Esto Sí Pasó - Capítulo 21
Siendo el primer lunes de mayo, Tomás llegó demasiado puntual a su trabajo como director. No había visto a su viejo equipo en todo un año, estaba al tanto de los cambios de personal por los correos que revisaba cada que podía. Había dejado a cargo a esa persona, quien se había vuelto su mano derecha y comprendía mejor su forma de trabajar. La cual era severa pero justa con quienes se esforzaban de verdad y no recurrían a las influencias con altos cargos. Muchas veces se enfrentó a sus gerentes por estos temas, pero salía airoso cuando solicitaba una comparación de habilidades entre los nuevos talentos que ingresaban. El nepotismo era algo que le daba asco y al menos en su área nunca lo permitió.
Llegó y se presentó ante el equipo que tenía al frente y pidió que se le informe de las nuevas cuentas que tenían pendientes. Aún era temprano por lo que supuso que esa persona llegaría exacto a la hora de entrada. Sin embargo, pasada una media hora del horario, no había señal alguna. Le llamó por teléfono entonces y figuraba como apagado. Se preguntaba qué había pasado. Conversó entonces con alguien de su mismo rango, quien manejaba otro equipo, la respuesta que recibió le dejó impactado.
—¿Nadie te lo dijo? No ha venido desde el jueves pasado, alegó problemas de salud, pero hasta hoy no ha mandado ningún documento que lo avale. Los jefes están molestos y han considerado el contratar un reemplazo si no viene máximo mañana.
Esto causó un gran asombro en Tom, quien no esperaba que algo así hubiese pasado. Reclamó a los jóvenes de su equipo y todos respondieron lo mismo. Que esa persona les había pedido que no mencionen nada de lo ocurrido a nadie, sobre todo a él. Que ya volvería cuando arreglara sus asuntos, pero hasta ese día no había sido así. Esto lo preocupó muchísimo por lo que por ese día pidió permiso a sus superiores para averiguar lo ocurrido, conocía donde vivía y podía ir a asegurarse que todo estaba bien. Ellos conocían bien a Tom y sabían del buen trabajo que hacía con esa persona dentro de su equipo, por lo que le dieron la oportunidad de buscarle. Le pidieron que no demore.
Pidió un taxi y de inmediato llegó al hogar de esa persona. Era en un distrito medianamente acaudalado, una clásica urbanización de la ciudad, en el último piso de un conjunto habitacional que iba a cumplir cincuenta años de construido. Sabía de antemano que esa persona también vivía sin compañía, era casa de sus padres, pero los mismos se mudaron hace muchos años a su tierra, donde tenían negocios que atender. Cuando llegó, se le permitió el pase puesto que había ido a ese lugar algunas veces antes, con algunos compañeros, para celebraciones. Preguntó a los vigías si sabían si algo había ocurrido, pero no le dieron razón alguna y no recordaban haber visto a esa persona pasar por la entrada durante el fin de semana. Al ser una urbanización, contaban por dentro con tiendas y un minimarket que había abierto no hace mucho, por lo que salir por víveres era ilógico.
Llegó a la puerta de su departamento, estaba muy alejado del resto, tocó varias veces el timbre y no parecía sonar. Ya ligeramente desesperado, comenzó a tocar fuertemente, con mucho cuidado de no llamar la atención de los vecinos. Intentó una vez más llamarle al teléfono y por primera vez recibía respuesta, timbraba y desde adentro se escuchó el tono. Gritó el nombre de esa persona muchas veces.
—Sé que estás ahí, ábreme por favor, ¿estás bien?
—¡¿Qué haces aquí, mierda?! - respondió esa persona tras perder la paciencia— ¡¿Quién fue el puto chismoso?!
—Si me dicen todos que no has ido a trabajar desde el jueves, es normal que me preocupe. Que faltes un día o dos es comprensible, pero ¿Cuatro días con hoy?
—Voy a renunciar entonces, ya no puedo más con esto.
Toda esta conversación se daba a puerta cerrada aún. Tom seguía en los exteriores y la voz desde adentro era cada vez más perceptible, parecía que se estaba acercando a la puerta para escucharle mejor.
—Oye... —dijo Tom, tomando asiento, recostándose en la puerta— hemos trabajado juntos desde hace mucho tiempo, he contado contigo siempre, si ha pasado algo en el trabajo ya sabes que puedes contar conmigo.
