✯ Capitulo Único ✯
Como habían sido amigos de toda la vida, cualquier trabajo grupal que incluyera tres integrantes, siempre era rápidamente tomado por ellos.
Sí, se trataba de ése pequeño grupo de amigos. Él trío de compañeros, constituído por Obito, Kakashi y Rin, quienes eran prácticamente inseparables.
No era nada raro verlos siempre juntos en cualquier tipo de actividad en la que pudieran participar los tres de forma equitativa. Se había vuelto una muy buena costumbre, nacida desde los tiempos de primaria y que habían mantenido, religiosamente, hasta los tiempos actuales.
Siempre que pudieran, ellos trabajarían en su equipo de la amistad...Y éso era precisamente lo que hacían ahora.
Luego de pasar casi toda la tarde preparando un trabajo de suma importancia para la universidad, los tres jóvenes decidieron tomarse un descanso.
La asignación era bastante pesada y, aún trabajando los tres con suma eficiencia y sincronización, la cuál habían ganado con el paso del tiempo gracias a que había hecho aquello incontables veces, el trabajo no era para tomárselo a la ligera y se les había hecho bastante complicado.
Sin embargo, con todo y lo difícil que era, los tres jóvenes tenían ya una buena parte de éste ya acabado. Sólo debían seguir ese mismo ritmo después de finalizar el pequeño break que, incluso alguien tan centrado y objetivo como Kakashi, había encontrado como una buena idea. Era algo que todos necesitaban.
Al ver la hora, todos emitieron un pequeño bufido. Eran ya las cuatro de la tarde. Estaban ocupados desde temprano por la mañana.
Mientras reposaban, cada uno en sus respectivos lugares, y conversaban acerca de pequeños y variados temas, todo ésto con la finalidad de distraerse un poco de lo que habían estado haciendo, a Kakashi se le ocurrió la brillante idea de molestar un poco a su buen amigo, Obito Uchiha. Después de todo, ese era uno de sus hobbies favoritos para hacer con el chico de cabello en punta.
A veces, Obito también lo molestaba. Pero, en la mayoría de los casos, era el chico de cabellera grisácea quién solía comenzar aquello...Y ésta vez, no sería la excepción.
—Y dime, Obito. —comenzó Kakashi en tono burlón—. ¿Ya conseguiste novia? Digo, al menos lo estás intentando, ¿cierto?
El aludido lo miró durante unos instantes sin dar respuesta alguna. Rin, quién se hallaba sentada a su lado, se tensó ante la pregunta, aunque no lo demostró.
»No es por ofender, ni nada por el estilo... —prosiguió el joven de grisácea cabellera—. Pero, de verdad que ya empiezas a preocuparme... —se recargó en su silla mientras colocaba ambos brazos detrás de su cabeza en señal de despreocupación total—. Creo que no soy el único que piensa de esa forma... ¿Tú que dices, Rin? —inquirió, dirigiéndose a su amiga y compañera de cabello castaño y lindas y rectangulares manchas moradas en el rostro.
Ante la pregunta, la chica se removió, algo incómoda, en su respectivo asiento. De forma inconsciente, frente la última pregunta del chico de cabello plateado, el Uchiha, quién no había dicho nada, esbozó una pequeña y soberbia sonrisa de satisfacción.
«Ay, Kakashi...—pensó Obito con algo de satisfacción contenida—. Si supieras...»
—Bueno... —comenzó la chica algo insegura—. Sinceramente, no me gustaría opinar nada al respecto... —sonrió mientras cerraba un poco los ojos—. Es su vida, Kakashi, no deberíamos meternos en ella, ya encontrará a alguien ideal para él. ¿Verdad, Obito?
Antes de que el pelinegro dijera algo, su amigo se le adelantó.
—Si, claro. —Kakashi no esperó a que el mencionado respondiera la pregunta de Rin—. Es muy obvio que ya encontró a su alma gemela, sólo que, cómo el siempre ha sido un lento, ésta pasó demasiado rápido para él y no la vió o algo así.
Y rompió a reír cómo si no hubiera un mañana. En realidad, ver a Kakashi de esa forma, tan burlón y divertido, era bastante raro, aunque entendible hasta cierto punto. Lo único que conseguía que el chico de cabello plateado abandonara ésa aburrida y seria expresión era cuando se burlaba de su amigo.
