Esto Sí Pasó - Capítulo 15
Quizás uno de los recuerdos más felices y a la vez el más triste que tuve fue el día que me armé de valor para declararme a Diana, esto bajo la apariencia de Leo en aquel evento de navidad del 2015. Antes de ella, mi primera relación no la comencé yo y la segunda fue "un error", por lo que tenía cero experiencias en el rubro del inicio de un romance. Apenas unas semanas antes tuve un "reencuentro" con mi ex, un desahogo que nos nació de forma imprevista, pero pese a que podía haber confundido más mi corazón, solo podía imaginar a Diana. Sé lo cruel que esto suena y prometo que en mi siguiente relación no he vuelto a pensar en nadie más que no fuera mi pareja, pero en ese momento necesitaba volver a sentirme querido, tal vez tanto o más que la propia Roxana, pero bajo mi propia apariencia, como Tomas Durán. A la mañana siguiente me recibió con un desayuno hecho por ella misma, ambos debíamos trabajar pese a ser sábado, por lo que no tuvimos tiempo de hablar al respecto y solo quedamos en que seguiríamos en contacto por el plan.
Este hecho fue como una raya más al tigre, un motivo más para sentirme culpable, aún no estaba con Dianita, pero la sensación era como si la hubiese engañado. Hubo una reunión más entre ese día y la fiesta de navidad, por lo que hice el mayor esfuerzo por aparentar que todo estaba bien conmigo, Diana y yo no pudimos tener la cita que acordamos, me costaba mirarle a la cara, pero era inevitable, ella me comenzaba a buscar más a menudo bajo la excusa de las actividades que teníamos pendiente para la fiesta que se aproximaba. Su sonrisa, aunque me hacía acordar lo vivido y me hacía sentir mal, a la vez me daba el mensaje subliminal de que todo estaba bien.
Para tratarse de una fiesta "religiosa", el ambiente era aceptable. Las bandas tocaban rock cristiano y la gente vitoreaba a viva voz. Los stands repartían toda clase de comida. Pude conocer a pocos familiares de mis "palomitas" y me di mi tiempo para amenizar con todos. Diana llegaría una hora antes de la medianoche y hasta donde me dijo, vendría con sus padres y una tía. Me sentí aliviado, ya que era demasiado pronto para volver a ver a ese imbécil que tiene por hermano.
A lo lejos pude ver cuando llegaba, no quería presentarme ante su familia por lo que los evité lo más que pude hasta encontrar el momento preciso para acercarme únicamente a ella. Para buena suerte no pasó mucho tiempo y pude tomarla desprevenida, ocasionando en ella una pequeña risita para romper el hielo.
—Todo quedó perfecto Leo —comenzó a decir ella— mi familia está encantada, fueron al buffet, quizás más tarde te los presento.
—Quizás, aunque yo me iré poco después de la medianoche —le dije— mañana iré a ver a mi familia.
—Cierto... no pudieron venir ¿no?
—Pero los tengo presente siempre.
Estoy seguro que Diana notó parte de mi tristeza, la cual era sincera ya que en ese momento extrañaba a mares a mis padres. Ese año, en mi casa, iba a hacerse una pequeña reunión junto a la hermana de mi mamá, su esposo y mis primos a quienes no veía hace mucho. Si bien no pasé la medianoche con ellos, pude hacerlo al día siguiente con un almuerzo familiar en un restaurante conocido. Volviendo a la fiesta, Diana me dedicó una linda sonrisa que quedó grabada en mi memoria.
—Oí que los fuegos artificiales de esta noche serán espectaculares —me dijo con voz apaciguadora.
—Verdad, habrán muchos esta noche —respondí, comprendiendo sus intenciones— podríamos ir a verlos juntos. Conozco un buen sitio donde podremos apreciarlos mejor.
—¡Claro! Te sigo... - respondió alegremente adelantando el paso. A modo de broma le recordé que yo era quien iba a guiarla.
Al ser líder y parte del equipo organizador, tenía acceso a casi todo el recinto, para la fiesta se usó el patio de aquel local que también pertenecía a la iglesia. Se armó un escenario y los stands estaban alrededor del mismo. Me recordó mucho a una típica feria de un anime de romance. A donde llevé a Diana, era a los jardines, donde nadie pudiera acercarse a molestarnos, donde la luz de la fiesta no llegaba del todo y donde literalmente podríamos ver el cielo en todo su esplendor, únicamente manchado por la contaminación lumínica del exterior.
—Wow, muy poco he venido a este lugar, no sabía que tenía un jardín así de bonito, iluminado debe verse estupendo. —comentó ella muy entusiasmada.
