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Esto Sí Pasó - Final 1 - Musas

El cumpleaños de Tom en el 2019 cayó un día miércoles, quienes se acordaron le dieron un saludo y otros pocos un regalo pequeño pero simbólico. Si los cumpleaños caían en fin de semana, era posible una pequeña celebración y si no, solo te daban el mediodía libre. Convenía el doble beneficio, pero no fue el caso ese año.

Llegada la hora Tomás alistó sus cosas y se despidió de sus compañeros más cercanos. Cuando llegó donde se encontraba Catalina, ella le pidió un momento, le hizo una seña y fueron al pasillo.


—¿Qué planes tienes entonces? —preguntó ella curiosa— ¿Alguna amiguita por ahí?

—Si la tuviera ya lo sabrías.

—No siempre me entero mentiroso, no me hagas hablar.

—Qué cruel eres y en mi cumpleaños.

—¿Entonces hay planes o no?

—Pues la verdad no.

—Excelente, 7pm, Espressiones, irás quieras o no.

—¿Eh? Pero...

—Ya dije, nos veremos ahí... - replicó ella volviendo a la zona de trabajo, sin darle lugar a réplica.


Al no tener más planes para ese día más que videojuegos y películas, ya que su familia no se encontraba en la capital, esta vez de verdad, descansó el resto del día y fue al café a la hora pactada. Lo que pensó es que su amiga había convencido a su equipo para una pequeña reunión en ese lugar. Por las noches, el lugar abría una zona de bar al que solo se podía acceder por reservación donde podías estar con un grupo de amigos hasta máximo las once de la noche en días de semana y la una de la mañana los viernes y sábados. Además de café y postres, en ese espacio se ofrecían bocadillos diversos como alitas BBQ, Sándwiches, entre otros. Y bebidas alcohólicas como vino, pisco, whisky, de todo menos cerveza comercial, solo artesanal y los precios eran ridículos. La creía capaz, ella era quien solía motivar al resto para ese tipo de reuniones y siempre resultaban de maravilla.

Cuando llegó pensó en ir directo a esa zona, parecían obvias las intenciones, sin embargo, al entrar la reconoció de inmediato, estaba sentada en una de las mesas del lugar, una alejada del resto, curiosamente solo para dos. Tom se acercó con recelo y timidez.


—¿Catalina? Hola...

—¿Decepcionado cumpleañero? - respondió ella sonriente.

—No, no, para nada, no es eso, solo que me sorprende... —dijo Tom mientras se sentaba— ¿solo seremos tú y yo?

—Para serte sincera, quería abrir el bar, pero ninguno de los chicos del trabajo podía venir, quedamos para salir todos este sábado, pero no será lo mismo. Tu cumpleaños es hoy y merece ser celebrado. Lo que pidas yo lo invito.

—Wow gracias, no tenías qué molestarte.

—Ya sabes que si quiero hacer algo, aunque me tome tiempo, lo haré. Hemos pasado por mucho y así como ayudaste a que se celebre mi cumpleaños, creo que puedo ser recíproca.


Una mesera se acercó a la mesa para tomar las órdenes de cada uno, antes de que se fuera Catalina le hizo una señal. Tom se preguntaba qué fue eso. En eso muchos meseros se formaron alrededor de la mesa, trayendo un pastel de selva negra, su favorito y una vela ya encendida. Le cantaron el "feliz cumpleaños" más escandaloso, ameno y sin penas de su vida. Los demás clientes se sumaron a los cánticos. Quedó impactado de que ella le hubiese preparado una sorpresa así. Recordó lo que sintió entonces cuando tuvo su fiesta sorpresa bajo el nombre de Leo Montés, recordó la frustración que sintió al ver que todo lo que se hizo ese día no era para él. Esa vez fue diferente, todos coreaban su nombre, no eran amigos cercanos como en esa iglesia, pero la buena actitud del personal del lugar lo emulaba muy bien.


—Ven, pide un deseo Tomás... —le dijo ella tras terminar de cantar.

—Catalina yo...—Tom se quebraba, un par de lágrimas querían salir, se limpió los ojos y dio una sonrisa sincera— muchas gracias por todo esto. De verdad.

—Agradéceme si se cumple el deseo que pidas. ¡Dale!


