Esto Sí Pasó - Capítulo 18
Esta vez seré yo quien narre los hechos ocurridos los días que asumí el control en la vida de Tomás. Todo desde este punto fue más fácil para ambos ya que la ansiedad por llevar esta doble vida desapareció y me aseguré de que Tom no se vea perjudicado.
Esa noche le pedí a Roxana que muriera, pero no literalmente, pedí que sus redes sociales y todo lo que tenga su nombre en línea desaparezca y la reemplace por un pseudónimo, al cual solo la gente cercana pudiera acceder. También que me dé su celular con su número y lo reemplace con uno nuevo, igual con sólo gente cercana como contactos. Por último, le pedí que comience a andar con un nuevo look, esto para que al ser vista en la calle no sea reconocida de inmediato. Lo hizo demasiado bien, el corte de cabello, los lentes y esos mechones rojizos, aunque llamativos, disimulaban bien a la chica que solía ser. "No te confundas" me dijo cuando la halagué por el cambio, "si acepté hacer esto es por el plan y porque ya tenía pensado hacerme un cambio de todos modos". Como se dice en los animes, ella me resultaba un tanto tsundere en su personalidad, me caía bien, pero a la vez entendía el temor y la desconfianza de Tom.
Como prometí, mantuve al tanto a Tom quien poco a poco recuperaba su estabilidad emocional dentro de mí. Cada tanto hablábamos del maravilloso día que tuvimos con Diana. Las salidas con ella se hicieron frecuentes y a los pocos meses comencé a insinuarle que debía de alguna manera informar a sus padres de nuestra relación. Simplemente era complicado, ella no quería hacerlo, era esquiva a mis indirectas y cambiaba el tema. No quise presionar y cuan padre irresponsable cedí a todos sus caprichos. En este tiempo también mejoró la relación con Roxana, ya que se volvió la benefactora de muchas de las salidas con mi novia y era quien hacía las reservas en las sombras. Ella por su lado tuvo un papel más activo como consecuencia de esto y era de las pocas que notaba el cambio de personalidad que estaba demostrando. Temía que en algún momento me lo preguntara directamente.
El trabajo de Tom era un lugar que conocía perfectamente. Me llevé bien con los compañeros, quienes también notaron en mí un cambio de personalidad que por suerte pude disimular soltando palabras rudas cada tanto. Solo una persona entre todos, muy intimidante por cierto, me encaró y cito textualmente lo que dijo: "Déjate de huevadas, sé que algo buscas y más te vale que sea algo bueno o te juro que te cago huevón, ya sabes, no me decepciones". Lo confieso, me asusté mucho. En su trabajo no buscaba nada y acudía constantemente a Tom para hacer las cosas bien. Lo que nos llevó a un ascenso como director en ese tiempo y nos permitió delegar nuevas funciones a muchos compañeros altamente capaces que no fueron apreciados por el director anterior, incluyendo a esa persona.
Mi cálculo de 6 meses fue completamente erróneo y, como jugando, pasó un año más, en los meses previos a diciembre del 2017 fui directo con Diana y le expuse mis motivos. No me sentía como alguien capaz, pero en ese momento parte de Tom estaba regresando a tomar el control y tuve el coraje de mentirle por primera y última vez. Le dije que ya llevábamos casi dos años y que quería formalizar nuestra relación al menos a nivel familiar. Que estaba cansado de tanto secreto - esto era verdad- y que lo que hacíamos no tenía nada de malo. Veía a Diana con mucho temor, propuso hacer lo mismo con mis padres para empezar, pero le dije que estaban en un largo viaje de segunda luna de miel (otra mentira). Viéndose entre la espada y la pared, me dijo que lo haría a su manera, paulatinamente. Agradecí su comprensión y confié en ella.
Sin embargo, me llevé una gran sorpresa ya que una noche de diciembre ella me contó que un mes antes tuvo el valor de contarle a su madre sobre lo nuestro y que le dijo que quería conocerme, solo que no en ese momento. Por supuesto, me tomó desprevenido ya que pensaba que aún no le había dicho nada. Nunca le pregunté y ella no lo comentó, imagino que para que no me hiciera ideas. El segundo motivo de la llamada era que su mamá esperaba conocerme al día siguiente y es que durante ese tiempo se aseguró de decorar mejor su hogar, renovar la vajilla, entre otras cosas, ya que era el primer novio formal que su única hija presentaba en casa. Incluso antes de que aceptara ir ya estaban pre cocinando muchas cosas.
