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Esto Sí Pasó - Final 4 - Destino

Aquel día increíblemente cálido, en los pasillos de una universidad, cierto joven de 17 años iba con gafas de sol, parecía distraído, no parecía seguro de saber a dónde ir. Tras preguntar a muchas personas había llegado a la facultad que le correspondía, la de psicología, pero no encontraba su salón, el lugar era enorme. Mientras comprobaba otro pasillo, una chica de su misma edad le tocó el hombro para llamar su atención.

—Hola disculpa, creo que estoy perdida, no sé si me puedas ayudar. —dijo la joven.

—Hola... eh... de hecho yo también lo estoy. —respondió él apenado.

—Oh vaya, jeje el primer día siempre es difícil ¿verdad? Al menos dime que estoy en el edificio de psicología.

—De hecho, si, vas por buen camino.

—Jajaja ¡Qué bien! ¿A qué salón vas tú?

—Al C-201.

—Yo también, somos compañeros entonces. Hay que buscar el salón.

Comenzaron a caminar juntos. El joven se puso particularmente nervioso ya que la señorita que tenía a su lado le parecía hermosa. Tenía un cabello largo y oscuro, lacio, ondeaba con el viento. Era delgada pero formada, como si hiciera ejercicios todos los días, llevaba una remera sencilla y unos shorts largos que la cubrían hasta sus rodillas, como calzado unas botas.

—¿Puedo preguntar por qué llevas lentes negros? Sé que es verano, pero estamos dentro.

—Por nada en especial.

—¿No estarás drogado o sí? —preguntó ella exagerando sus gestos como si estuviera asustada.

—¿Cómo crees? —respondió él avergonzado.

—Jajaja, ya sé que no, solo bromeo. Pero en serio, no es común.

—Es cosa mía.

—¿Puedo ver? Porfi, porfi, porfi —dijo ella poniéndose al frente de él, con una carita emulando a un gato.

Además de histriónica, tenía una alegría apabullante. Al joven comenzaba a caerle pesada tanta buena actitud de la chica, pero se sintió acorralado ante su petición.

—Eres muy confianzuda con alguien que recién conoces. Ahhh de acuerdo.

El joven se sacó los lentes, pero mantenía sus ojos cerrados. Él ya sabía lo que se venía, se lo iban a decir de nuevo, durante su niñez mucho se le juzgó por la particularidad de sus ojos, de maneras que lo incomodaban, sobre todo las mujeres y ahora parecía que en la universidad la tendencia iba a continuar.

—Eres un tramposo. Abre los ojos. —le recriminó.

Los abrió lentamente, dejando descubrir algo que él consideraba un defecto que nunca iba a dejar de ser inoportuno. La chica quedó sorprendida a primera vista, pero luego giraba su cabeza de un lado a otro como cuestionando lo que veía. El joven ya esperaba algún tipo de comentario, pero ella no decía nada. Su expresión de curiosidad pasó de pronto a uno parecido a la decepción.

—¿Solo por eso los ocultas? —dijo ella de repente.

—¿Eh? —respondió él, frío por la respuesta, no era la que esperaba.

—Quiero decir, son particulares, nunca había visto unos ojos azules tan brillantes, seguro te lo han dicho muchas veces, pero créeme. Tanto como para ocultarlos así, no me parece. Deberías mostrarlos con orgullo.

—¿Tú crees?

—Claro. Vamos que las clases van a empezar.

Efectivamente, era la primera vez que una mujer no estaba totalmente impresionada con sus ojos. Durante toda su niñez, las niñas sobre todo, siempre lo adulaban por el brillo y el color de sus ojos, el cual era inusual en un país donde la mayoría tiene ojos negros, cafés o derivados y los más claros suelen pertenecer a gente con genética extranjera. Lo que lo volvió un poco distante con los demás. Su madre y su padrastro no mencionaban a su verdadero padre, por lo que no estaba seguro de qué lado de su familia sacó esa característica.

—¡Oye! —le dijo él al alcanzarla nuevamente— muchas gracias, me siento mejor ahora, creo que no empezamos bien. Ya que seremos compañeros, nos veremos seguido ¿No?

—Por supuesto. ¿Ves?

—Creo que no te pregunté tu nombre.

—Ah cierto, me llamo Amaris Durán. ¿Y tú?

—Yo —respondió nervioso, le comenzaba a gustar sus expresiones— Me llamo Lian Thomas, con H.

—Jo... ¡Lo suponía! ¡Sabía que eras extranjero!

—Ah... no perdón... —respondió agitando su cabeza, como pidiéndose a sí mismo que reaccione— tengo la mala costumbre de presentarme con mis dos nombres.

—¿Y eso?

—Es una larga historia familiar, llevo los apellidos de mi madre y ella prefiere que me haga de un nombre propio. En realidad, me llamo Lian Albornoz. Mucho gusto.

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Nota de autor:

Hola a todos, solo interrumpo para informar que este es el último final, por lo que hablamos del último capítulo oficial de esta historia. Espero que les haya gustado. La próxima semana lo que se publicará es algo parecido a la novela anterior, solo que aquí lo llamé "Curiosidades y otros eventos". Donde veremos un poco más del después de todos los personajes, incluyendo los más recientes. Así que espérenlo. 

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