Tom sopló las velas y el lugar se llenó de aplausos y arengas. Fue una celebración muy divertida. Los empleados liderados por Catalina, comenzaron a gritar al unísono para la tradicional mordida. Tomás se apenó, no quería arruinar la torta, era su favorita. Catalina le prometió que no sería ruda. Aun desconfiando se acercó y pese a que se esperaba un empuje brutal, fue más bien discreto, lo suficiente para que se manchara la nariz y las mejillas, causando gracia en todos. Con los dedos y un pañuelo, el joven comenzó a limpiarse. Los empleados se llevaron la torta para empaquetarla. Los clientes volvieron a lo suyo y ambos quedaron de pie mientras él se terminaba de limpiar, ya que su ropa también se vio afectada.


—En serio te pasaste con todo Catalina, en verdad muchas gracias, no sé cuántas veces llevo haciéndolo.

—Es un placer... más bien... aún tienes un poco de crema a un lado.

—¿Ah sí? - se preguntó el tocándose el rostro - ¿Dónde?

—Aquí mira.


Dicho esto, y de forma inesperada, la chica se acercó, se puso de puntas y le plantó un beso en la mejilla que lo dejó aún más sorprendido, boquiabierto y paralizado. Apenas pudo mover sus manos para tomar la silla y volver a tomar asiento. Solo pocos comensales y empleados fueron testigos de la escena y se reían discretamente. Ella también tomó asiento, lo miraba fijamente, con ligeros aires de seducción, pero su expresión era de pena, esperaba una respuesta.


—Ca... Catalina... tu...

—Llevas agradeciendo mucho Tomás —respondió ella con la voz cortada, pero sonriendo— cuando soy yo la que debería agradecerte, gracias a ti pude superar mi difícil situación y me hubiese gustado haber estado más para ti cuando pasaste por la tuya. En algún momento... en estos meses... comencé a desear hacer esto y creo que no me contuve. Se que... ni tú ni yo estamos completamente listos para esto... y aunque... estoy sintiendo algo por ti... y he cedido a este impulso... no puedo pedirte que seamos más que amigos tampoco... eso lo sé...

—Catalina... —interrumpió Tom ya más calmado.

—¿Sí? —respondió ella expectante.

—Sé lo que intentas decir... nuestra situación emocional es... ¿Cómo decirlo? ¿Complicada?

—Ya lo creo.

—Tú has sido un gran apoyo para mí también Catalina... en el trabajo, cuando pasé lo de... ya sabes, el alcohol... creo que nunca te agradecí apropiadamente por eso.

—Era eso o te despedían, baboso.

—Lo sé... siento mucho cariño por ti también, ¿Sabes? tal vez suena una locura, pero... ¿Y si...lo intentáramos? ¿si comenzamos a salir?

—¿Salir como ahora?

—Salir como una pareja potencial —respondió— conocernos más, ver si podemos dejar de vernos como los compañeros de colegio que fuimos o como los empleados de una agencia de publicidad. Si no como Tomás Duran y Catalina Soler. Si no resulta, lo diremos y aquí nada pasó, creo que podremos seguir siendo amigos. Si vemos que funciona, seremos novio y novia. No se... —se sonrojó al decir lo de ser novios— tal vez estoy divagando y no te parezca apropiado... ¿Qué dices?

—De acuerdo... —respondió ella aliviada— lo acepto con una condición...

—¿Cuál?

—Que no me quites el papel de novia, chico sentimental.


Ambos se rieron, esa frase era una referencia a una serie de televisión antigua que a Tom le gustaba. El resto de la noche la pasaron así, comentando anécdotas, cada tanto se dedicaban miradas de complicidad más evidentes. Comieron lo que pidieron y el chico pudo llevarse la torta a su casa. Antes de separarse, Catalina le dijo que le tenía una última sorpresa, pero que la vería al llegar a casa. "Seguro compró un regalo grande" supuso él.

Efectivamente cuando llegó, en el nuevo departamento donde vivía, se dio con la grata sorpresa de que no era precisamente un regalo lo que le esperaba, si no sus padres. Habían sido invitados a volver a la capital por un par de días por la propia Catalina. La reunión familiar, aunque improvisada, también resultó de mil maravillas. Compartieron la torta que él había traído y fue como volver a la niñez. Aquí sí, Tom no pudo contener las lágrimas y mientras era abrazado por su familia pensaba en cómo agradecerle a su... ¿Amiga? ¿Futura novia? Nada era claro en ese instante.