No tuve de otra que aceptar, para buena suerte era un sábado y no tenía que ir a trabajar por ser la extensión del feriado. No conocía bien el barrio de Diana por lo que me dio una ubicación aproximada y me pidió que la llame una vez me encuentre cerca.
Al día siguiente compré un buen vino y pedí un taxi. No fue complicado llegar. Confieso que esperaba una casa más humilde, debido a la necesidad de dinero que solía demostrar Miguel por las anécdotas de Roxana. Pero no, era una casa terminada, con algunas rajaduras propias del tiempo pero que aún conservaba sus colores originales. El alto de la misma era distinto al mini departamento. A Tom le recordaba mucho la casa en la que solía vivir con sus padres, por lo que compartí su nostalgia.
Fui recibido por mi amorcito y tuve las primeras señas de aprobación nada más cruzar el umbral de la puerta. Me invitaron a pasar. Quise ayudar a servir la comida, pero no me lo permitieron. Tuve un pequeño susto al oír la voz de Miguel desde el segundo piso, dentro de mí Tom quería salir y ser él quien enfrente esa situación. Le rogué que se calme muchas veces. Era la primera vez que lo iba a ver y solo tenía como referencia esos recuerdos que no me pertenecían. Me resultó un tipo ruidoso y fanfarrón, desde nuestra presentación intentó intimidarme sin éxito. Durante la comida, Tom y yo intercambiamos lugares de formas imprevistas. A diferencia de mí, Tomás es más bien atrevido y desafiante. Soltó mucha información y comentarios inapropiados e indirectos. Fue difícil disimular la pelea interna que ambos teníamos. Agradezco que nadie quisiera indagar más al respecto. La madre de ambos resultó ser una anfitriona experimentada y supo poner paños fríos. Luego me enteraría por parte de la propia Diana que a su hermano le caí tan bien que comenzaba a verme como un ejemplo a seguir. Le gustó ver el tipo de persona que era y anhelaba que comenzáramos a frecuentar. A Tom no le agradaba la idea que congeniara con ese tipo, por lo que era yo quien daba el brazo a torcer para ganar esa confianza que buscábamos.
El almuerzo estuvo exquisito, era la primera vez que comía algo preparado por mi hermosa Diana y tuve miedo de que fuera el último. La amaba tanto. Conocí a su papá por video llamada, un señor respetable a simple vista, alguien de quien podrías sentirte orgulloso de llamar suegro o directamente papá. En el tiempo que hablamos, luego de mis intenciones (todas verdades, pero que nunca se harían realidad), me mencionó que anhelaba en un futuro llevar a toda su familia a los Estados Unidos, esto a menos que la propia Diana hiciera una vida plena en la que no requiera ir para allá. Lo veía afligido, era un hombre de familia que anhelaba estar junto a ellos. Dentro de mis mentiras, prometí visitas constantes, como las que él hacía por navidad, nosotros podríamos hacerlo por fiestas patrias, por ejemplo.
A partir de entonces, los siguientes meses fueron insufribles incluso para mí. Ya tenía una doble vida entre el trabajo de Tom y el culto en la iglesia, ahora debía juntarme con Miguel cada vez que salía algún evento o concierto. ¡Fue terrible! Diana no siempre nos acompañaba y debía mantener la compostura y al propio Tom a raya para que no salte hacia él. Esos días resultaban agotadores. En este tiempo aumentaron también los encuentros con Diana en el mini departamento. Lo siento por mi amigo, pero por nuestro bien lo desaparecí de su propio hogar. En el único lugar donde su rostro como tal era visible, era en su trabajo.
