Esto Sí Pasó - Capítulo 20
Desde abril del 2018 Tom siguió de viaje y es que en su trabajo nunca optó por aceptar sus vacaciones y al haber trabajado tantos años, en suma a sus ascensos, finalmente pudo pedir un año sabático total. Viajó por todos los países cercanos entre sí del viejo continente y tenía para volver hasta mayo del 2019, puesto que solo unos meses estaban planeados, pero luego pensaba mochilear y conseguir trabajos eventuales. Ya en dicho año, tras haber pasado un fabuloso año nuevo en Italia, tocaba visitar la ciudad española de Barcelona. Lejos de publicar fotos de sí mismo en los lugares que visitaba, él prefería publicar paisajes, escenas, todo aquello que calaba en su corazón. Era principios de abril, ya en el cuarto día de su visita en una tarde oscurecida por una lluvia anunciada que no parecía llegar nunca, cuando Tom decidió ir a tomar un café en un lugar muy popular. Al no encontrar sitio en interiores, decidió tomarse un tiempo y tomar su bebida en exteriores, las cuales fotografió. El lugar quedaba en medio de un parque enorme y pese al clima había una regular cantidad de gente merodeando. El clima era inusualmente frío entonces.
Unos ruidos de pasos desiguales se hicieron notar de repente, los mismos se hacían cada vez más fuertes, cuando Tom levantó la mirada quedó sorprendido al ver que Roxana se encontraba ahí, con su apariencia de antes, agitada, parecía que había corrido. Ella se había encorvado para tomar un poco de aire, pero al levantar la mirada quedó petrificada, se formó un silencio incómodo entre ellos. Sin saber qué decir exactamente, ella recordó lo que llevaba en su cuello y se lo enseñó. Era ese collar con anillo plateado que le regaló en aquel lejano 2012 en el evento de anime, él también tuvo uno propio, pero al término de su relación lo arrojó al mar en la primera oportunidad que tuvo. Ella se lo mostró con lágrimas en los ojos y con la piel enrojecida de pena. Con ello, esperaba demostrar que el amor que le tenía seguía vivo de algún modo. Fue en ese momento en que una gran lluvia comenzó a caer, un chaparrón que tomó a todos los transeúntes por sorpresa. Tom no pudo evitar querer ayudar, tomó su abrigo y de inmediato fue a cubrir a su ex novia para protegerla del clima inclemente. Corrieron juntos hasta ponerse a buen resguardo en un callejón cercano.
—¿Qué haces aquí?— preguntó Tom sin mirarla, mientras se secaba las mangas.
—No me hagas decirlo por favor —suplicó ella— creo que son claras mis intenciones.
—Y creía que en Perú teníamos un clima loco, ¿Tu hotel queda cerca?
—No, vine en taxi.
—Eso creí, ni bien baje la lluvia vendrás conmigo a mi piso, no puedo dejarte ir así.
—¡¿Tienes un piso?! —preguntó ella sorprendida.
—Es alquilado, estaré aquí un par de semanas.
—De acuerdo.
Quedaron en silencio una vez más, la lluvia no parecía querer irse pronto. El abrigo que Tom le dio no parecía ser suficiente ya que veía a Roxana temblar. Su piso quedaba a unas pocas calles y podrían llegar corriendo. Tom no llevaba un paraguas puesto que no pensaba quedarse mucho tiempo en el café.
—Roxana, ¿te parece si corremos? Mi lugar no queda muy lejos, es todo recto en ese edificio blanco ¿Lo ves?
—Si, yo creo que sí llegamos.
—De acuerdo... uno, dos y... ¡tres!
Salieron del callejón y emprendieron la marcha bajo la inclemente lluvia. Inconscientemente, Tom llevaba de la mano a Roxana. Se hacía de noche y muchos locales alrededor comenzaron a encender sus luces. Ello en contraste con la lluvia y la sensación de que el tiempo parecía ir más lento en la mente de la joven, hacía de aquella escena una más, de las tantas románticas que anhelaba volver a vivir. Miraba a Tom, tenía una mirada decidida pero triste, había perdido a su nuevo amor no hace mucho, era comprensible. No lo soltó en todo el trayecto y pudo notar como él bajaba la velocidad para evitar resbalar y hacer que ella le siguiera el paso.