"Catalina, de por sí ya te quería, pero con esto te quiero aún más",  pensó mientras intentaba dormir, preso de un insomnio por emoción.

Fue así como comenzaron a salir, a conocerse como personas, a tener citas. Descubrieron muchas cosas el uno del otro en ese tiempo, tenían gustos opuestos, pero de algún modo encontraban intermedios. Si no los tenían, los creaban. Pasados unos meses, ya entrados en diciembre mientras jugaban un juego de mesa en casa de ella, se dio un hecho inusual.


—Ese fue un buen juego, felicidades por la victoria.

—Te dije que era buena... ¿Te parece si jugamos a otra cosa?

—¿Cómo qué?

—A que adivines lo que estoy pensando.

—Eso es difícil, eres impredecible.

—Venga, inténtalo.

—De acuerdo, pero mientras lo hago, quiero que tu intentes adivinar lo que yo. Pasado un minuto, lo decimos a la cuenta de tres ¿Qué te parece?

—Me parece bien.


Para este juego, ambos se miraron fijamente a los ojos. Trataban de ver sus expresiones y así adivinar lo que el otro tenía en mente. Algunas risas nerviosas surgían. Ojo derecho, ojo izquierdo. ¿Algo? Nada, solo sonrisas cada vez más amplias. Era complicado, pero tenían que decir algo al finalizar el tiempo. Ambos tenían algo en mente y era tiempo de soltarlo.

"Uno, dos y... tres"


—Te quiero Tomás.

—¿Crees que eso estoy pensando?

—No, es lo que yo estoy pensando.

—Qué curioso, pensaba lo mismo de ti, en lo mucho que te quiero.

—No hacía falta decirlo, creo. Ya lo suponía, eres un libro abierto.

—Seré un libro abierto, pero tú eres una novela que quiero empezar a leer.

—Que cursi y monse eres, me encanta.


Ambos rieron, se abrazaron y se dieron un primer beso dando inicio a una relación que muchos catalogaron de loca en sus inicios. Una declaración mutua inesperada en ese domingo 08 de diciembre del 2019. Un par de chicos impulsados por sus propias emociones quienes solo querían volver a creer en el amor, al lado de alguien que ya tenía su plena confianza. Tras 11 años de haberse conocido. Toda esta primera parte de su historia, sería solo el primer paso de muchas cosas grandes que llegarían para los dos.

Lo siguiente ocurriría unos meses después, ya en el 2020 casi a mediados de año. Entre diciembre del año anterior y ese mes se dio un cambio en las políticas de la empresa con la llegada de nuevos jefes, curiosamente eran parientes de los anteriores. A diferencia de los mismos, estos nuevos metían mano en todos los proyectos, lo que hizo que muchos tanto por el lado de la redacción como el de los creativos se vieran afectados, así como las relaciones con las casas audiovisuales que desarrollaban los spots. La agencia estuvo en su mejor momento, pero fue decayendo desde que los nuevos asumieron el mando. Muchos de ellos no manejaban temas de comunicaciones, sólo buscaban el ahorro de recursos, el beneficio en números e imponer sus propias ideas dentro de todo lo posible.


— ¡Es el colmo con ese conchesumadre! —exclamó Catalina llegando al comedor donde se encontraba su novio Tomás.

—¿Qué pasó? Ya te dije que en el trabajo intentes bajarles a las revoluciones, cariño. Puede generar malos entendidos.

—Ya sé, pero es que me llega, ¿Puedes creer que me llamó para pedirme que corrija todo porque el enfoque que le di a la campaña le parece de principiante? ¿A él? ¿al señorito que quiso ser comunicador, pero lo llevaron a la administración?

—Algo parecido me dijo hace una semana el mismo hijo de su madre.

—"Hijo de puta", dilo.

—Lo es, es un hijo de puta.

—¡Ese es mi chico! ¿Sabes? Estoy harta, con tipos así no llegaremos a nada y sería irrisorio pensar en un ascenso en este lugar.

—También lo he pensado, llevamos mucho aquí y un cambio de aires no estaría mal. Quizás en otra agencia...

—¿O en una propia?

—¿Eh? ¿Qué dices?

—Llevo pensando esto desde que comenzaron esos idiotas, hacer algo propio, no como ya sabes quién, sino algo rentable y ligado a la carrera que tenemos. Ya somos titulados y es tiempo de hacerlo valer ¿No lo crees?