—Pues, cuando empiece la pirotecnia lo verás.
—¿Tú crees? ¿Cuánto falta?
—Muy poco de hecho —le dije mirando el reloj que me había regalado— ¿Te parece si vamos a esas bancas?
Fuimos a sentarnos entonces, recuerdo aún la visión angelical que tuve de Diana, su silueta iluminada por la tenue luz de la luna creciente, su sonrisa que parecía querer competir con la reina Selene y sobre todo esa mirada despreocupada, alegre y sincera que me dedicaba cada tanto. Me puse nervioso. Ella aún no se daba cuenta de lo solos que estábamos en verdad, la bulla de la propia fiesta era un placebo engañoso. Volveríamos pronto, pero ¿cuándo?
Al sentarse, miró al cielo como enamorando a la luna. Sus ojitos se iluminaron. Un ataque de conciencia casi me detiene de sentarme a su lado. Al hacerlo, tomé una gran bocanada de aire y lo solté discretamente para calmarme. Al igual que ella, miré hacia arriba, no faltaba mucho para el conteo.
—¿Sabes Leo? —comenzó a decir ella calmada, sin apartar la mirada de las estrellas— Estamos cerca de un nuevo año, se dice que cada inicio es una nueva oportunidad de vivir el sueño que quieras.
—¿En serio lo crees Dianita?
—Claro, yo por ejemplo anhelo terminar la universidad, ejercer mi carrera de administración y ayudar a mi familia dentro de lo posible.
—Es lindo lo que dices Diana, no me sorprende viniendo de ti.
—Jeje gracias ¿Y tú Leo? ¿Puedo preguntar cuál es tu sueño?
—Pues, viajar y comer —respondí como broma.
—¡Eres un niño! —respondió ella correspondiendo la gracia, riendo— pero ya en serio ¿o te da pena?
—Para nada, me gusta en serio la gastronomía y al viajar podría probar de todo en cada país de origen. Eso y poder dejar una huella en este lugar, para alegrar la vida de todos.
—¿Cómo así? ¿Qué tipo de huella quieres dejar?
—Una suerte de legado, un diario de mi visión. Quisiera dedicarme al cine y tal vez a la literatura de una forma apropiada... con temática cristiana —lo último lo dije para mantener mi personaje.
—Vaya, eso también es muy bonito Leo, es algo que esperaría de ti.
—Gracias...—ambos estábamos ligeramente sonrojados en este punto— me gusta todo lo relacionado a ese medio y quiero hacer la diferencia con un buen mensaje. ¿Puedo preguntar qué te gustaría hacer fuera de tu carrera?
—Pues, me gustaría aprender sobre culturas de otros países, ya sabes, Roma, África y así, mi favorita es Grecia por su mitología.
— ¿Ah sí? Es un tema muy interesante, ¿Qué te gusta de Grecia?
—Pues las epopeyas, las historias de romance, aunque muchas de ellas terminan de forma cruel y los Campos Elíseos, el sueño definitivo de todo cristiano es ir al cielo y los campos son una representación mitológica del mismo.
En ese segundo recordé a Micaela, esto debido a que ella solía mencionar los lugares que visitaría si es que viajaba a París. Me habló de la torre Eiffel, El Palacio de Versalles, el museo de Louvre y el Arco del Triunfo, al cual se llegaba desde la avenida con ese nombre.
—Wow, me sorprende que te guste mucho saber de otras culturas, aquí son muy reacios a hablar de mitologías y otras religiones.
—Mis padres son católicos y tengo parientes unidos a los Hare Krishna y al budismo, por lo que la diversidad religiosa la tengo en los genes jeje.
—Vaya, ¿Sabes? Ahora que recuerdo, en París hay una avenida con ese nombre.
—¿Cuál? ¿Campos Elíseos? ¿En serio?
—Si mira, es una hermosa avenida —le dije mientras le mostraba imágenes desde mi celular.
—Wow, que ilusión poder ir a un lugar así.
No nos habíamos percatado entonces del tiempo que había pasado, justo cuando dijo eso, con esa carita radiante llena de esperanza y alegría, fue que los fuegos artificiales comenzaron, ya era la medianoche del 25 de diciembre. El espectáculo desde ese lugar fue impresionante, tantos colores y formas, estuvimos tan absortos en nuestra conversación que ni pudimos ser parte del conteo.
—Feliz navidad Leo —me dijo ella abrazándome.
—Feliz navidad Dianita —le dije correspondiéndole.
Recuerdo aún su perfume, la fuerza con la que se apretó a mi cuerpo, su calidez, su sinceridad que me quemaba. Recordé que yo era un personaje en un gran escenario de teatro y era el momento del clímax. "Es ahora o nunca" recuerdo que pensé.
