Una noche, seis meses después de la apresurada mudanza, ella volvió al cuarto completamente agotada de tanto trabajo. Ya era una nueva estación, pero los tacones que usaba no diferenciaban verano de invierno por lo cual aún era una obligación usarlos en la oficina. Su sueldo no era mínimo, ella era una profesional completa y era excelente en su labor. La mudanza, lejos de facilitarle las cosas, las complicó en el sentido que ahora vivía mucho más lejos y debía levantarse mucho más temprano para llegar a tiempo. Exactamente a las 5 am de lunes a sábado.

Como era habitual en ella, al llegar a la puerta se quitó sus grilletes modernos color crema, se masajeó los pies improvisadamente esperando aliviar el dolor ocasionado del día y metió su llave con la esperanza de encontrar cobijo en aquella cama de catre a la que se había tenido que adaptar.

—¡Mi amor, al fin llegas! —dijo él con gran emoción— te extrañé todo el día.

Sin embargo, nada más entrar se dio con la ingrata sorpresa de encontrar a su actual pareja en compañía de dos chicas y dos chicos, riéndose y jugando amenamente un juego de mesa. El reloj en ese instante marcaba las 9:30 de la noche y por lo que aparentaba no parecía que fueran a terminar pronto.

—Ah hola —respondió ella conteniendo la vergüenza— No sabía que teníamos visitas.

—Si, ellas son Ashley y Romina, acá está Roberto y Rafael, él es novio de Romina. Estamos viendo la posibilidad de hacer un canal de videos en internet el próximo año, será único en su género. Se llamará La Freak Zone. ¿Qué tal eh?

—Ah sí, súper.

Caminó ella desganadamente hasta el catre, aún sonrojada por la visión que los chicos tuvieron en su llegada. Sabía que no podría descansar mientras ellos siguieran ahí por lo que no tuvo más que sentarse en la cama y colocarse unas pantuflas cómodas. Aún no podía cambiarse de ropa tampoco.

—Hablaremos de series, películas, animes, comics, manga, eventos culturales, de todo— continuó él— y obvio este papi será el conductor.

—¿No trabajabas hoy? —Le preguntó ella interrumpiéndolo.

—¿No te dije? Hoy descansé.

—¿De nuevo?

—Si, se lo pedí a mi jefita hace uff, por cierto ya me pagaron.

—Genial, justo la señora me estaba preguntando por la renta del mes pasado.

—Oh, vaya amor qué pena, pero ya usé lo que gané.

—¡¿En qué?! —preguntó ella ya denotando una molestia que sorprendió a los invitados.

Sacó entonces de su mochila su celular y abrió un aviso de internet. Ella, al ver dicha publicidad, se golpeó la cabeza dando a entender que ya se esperaba algo similar y que no era la primera vez que se veía envuelta en una situación así.

—¿Qué amor, no lo reconoces? —Preguntó él inadvertido de lo que pasaba— Es el Sargento Americano, vimos su película el otro día y dijiste que te encantó. Se verá genial en...

—Ya entendí, ya entendí —interrumpió ella.

—Que bueno que me entiendas amor. El próximo mes te ayudo con lo otro ¿sí?

Le dio un beso en la mejilla y volvió de inmediato al juego. Los invitados se sintieron incómodos a partir de entonces y se centraron en terminar lo más pronto posible. Él, sin embargo, cuando era su turno comenzaba a hablar más de la cuenta queriendo ahondar en el proyecto en el que se había embarcado. En algún momento, incluso llegó a solicitar a su muy cansada novia que les atendiera con unos bocadillos y unas gaseosas que él ya había comprado con el dinero que le sobró. En dicho instante se evidenció más la molestia que se estaba ocasionando y fueron las chicas quienes se levantaron a ayudar, de paso a disculparse por todo.

Los invitados no se fueron hasta la medianoche, momento en el que ella finalmente pudo ponerse su ropa de dormir e intentar descansar luego de tan pesado día. Él hizo lo mismo y se echó a su costado con intención de abrazarla.

—Mi amor, ¿Qué haremos esta noche? —Le susurró al oído.