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Una aburrida fiesta

--No, padre. -refunfuñaba un pelirojo omega --No me presentaré en esa estúpida fiesta llena de gente estirada y snob solo para morir del aburrimiento mientras los escucho alardear de lo influyentes que son.

--Irás, Jimin, porque no te estoy consultando nada ni mucho menos pidiendo tu opinión. -sentenció el mayor, cansado de sus negativas
--Necesito que te comportes. -advirtió con mirada severa --Esta noche te presentaré a unos socios. Puede que termine gustándote alguno o incluso encuentres a tu alma gemela.

--¿Por qué no entiendes que no necesito un alfa? Estoy perfectamente bien como estoy. -se quejó por centésima vez.

--No viviré por siempre. -espetó con voz cansina y ténue, como si estuviera revelándole un oscuro secreto --Algún día no estaré para ti y quiero asegurarme de que tengas una buena vida.

Jimin escuchaba pero sin prestar real atención.

Ya empezaba a exasperarse.

--Ya la tengo. Estoy bien así. Gracias.

Tras escuchar esto, el alfa hizo una mueca de disgusto --No la tienes. Solo te dedicas a ir de compras durante el día y a alocadas fiesta durante la noche ¿A eso llamas una buena vida?

El señor Park podía sentir como la vena de su frente empezaba a palpitar más Jimin se mantenía ajeno al estado de ánimo de su padre, solo centrado en refutar cualquier cosa que este dijera.

--Y tú y tus socios solo se la pasan trabajando y en sus muy aburridas reuniones de personas igual de aburridas y engreídas. No iré y tú no puedes obligarme.

El pelirrojo no estaba dispuesto a ceder, pues desde su punto de vista, hacerlo significaría que daba a paso a que le controlaran la vida y él no estaba dispuesto a permitir que nadie le dicte qué hacer y qué no. Ni siquiera su padre, quién ni se inmutó ante su irreverencia; más bien, lo miraba con gesto serio, como si estuviera evaluándolo antes de proseguir.

--Cancelaré todas tus tarjetas de crédito si no vas. -amenazó con frívola calma, pues conocía las palabras mágicas capaces de convencer al rebelde omega.

Jimin hizo un gesto de total indignación ante la declaración y, cruzándose de brazos, le dió la espalda a su padre. Este sonrió victorioso y se encaminó hacia la puerta, sabiéndose el ganador de la disputa.

Una vez en la fiesta, Jimin paseaba su vista por el elegantemente decorado salón, la decoración era exquisita, no lo podía negar. De fondo sonaba una hermosa y lenta balada que invitaba a un baile sensual.

Pero no.

Obviamente nadie estaba interesado en bailar. Todos se dedicaban a enfrascarse en -según su opinión- aburridas conversaciones de negocios o a alardear ante los demás de sus posesiones.

--¿A esto llaman fiesta? -bufó mientras ponía los ojos en blanco.

A paso lento pero constante, se acercó hasta la mesa del buffet.

"Al menos hay comida rica". -pensó.

Con aburrimiento, observó aproximarse a un camarero y tomó dos copas que contenía un líquido rosa. Bebió ambas de un solo trago. Necesitaría una buena dosis de alcohol para soportar esa noche.

Media hora más tarde, un demasiado animado -gracias al alcohol- Jimin decidió que era momento de avivar la fiesta.

Miró en todas direcciones buscando quién sabe qué y, entonces, sus ojos fueron inevitablemente atraídos hacia el centro del salón; donde un enigmático pelinegro se encontraba conversando casualmente. Un alfa, estaba aseguro de eso a pesar de la distancia a la que se encontraba. Su cara seria denotaba las pocas ganas que tenía de estar en el lugar o quizás solo estaba astiado de la conversación en la que se encontraba.

Jimin lo vió avanzar hacia la derecha, al extremo opuesto en donde estaba él y no pudo evitar seguir cada movimiento suyo con la mirada. Era extraño. Resultaba obvio que el chico no era ajeno a ese mundo de glamour y ostentosidad, pero su semblante no denotaba más que desinterés y hasta... ¿aburrimiento?

El presunto alfa detuvo su andar y miró por pura intuición hacia atrás, buscando quizás dar con el causante de ese extraño cosquilleo en su nuca y que le indicaba que estaba siendo observado. Por su parte, Jimin bajó la mirada, sintiéndose inexplicablemente cohibido ante la posibilidad de ser descubierto. Algo bastante extraño en él ya que, normalmente, él no solo le sostendría la mirada sino que, incitaría a ir mucho más lejos.

