Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Esto Sí Pasó - Capítulo 10


Una vez concluidos los exámenes finales del ciclo donde Tom y Roxana se volvieron a encontrar, una compañera propuso que era tiempo de relajarse, que podían hacer algo en común entre todos. Entre los que estuvieron de acuerdo se barajaron las ideas entre ir a una discoteca, ir a comer, al zoológico, entre muchas cosas, esto durante la semana de vacaciones que tendrían antes de empezar un nuevo ciclo. Lo que llamó la atención fue la propuesta de un viaje a la selva, donde justo se daría lo que se conoce como "la fiesta de San Juan". Uno de los compañeros era oriundo de la zona y con lujo de detalles contó lo que se suele hacer en dichas festividades. Desde los saltos a la fogata, la gastronomía local, rituales, los espectáculos en el día central como bailes, los castillos de fuegos artificiales y más. No a todos les pareció buena idea ir, por lo que se descartó la idea para una salida de todo el salón. Para ese entonces, Tom ya contaba con su trabajo a medio tiempo y unos ahorros, el problema eran los horarios, pero comentó que se las arreglaría de alguna forma y se apuntó al viaje. Roxana también se sumó sin poner muchos peros. La visita en dicha fecha no iba a salir del todo barata y finalmente solo 5 personas quedaron para dicho viaje, 3 chicos y 2 chicas. La organizadora consiguió un paquete de viaje que incluía la travesía en bus, la estadía por dos días, un tour por la selva central donde llegarían a unas cascadas donde podrían nadar y hasta saltar de una de mediana altura, en una zona conocida como Villa Rica. Para luego, esa misma noche, tomar un bus hacia Pucallpa para el evento principal en donde podrían pasear en moto acuática, además de comer hasta reventar como en el día anterior y finalmente festejar en un gran evento que reuniría a todo el distrito, con música, tragos y fuegos artificiales. Volverían a la capital a la media mañana del día siguiente también por bus.


Fue así entonces que llegó la semana de vacaciones. Los días que pasarían en la selva serían jueves y viernes, por lo que la partida se dio el miércoles en la noche. Llegaron todos entonces a la terminal de buses. Tom hasta entonces no había tenido la oportunidad de salir de la capital, recordó que sus padres le comentaron que viajaron cuando era muy pequeño, le mostraron algunas fotos, pero él no recordaba nada de eso, por lo que era una buena oportunidad para conocer los rincones más alejados del país por su propia cuenta. Se juntó con los chicos, mientras que Roxana se juntó con la organizadora. Durante esa noche de viaje poco pudieron hablar entre ellos ya que era muy tarde y debían descansar para estar frescos al día siguiente. El orden de los asientos fue un lado ambas chicas y al lado los otros dos chicos, el tercero quedó detrás de ellos. Solo el pasillo separaba a Tom y a Roxana. A esta última se le complicó el sueño esa noche, esperaba poder hablar con su amigo al menos al principio del viaje, pero todos se quedaron dormidos. Se puso a escuchar música con unos audífonos y en un momento no pudo evitar mirar al costado y ver a Tom dormir. Usualmente ella lo veía con un semblante triste, un tanto decaído; las sonrisas que entre ambos se sacaban eran sinceras y muchas veces la ponían en un compromiso. Sin embargo, en ese momento, por primera vez lo veía tranquilo, sin preocupaciones, incluso hasta un poquito feliz. "¿Qué estará soñando? ¿Algo bonito?" Se preguntó ella antes de darse cuenta de que llevaba mirándolo mucho tiempo y sonrojarse. Se quedó dormida al poco rato y despertó con los primeros rayos del sol, curiosamente, al mismo tiempo que Tom. "Hola" se dijeron entre ambos con una sonrisa, susurrando. La organizadora se levantó de una forma más escandalosa y se dio cuenta de la pequeña escena que se había dado ya que la parejita se mostró avergonzada sin saber dónde mirar.


