Esto Nunca Pasó - Capítulo 21
Unos momentos antes, en un Spa ubicado en un distrito acaudalado, la madre de Miguel y Diana recibió como indicación que esperara en una sala especial mientras hacían los preparativos para un tratamiento completo. Sin embargo, una llamada desde un número desconocido apareció de repente y reconoció al remitente como Leo, el novio de su hija quien le había conseguido aquel día de relajación.
Agradeció de inmediato el favor que había recibido, pero la actitud del joven que le llamaba se le hizo muy sospechosa. Todo cambió cuando este le pidió de favor que se mantuviera en línea, puesto que su hijo vendría en unos momentos y ella debía escuchar algo muy importante de su parte. Algo de mucha incumbencia para su familia, según le describió.
Esto la preocupó muchísimo, pero confió en el tino del joven para tratar dicha situación y accedió a mantenerse en contacto para intervenir cuando fuera necesario. Lo que vendría después, resultaría increíble incluso para ella, puesto que no esperaba una doble mentira tanto de su hijo, como de su aún yerno.
Su decepción fue enorme y no tardó mucho en comenzar a llorar, puesto que la burla de su hijo, sus acciones, cada cosa que iba confesando con respecto a su ex y a cómo abusó de la confianza que le había dado le hizo cuestionarse la clase de educación que le había dado. Comenzó a verlo ya no como a un niño, sino como a un monstruo a partir de entonces.
Cuando se le otorgó la oportunidad de hablar, rogaba por escucharlo decir que nada fuera verdad. Esperaba escuchar de su parte, algo en su tono de voz, que parte de lo dicho fuera solo una mentira para complacer a aquel desconocido que había armado toda una escena. Sin embargo, solo obtuvo una excusa y ella conocía bien a su hijo cuando se sentía atrapado en una situación que lo inculpaba. Siempre fue así y en ese momento, al igual que muchas veces antes, su hijo trataba de culpar a alguien más por sus acciones incorrectas.
Una vez culminada esa llamada, soltó el llanto con un poco más de fuerza en busca de un desahogo inmediato. La sala donde se encontraba era hermética, por lo que nadie fuera de ella alcanzó a escucharla. Se calmó lo más rápido que pudo y tomó su celular para comunicarse con su esposo y contarle sobre todo lo ocurrido. Él se encontraba haciendo unas compras, por lo que no pudo responder de inmediato. La señora se encargó de detallar toda la situación, como para simplemente tomar una decisión a la primera respuesta.
Pensó entonces que seguir en aquel lugar ya no tenía sentido, por lo que tomó sus cosas e intentó salir. Sin embargo, justo en ese momento ingresó la señorita que minutos antes la recibió, indicando que ya estaba todo listo para su día de relajo.
—Disculpe señorita, debo irme —le replicó la señora.
—¿Tan pronto? ¿Segura? —preguntó la joven, extrañada.
—Si, lo siento.
—Qué lástima, no se preocupe, si gusta postergamos su reservación de masajes relajantes y anti estrés.
—Espere, ¿Mi reservación?
—Claro, la sesión de hoy está pagada y completamente a su nombre.
—¿Usted no conoce a un tal Leo o Tom, quien hizo la reserva?
—No señora, todo está a su nombre.
La mamá de Miguel se lo pensó mejor y quedó muy sorprendida al saber que aquella salida no era parte, no del todo al menos, de la venganza contra su hijo. Por lo que, tras reflexionar brevemente, decidió que era mejor tomar ese servicio antes de enfrentar toda esa situación ya con cabeza fría y un juicio justo.
—Está bien señorita —reanudó— tomaré los masajes.
—Perfecto, sígame por favor.
Dicho esto, la señora apagó su celular y fue llevada a la zona de masajes donde poco a poco fue olvidando todo lo malo ocurrido ese día. No hablaría de ello hasta esa noche, cuando su esposo se conectara en video llamada y su hijo llegara.
Mientras tanto, Diana aún se encontraba en la terminal de buses atenta a todo lo que ocurría en la llamada. Al igual que a su madre, Leo le había pedido de favor que se mantuviera en contacto ya que debía saber algo importante sobre él y su hermano. Esto no le extrañó mucho y supuso que se trataba de algo bueno que mejoraría el día que ya estaba viviendo.
Sin embargo, esto no fue así. Se enteró de la verdadera naturaleza del hermano que tanto admiraba por su determinación a lograr sus poco prácticas metas a la vez que, supuestamente, estudiaba y salía adelante pese a sus complicaciones. Por el contrario, era un oportunista aprovechado, rencoroso, manipulador y hasta un ladrón que traicionó la confianza de sus padres, incluyendo la suya. Puesto que ella se había mantenido en una universidad de poco renombre a causa de que se tenía que pagar aquella en la que Miguel estaba.