—¿Te digo algo Diana? —comencé mientras que discretamente no la soltaba de las manos tras el abrazo, ambos nos mirábamos a los ojos - si tanta ilusión te hace ir a París, tal vez pueda llevarte.
—Jeje ¿Qué dices? ¿Por qué harías eso? —respondió, ella tampoco se separaba de mí del todo.
—Porque quiero verte feliz, porque nada me haría más feliz que verte cumplir tus sueños y que me perdone Dios si lo que digo no suena bien, pero también quiero hacerlo porque te quiero Diana, que ilusión se me hace el poder llevarte como mi novia si te parece bien...
Su reacción de sorpresa era digna de un cuadro de Da Vinci, una nueva versión de la mona lisa, tan expresiva pero poco clara al mismo tiempo. Yo en ese entonces era pésimo para comprender las emociones femeninas, pese a todas las instrucciones de Roxana y me asustó la idea que quizás hasta ahí habíamos llegado. Comencé a soltarla de a pocos, creyendo que había echado todo a perder, sin embargo, ella misma fortaleció su agarre y unas lágrimas de alegría comenzaban a surgir de sus ojitos.
—Leo.... ¡Yo también te quiero!
Ella dijo esto gritando y de inmediato, me soltó para tomarme por sorpresa del cuello y plantar en mí la flor de nuestro primer beso. Debo reconocer que ese beso con ella se sintió diferente, era un beso cálido, inocente, puro, dulce como las fresas en verano, lo primero que se me vino a la mente fue mi casa, mi familia. ¡Dios! ¡Los extrañaba! Mi mente se aclaró entonces y por primera vez aceptaba que me había enamorado de la hermana de mi peor enemigo, peor aún, la amaba. La tomé de la cintura y la alcé ligeramente para sentirla mejor, cerca de mí, quería que ese beso dure toda la vida, no quería volver a la realidad, no quería recordar que la estaba engañando, por primera vez deseé renunciar a ser Tomás Durán y ser Leo Montés por siempre con tal de tener a una chica tan amorosa a mi lado.
Los fuegos artificiales continuaban, los estábamos ignorando por completo y a medida que dicho show terminaba, nuestro beso seguía a la par. Al separarnos me dolió el corazón porque el recuerdo de la mentira y mi conciencia volvieron, las lágrimas que saqué en ese momento las disimulé como alegría. No había más que pudiera hacer entonces. Decidimos quedarnos ahí un momento más, ya que, al ser novios de forma oficial, al ser líder y aprendiz, había mucho escándalo que debíamos prever por lo que fuimos maduros e infantiles a la vez. Maduros en el sentido que debíamos esperar a que pase un tiempo prudencial para dar a conocer la noticia a nuestros allegados más cercanos, dejamos fuera de este círculo a los de la iglesia incluyendo a Briggitte, su amiga. Infantiles, en el sentido de que decidimos disfrutar de nuestro nuevo amor como si de algo totalmente prohibido se tratase. Acordadas las condiciones de nuestro noviazgo, vimos oportuno volver a la fiesta, decidimos que lo haríamos por separado. Asimismo, antes de hacerlo, retomé el tema de París.
—No me retracto de lo que dije Dianita —reanudé— Te prometo que iremos juntos y recorreremos toda la avenida como muestra del largo camino que tendremos durante los próximos años.
—Wow ¿Apenas comenzamos y ya hablas de años?
—Así de mucho he venido queriéndote y es lo que espero durar contigo.
—Jeje estás loco. —dijo sonrojada.
—Y llegaremos al Arco del Triunfo como señal de victoria por ser una pareja duradera, para finalmente sellar nuestro amor con una foto.
A Diana le encantó lo dicho y lo sellamos como una promesa. Por supuesto que cumplí con ella, aunque no del modo que ambos esperábamos. Reconozco que dije todo eso sin pensar, olvidé que era un personaje al estar ebrio de tanto amor. De camino a casa, ya más tranquilo, pensaba con alegría y tristeza todo lo ocurrido, fue en el transporte donde recibí un mensaje de parte de Roxana deseándome una feliz navidad y preguntándome cómo salió todo. Fue entonces que decidí que no llevaría una doble vida con ella, que no permitiría que lo ocurrido en su departamento se volviera a repetir, no sería infiel, por lo que solo le confirmé que todo salió mejor de lo esperado y le dije que a partir de entonces solo hablaríamos cuando yo lo crea conveniente y por mensaje. En llamada, le rogué que no nos volviéramos a ver, pese a su insistencia. Tras una ardua discusión y volver a lastimarnos con nuestras palabras, ella accedió.
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