Obito estuvo a punto de levantarse de su sitio y, según los rápidos y muy bien acertados pensamientos de la chica de cabellos y ojos castaños, decirle, o más bien, gritarle en la cara que tenía una relación con su amiga en común.
Moviéndose más rápido de lo que cualquiera pudiera imaginar, Rin se incorporó de su lugar, tomó del brazo a su amigo y novio secreto, el cuál respondía al nombre de Obito Uchiha y lo arrastró, junto con ella, en dirección a la cocina. Todo ésto mientras le decía al chico de la aburrida expresión y peinado poco común, que los esperara. Que en un momento volvían.
¿La excusa? Que irían a por algunos bocadillos que estaban en la alacena.
✷✷✷
Ambos, Obito y Rin, entraron a la cocina. La castaña iba detrás de él, siguiendo al de cabello rebelde.
Luego de que la puerta se cerrara detrás de ellos, Rin se detuvo con intenciones de regañar a su novio. No había acabado de abrir la boca para decir algo, cuando Obito, sin previo aviso, se giró y la acorraló contra la puerta, besándola con entusiasmo.
Aunque estaba sorprendida y algo molesta por la anterior situación, ella igual correspondió con la misma intensidad. Debía confesar que, si bien la tomó por sorpresa, igualmente le había gustado esa forma de tratarla.
Con cuidado, el chico apoyó ambas manos en la cintura de ella, apretándola con firmeza. Por supuesto, éstas no se quedarían allí por mucho tiempo ya que, unos segundos después, las bajó un poco más.
Rin, por su lado, subió las manos y las apoyó en los hombros del más alto. Al igual que hiciera el chico de cabello en punta, la joven tampoco las dejó tranquilas y las llevó, con rapidez, al cuello de éste, rodeándolo y atrayéndolo más hacia ella. Permanecieron unos segundos besándose, hasta que se alejaron para recuperar algo de oxígeno. La distancia entre sus rostros seguía siendo mínima.
—¿Se...se puede saber que haces? —preguntó ella con dificultad luego de separarse. Obito sonrió.
—Acaso, ¿hay algo de malo en que bese a mi novia? —respondió el más alto con mirada y sonrisa gatunas—. Además, no parecías querer que me detuviera...
—Ca-callate... —murmuró ella con el rostro aún más rojo. Tratando de recuperarse, la chica inspiró y espiró rápidamente, hasta tranquilizarse. Con voz sosegada, habló nuevamente—: Y no, no hay ningún problema en que me beses... —habló ella un poco más calmada—. Siempre y cuando no haya nadie más cerca o un amigo nuestro se encuentre al otro lado de la puerta. —finalizó ella con un tono cargado de sarcasmo.
—¿Tienes algún problema con que el imbécil de Kakashi escuche algo? —en ningún momento se alejó de ella o dejó de acariciar sus pálidos y tersos muslos, que era dónde tenía colocadas sus manos actualmente.
El chico agradeció mentalmente que llevara esa falda oscura y —desde su perspectiva— muy provocativa y sensual. Subió un poco más sus manos hasta que éstas se colaron bajo la prenda. La castaña se estremeció ante el toque.
—Si, si tengo problemas... —intentó sonar firme en su argumento, sin tener mucho éxito—. Se supone que mantendríamos nuestra relación con un perfil bajo, al menos, hasta que ambos decidiéramos hacerla pública.
—Yo quiero decirlo... —sonrió de nuevo, en su expresión, podía notarse la más pura malicia.
—¡Pero yo no! Al menos, todavía no. —respondió ella tajante... Y sin embargo, en ningún momento lo detuvo en sus acciones. Aún tenía sus manos entrelazadas detrás de la nuca del más alto.
—Está bien, está bien... —bufó él—. Pero... Eso no quiere decir que no podamos divertirnos y experimentar un poco... —tal vez era su imaginación, pero por un instante, Rin pudo ver un destello rojizo en los oscuros ojos de él—. Ver cuanto podemos hacer sin que Kakashi nos descubra...
