Jimin se dejó caer sin ningún tipo se delicadeza sobre la cama matrimonial. Estaban en la mansión de los Min, en la cual vivirían durante el año que estarían casados ya que el pálido alfa se negó a comprar una casa para ellos.

"No veo necesidad de comprar una casa para un matrimonio que ya tiene fecha de caducidad. Esto es una farsa ¿Recuerdas?" -le había dicho con sorna el de mirada gatuna al pelirrojo cuando este le había reprochado el irse a vivir junto a sus padres y hermana; acusándolo de tacaño.

--Estoy tan cansado~. -se quejó acostado boca abajo en la suave cama --Ha sido un día en verdad agotador.

--Eso es porque bailaste con la mitad de los invitados. -reprochó con tono jocoso el mayor. Jimin, con mucha pereza, giró hasta quedar boca arriba y poder ver a su esposo.

--¿De qué sirve ir a una fiesta si no vas a disfrutarla al máximo?

--Y vaya que la disfrutaste. -le contestó, recordando como el omega se había prácticamente adueñado de la fiesta porque -aunque literalmente era suya- sinceramente no esperó que pareciera disfrutarla tanto. Jimin tomó más champaña que cualquier otra persona, provó todos y cada uno de los bocadillos, bailó todas las canciones y no cantó de milagro.

Una risita tonta escapó de los labios del alfa al recordar todo aquello. Al principio se preocupó de que el pelirrojo hiciera alguna locura, pero para su sorpresa no fue así. Incluso sus padres parecían estar encantados con él. Además, aprendió varias cosas del menor en ese día; Primero, que toma como obrero y segundo, que cuando así lo quiere, puede ser realmente encantador.

Yoongi, entre sus divagues, se había quitado el traje y los zapatos mientras que Jimin simplemente disfrutaba de la vista, carraspeando cuando este se quedó simplemente en boxers, llamando así la atención del alfa que levantó una ceja interrogatorio.

--¿Pasa algo? -cuestionó.

--Por supuesto que no. -respondió sosteniéndole la mirada.

Ambos se mantuvieron así por un rato. Simplemente observándose, en una lucha por ver quién apartaba la mirada primero.

Jimin fue el primero en hacerlo pero no por vergüenza o pudor. No. Lo hizo para empezar a quitarse él su propia ropa.

Yoongi lo observó todo el tiempo y cuando vió como el menor se quitaba incluso su bóxer, no pudo evitar soltar una carcajada.

--No me digas...duermes desnudo. -fueron las palabras que salieron de la boca del pelinegro.

--Pues sí ¿Tienes algún problema? -quiso saber.

El alfa negó divertido y se dispuso a quitarse su bóxer --En realidad, también yo.

El omega, que jamás apartó la vista del cuerpo del mayor, se giró lentamente para darle la espalda y que este no fuera testigo de la reacción natural de su cuerpo. Se encaminó hacia el cuarto de baño mientras una enorme sonrisa se plasmaba en su rostro.

Por su parte, Yoongi contemplaba los atributos de su esposo mientras este daba pasos con un ligero contoneo de caderas. Negó divertido mientras sonreía de oreja a oreja debido a la osadía y atrevimiento del omega.

Definitivamente, Park Jimin era todo un caso.

Y así pasaron los días en los que la joven pareja se mantenía increíblemente en armonía. Ambos compartían cierta afinidad. Yoongi disfrutaba de lo pícaro y descarado que solía ser el menor con él. Aunque, obviamente, el matrimonio no había sido consumado, existía cierta tensión sexual entre ellos que cada uno se encargaba de alimentar cada noche, ya sea con pequeños roces, insinuaciones o ciertas miradas.

Yoongi jamás imaginó que llegar a casa resultaría tan excitante. Hasta cierto punto anhelaba cada día esos pequeños momentos que compartía con el omega en los cuales solían hablar de cualquier trivialidad. Jimin le había demostrado ser una excelente compañía, aunque el pequeño omega muchas veces no era capaz de controlar su lengua, ya no le resultaba ofensiva su manera de expresarse.

--Quiero cambiarme el color de pelo. -dijo Jimin en dirección a Yoongi.

--¿Me estás pidiendo permiso? -cuestionó el pelinegro.

--Por supuesto que no. -contestó rodando los ojos. --Solo fue un comentario. He pensado en volverme rubio.

--Ya sabes lo que dicen de los rubios. Que son tontos. -comentó distraído, encogiéndose de hombros.

--Eso es lo más absurdo y estúpido que he escuchado. -espetó indignado el menor, lanzándole al alfa una almohada que tenía a mano --Y tú ¿sabes lo que dicen de los pelinegros?

--¿Que somos dioses del sexo?

--No, que son insípidos.

--Ni tú te la crees. -rió fuerte, le gustaba la agilidad mental del menor
--Te lo acabas de inventar.

--Dudo mucho que seas tan buen amante como presumes. Apuesto a que no eres capaz de llevar al orgasmo a tu pareja. -dijo en tono desafiante
--Déjame adivinar, no te gustan los omegas hombres porque no eres capaz de complacer a uno. Eso debe de ser un duro golpe a tu inflado ego. -dijo burlón, ajeno al malestar que causaron sus palabras.

--No tienes idea de lo que hablas.

--Pues ilústreme, señor Dios del sexo.

--Como que muy interesado en mis artes amatorias ¿no? -respondió con una nota de burla en la voz, dejando de lado su irritación --Dime, Jimin, ¿Será que quieres comprobar por ti mismo qué tan experto soy?

Jimin rió con burla premeditada --Por supuesto que no. No me gustan los imbéciles narcisistas y mucho menos cuando son tan despectivos como tú. -una mirada dura acompañó a esas palabras, recibiendo como respuesta una sonrisa arrogante.

Jimin bufó y se tapó con una manta hasta los hombros, de espalda al mayor que se limitó a reír bajito por el berrinche del pelirrojo.

--Buenos días señor ¿Cómo está? -preguntó una beta de apariencia adorable.

--Bien, pero sé que al salir de aquí estaré mucho mejor. -respondió Jimin con una sonrisa traviesa --Quiero cambiar mi color de cabello. -le informó a la chica que lo miraba con ojos curiosos.

--Por supuesto. -respondió con una cordial sonrisa --¿Ya sabe qué color quiere?

--Rubio.

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《Akina》