Fue así hasta el mes de abril de 2018. Durante una semana Tom y yo discutimos mucho sobre cómo abordar a Miguel. Nos planteamos muchos escenarios, algunos criminales y otros más blandos. Nos quedamos con algunos y se lo planteamos a Roxana, mejor dicho, yo se los propuse. Nos decidimos al final con aquel que beneficiaría a la familia de ese tipo y con ello rogamos no salir de todo esto con una denuncia.
Con el nuevo sueldo de Tom y el reciente ascenso de Roxana en su propio trabajo, el dinero no era problema. Por lo que pedí apoyo para solventar el pasaje de mi novia y que se haga todo a su nombre, como si ella lo hubiera pedido. Nunca entendimos cómo Roxana era capaz de moverse entre trámites de viajes, reservaciones, documentos y demás con una facilidad impresionante. Ella solo comentaba que era de familia, que su papá tenía muchos conocidos en diversos lugares que la conocían y la veían como a una sobrina. En los recuerdos de Tom siempre se le veía diciendo "no preguntes" ante este tipo de cuestionamientos.
Yo por supuesto, quería aprovechar la oportunidad para planear un escape propio. Había llegado el momento de darle a mi buen amigo una recompensa por su paciencia. Durante los años que estuve al mando, fui autodidacta y le ayudé a aprender francés. Hicimos un ahorro propio y ya habíamos llegado a la meta hace mucho por lo que parte del mismo iría al pasaje de Diana y su itinerario. No fue fácil programar fechas y demás, pero Roxana era muy capaz de muchas cosas y además de conseguir el viaje para mi novia, reservó el mío para fechas similares y le consiguió a la mamá un día completo en un spa de lujo. Todo para el mismo día. Llegado un determinado momento, fui a ver a Diana y le propuse como prueba de amor el conservar su pasaje hasta el momento en que partiéramos. Junto a este pasaje adjunté una carta de despedida y una foto que nos tomamos cuando nos conocimos en la iglesia. Ella había cautivado mi atención desde el primer día, solo que ni Tom ni yo podíamos aceptarlo en su momento.
Teniendo todos estos elementos listos hice todas las coordinaciones con Alfredo y Fred. Muy buenos amigos de Tom, dispuestos a ayudar en muchas cosas. Cuando le conté a este último los detalles más escabrosos, se sorprendió y le causó mucha gracia. Me mostré ante ambos disfrazado y quedaron atónitos, les resultaba irreconocible. El señor Alfredo solo se quedó con la parte de que era una venganza a medias contra Miguel y que debía cuidar muy bien de Diana hasta que todo acabara.
Llegados el día y seguros de que la madre iba al spa y Diana se encaminaba a la terminal de buses (el viaje era en avión, pero le hice creer que iríamos a una región cercana de nuestro país), cité a Miguel en el mini departamento. Antes de que llegara me vi al espejo y tuve una última conversación con Tom antes de devolverle el lugar que le correspondía.
https://youtu.be/S1LZGNv6v2Y
—Hemos aquí Tomás —le dije— espero estés más tranquilo y seguro de lo que tienes que hacer.
—Lo estoy, ha sido un largo camino. Finalmente veremos si esa rata tiene sentimientos o no.
—Antes de que me vaya, prométeme algo.
—Lo que quieras.
—Que Diana no sufra tanto, ella no lo merece, yo...
—La amo Leo —me interrumpió— no sé cómo tome todo esto, pero haré todo lo posible por calmar su corazón.
—Sé que lo harás.
—¿Qué será de ti?
—Yo soy tu, seguiré siendo parte de ti, en tus buenas acciones, tu compasión y cuando des amor, ahí estaré. Solo que nunca volveremos a hablar como ahora.
—Entonces, ¿no estoy loco?
—Jamás lo estuviste, llegaste a este momento por ti mismo, yo solo fui una excusa. Adiós amigo...
—Adiós amigo y gracias...
***
Dicho esto, la personalidad conocida como Leo Montés se desvaneció y volví a ser Tomás Durán por completo. Tomé una caja que tenía guardada y de ahí saqué el celular antiguo de Roxana, el cual le había pedido con antelación, lo guardé en mi bolsillo y me eché a descansar aprovechando que aún tenía tiempo, puesto que sabía lo que pasaría y necesitaba recuperar algo de energía física.
