Esto Sí Pasó - Capítulo 14
—Estoy agotadísimo, no pensé que en ese tipo de lugares hubiera tanto trabajo —se quejaba Tom, echado sobre la mesa del comedor, en el nuevo departamento que alquilaba Roxana.
—Llevas casi todo un año ahí, te he estado ayudando ¿Cómo es posible que aún no estés con esa chica? - respondió ella.
—Te dije que yo no soy como ese tipo, me cuesta notar si alguien está interesada en mí.
—Por lo que me cuentas, ella ya lo está. Dime por favor que al menos le preguntaste si podrían salir alguna vez.
—Si, si le pregunté. Casi se me sale el corazón cuando se lo dije.
—¿Y qué te respondió?
—Me dijo que sí.
—¿Ya ves? Si no estuviera interesada en ti, se habría quedado callada o te habría mandado a rodar. Pero no, te aceptó, salgan y terminemos con esto, lastimemos a ese imbécil de Miguel.
—Recién comenzamos Roxana... ¿Sabes? Me alegra que haya dicho que sí.
—Claro, porque si no todo este plan...
Roxana detuvo lo que estaba a punto de decir porque veía en Tom una mirada que antes solo le había dedicado a ella y quizás a Naiara. La mirada de un muchacho enamorado, el Tom distraído y alegre de sus días de universidad al parecer había vuelto, lo tenía sentado al frente, pero a la vez era como si no lo estuviera. A leguas se veía que estaba pensando en Diana y en el día que había tenido.
—Tom...
—¿Eh? Dime. —respondió él volviendo en sí.
—¿Te divertiste hoy?
—Pese a que fue agotador, si, comimos, bebimos, vendimos muchos tequeños y como cereza del pastel, una chica linda me aceptó una cita. Debo pensar a donde llevarla, si es el cine deberá ser una película emocionante, ¿Terror? No creo que le guste...
—Tom... —volvió a interrumpir Roxana.
—Perdón ¿Me decías algo?
—No olvides dos cosas por favor, uno, no eres tú quien busca estar con ella, es Leo y el punto de todo esto es lastimarla para que Miguel pague por lo que nos hizo.
—Es verdad —recordó Tom, cambiando su alegría por una expresión melancólica.
—Y dos, ten cuidado con ella, no olvides que es su hermana por lo que puede ser igual de capaz de ilusionarte y romperte el corazón cuando menos lo pienses. No quisiera que el lastimado al final seas tú.
—Es inevitable supongo, no soy frío como ese idiota, ahhhh ¿Qué estoy haciendo? ¡No debería estar disfrutando todo lo que me está pasando!
—Oye —comenzó a decir mientras le tomaba la mano— si te estás divirtiendo, disfrútalo, pero no olvides el enfoque de todo esto, créeme que no hay día en el que no desee estar en tu lugar y hacer de este plan más llevadero para ti. Aguanta un poco más, no te enamores y cuando menos lo pienses todo habrá terminado ¿Sí? Lo prometo.
—No hagas esto más difícil —respondió él retirando su mano— pero te tomaré la palabra. ¿Sabes? Me la jugaré por última vez.
—¿Cómo así?
—Se viene un evento de navidad en ese lugar, lo que hicimos hoy fue justamente para eso, Diana ya me dijo que irá ahí. Habrá música, juegos, fuegos artificiales, el escenario romántico perfecto. Me declararé ahí. Si me rechaza, este plan se acaba. ¿Entendido?
Roxana miraba con suspicacia a Tom. Había pasado mucho tiempo, la distancia entre ellos se había marcado y si bien ella buscaba de algún modo acercarse nuevamente a él, era en ese momento donde más lejos lo veía y eso la estaba lastimando emocionalmente. Su idea de atacar a Miguel había tomado más de lo previsto y estaba presionando mucho a su ex pareja, por lo que era tiempo de dar el todo por el todo. Vio en los ojos de su acompañante esa determinación que tanto extrañaba, ella esperaba poder animarlo de alguna manera sin recurrir a desalentarlo en el plan.
—Está bien Tom, el plan se acaba si te rechaza, ya no te insistiré en que sigamos con esto. Suponiendo que te acepte, continuaremos y seremos aguerridos. ¿Estás de acuerdo con eso? —dijo extendiendo la mano.
—Hecho —dijo Tom, correspondiendo el gesto.
Tom había ido al departamento de Roxana tras la venta que hubo en su iglesia, habían acordado como avance que se haga una invitación formal a una cita. Sin embargo, se determinó en ese momento que ya era tiempo de ir a por todo y provocar una declaración. Vieron el reloj entonces, eran casi las 11 de la noche, alistó su disfraz de Leo en una mochila y se dirigió a la puerta para volver a su mini departamento. Se despidió de Roxana, abrió la puerta, pero fue detenido por ella.
—Oye... Es tarde... —le dijo ella, sosteniendo la remera de Tom con una mano y dándole una mirada entre compasiva y seductora.
—No importa Roxana, debo irme... —le dijo tratando de zafarse, sin éxito por el cansancio.
—Quédate a dormir... solo esta vez... ¿Sí? —la voz de Roxana era dulce cuando dijo esto, a la vez lo abrazaba por detrás, el sonrojo era evidente pero su mirada era de alguien decidida.
Tom se sentía contenido por toda esa situación, pese a la fría personalidad que a menudo solía demostrar, también tenía un lado amoroso que no podía contener . Concebir a Leo y darle una personalidad amable ayudó a aliviar todo eso en gran parte y pudo tener todas esas experiencias de amigos que alguna vez anheló desde su época escolar. Sin embargo, todo era mentira y no faltaba mucho para hacer una última apuesta en donde todo podría terminar de golpe con una simple frase. Fue ese lado amoroso que tenía atrapado en sí el que le hizo acceder a quedarse en casa de Roxana... pero no precisamente para dormir.
Para ella, fue un alivio volver a sentir ese amor que creía que nunca volvería a vivir y dio lo mejor de sí misma para que ese instante dure el mayor tiempo posible, ya que podría haber sido el último. Por otra parte, cada caricia, cada beso, cada muestra de afecto que Tom dio esa noche, si bien fue recibido por su ex, en realidad fue con dedicatoria a Diana. De algún modo, ambos necesitaban hacer y sentir aquello, en ese preciso momento, para aliviar su silencioso dolor.
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