https://youtu.be/jrmRAGijZhE


Llegaron a su primer destino a primeras horas y dejaron sus cosas en un centro vacacional donde comerían más tarde. Esa misma noche volverían a partir a su segundo destino por lo que no pensaron en buscar un hotel. Finalmente, se alistaron para la caminata por la selva y emprendieron marcha de inmediato. Pese a lo que muchos podrían pensar, lograron descansar bien durante el viaje y era más la emoción de conocer un lugar recóndito lo que les daba energía. Gracias a que el grupo se juntó, finalmente Tom pudo hacerle compañía a Roxana durante este trayecto. Vieron enormes paisajes, se alejaron tanto de la ciudad que apenas podían distinguir algunos edificios. Recorrieron algunas cuevas, exploraron la diversidad de la vegetación, las flores, había uno que otro animal exótico suelto pero que no suponía un peligro para el grupo. Llegaron entonces a un lugar donde podrían descansar tras una larga caminata de dos horas, el lugar estaba dirigido por gente de la zona. También este era el punto donde podían alistarse ya que la siguiente parada sería directamente la cascada donde podrían nadar y saltar antes de volver para la hora del almuerzo.


—¿Lista Roxy? —le gritó Tom desde fuera de uno de los probadores.

—Dame un momento por favor Tommy, ¿Los demás están listos?  —respondió ella desde dentro.

—Si, por eso te pasaba la voz.

—¡Dale, Roxana, nos va a dejar el grupo! —le avisó la organizadora.

—¡Voy amigos!


Cuando Roxana salió del lugar, Tom tuvo de ella una visión, como si ante él se hubiese presentado el mismo arcángel que se presentó ante la Virgen María. Quedó anonadado, ya que era la primera vez que la veía en ropa suelta, nada preparado como cuando vas a la universidad o como en esa ocasión, a un viaje, con una cola de caballo que le quedaba mejor a lo que alguna vez imaginó. Sabía de antemano, ya que lo escuchó en una conversación antes de subir al bus, que ella llevaba un bikini para todo aquel destino en los que tendrían que mojarse. Tuvo en ese momento las ansias de llegar pronto para verla en todo su esplendor. Ella por su parte, también sentía que veía a Tom por primera vez con ropa casual, la que uno usaría en casa. Siempre en la universidad, independiente de los problemas económicos que él siempre comentaba, veía a Tom bien vestido. Siempre con camisas, jeans, casacas. Nunca lo vio llegar con shorts, gorros, sandalias, polos sueltos, a diferencia de muchos de sus compañeros que tomaban su casa de estudios de forma literal, como una casa.


—Al fin te veo relajado —le dijo ella en son de burla, señalando su ropa.

"Relajado no es la palabra que usaría", pensó sonrojado ocultando su admiración —Pues tú también ya te ves más aclimatada.

—¿A que sí? Vamos que nos dejan.


Caminaron esa última parte del trayecto de lado a lado, ayudándose mutuamente para escalar los caminos irregulares. Pese a la confianza que tenían en ese momento, con el pasar de los minutos se fueron dando cuenta de lo mucho que se estaban tocando. Tomarse de las manos o del brazo comenzaba a tener otro significado. Hubo una parte del trayecto donde Roxana sin querer tropezó y se apoyó en la espalda de Tom para no caer. Ese pequeño hecho fue el que les hizo darse cuenta que algo no estaba del todo bien con sus emociones, sus corazones comenzaban a bombear más sangre de lo habitual y por microsegundos se preguntaban cómo veían los demás las escenas que estaban formando. Los otros tres chicos que los acompañaban en este viaje, ya habían decidido de antemano que buscarían la forma de juntarlos más, pero al ver todo eso desde el bus decidieron dejarlos ser, hacer como que no se daban cuenta de nada y no intervenir a menos que sea estrictamente necesario.


—¿E-estas bien? —Preguntó Tom, mirándola fijamente con preocupación sincera.

—S-sí, te-tendré más cuidado —respondió ella nerviosa— Tú también cuida donde pisas ¿Sí?

—Claro...


Continuaron la caminata sin mirarse. La mente de ambos era un torbellino de pensamientos donde nada era del todo claro. Sabían que tenían confianza mutua, que de algún modo sus días en ese ciclo se habían vuelto los mejores en mucho tiempo. Tenían una muy bonita amistad que temían arruinar. Para ese momento, Tom se preguntaba si debía ser un poco más atrevido, él tenía más claras sus emociones y gustaba mucho de la compañía de Roxana. Pensó que ese viaje sería la oportunidad perfecta de conocerla más y tal vez, solo tal vez, hacerse notar como una potencial pareja. Declararse era algo impensable aún.