El lugar por fuera no parecía lujoso, sin embargo, el interior era distinto a lo que se esperaría. A simple vista parecía que había sido renovado no hace muchos años. Había un ascensor, el cual tomaron y los llevó directo al quinto piso. Cruzando un pasillo en la primera puerta de la derecha se encontraba el piso de Tom, que era más bien un departamento, parecido al que la propia Roxana tenía en Lima solo que más espacioso y con ventanas enormes que daban a la calle. Las lunas eran de aquellas que te permitían ver hacia afuera, pero desde el otro lado no podían ver dentro.
Nada más entrar, Tom corrió a su habitación por unas toallas limpias. Le dio una a Roxana y finalmente pudieron sentirse tranquilos.
—Tengo agua caliente en la ducha —comenzó a decir Tom— deberías bañarte antes de que pesques un resfriado. Buscaré alguna prenda para ti en lo que seca tu ropa.
—Tom —dijo ella apenada.
—¿Estás bien? ¿Te sientes mal?
—No, no es eso... solo... gracias.
—Es lo menos que puedo hacer por ti en estas circunstancias tonta. Anda. Hay una cesta vacía al lado de la lavadora y la secadora, luego podrás usarlas.
—De acuerdo.
Mientras ingresaba a la ducha, Roxana por un momento pensó en provocar a Tom para que ingrese con ella, pero lo vio contraproducente. Por primera vez en mucho tiempo recibía amabilidad por parte de él y se le notaba aún la pena por lo ocurrido con Diana pese al tiempo. No quiso presionarlo, decidió tomarse las cosas con calma y seguir su ritmo. Al salir notó que Tom le había dejado una toalla más grande, junto a una remera ancha y unos shorts. Parte de su ropa fue a la lavadora y la dejó correr, se vistió con las prendas de su ex y salió a la sala. Él estaba esperando viendo la televisión, llevaba una bata de baño color negro y la ropa que usaría después en un brazo.
—Menos mal te quedó bien —le dijo él al verla. No pudo evitar sentirse apenado.
—Gracias Tomás —le respondió ella sonriendo— te vas a bañar también ¿verdad?
—Si, mira lo que quieras en la tele, tengo abierta mi cuenta de streaming.
—Genial, veré qué encuentro.
—Vale, no tardaré.
Roxana se acomodó en el sofá, pese a ser su primera vez en ese lugar se sentía como en casa. Curiosa por el streaming, lejos de buscar algo que ver, buscó qué había visto Tom. Quedó sorprendida, ya que recientemente no había visto muchas películas, era más de series. Cuando llegó a las fechas previas a lo ocurrido con Miguel, la última vez que se vieron en Perú, pudo notar que su historial estaba lleno de películas románticas y otras de temática religiosa. Eran muchísimas, no parecía el historial del Tomás que ella conocía. Eso le ayudó a entender dos cosas, lo lejos que llegó como Leo y el amor que le llegó a tener a Diana. Para no ser atrapada por él, puso la primera comedia que encontró, una parodia de Bonnie y Clyde.
—Ya puedes pasar tu ropa a la secadora —le dijo Tom al salir del cuarto de baño, ya vestido con un jogger y una polera.
—Claro... —dijo ella apenada, ingresando a la lavandería y haciendo el cambio— Tom, yo...
—La lluvia no parece que vaya a pasar pronto —interrumpió Tom sin querer— quizás si baja un poco cuando seque tu ropa pueda pedir un taxi para que...
—¡Tom! —alzó la voz, tomándolo desprevenido— quiero que hablemos un momento si no te importa.
—Claro —dijo él resignado, suponía el tema a tratar.
Roxana hizo una seña para que puedan sentarse en el comedor, Tom detuvo la película y le hizo caso tras sacar unas bebidas gaseosas en lata del refrigerador que tenía cerca. La mesa era redonda, rodeada por cuatro sillas, por lo que independientemente de donde se sentaran, podrían verse cara a cara. Se sentó primero, sintiéndose un poco acorralado. Ella se sentó después. Se formó otro silencio incómodo. Ella estaba avergonzada por lo que estaba a punto de decir, pero tomó una bocanada de aire y se dio el valor que necesitaba.
—No sé cuántas veces llevo agradeciéndote lo de hoy Tomás. —comenzó ella— no hay día en el que no lamente todo el daño que te hice, antes de la venganza y peor aún durante la misma. Te presioné para convertirte en alguien que no eras, no pudiste evitar enamorarte de esa chica, por lo que me contabas de ella era evidente que no era ni la cuarta parte del monstruo que es su hermano. Ni tú, ni ella merecían nada de esto y no tienes ni idea de lo culpable que me siento.
Tom no respondía, apretaba los labios y estaba cabizbajo. Se le había formado un nudo en la garganta, recordando los buenos momentos con Diana. Le atormentaba pensar que había vivido una gran mentira dos veces, comenzando por la traición y terminando con un amor imposible como consecuencia. Tomaba su bebida a sorbos y a medida que Roxana continuaba, los mismos eran menos frecuentes.
—No merezco tu amabilidad —siguió— y aún así me has recibido en tu espacio. No merezco que me cuides y sin embargo lo has hecho hoy. Siendo sincera, ¿Qué merezco realmente? ¿Es mi castigo recibir amor cuando solo puedo dar... ¿que?
—Roxana, no creo que sean así las cosas —comenzó a decir Tom— si ese fuera el caso, entonces estoy en el mismo saco que tú. Ambos hicimos esto, yo tuve el mal tino de aceptar estar en el medio. No medimos las consecuencias de todo esto.
—Teníamos que saltar juntos...
—¿Qué merecemos? Quizás un castigo que llegará cuando menos lo pensemos. —dijo Tom en plan reflexivo.
—Tal vez —dijo ella, tomando otra bocanada de aire, conteniendo sus lágrimas— Tomás... Diré esto solo una vez, una última vez, llevo todo este viaje eligiendo mis palabras y te ruego por favor que no me interrumpas, cuando termine podrás decir lo que quieras, incluso echarme de tu casa si así lo quieres ¿Entendido?
Tom quedó sorprendido de la firmeza en las palabras de Roxana. No respondió, solo asintió con la cabeza en señal de que prestaría la atención que ella pedía.
—Sé que no merezco tu perdón, no tengo cara para pedírtelo tampoco, si algún día lo haces no hace falta que lo digas, que quede en tu corazón. Lo que realmente quiero decirte es... que te amo. —al decir esto comenzó a llorar, no tenía control sobre sus emociones en ese momento— te amo, te extraño, me he tragado los celos de verte con Diana todos estos años, te lastimé nuevamente, quizás fue ese mi castigo por engañarte, a ti que fuiste tan amable conmigo los años que estuvimos juntos y fui una estúpida por creerme los pajaritos en el aire que pintó ese hijo de puta. En retrospectiva, tenía todo para ser feliz y lo eché a la basura. Quiero recuperar la alegría de esos días, quiero recuperar, aunque sea una parte de ti, te lo suplico Tom, aunque sea solo por esta noche, déjame estar a tu lado, no quiero... me duele estar sola... creí que podría sobreponerme a esto, pero es muy difícil... por favor...
Para Tomás, Roxana siempre fue una chica de carácter fuerte, orgullosa de ser quien era, una chica que difícilmente aceptaba que algo no saliera como ella quería y que ponía todo su esfuerzo en desviar todo río a su granja. Sintió algo de lástima por ella, comprendió que ambos habían sufrido por todo lo ocurrido, aunque de formas distintas. El joven pensó que quizás, esa venganza que hicieron fue contra ellos mismos. Su ex por el lado de la traición que cometió y por su lado por el hecho de no haber sido más comprensivo con ella. Errores de los que aprendió y que usó como experiencia con Diana. La chica que tenía al frente en ese momento se la pasó sola todo ese tiempo, combatiendo sus propios demonios. Recordó entonces la última noche que pasaron juntos y se dio cuenta que él también la había lastimado al irse esa mañana sin recibirle el desayuno de buena manera y excusarse en su trabajo para irse lo más pronto posible.
—¿Puedo hablar Roxana? —dijo él temeroso de romper la promesa implícita. Ella solo asintió con la cabeza, esperando lo peor, sin mirarle— Eres una chica inteligente, me sorprende en verdad que tengas esos sentimientos por mí a estas alturas. Sin embargo, acabo de salir de una relación, hemos pasado por mucho, además, que me pidas que vuelva a amarte es... ¿Cómo decirlo? Difícil ¿Entiendes?
—¿Volver a amarme?
—Cuando estuvimos juntos te amé Roxana, cuando terminamos y estabas con él, te seguía amando. Siendo sincero, cuando empezamos este plan mi motivación fue el amor que aún sentía por ti y el odio a ese tipo. Las cosas cambiaron en medio. Estoy seguro que lo entiendes.
—¿Me odias?
—Debería, pero simplemente no puedo. Tengo tanto odio en mi corazón por otras personas que no queda lugar para alguien que amé. No puedo odiarte y ten por seguro que jamás lo haré. Sin embargo, tampoco puedo amarte.