—Claro, pero... wow... tomará tiempo y recursos, no sé si nuestros ahorros alcancen.


Pensaba en pedir un préstamo y comenzar como una agencia chiquita, comenzar con algunas mypes y apuntar a las grandes. La meta será convertirnos en una agencia integral y no depender de casas realizadoras ni nada para el desarrollo de las publicidades.


—Eres ambiciosa lindura, me encanta.

—¿Entonces qué ojitos lindos? ¿jalas?

—Jalo, pero ¿Cómo empezamos?

—Pues, ya que aún no tenemos nada, podemos al menos darle un nombre ¿no?

—¿Qué sugieres?

—Algo que suene a elegancia, ligado a las artes —comenzó a revisar su celular buscando información— lo primero que me sale son las musas griegas, interesante...

—¿Algo que tenga que ver con cultura greca quieres? - preguntó extrañado, Catalina sabía de Diana.

—Podría ser... —ella se lo tomaba normal.

—Mmm, musas en español... en inglés es muse... A Muse...

—Lo tengo, el nombre de esta musa me gusta...

—A ver...

—Se llama Aedea, diosa de la puesta en escena como tal...

—Como las publicidades en sí, me gusta.

—Ajá, además suena a idea, podría ser ah.

—Según el artículo, en griego se pronuncia Aoide, ¿No te suena un poco mejor así?

—¿Cómo que menos obvio no?

—Por eso.

—Si, eso. Proyecto Aoide, por ahora podemos llamarlo así. Ya si se nos ocurre algo mejor lo cambiamos.

—Me parece bien.


Con pocos recursos emprendieron en marcha con el nuevo proyecto, diseñaron un logo y crearon planes de trabajo simples para pequeños empresarios. Publicidad en redes sociales para empezar. Dado que eran solo ellos dos, podían avanzar los fines de semana y antes de todo ello tuvieron que recordar muchas habilidades básicas de diseño y edición, así como retomar los conocimientos de Marketing Digital y actualizarse en las últimas tendencias del área.

Unos meses después pusieron en marcha el proyecto oficialmente con sus primeros clientes fijos, una textilería y un pequeño restaurante. Tras cinco meses más la cartera fue aumentando, así como los planes que ofrecían. Además, la marca ya se encontraba registrada y la dejaron con el nombre que idearon. Ambos habían renunciado a su trabajo para ese entonces y algunos de sus viejos compañeros se sumaron al emprendimiento. La competencia era dura debido a las grandes agencias, pero el cliente al que se dirigían era precisamente aquellos que no podían acceder o no tenían un conocimiento pleno del uso de las redes para aumentar sus ventas y llegar a más público. A su vez, aquellos que no podían pagar los exorbitantes precios de dichas grandes agencias.

Durante el 2021, las verdaderas ganancias, esas que no se van en pagos de servicios ni de empleados, comenzaron a verse y bastó unos cuantos meses para generar un gran ahorro. Por lo cual, decidieron invertir parte de ese ahorro en una celebración para ambos en un viaje hacia la serranía peruana. Un viaje de una semana. Por lo pronto, todos sus empleados trabajaban remotamente, mediante reuniones en videollamadas y estaban en la búsqueda de un local propio, pero decidieron tomarse ese descanso por haber laburado un año sin bajar el ritmo, incluso sacrificando parte de su primer aniversario. La fecha elegida era el sábado 19 de junio del 2021 en altas horas de la noche para llegar temprano en la mañana. Durante las primeras horas de ese día, a Catalina se le veía ansiosa y no era por el viaje precisamente. Miraba a Tom de reojo todo el tiempo, se mordía las uñas y caminaba de lado a lado.


—¿Todo bien cariño? —preguntó Tom— desde que llegué a tu casa te veo nerviosa. Sé que el viaje es emocionante y todo, pero ayer no estabas así.

—No, no es eso... es que... ¡Dios! No sé si contarte, no sé cómo lo vayas a tomar.

—Como si no nos hubiésemos dicho de todo antes.

—Esto es diferente. Y muy serio.

—Wow, tu seria, de acuerdo, si no quieres decirme no lo hagas, pero si es algo que pueda afectar el viaje...

—Lo es —interrumpió ella— Ahh está bien, lo diré. Antes que nada, debo confesarte algo.

—¿El qué?

—Estoy escribiendo una novela.

—¿Ah sí? Eso es bueno corazón, no pensé que tuvieras esa afición.

—Si pues, bueno, otra cosa que debo confesar, pese a lo que dije en aquel entonces tu historia con Miguel, Roxana, Diana y haber actuado como un extraño llamado Leo se me hizo más surrealista que lo mío. Y pues... estoy basándome en ello. La titulé "Esto Quizás Pasó".

—Me impresionas Cata, en verdad estoy feliz por ti, si la publicas estoy seguro que será un éxito, pero no te niego que me da pena pensar que las personas piensen que se trata de una experiencia tuya.

—No, no, descuida, les estoy poniendo nombres ficticios además de cambiar algunos hechos y si eso no basta, me pondré un seudónimo de autor. Quizás un nombre de hombre para despistar.

—¡Qué bueno amorcito! De veras. ¿Ves que no fue difícil decirlo? No veo cómo eso puede afectar el viaje.

—Lo que te he dicho es solo el contexto. —respondió ella apretando el rostro como esperando una reprimenda.

—¿Eh?

—Es que —suspiró— con el fin de darle continuidad a mi novela, cada cierto tiempo he estado viendo las redes sociales de Diana y Roxana...

—¿Qué? ¿Cómo así? Lo creería de cualquier persona, pero de ti...

—No soy tóxica ni nada, por si eso estás pensando so huevón. —respondió ella alzando un poco la voz— o dime si alguna vez te he celado o hecho problemas.

—No lo decía por eso. Te conozco bien.

—Además, no las he agregado ni dado like ni nada, solo ver y sacar ideas, lo juro. Sus perfiles están como públicos.

—Bueno, bueno, creo que no deberías verlos, pero no te diré que dejes de hacerlo. Tú misma debes darte cuenta que no es correcto.

—Supuse que dirías algo así. Ese no es el punto, la cosa es que ayer en la noche vi el de Diana después de varias semanas. Sabía que tenía pareja, un chico medio monse a mi parecer, pero la cosa es que se va a casar hoy.

—¿Se casa? ¿Diana? ¿Hoy?

—Por religioso, recién hace unos días publicó sus fotos de civil para conmemorar lo de hoy.

—Vaya, quién lo diría. Pero, eso ¿qué tiene que ver con nosotros?

—En realidad, nada, pero sé cómo te has sentido cuando pasó todo eso y pensé que quizás... ahora que estamos juntos, emprendiendo y a punto de viajar como recompensa por ello... querrías tener la tranquilidad de saber que pese al daño que creías haber hecho, ahora todo está bien para ella. Estoy de acuerdo contigo en que no se merecía nada de eso.

—He estado tan bien contigo que ya no pensaba en eso cariño.

—Te conozco amorcito —le dijo abrazándolo por la espalda— sé las cargas que has tenido que llevar y pienso que deberías ir a verla. Puedo mostrarte las fotos que vi, pero estoy segura que verla directamente será más contundente y podrás continuar con un remordimiento menos ¿Qué dices?

—Se siente raro que me lo pidas tú.

—Además, me darías material para mi novela. —dijo sonriendo pícaramente.

—Ahora sí suenas como tú. —respondió Tom con un gesto entre risa y pica.

—Hazlo por mí Tomás, por favor, estaré contigo.

—¿Me estás probando cierto?

—Para nada, sé que me amas y te repito, no soy una tóxica.

—De acuerdo... si lo hago ¿Qué me gano?

—¿Te parece bien, además de un remordimiento menos, muchos besitos durante el viaje? - exclamó ella coquetamente poniéndose al frente de él.

—Quizás más que eso. —respondió él pícaramente— De acuerdo, pero te recuerdo que Diana llegó a verme y tiene una foto mía. No puedo presentarme, así como así.

—Solo quiero que la veas cuando salga de la iglesia, verás lo feliz que está y nos iremos... uhmmm... ¿Y si te disfrazas de nuevo? —respondió ella con brillos en sus ojos, le emocionaba la idea de ver a su novio disfrazado como el chico guapo de iglesia que le contó.

—¿De Leo? Jaja, no, no me pidas eso ni en broma, además ya no recuerdo cómo actuaba ese tipo.

—O... ¿de alguien nuevo entonces?

—Alguna vez me hice una caracterización de un viejo, por si me pedían fotos y así conocer a algún pariente. Tal vez pueda recrearlo, pero necesitaré muchas cosas.