Roxana en cambio no tenía nada claro, le encantaba la amistad y la compañía de Tom, pero se preguntaba: ¿Estoy realmente enamorada de él? ¿Es posible? Y si lo estuviera, ¿Qué es realmente tener un novio? ¿Y si algo sale mal? ¿Qué tal si, tras lo de su ex, lo vuelvo a lastimar? ¿Y si él me lastima? Se imaginó muchísimos escenarios tanto buenos como malos, tanto como si realmente gustara de él como si no.


Ambos tenían el defecto de la inseguridad muy interiorizado por sus complicados pasados. Se miraban cada tanto como esperando que el otro hiciera algo para romper el hielo, esto en suma al clima caluroso hacía su vergüenza más evidente. Fue la organizadora, la encargada de romper la tensión al anunciar que habían llegado. Tomó a Roxana y fueron a alistarse. Tom se juntó con sus otros compañeros y tras quedar solo en su ropa de baño, pudo acercarse a la laguna bajo la cascada y mojarse la cabeza para calmar sus ansias. El agua estaba muy fría y le hizo aterrizar en seco. Lastimosamente, este sentimiento no duró mucho ya que junto a él se sentó Roxana para hacer lo mismo. Llevaba puesto un bikini de color negro que, si bien cubría perfectamente sus partes íntimas, dejaba mucho a la imaginación y lo dejó sin palabras. Roxana experimentó la misma sensación ya que no se había percatado de la presencia de Tom a su lado. Por primera vez le veía con el torso desnudo. Él era un chico delgado y esbelto, no era atlético, pero se mantenía en muy buena forma. Le llamó la atención la cicatriz de su hombro, pero no preguntó por el mismo hasta mucho después. Roxana de igual forma, era una chica delgada y de figura estilizada. Se les volvió el calor a ambos y lejos de decirse algo, volvieron a remojar sus cabezas, haciendo como si no se hubieran visto y, tras hacerlo, pudieron dirigirse la palabra una vez más.


—Ah... Roxana, que bueno que ya estás aquí... el agua está excelente —dijo Tom disimulando la dirección de su mirada.

—Si... si lo creo... dan ganas de meterse ¿No? —dijo ella cubriendo sus ojos.


La organizadora, muy atenta a lo que estaba ocurriendo, se acercó a los chicos y les propuso meterse a la laguna lanzándose de la cascada. Llamó a los demás y entre todos fueron a la cima, a la roca donde la gente podía lanzarse. Tom y Roxana, en realidad, no pensaban hacerlo, ambos tenían temor de algún accidente y solo esperaban poder meterse y nadar como en una piscina regular.


—¡Ah no! ¡Eso sí que no! —replicó la organizadora— ¡No nos comimos más de 10 horas de viaje como para que ustedes no se lancen!

—Oye Tom —le susurró uno de sus compañeros— deberías intentarlo, podrías impresionar a Roxana.

—Si, no seas huevón —le susurró el otro— o mejor aún, proponle saltar juntos, superen juntos el miedo.

—¿Qué dicen? ¿Por qué querría...? —respondió Tom.

—¡Yo saltaré primera! —gritó la organizadora— Chicos, ¿me siguen luego verdad?  —dijo dirigiéndose a los acompañantes excluyendo a Tom.

—¡Si! —respondieron ambos con entusiasmo.


Tomó entonces un poco de vuelo para correr y lanzarse a modo de bombazo. Segundos después, el segundo de los viajeros hizo lo mismo y el tercero les siguió en cadena. Desde donde estaban Tom y Roxana, lejos de ver cómo caían, solo escuchaban sus gritos haciendo eco en las montañas de la selva y el sonido del agua en el impacto. Fue entonces que Tomás respiró hondo y decidió seguir el consejo de sus amigos, aprovechando que finalmente estaba a solas con Roxana.


—Roxy... ¿Te parece bien si... saltamos juntos? —preguntó temeroso.

—¿Eh? ¿Estás loco? —preguntó ella muy sorprendida.

—Está claro que a ambos nos asusta esto, pero estoy seguro que podremos superarlo. Si ellos pueden, nosotros también.

—Tommy, no sé... yo...

—Roxy... ¿Confiarías en mí? —le dijo tendiéndole la mano.


Roxana veía a Tom, si bien sus palabras eran las de alguien muy seguro de sí mismo, estaba claro que estaba temblando y se estaba haciendo el fuerte por ella. Con el mismo temor, accedió asintiendo con la cabeza y tomó su mano. Ambos se posicionaron al filo de la roca. Desde abajo, sus amigos no se percataron que estaban tomados de la mano y solo se dedicaban a alentarlos para que salten. Que no tuvieran miedo. Se vieron una última vez, sabían que por presión o quizás por algún otro motivo más profundo debían hacerlo.