—Entonces esa vez...
—Perdóname, aquella vez yo...
—No lo digas, lo suponía, solo no quería aceptarlo. No te preocupes, ambos lo necesitábamos ¿verdad?
—La verdad es que sí.
—Entiendo que tampoco puedo pedirte que me ames, sería egoísta de mi parte, me dijiste que estarías unas semanas aquí en Barcelona antes de volver. Al menos... ¿Puedo quedarme contigo ese tiempo? Soy una tonta caprichosa, vine aquí solo para verte sin planes concretos —dijo ella disimulando una sonrisa, limpiándose las lágrimas.
—¿Quedarte cómo?
—Aquí, en este lugar, acompañarte... como amigos... como cuando viajábamos... si no te molesta... prometo pagar mi comida y el alquiler...
—¿Qué cosas dices? —dijo Tom sonriendo, le causó gracia que mencionara lo de la comida y el alquiler.
—No te burles —respondió ella con sus típicos pucheros.
—No lo hago... solo que... ¿Sabes? ¿Por qué no? Un último viaje tal vez sea lo que necesitemos para olvidarnos de todo.
—Prometo no molestar.
—Ya lo haces, boba.
El ambiente se tornó más ameno, cuando menos lo pensaron estaban bromeando y riendo como antes. Cambiaron las bebidas gaseosas por bebidas alcohólicas y se divirtieron recordando anécdotas de cuando estaban en la universidad y otras de sus respectivos trabajos. Pese a los ligeros coqueteos que se daban, nada fuera de lo normal pasó esa noche. El departamento de Tom tenía dos habitaciones, por lo que al día siguiente, ya sin lluvia de por medio, Roxana pudo traer sus cosas y se instaló en el segundo. Los primeros días, cada quien hacía sus cosas por separado, Tom tenía un itinerario que seguía al pie de la letra y ella visitaba los lugares cercanos. Al volver a casa compartían una cena improvisada, veían películas o jugaban videojuegos. Cuando Tomás cumplió su itinerario, ya en la segunda semana, comenzó a pasear con ella. Visitaron los lugares que había descubierto. Fueron a un par de discotecas aquel fin de semana y ese fue el desencadenante de la primera de muchas noches apasionadas. Se habían prometido no dejar que pase, pero lo necesitaban.
Cuando llegó el 27 de abril, era momento de que Tom regresara a Perú a retomar su trabajo. Roxana todavía podía quedarse una semana más. Pese a sus encuentros, las muestras de afecto y todo lo vivido, su relación no se volvió a formalizar. Él había recuperado parte del cariño que le tenía y no le era imposible sentirse atraído, pero siempre tuvo una sensación de desconfianza que no le permitía a su corazón latir como antes por ella. Roxana en cambio, comenzó a sentir un temor hacia la rutina que no sabía que tenía, aunque insistía en la sinceridad de su amor. Ambos hablaron de sus sentimientos la noche anterior, tras verse por completo por última vez. Tom sentía que ese miedo se lo había implantado Miguel y que quizás una terapia se lo podría quitar, pero no se lo dijo. Recordó el dolor de antaño pero no le afectó como antes. Ambos fueron al aeropuerto y se despidieron con un último abrazo. Ella volvió al piso que compartía con su ex, se iba a quedar en él toda la semana siguiente y lo sintió más grande que la primera vez que llegó. El temor a la soledad y el temor a la rutina la tuvieron tensionada esos últimos días en España.
—¿Por qué me siento así? ¿Qué pasa conmigo? —se preguntaba cada noche, mientras imaginaba una vida ideal que no deseaba del todo.
Roxana Albornoz y Tomás Durán no volverían a juntarse en mucho tiempo tras estos hechos. Su separación fue definitiva, de verdad esta vez.
https://youtu.be/W3z8t0kh5uY
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Nota de autor:
¡Hola a todos! ¿Qué les está pareciendo la historia hasta ahora? Por favor dejen un comentario, me encantaría tener sus apreciaciones.
Como les comenté en una entrada anterior, esta historia puede dividirse en 3 arcos: Antes, durante y después en relación a los hechos de "Esto Nunca Pasó". En este capítulo hemos llegado al final del "Durante" para pasar al "Después".
¿Qué creen que ocurrirá? Los leo si tienen alguna teoría. Debo confesar que escribir toda esta novela fue la mejor experiencia de mi vida hasta el momento y espero pueda hacer llegar ese sentimiento a ustedes. Nos vemos en una próxima entrada.
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