Todo lo escuchado la dejó muda y sorprendida. Escuchaba atentamente cada verdad que se explicaba, siendo la más sorprendente también la verdadera identidad de su aún novio. Ella sabía de Roxana por las pocas cosas que su hermano alguna vez habló de ella, pero era entonces como una amiga más que conoció y con la que llegó a estar por un breve periodo de tiempo hasta que, según palabras de él, se dio cuenta que estaba con una egocéntrica que buscaba retrasarlo en sus proyectos y estudios para dedicarse a ella.
Escuchó claramente como aquel que retenía a Miguel se disponía a revelar que estaba en llamada telefónica con ella y su mamá. No pudo pensar en cómo se sentía ella y le partió el corazón escuchar, por primera vez, que su mamá no le creía a su hermano. Sabía que, tras esto, su casa se desestabilizaba de una forma que jamás imaginó.
Luego, escuchó como Miguel era echado de aquel lugar tras la determinación de su mamá de que, aquel desconocido que aún era su novio, ya no la frecuente más y que éste, sin ningún titubeo, aceptara esa condición. Ella contenía sus lágrimas y su boca aún se mantenía abierta por el asombro, hasta que una voz familiar la hizo volver a la conciencia de un ligero susto.
—Diana, ¿estás ahí?
https://youtu.be/1cgO42sh-ZY
—¿Quién... ¿Quién eres tú? —preguntó ella tartamudeando y conteniéndose.
—Perdón, mi nombre es Tomás Durán, entiendo que esto resulte confuso, pero...
—¡¿Quién eres tú?! —replicó Diana gritando e interrumpiéndolo, con lágrimas en los ojos.
Tom entendió de inmediato la situación y se quedó callado, apenado por los sentimientos expresados. La escuchó llorar y esperó a que se calmara para explicar todo lo ocurrido con palabras más precisas que la ayudaran a comprender y que le resulten más tranquilizadoras.
—¿Por qué? —preguntó ella con dificultad.
—¿Por qué qué, Diana? —le respondió Tom atentamente.
—¿Por qué? ¿Por qué a mi...?
—Esa pregunta... es la misma que me hice cuando tu hermano se metió en mi vida de esa forma.
Al decir esto Diana no contuvo más sus lágrimas y echó a llorar nuevamente. Respiraba con mucha dificultad e intentaba mantenerse firme ya que sentía que debía mostrarse fuerte en ese momento.
—Sin embargo —continuó Tom— a diferencia mía la tuya tiene respuesta y es que a pesar de su patanería y esa personalidad que no sé de qué lado de tu familia sacó, él te ama. De hecho, eres la única persona por la que ha demostrado un cariño de verdad además de su propia madre. Aunque incluso de eso lo dudo. Pregúntate, ¿Podría haber obtenido este mismo resultado con una ex cualquiera?
Diana tragó saliva y no pudo evitar sentir que aquella respuesta tenía mucho sentido, sin dejar de ser la verdad más dolorosa. Aquello no la alivió y por el contrario sintió una punzada en el pecho que no la dejaba respirar bien. Dejó pasar unos segundos antes de poder responder.
—¿Y Leo Montés? —preguntó aun conteniéndose.
—Perdón... pero... Leo no existe —respondió Tom apenado— Ambos fuimos asesinados en el 2013 por las nuevas parejas de nuestras ex's...
—¡No es cierto! —interrumpió ella gritando y volviendo a llorar— ¡Nada es cierto! ¡Leo! ¡Ven por favor! Vámonos...
Tom quedó en silencio y solo atinó a responder con un "lo siento" muy ahogado que apenas alcanzó a oírse al otro lado del auricular. Él se tomó un tiempo para responder sentándose en su sofá, esperó tranquilamente a que Diana se calmara de nuevo y una vez notó que ella respiraba hondo se animó a reanudar la conversación.
—Diana, ¿Aún tienes el sobre que te di?
—Si —respondió ella más serena.
—Ábrelo por favor, quizás ahí entiendas mejor mis motivos. Agradezco que a pesar de todo no lo hayas abierto.
—Tom... ¿Cierto?, solo dime una cosa.
—¿El qué?
—¿Alguna vez me quisiste de verdad?
—Diana... yo...
En ese momento la conversación se vio interrumpida ya que el celular se apagó por tener la batería baja. Se dio cuenta al dejar de sentir el sonido ambiental alrededor de la voz de Diana. Pensó en usar el celular de Roxana que aún tenía, pero lo vio contraproducente. Buscó entre sus cosas su cargador y tardó demasiado en que cargara lo suficiente para volver a encenderlo. Pensó entonces que era demasiado tarde para dar una respuesta adecuada.
Por su parte, Diana no pudo evitar desesperarse por no llegar a saciar su duda. Trató de no llorar y mantuvo la cabeza fría para abrir el sobre y ver lo que había en él. Al hacerlo, encontró tres objetos: una carta, una foto y un sobre más pequeño.