—No... —respondió esa persona, quien también se había recostado en la puerta sin saber lo que pasaba del otro lado - no es nada del trabajo, si lo fuera ya te lo habría dicho.
—Si no es del trabajo, entonces... no me digas que...
—Si... finalmente explotó esa bomba...
—Dios mío...
—He perdido 9 malditos años de mi puta vida, así me siento, te juro que luché para que funcionara, pero todo ha sido en vano, no tengo ganas de volver a trabajar, me quiero quedar aquí.
Tom no se había percatado del todo, pero había un ligero olor a cigarro que salía de la puerta y se estaba haciendo más fuerte. Eran aún horas de la mañana, casi mediodía.
—Pasártela fumando no ayudará en nada, ¿Qué harás? ¿Destruir tus pulmones?
—Sigo tu ejemplo, tu intentaste destruir tu hígado.
—Golpe bajo, me dolió.
—No estoy para bromas.
—Perdón, lo que quiero decir es que comprendo cómo te sientes, sabes lo que he pasado...
—No es comparable —respondió interrumpiendo— Tú estuviste tres míseros años con esa malagradecida y yo casi una década, ya teníamos una vida, estábamos comenzando a convivir ¡Maldita sea! !Quería casarme! teníamos tantos planes juntos y resulta que siempre tuvo a más personas, personas que le dirán si a todo por muy estúpida que sea la idea que tenga, personas que hasta donde pude averiguar ni estudian, ni trabajan, se ganan la vida con favores asquerosos, ¿Para qué mierda estudié y me esforcé tanto por conseguir un buen trabajo pensando en ambos si prefiere a gente mediocre a su lado eh? Tú dime.
—Te conté de Miguel ¿no? Entiendo el sentimiento y sé que estás consciente de ello. Por favor, hablemos. Sé que lo tuyo es más fuerte, no pretendo compararnos, pero al menos déjame ser tu apoyo en este momento difícil. Te conozco prácticamente desde siempre.
—Si tenemos en cuenta todo lo que pasó desde que te conocí de verdad, no dirías eso, te he hecho daño también.
—Tus palabras nunca me han lastimado y ya te dije que mi perdón lo has tenido siempre. Por favor, en verdad me preocupas, si gustas puedo acompañarte con un cigarro o una bebida.
—Tú nunca has fumado oe, eres un zanahoria.
—Nunca es tarde para aprender. ¿Entonces qué dices? ¿Podemos sentarnos a hablar, aunque sea un momento? —dijo Tom con un tono apacible— mira que no nos hemos visto en un año y tengo mucho que contarte también.
—'Tamare, ahhhh. De acuerdo, deja que limpio un poco.
La situación estaba bajo control, desde afuera se podía escuchar el sonido de bolsas, de platos, al parecer se había dado al abandono tras lo ocurrido con su pareja. Tom recordó cuando se entregó al alcohol, su trabajo en ese entonces se complicaba por no encontrarse en sus cabales. Muchas veces, esa persona le había pescado camuflando bebidas alcohólicas en envases de uso común y le había cubierto las espaldas cuando lo encontraba durmiendo o ebrio en medio de una reunión, así hasta que dejó atrás esa etapa y pudo reanudar sus labores con normalidad. Esa persona sabía de Roxana y todo lo ocurrido con Miguel, salvo por la parte de la venganza. Tenía una sincera amistad con quien había sido su compañero desde que comenzó a trabajar en aquella empresa. Fue precisamente Tom, quien ya llevaba un tiempo en ese lugar, quien le guio en los gajes del oficio y por ello, tras el ascenso, pudo seguirle el paso hasta convertirse en la segunda persona al mando del equipo. Se tenían un gran respeto mutuo, aunque fue incómodo al inicio puesto que ya se conocían desde antes.
—Perdón por la demora —dijo al abrir la puerta, el olor a cigarro había sido reemplazado por un aromatizante y por sus pintas se había arreglado únicamente lavándose la cara y peinándose, pese a ello sus ojos se veían hinchados, sus ropas eran un pijama holgado con curiosos y divertidos dibujos animados— Había mucho por limpiar.
—No te preocupes, a pesar de todo me alegra verte de nuevo después de tanto tiempo Catalina —respondió Tom al ingresar, cerrando la puerta por detrás.
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