—¿Estas lista? —dijo Tom.

—Saltaré si tú saltas. —le respondió ella.


Dicho esto, ambos dieron un paso hacia atrás para tomar vuelo y saltaron con los ojos completamente cerrados. Comprimiendo sus piernas, simplemente dejándose llevar por la gravedad y sin soltarse las manos. En ese momento, para ellos, fue como si el tiempo pasara más lento. Sintieron la adrenalina de la caída, ese cosquilleo, la emoción, comenzaron a gritar a medida que llegaban a medio camino. Abrieron sus ojos y fue Tom quien más disfrutaba de la experiencia.


—¡WOOOO ME GUSTA MUCHO! —gritó él mientras caía.


Roxana escuchó este grito y sintió claramente un impacto en su corazón. Haciendo que dejara a un lado el grito de emoción por una expresión de gran sorpresa. El tiempo reanudó su caudal entonces y ambos cayeron pesadamente a la laguna, hundiéndose, ambos sabían nadar por lo que no tardaron nada en salir y tomar una bocanada de aire. Sus amigos, muy emocionados y felices por ellos, aplaudían dando gritos de victoria mientras sonaba una canción alegre y cumbiera de amor de fondo.


—¡Lo hicimos Roxy! ¡Lo hicimos! —le decía Tom aún preso de la emoción y la adrenalina.


Roxana en cambio aún tenía una expresión de sorpresa y respiraba de forma agitada. Lejos de responderle algo, se acercó rápidamente frente a él y le plantó un beso directo a los labios, dejando a todos en el lugar con la boca abierta. Se formó un silencio entre ellos. El beso de Roxana era torpe, pero cálido, como si lo hubiese contenido para finalmente explotar. Tom quedó frío ante esta reacción inicial, pero no dudó en corresponderle. Una escena hermosa se había formado, con los amigos y otros viajeros alrededor, quienes solo aplaudían y sonreían. Aquel beso duró más de lo que uno podría esperar de uno casual, era uno de amor intenso, oculto, quedó claro para todos que ambos querían hacerlo desde mucho antes. Un nuevo mundo se había formado entre ellos y nadie estaba invitado a ser parte de él. Al separarse, Roxana le dedicó una tierna sonrisa de oreja a oreja. Tom no salía de su sorpresa, pero ya más tranquilo y con una mirada determinada decidió que ese era el momento que esperaba.


—Roxana, ¿Te gustaría ser mi novia? —le dijo.

—Creo que ya respondí esa pregunta, tontito, claro que sí. —respondió.


Dicho esto, se volvieron a besar, esta vez de una forma más calmada. Sus amigos fueron muy pacientes para con ellos y esperaron la segunda separación para acercarse y por fin felicitarlos por su nueva relación. El resto de ese día pasó sin muchos altibajos. Era raro haber comenzado una relación al inicio de un viaje y más raro aún haber sido testigos de ello. Para cuando llegó la noche, decidieron reorganizarse en los asientos del bus ya que las relaciones entre ellos habían cambiado. Los dos chicos fueron juntos, la organizadora iría en un asiento sola con otra pasajera y en asientos contiguos irían Tom y Roxana. Ambos aún no salían de su asombro, por lo que esa noche durmieron acurrucados el uno con el otro deseando que al despertar, nada de lo vivido hubiera sido un sueño. A la mitad de la noche Tom despertó y se alegró de saber que efectivamente, tenía a su amada Roxana a su lado. Más tranquilo, le dio un beso en la frente y pudo seguir durmiendo.


El segundo día, pudieron compartir tanto con amigos como entre ellos mismos. Tuvieron tiempo en la mañana de ese día para pasear en motos acuáticas, darse lo que se conoce como "baño bendito" y probar diversos platos, distintos a los del primer día. Descansaron unas horas en la tarde en el hotel donde pasarían la noche, hombres y mujeres por separado, cada uno en una habitación individual, para tener el físico necesario para la fiesta que habría esa noche en la plaza del pueblo. El ambiente era el de una fiesta muy amena, con un gran escenario donde grupos muy conocidos de cumbia se dieron lugar. Había además una gran feria gastronómica, por otra parte una feria artesanal donde compraron varios recuerditos y donde se daban varios concursos en los que fueron espectadores. El ambiente era estupendo y los chicos pudieron beber y bailar hasta altas horas de la noche. Fue en esta fiesta donde la relación de Tom y Roxana se afianzó. Ya no tenían pena por tomarse de las manos y menos aún de mostrarse cariñosos juntos, esto gracias de igual forma al alcohol. Fue difícil, pero todos consiguieron volver a una hora prudente para descansar lo suficiente, ya que al día siguiente debían tomar un último bus para volver a casa.