La foto era de ellos mismos, aunque Tom se encontraba disfrazado como Leo, era del primer día que llegó a la iglesia y que se tomaron junto al grupo que frecuentaban. Ella recordó que en ese momento se tomaron dos fotos y solo usaron una para la publicidad de la comunidad, la cual se mostró en la página de internet un tiempo. Sin embargo, la que Tom guardaba era la segunda, donde se le veía a él observándola curiosamente mientras ella sonreía inadvertida.
Desplegó entonces la carta, la cual no era muy extensa a pesar de la letra pequeña. La cual decía lo siguiente:
Querida Diana:
Para cuando leas esta carta ya debes haber descubierto la verdad sobre quién soy y quizás el porqué de toda esta situación. Y si la has abierto antes de tiempo, de igual forma te ibas a enterar tarde o temprano.
Mi nombre no es Leo Montes, realmente me llamo Tomás Durán, aunque prefiero que me digan simplemente Tom. No soy evangélico. En mi edad y en mis estudios no te he mentido.
Conocernos no fue casualidad, yo te conocía en cierto modo desde mucho antes y debía acercarme a ti para llevar a cabo mi objetivo.
Soy ex de la ex de tu hermano, no sé si en algún momento llegó a mencionar a una chica llamada Roxana en tu casa. Ella fue mi novia durante tres largos años y conocer a Miguel fue lo peor que nos pudo pasar. Fue en un evento de anime, de ahí mis pocos conocimientos del tema, se hizo amigo de ella y poco a poco se fueron hablando en secreto.
Eventualmente ella me dejó por él, es fácil decir que todo ha sido culpa de ella quien tomó la decisión de faltar a la relación y así lo creí yo también durante un tiempo. Sin embargo, la quería y la herida difícilmente sanó con el paso de los meses. La cual se reabrió cuando descubrí que tu hermano la había abandonado tras descubrir que estaba embarazada.
Ahora Roxana está muerta a causa de un aborto espontáneo causado por el abandono que sufrió y me dolió no haber estado el tiempo suficiente para ayudarla. Tú que eres una chica de fe y que amas a tu familia y amigos seguro entenderás lo duro que se siente la impotencia de no poder hacer nada por alguien que quieres.
Quizás no tuve tanta fe como tú en aquel entonces, por lo que supuse que ir por quizás la única persona a quien Miguel quiere sería la mejor manera de hacerle pagar por todo el daño que nos hizo. Pensé en algún momento ser como él y darte un trato que no merecías. Pero simplemente no pude.
Pese a la impotencia, a la ira, a los deseos de venganza no pude desquitarme contigo de ninguna manera. Mis planes evidentemente cambiaron y supuse que el simple hecho de que él sepa de que yo estoy contigo sería más que suficiente para una mal llamada "venganza". Y es que, dentro de su superficialidad, para él era un logro haber apartado a Roxana de mí.
No estaba en mis planes caer en su juego, dependiendo de en qué momento estés leyendo esta carta haberlo hecho o estar a punto de hacerlo supondría usarte y lastimarte de todos modos y pienso decirle la verdad en suma a todo. Te pido perdón, me hubiese gustado no tener que llegar a esto, pero como dice el dicho "la mentira tiene patas cortas".
Es claro que después de esto tú y yo ya no podremos vernos. Por ello, quiero cumplir una vieja promesa que hasta hace poco vi imposible pero que con mucho esfuerzo logré concretar estos años. Junto a esta carta encontrarás un sobre con una sorpresa para ti.
Si estás leyendo esta carta antes de que te lo pida, por favor confírmame que lo hiciste con un simple mensaje y si te parece bien podemos discutirlo. Si no, seguramente estás con mi amigo Alfredo. Dependiendo de lo que decidas, él te llevará a donde gustes.
Adiós Diana, espero que algún día puedas perdonarme.
Firma: Leo Montes / Tomás Durán.
Al culminar la lectura, notó que efectivamente había un sobre más pequeño junto a todos los papeles. Lo abrió y quedó sumamente impresionada al notar de qué trataba todo, rompiendo en llanto una vez más y apretando todos los papeles contra su pecho esperando así apaciguar el dolor que la embriagaba. Alfredo ingresó al vehículo nuevamente y esta vez no tenía consigo su bonachona expresión. Se encontraba serio y no podía mirar a Diana a la cara puesto que él sabía todo lo que iba a pasar, además de los motivos. Intentó entonces calmarla con su tono de voz, preguntándole a dónde le gustaría que la lleve.
Diana pidió un momento para tranquilizarse y escribir un mensaje desde su celular, no pasó mucho rato antes de que terminara de enviar el escrito y pudiera secarse las lágrimas con sus manos. Una vez más calmada, dio su instrucción y el vehículo pudo partir.
https://youtu.be/2tnri7Vs2Mo
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