Mi celular sonó, era la confirmación de que tanto la señora Londoño y Dianita habían llegado a sus respectivos destinos. No pasó mucho rato en lo que recibí un mensaje de Fred también, anunciando su llegada. Le abrí la puerta automática y me hizo compañía hasta la llegada de Miguel. Estuvo presente cuando llamé tanto a la doña como a su hija para que permanecieran en contacto y me ayudó a esconder los celulares en un punto donde pudieran oír todo. Apenas pocos minutos después llegó nuestra presa.
Comenzar con un golpe era algo que quería hacer desde hace años, lo tenía entre ceja y ceja, fue certero, directo al rostro, le partí el labio y sangró. Al parecer perdió el conocimiento unos segundos porque no se levantó, pero aún respiraba que era lo importante. Fue divertido verlo levantarse del suelo, todo adolorido y asustado. Muy rudo con sus palabras, pero sus actitudes eran propias de un niño cobarde.
Lo que vino después fue una obra teatral de la que yo mismo me sorprendí. Al igual que un gato, no me contuve para jugar con mi ratón antes de devorarlo con sus mentiras. Soltaba información de su vida como mujeriego para que su familia escuche, él no negaba nada. Fue cuando mencionó a Roxana donde tuve que fingir dolor y hacerle saber que por ahí iba el asunto. Lo que sí fue triste y a la vez aliviador, fue el momento en el que me quité el disfraz de Leo Montés frente a ese tipo. Se sintió como si realmente él hubiese existido y se estuviera yendo al cielo por voluntad propia. Tenía claro que era un personaje inventado y que si quisiera podría interpretarlo nuevamente, pero se sintió diferente en ese momento. Juro que más adelante lo intenté en cuanto a sus actitudes a modo de juego, pero ya no me salía tan bien.
Volviendo a ese momento, seguí con el juego, no tuve que hacer mucho para que ese tonto se mostrara como el monstruo que era insinuando que iría nuevamente a por Roxana. Fue ese el momento en el que aproveché para impactar en su mente con la falsa revelación. La tristeza de saber que no vería más a Diana a partir de ese momento, fue lo que impulsó mis lágrimas y el desespero que demostré. La historia que inventamos sobre Roxana y su aborto era cruel, no se la deseo a nadie y menos a ella pese a todo lo que hizo, pero era la medicina que necesitaba alguien como Miguel. Lo vi acongojado, decaído, lo mejor de todo era que su familia estaba escuchándolo todo. Hice las preguntas precisas para que confiese. El temor a las consecuencias le había aflojado la lengua y ante la amenaza de un posible chantaje apenas y reaccionó. Una vez cumplido mi cometido, pude dejar que su familia hablara. Fue una escena lamentable. Había llorado tanto en mi actuación que ya no me quedaba más para cuando la señora Londoño me sentenció al exilio de su hogar, pero definitivamente eso fue lo que más me dolió y acepté su decisión sin requintar. Fred me hizo el enorme favor de sacar a esa basura de mi casa y finalmente le pude devolver esas palabras que dijo cuando destruyó mi mundo. Un hecho que, en realidad, a esas alturas, poco o nada importaba ya.
Creía que todo había terminado, me estaba disponiendo a relajarme cuando noté que el celular donde estaba la llamada de mi amada Diana seguía encendido. Su voz entrecortada y esa forma tan triste de hablarme me rompió el corazón, en todo el tiempo que la conocí nunca la había escuchado triste, era una chica alegre, jovial, amable y dulce... y yo la rompí. Nada en este mundo parecía calmar esas lágrimas que alcanzaba a oír y que deseaba en ese momento compartir con ella. Le mencioné entonces lo del sobre, ya tenía escrito mis motivos en esa carta y esperaba que fuera lo suficientemente convincente para aliviar en parte su dolor. Sin embargo, Diana se encargó de tomarme desprevenido una última vez...
—Tom —oírla decir mi nombre por primera vez me dio una pequeña alegría, pero no era momento de sonreír— solo dime una cosa.
—¿Qué?
—¿Alguna vez me quisiste de verdad?
—Diana... yo...