Siendo aún de noche y con dificultades para conciliar el sueño pese a lo bebido, Tom sintió que tocaban a la puerta de su habitación. Pese a estar medio ebrio aún, consiguió levantarse, al abrir estaba Roxana, con un rostro evidente de no haberse recuperado aún.


—¿Qué haces aquí Roxy...? —preguntó Tom


Antes que pudiera decir algo más, ella le empujó con un beso y cerró la puerta de la habitación. Con ansias y sin decir nada, ella tomó el control de la situación, guio a Tom hacia la cama e hizo que se eche. Él intentaba hacerle entrar en razón, pero sentía que todo esfuerzo era inútil, no quería lastimarla sin querer y se dejó llevar. Roxana se quitó la prenda superior y comenzó a besarle el cuello, Tom cerró sus ojos y comenzó a sentirse excitado. Sin embargo, los besos se detuvieron abruptamente. Tom se preguntó si había hecho algo mal, pero quedó sorprendido y tanto gracia como ternura le causó ver que Roxana se había quedado dormida sobre él. Con mucho cuidado la hizo a un lado, tuvo curiosidad de tocarla, pero decidió que no era el lugar ni el momento. Tomó su prenda y la vistió con mucho cuidado para no despertarla. Pese al cansancio y el mareo, reunió fuerzas y la llevó a su habitación. Como sospechaba, ella había dejado la puerta abierta por lo que no tuvo dificultad para ingresar, acomodarla y dejar que siga durmiendo. Antes de irse, le dio un último beso en la frente y le susurró al oído: "Es muy pronto mi amor, te prometo que cuando llegue el día, será en el mejor lugar del mundo, un lugar que merezcas recordar"


A la mañana siguiente, todos volverían a la capital y Tom nunca le contaría esto último a su novia y a nadie en realidad. Decidió que sería un secreto para él mismo, pero que sí cumpliría con esa promesa. Y efectivamente, lo haría poco después de cumplir su primer año por decisión de ambos, en una hermosa habitación de hotel turístico con terraza y vista al mar en pleno atardecer. Fue la primera vez de ambos.



Las miradas envidiosas no se hicieron esperar frente a una relación que comenzó de manera romántica, fuerte y extraordinariamente capaz. No solo eran novios, eran un equipo y sus personalidades se complementaban muy bien tanto en lo emocional como en lo académico. La noticia de su noviazgo no tardó en esparcirse por la universidad debido a la química entre ellos, totalmente imposible de ignorar.


Un día, mientras paseaban por la calle mucho tiempo después, Roxana se mostraba pensativa llamando así la atención de Tom.


—¿En qué piensas tanto amor? —preguntó él.

—Pensaba en la manera en que te declaraste. Fue curiosa y muy linda. Gritar en medio del salto en la cascada fue tierno.

—Espera Roxy, yo me declaré luego de salir del agua, ¿Lo recuerdas? Luego de besarnos por la emoción del momento —respondió Tom, evidentemente confundido.

—¿Qué? Pero Tommy, tu claramente gritaste "Me gustas mucho".

—Oh, entiendo... lo que dije entonces fue "Me gusta mucho" tontita, por la experiencia de estar haciendo algo tan loco a tu lado.

—Con razón... —comentó Roxana muy pensativa, como disociando— me extrañó que me pidieras ser tu novia luego de declararte, era redundante ¿no? Ahora lo entiendo.


Los ánimos se decayeron un poco y, a pesar de que Tom hizo todo lo posible para convencerla de que lo mejor suele pasar de las formas más inesperadas y así motivarla a ver el inicio de su relación como una hermosa coincidencia, Roxana no pudo evitar ver este hecho como un "error", del que esperaba, de todo corazón, nunca arrepentirse.



Pese a todo, no tuvieron muchos altibajos desde entonces, hasta la llegada de un sujeto llamado Miguel.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro