habría de gustarme algo tan infantil? –enarco una ceja, al no tener respuesta de mi parte asintió para si mismo –Era lo que esperaba.
–No está mal hacer cosas fuera de lo habitual de vez en cuando ¿Sabes? Puede ser, divertido. –me encogí entre hombros.
Dirigió su mirada hacia mí y luego volvió al frente hundiendo las manos en sus bolsillos. Era difícil convencer a alguien como el suspiré acomodando mi cabello. Me preguntaba que tipo de cosas podían pasar por su mente.
–Oauhor... –voltee a verlo tan rápido como lo escuché, tenía la mirada fija en el camino, pero noté como sus mejillas tenían un pequeño rubor en ellas –. No te atrevas a decir nada.
En una seña de llave cerrando mis labios, asentí y luego fingí demencia. Resultaba extraño, tal vez Adrián no se permitía hacer o decir ciertas cosas por vergüenza, es algo común por lo que suponía. Pero tal vez era yo quien tenía ciertos comportamientos infantiles con cierto tipo de personas.
«Se sonrojo...» espera...
–¡Te sonrojaste! –Volvio a mirarme con enojo pero sus mejillas retomaron el tono rojizo.
–¡Te dije que no dijeras nada! –bajo levemente la mirada.
–¿H-hablabas de eso? –me detuve–, pensé que te referías al Oau...
–¡¡No lo digas!! –su rostro se fue haciendo más y más rojo hasta casi quedar como un tomate. Reí –¿¡Por qué te ríes!? –se detuvo frunciendo cada vez más el ceño.
–¡Dijiste Oauhor! –dije entre risas –, además de que pones una cara de molesto estando sonrojado.
Adrián pareció darse cuenta de su aspecto, no tardó en apresurarse y colocarse los lentes oscuros y taparse parte de la cara aunque no sirviera de nada.
De alguna manera resultaba tierno como buscaba ocultar su vergüenza ¿Sería así de serio todo el tiempo? Comenzaba a creer que Adrián podía mostrarse con un poco de pena ante muchas cosas, puede que influya en su manera su carrera, no permitir que algo ridículo ni absurdo lo desconcentre de lo importante.
Entonces me pregunté si Adrián pasaba su tiempo libre con alguien más, era lo menos probable si buscaba una respuesta lógica, y suponiendo que así fuera sería difícil imaginar a alguien conviviendo con su propia soledad, aunque la mayor parte del tiempo estaba con su mamá, no debía estar completamente solo ¿O si?
Me adelante unos pasos más que el para intentar molestarlo, sin embargo había vuelto a su tono serio e indiferente y tal vez costaría sacarlos de allí de nuevo.
«¿Como mantenerlo más tiempo fuera de su mente?»
Puede que el no necesitará estar fuera de su mente, si no pasarla bien sin dejar sus pensamientos de lado ¿Era eso posible? Puede que si. Con eso me pregunté; ¿Como me veía a ojos de los demás? Adrián era callado y caminaba sin emitir ruido alguno, no había visto sus ojos sin algun brillo, solo estaban vacios tanto como el, quizás. Adrián no se molestaba en ser directo o demostrar su opinión hacia los comportamientos ajenos y hasta ese momento desde lo poco que lo conozco, no lo había visto sonrojarse.
Aún me costaba un poco olvidar aquella noche:
«–Adrian –confeso–, me llamo Adrián.»
¿Y si no hubiera ido esa noche a la cita? ¿Y si me hubiera quedado en casa con Emma, esperando a que Ben llegase de la casa de Diore? Desvíe la mirada para verlo de reojo y seguía igual que siempre; con la mirada fija en el camino. ¿En que pensara?
–¿Como...? –dije de repente captando su atención y mirando al frente.
–¿Como, qué? –encargo una ceja.
«¿Como crees que hubiera sido si tú no hubieses ido esa noche, o yo no hubiese ido?»
–¿Como te gustan los helados? –dije en cambio «Cobarde –me reprimí.»
–Mmh. Fresa. Me gusta la fresa.
–A mi combinado, fresa con vainilla, chocolate con fresa, vainilla con chocolate.
–Te gusta mucho comer ¿No? –a diferencia de cualquier otra situación si pregunta sonaba inofensiva, y con mucha curiosidad a pesar de su indiferencia. Aunque en ese momento mi garganta se había vuelto un nudo, tanto así costándome responder que me límite a asentir.
–¿Que te digo? Es lo mejor que se hacer –me encogí entre hombros levemente. También sabía tocar el piano, pero eso fue ya hace muchos años... Mordí mi labio inferior al recordarlo, no era algo que me generará tanta emoción, si no más bien nostalgia –. Ah, conseguí un trabajo aquí –señale Fiesta de ropa.
Adrian se fijó en el lugar examinándolo mientras iba deteniendo el paso.
–¿Es nuevo? –recientemente habían cajas en la entrada, por lo cual algunos hombres entraban y salían –, no sabia que te gustaba lo vintage o, las fiestas de ropa.
–Nonono, lo están remodelando lo único que falta es cambiarle el nombre ¿Entiendes? –asintió con más entendimiento –¿Que es lo que te gusta de este lugar?
–En el segundo piso hay una sección de instrumentos musicales –admito. Me había sorprendido un poco a mí mismo, pues no me gustaba del todo hablar sobre mis gustos hacia la música–. Y puede que haya unos que otros, que me interesen.