Ánte lo último, y el tono tan serio y susurrante que utilizaba, Rin no pudo evitar sentirse intimidada. ¿Qué demonios estaba pasando? ¡No sabía qué mosca le había picado! Pero, lo que si sabía es que ése no era el Obito de siempre.
El que era tímido, sensible, el chico tranquilo y amable que siempre la había amado con locura. Al que, en algunas ocasiones, había tenido que —prácticamente— obligarlo a tener algún tipo de contacto íntimo con ella (como un beso). Todo ésto debido a su timidez extrema o que, de alguna forma, él lo evitaba por temor a poder llegar a lastimarla.
Ahora todo era diferente. Esa sonrisa, tan linda y pura que tanto amaba, había desaparecido y ahora sólo quedaba una sonrisa extraña y maliciosa, cargada de malas intenciones.
Esa expresión de inocencia que le daba tanta confianza, fue sustituida por una de maldad, la más oscura y profunda maldad.
Y, finalmente, sus ojos. Éstos, por lo general, eran de un azabache brillante y cargados de energía, aquellos que siempre la miraban con el más puro e inocente amor, también habían cambiado. En su lugar solo quedaban sus orbes opacas, carentes de toda inocencia y que la miraban con deseo y lujuria.
Lo peor no era eso, o el hecho de que no intentaba disimularlo u ocultarlo de alguna forma... No, para nada.
Lo peor era que, a pesar de todo lo anteriormente dicho, a nuestra castaña no le disgustaba éste nuevo Obito, al contrario. Le parecía muy...atractivo.
Por más que ésto la desconcertara, ésa idea de intentar algo estando el peliblanco tan cerca, con el peligro de ser descubiertos y la adrenalina que ello conllevaba, hacía que la idea tuviera un cierto atractivo.
Portaba algo...demencial... Como si ésta fuese, de verdad, una excelente idea... Y eso, aquella extraña tentación de hacer lo indebido, era precisamente lo que le precupaba.
—¡O-Olvídalo! —trató de zafarse utilizando la poca voluntad que le quedaba—. ¡No haremos nada teniendo a nuestro amigo tan cerca!
—Si ese es el problema, puedo decirle que se vaya... —con descaro, acercó mucho más su rostro al de ella y, en lugar de intentar besarla como ella imaginaba que lo haría, el chico lamió con calma una de las moradas marcas de nacimiento que se dibujaban en las mejillas ajenas—. Y todo resuelto...
—¡N-No vuelvas a ha-hacer eso! —exclamó ella con el rostro tan encendido que alcanzó a evaporar algo de la saliva que el Uchiha había dejado en sus marcadas mejillas.
—Creí que te gustaría...
—¡Escucha, Obito! —intentó librarse de su agarre, sin éxito alguno—. ¡No puedes decirle a nuestro amigo
que se vaya por el simple hecho de que éste es mi departamento y podría darse cuenta! —se tomó un momento para respirar—. ¡Seria una completa estupidez decirle “¿Kakashi, podrías irte? Obito y yo necesitamos privacidad” cuando lo que queremos es mantenerla en secreto! ¡Seria lo más estúpido y ridículamente obvio del mundo!
Obito la observó un momento en silencio. Tenía razón. Si quería que su relación se mantuviera oculta, no debían dar muestras de nada. Todo debía quedar en completo silencio... Y debía tragarse lo de
hacer “algo divertido” con ella en ese mismo instante.
—¡Oigan! —se escuchó gritar al peliblanco desde la sala, consiguiendo que ambos dieran un respingo—. ¿De qué tamaño es la cocina? —su voz estaba cargada de sarcasmo—. Debe ser muy grande, porque si tardan tanto para buscar unas simples
botanas, entonces es porque se perdieron.¿Verdad?
—¡En un minuto vamos! —gritó Rin con nerviosismo para luego mirar a su novio—. ¡Ni una palabra, Obito!
—Pero...
—Espero no tener que repetírtelo —amenazó ella con mucha seriedad.
—Tch, me habría gustado callarle la boca —se alejó de ella para darle espacio y acomodarse la ropa—. Sabes que odio que me subestime...
—Lo sé, lo sé... —acabó de arreglarse la blusa y su cabello para después dedicarse a buscar lo que se suponía que habían ido a buscar. Los dichosos y casi olvidados bocadillos que guardaba en alguna parte habían quedado en segundo plano cuando se suponía que ése era el motivo por el que estaban allí.