Sin embargo, su repentino brote de timidez desapareció tan pronto como un pestañeo, y no pudiendo mantener la mirada gacha por mucho más tiempo, se atrevió a buscar nuevamente al pelinegro. No tenía idea de qué le pasaba, pero sentía que necesitaba grabar en su memoria las facciones del apuesto chico.

Con cien por ciento de determinación y un cero por ciento de vergüenza, decidió darle cara.

Lo vió interactuar con las personas a su paso pero sin detenerse mucho tiempo en el mismo lugar, hasta llegar donde estaba su padre junto a otros alfas.

Es aquí cuando reconoce su oportunidad para lograr un acercamiento. Su padre había dicho que le presentaría a sus amigos ¿no? Y que quizás alguno podría interesarle, pues eso mismo acababa de ocurrir.

Sintió a su lobo eufórico, anticipando lo que vendría a continuación.

--Bien, Jimin, creo que es momento de ser buen hijo y obedecer a tu padre. -murmuró para sí mismo, sonriendo ante su propia astucia.

Sin apartar en ningun momento la vista de su objetivo, se desplazó a través de todos los presentes sin detenerse si quiera a saludar. No tenía caso hacerlo.

Pero, tras avanzar unos metros, escucha los murmullos de un grupo de omegas que justo acababa de pasar.

--¿Ese no es el Ceo de Min Tecnologys? El pelinegro que acaba de unirse al señor Park. -preguntó una voz femenina detrás de él.

--Sí, es él. -escuchó una voz diferente responder --Deberíamos probar suerte a ver si se fija en uno de nosotros.

--O en todos. -responde la primera voz provocando las risas en los demas.

--Es una lástima que no se fije en omegas hombres. -articula esta vez una voz masculina con pesadez.

Jimin, quién había detenido su andar, escuchaba atento la conversación, desistiendo de su idea de acercarse cuando la desilusión y el enojo llegaron a él.

Y es que el pelirrojo en verdad detestaba con su alma a aquellos que discriminaban a otros, sobre todo si esa discriminación estaba relacionada con el género de una persona.

"Bah, ¿Qué más se podía esperar de personas cuya religión es el poder y su Dios, el dinero?"

--Muy bien, hora de retomar el plan inicial. -murmuró bajo a la vez que
daba la media vuelta y se encaminaba hacia una parte del salón en donde no había personas.

Sacó por fuera de sus muy ajustados pantalones la camisa que llevaba puesta y quitó los primeros dos botones, dando así una imagen más sensual y atrevida de su vestuario.

Dejó que el sonido de la música que penetraba sus oídos viajara por todo su cuerpo. Con ligereza, inició a mover sus extremidades al lento ritmo de la melodía.

Sus movimientos fueron adquiriendo velocidad conforme la música lo hacía, con una sonrisa en sus labios se percató de que empezaba a ser el centro de atención.

Bien. Era exactamente lo que buscaba.

Haciendo alarde de su flexibilidad, permitió a su cuerpo moverse sin restricción, realizando movimientos y pasos imposibles para una persona común.

Pero no para él.

Todos a su alrededor miraban el espectáculo que había montado. Algunos lo miraban con deseo y lascivia y otros con desdén y hasta con cierto reproche.

Pero a él no podían importarle menos estos últimos, sobre todo porque su padre estaba en ese grupo.

Mientras el sensual pelirrojo bailaba como si no hubiera un mañana, un pálido alfa no daba crédito a lo que sus ojos veían.

Totalmente impresionado y con el corazón latiendo desbocado, Yoongi hizo acopio de todo su autocontrol para disimular su sorpresa, ya que todo su ser había reaccionado ante las tan familiares facciones del bailarín; remontándolo a un pasado agridulce que se negaba a recordar.

--¡Park Jimin! -Había escuchado una voz a su lado gritar llena de enojo e indignación, sacándolo de su trance momentáneo y regresándolo al presente.

Miró una última vez al chico que aún bailaba de manera casi indecorosa, demostrando lo poco que le importaba el hecho de que su padre estuviera a punto de sufrir un colapso nervioso a causa de su descarado baile.

Vaya sorpresa que se llevó al conocer por fin al famoso Jimin.

----☆☆☆----

Disculpen si está muy insípido este capítulo. No estoy conforme con el pero mi inspiración ha brillado por su ausencia esta semana.

Prometo esforzarme más con los siguientes.

Gracias por leer!

Akina》

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