Lo cierto era que toda mi atención hacia los instrumentos musicales era exclusivamente para el piano, ¿Como describir lo que sentía cuando lo tocaba? Si pudiera volver a tocarlo y pudiera describirlo a través de sinfonías.
–¿Te gustan los instrumentos? –asentí levemente.
–Se podria decir, de pequeño era lo único que me hacía escapar de mi mente –lleve una mano hacia la nuca rascándome.
–¿Y ahora? –enarque una ceja dubitativo–. ¿Como escapas de tu mente ahora?
–Son muchas las maneras de hacerlo. No bastaría con decírtelo y ya, también tendría que mostrártelo, y eso ocupa mucho tiempo. –dije mientras miraba la tienda hacia exactamente el segundo piso preguntándome si tendría la oportunidad de volver a tocar el piano.
Había recordado a Isha y como me acompañaba después de clases en mi casa para hacer la tarea. Yo siempre buscaba la manera de terminar temprano para mostrarle las letras que estaba trabajando. Baje la mirada pensando en como le estaría llendo.
–Tus letras son muy lindas Tomas –sonreí con ánimo –, tienes un don muy grande.
–No exageres, son solo letras. Aunque me halagas.
–No seas modesto algún día te llamarán el Elton John de tu generación.
Me incline cerrando el puño y recostandome de esté, mientras una sonrisa se iba formando en mi rostro.
–Elton John es irresistible. –admití y ella sonrió.
No recordaba haber tenido a alguien que me apoyará más que Isha y la extrañaba, hacía tres años que no sabía nada de ella, la había dejado ir pero aún así me gustaba compartir cosas con ella a partir de cartas aunque no las leyera.
–Si hubieras cortado contacto con una persona hace, no se, muchos años y te enviará cartas ¿Tú las leerías? –la pregunta pareció sorprenderle un poco, aunque no lo demostró del todo. Se tomó su tiempo para responder.
–Si corte el contacto con esa persona debió ser por alguna razón, si era muy importante para mí a tal punto de dejar una marca en mi... Si, las leería. –su respuesta seguía siendo indiferente, por lo que lance la pregunta.
–¿Alguna vez has cortado contacto con alguien?
–No. –su respuesta fue casi inmediata –. Jamás he podido encariñarme de alguien, estoy muy ocupado para estar todo el tiempo con una persona. Esos pequeños acercamientos que he tenido solo se convierten en lazos no formados que tarde o temprano van a terminar, y que a fin de cuentas no me va a afectar. No dependo de nadie. –y con eso me miró–. ¿Y tú?
Negué.
–No, nunca he cortado contacto con alguien. –mentí–.Solo vi la pregunta en una encuesta.
Se hizo un pequeño silencio entre los dos pero parecía haber sonreído por poco tiempo, choco su hombro con el mío en modo de juego algo que, hasta el momento no había nadie más que yo. Seguido de una respuesta a lo que había dicho antes de la pregunta;
–Tal vez pueda hacer espacio en mi agenda para mí tiempo libre... Y puedas mostrarme todo lo que te hace escapar de tu mente –sonreí con entusiasmo, Adrián se limitó a hacer un vago gesto con sus manos poniendo una de ellas en mi cabeza –, no te emociones tanto Tomi. Lo más probable es que no sea tan seguido.
–Aun así cuenta –aparte su mano –, amargado.
–Chico de las novelas turcas, eres demasiado raro. –puso los ojos en blanco comenzando a caminar.
–Y tú muy gruñón ¿Por qué siempre eres gruñón? –dije mucho después de atar mis agujetas y estar a su lado –, debe ser muy agotador.
–Agotador debe ser, tener muchas energías, y no soy gruñón simplemente soy; Adrián. Es algo completamente distinto.
–Bueno, y yo soy Tom ¿Cual es la diferencia? Adrián y Tom, Tom y Adrián.
–No quiero terminar siendo el Jerry de tu Tom.
–Terminaras siendo el pelinegro de mi color arena, así empiezan la mayoría de las amistades ¿Sabías?
–¿Por qué haces tantas preguntas? –en aquel momento sonrió muy levemente–. Y nunca dije que fuéramos amigos.
–Hieres mis sentimientos.
–¿Tú tienes sentimientos?
–Mas que tú ¡Tengo corazón de pollo! –dije en voz alta al tiempo que alzaba los brazos –. ¡Oauhor!
Entonces, lo escuché reír, y hasta entonces no había escuchado una risa tan hermosa como la que Adrián tenía en ese momento era un poco baja, pero me hizo feliz saber que yo. Tom, le había sacado aquella risa a un amargado como el.
Tal vez un día sabría como hubiera sido la vida si no lo hubiera conocido pero, hasta el momento. Adrián era genial y me comenzaba a gustar pasar tiempo a su lado.
Recorde cuando dijiste que me parecía mucho a un girasol, el es casi como una rosa
tiene muchas espinas pero sigue
siendo hermoso.
Creo que las rosas y los girasoles si, se pueden llevar bien de vez en cuando ¿No crees?
Algún día le contaré sobre ti, Isha. Algún día...
Tqm Tom :).
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Ig: V4l_lexs. Allí subo de vez en cuando algunos detalles de la historia, y algunas otras :)
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