—A veces puede ser un bocón insufrible —manifestó el Uchiha mientras se apoyaba en un mesón.
—Se supone que son amigos...
—Mejores amigos —corrigió él.
—De éso es de lo que hablo. —sonrió con dulzura mientras destapaba una bolsa. El empaque emitió un crujido al abrirse—. Por esa razón, porque son mejores amigos, es que no deberían estar la mayor parte del tiempo como perros y gatos.
—¡Pero el empezó! —se quejó el más alto para luego hacer un puchero y cruzarse de brazos.
La castaña pudo notar —con cierto alivio— que el ojinegro volvía a ser el mismo de siempre. Su infantil reclamo se le antojó adorable.
—Pero tú le seguiste el juego. Por lo tanto, eres tan culpable como él.
—¿Ah, sí?... Pues... pues... —dudó un momento ante la divertida mirada de ella—. Supongo que tienes razón... —se rindió con expresión derrotada.
—¿Lo ves? Todo puede resolverse con inteligencia, con cabeza fría... —colocó una bandeja en el mesón, bastante cerca de la posición de Obito—. Pero, es obvio que unos cabezas hueca como ustedes jamás podrán utilizar la cabeza para algo más que recibir golpes, pensar en estupideces, insultos y...
—Y en cosas pervertidas. —agregó él con una sonrisa. Rin lo miró mal.
—Ignoraré eso. —masculló ella y se alejó de él lo más que pudo.
—Además —continuó él, obviando el hecho de que su novia estaba aumentando la distancia entre ellos por el bien de ambos—. No es nada agradable que te digan que no puedrás conseguir pareja y que estarás solo toda tu vida y no poder echárselo en cara...
—Si sabes que no es cierto, si sabes que no es verdad, si sabes que no estarás solo, entonces no le hagas caso y ya. —al ver que no había peligro, se acercó a él nuevamente, tomó el rostro del más alto y le plantó un casto beso en los labios—. Ven, vayamos a la sala antes de que siga pasando más tiempo y Kakashi y acabe dándose cuenta —tomó la bandeja con ambas manos y se dispuso a regresar.
Estaba por abrir la puerta que daba al recibidor cuando sintió la nalgada —la cual se sintió más como un agarre, que un golpe— propinada por Obito. Al girarse con intenciones de regañarlo, se dió cuenta de que en su rostro se hallaba presente la misma mirada de hacía un rato.
Igual que antes, el pelinegro la miraba con descaro, detallándola de arriba hacia abajo y haciendo una que otra pausa en ciertas partes, deleitándose con lo que veía. Al ver su expresión, toda intención de reprocharle abandonó su cabeza para ser sustituida por una sensación de incomodidad. Pero, a pesar
de ésto, se mantuvo firme.
—N-No vayas a mirarme de esa forma cuando estemos enfrente de Kakashi. —advirtió ella.
Él solamente se dedicó a sonreír, antes de hablar:
—No lo haré, tranquila. —y una sonrisa, que transmitía de todo, menos tranquilidad, se dibujó en su rostro— Ésto no ha terminado. —murmuró sin dejar de sonreír—. Recuérdalo.
Al escucharlo, Rin se mordió el labio inferior mientras lo miraba. Ésta acción que no pasó desapercibida para el chico, antes de regresar a su firme expresión y pararse muy derecha.
Finalmente, Rin abandonó el lugar para reunirse con Kakashi.
Obito decidió quedarse de pie, durante unos instantes, junto al mesón. Se relamió de gusto de sólo pensar en todo lo que podría llegar a hacer más tarde.
Tal vez, después de terminar el trabajo grupal de la universidad, ambos —Kakashi y él— se irían y, cuando les tocara a cada uno irse por su lado, el volvería al departamento de su chica y terminarían lo que habían comenzado en ése momento. Tal vez, usaría sus “habilidades ninjas” para colarse por una de las ventanas. Tal vez podría calmar su recién despierto líbido después de una larga noche de diversión.
Tal vez y sólo tal vez permitiría que su “lado oscuro” se manifestara y diera rienda suelta a su reprimido deseo. Tal vez y sólo tal vez...
Fin...
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