—¡Las consigo! ¡Las consigo! —estaba realmente emocionada— Voy por mi cartera. Wiiii.


Tom quedó impresionado por la actitud infantil de su novia. Sabía que sus verdaderas intenciones era tener material para su novela, pero a la vez tenía razón en que la conciencia le atormentaba. Con el tiempo, el amor a Diana se fue desvaneciendo y dedicó su corazón a Catalina, era muy feliz. Sin embargo, a veces a modo de pesadillas o pequeños sustos, su cabeza le recordaba que hizo mal y eso ni las confesiones ante un sacerdote o un psicólogo pudo aliviar. Cuando llegó el mediodía Catalina tenía todo lo necesario para una caracterización. La boda sería a eso de las 5 de la tarde y todo el trabajo de hacerse viejo tomaría unas dos. De antemano le pidió a su amigo Fred que los lleve a un punto cercano donde se daría la ceremonia. Él mismo ya conocía a Catalina y muchas veces antes ya había llevado a ambos a lugares improvisados, tanto como para disfrutar de una cita o simplemente un paseo espontáneo.

Poco después de las 3, tomó tiempo recordar cómo se hacía cada cosa, Tom estaba listo. Catalina se sorprendió de las habilidades de su novio y le abrazó muy despacio para que nada se le caiga. Fred al llegar, una hora después, se sorprendió de ver a su amigo disfrazado y lo reconoció de inmediato, su postura y su forma de mirar, no tenía el personaje ensayado como lo fue Leo en su momento. Ambos le explicaron lo que harían esa tarde.

Llegaron a la esquina de un parque pequeño que quedaba al frente de la iglesia en cuestión, desde ahí se podía ver la puerta principal, la cual estaba abierta y se veía que la ceremonia había comenzado. Se acercaron más a una calle y Tom bajó. Catalina le dio ánimos y le hizo una seña para que vaya. Temblando de nervios y fingiendo torpemente la postura de un anciano se dirigió a la puerta principal. Al llegar tímidamente ocupó los últimos asientos, al igual que muchos curiosos que también entraron esperando la misa que habría después de la boda. No se había dado cuenta en el momento en el que se encontraba hasta que escuchó la voz de Diana en el micrófono.


—Yo Diana Londoño, te acepto a ti Jonás Ulloa como mi esposo porque te amo y también prometo serte fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad. Además de amarte y respetarte todos los días de mi vida.


"Mereces ser feliz" fue lo que Tomás pensó mientras acompañaba a los presentes con algunos aplausos que se dieron tras esta promesa de amor. Su corazón se vio conmovido y no pudo evitar soltar lágrimas de alivio y alegría. Se quedó el resto de la ceremonia, hasta la salida de los novios, donde por todos los medios buscó evitar a los fotógrafos y peor aún al que grababa el evento. En efecto, era lo que necesitaba ver, saber que la chica que alguna vez amó y que nada de daño merecía iba a estar bien. Cuando salió de la iglesia, mezclándose entre la gente tras ver a los recién casados subir a un auto elegante, aligeró el paso para llegar a donde se encontraban su novia y su amigo.


—Siempre quise un sugar daddy —dijo Catalina en son de broma cuando su novio disfrazado entró al vehículo.

—Ja-ja qué graciosa. —dijo Tom sarcásticamente.

—Ya en serio, ¿Te sientes mejor amor?

—Mucho mejor amor, en verdad, muchas gracias. Ahora siento que todo lo puedo hacer.

—Ese es mi hombre carajo. Más bien, aún tengo cosas por empacar.

—Es cierto ¿Nos llevas donde nos recogiste Fred?

—Con gusto amigo. —respondió entusiasmado.


Emprendieron marcha, primero hacia la casa de Catalina donde se pudo deshacer de la caracterización y empacar lo que faltaba y luego hasta el aeropuerto. Tomás ese día se levantó muy temprano para empacar sus cosas y luego ayudar a su novia, pero se dio todo ese imprevisto. Decidieron empezar a convivir después del viaje, pero no en casa de Catalina sino en el nuevo departamento de Tom. Con esa decisión se les hizo más fácil dirigir la empresa que habían creado, hasta que encontraron oficinas disponibles para instaurarse muchos años después. Curiosamente, el edificio era el mismo que el de su antigua empresa, la cual para entonces ya no existía.

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