¡Maldita tecnología! ¡Maldita la batería! Se fue en el momento más crucial de todos. Iba a ser la primera vez en que le iba a decir que la amaba con todo mi corazón bajo mi propia voz, siendo Tomás Durán, por primera y quizás única vez. Traté de cargar el celular de Leo con desesperación, pero ya sentí que era demasiado tarde. No quise usar el que usaba como Tom y mucho menos el de Roxana, era mucho riesgo que no estaba dispuesto a asumir. Me di cuenta entonces que no tuve casi ninguna palabra de afecto hacia ella en la carta, algo tan simple como un "te quiero" o un "te amo" habría hecho una gran diferencia, pero solo me concentré en pedirle perdón.
Aún había algo de tiempo para mi vuelo. Si Diana aceptaba el pasaje que tenía iríamos en aviones distintos, pero al mismo destino, partiendo con poco tiempo de diferencia. Contacté a Roxana y le dije para vernos, nos citamos donde siempre, quería despedirme y dejarle su celular que ya había cumplido su propósito. Fred tuvo la bondad de llevarme hasta ella, pero la reunión no duró mucho, estaba muy cansado y no quería caer en sus insinuaciones ahora que estaba soltero otra vez.
Volví a casa en un taxi e hice mis maletas. Mientras lo hacía, Alfredo me confirmó que Diana había optado por el viaje y ya la había dejado en la terminal del aeropuerto. Sentí un gran alivio. Esperaba llegar pronto para ver si me cruzaba con ella o al menos verla de reojo. Quien sabe y quizás por ahí encontraba la oportunidad de decirle que la amaba con todo mi corazón. Pese a mis ilusiones, nada de esto se pudo dar y la espera por el vuelo fue la típica aburrida, en medio de un pasillo con mucha gente.
Durante el vuelo recordaba con nostalgia los días como Leo, las aventuras con Diana, las citas, los paseos, todo... era un amor perfecto, digno de una novela romántica. Vi de nuevo la película de criaturas mágicas antes de dormir. Dicen que recordar es volver a vivir y por momentos sentía su cabeza en mis hombros, como si estuviéramos en la sala de mi casa compartiendo con unas bebidas y unas palomitas.
Me hubiese gustado soñar con ella esa noche, pero no, tuve un sueño más bien raro. Estaba yo en uno de estos teatros interactivos, los actores llevaban máscaras perturbadoras. En el primer acto fui testigo de una boda, por algún motivo me sentía tranquilo y feliz por los novios, pero sentía que no era bienvenido. En el segundo, vi a un niño que se tocaba constantemente la cara, como ansioso por algo y buscando a alguien. En el último me llevaron al escenario, era otra boda y el novio era yo. La música, el ambiente, el jolgorio, todo era divertido pese a lo perturbador de sus rostros. La novia apareció, se quitó el velo, su máscara era diferente, era como el de una muñeca maquillada. Me hizo una seña para que se la quitara. Lastimosamente, me desperté cuando estaba a punto de hacerlo.
Al llegar a París, me hice amigo del chofer que me llevó hacia mi hotel, un viejito latino nacido en Europa. Tenía toda la apariencia de un europeo con sus cabellos blancos y ojos claros, me ofreció su servicio de fotógrafo (tenía una cámara instantánea) y cualquier ayuda que necesitara. Le pedí que aguardara ya que quería ir a un lugar: El hotel donde se alojaba Diana.
Calculando el tiempo, supuse que ella ya debía estar ahí. Me quedé en el lobby, mi amigo esperaba en su vehículo, le había tenido que contar parte de mi historia y le pareció tan romántico que decidió apoyarme... a un módico precio por supuesto. Veía el itinerario, pero tenía el presentimiento que ella no lo iba a respetar por completo y para buena fortuna, tuve razón. La vi salir, el corazón se me aceleró, pero me entró el temor de lastimarla una vez más. Pude oírle decir que se dirigía al Arco del Triunfo, para lo cual tuve una gran idea. Cuando se la comenté a mi amigo, estuvo muy dispuesto a ayudarme, siempre y cuando, le permitiera fotografiar una escena digna de recordar... y estuviera de acuerdo con sus módicos precios.
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