Los Rossini
--Yoongi, los Rossini acaban de llegar. Los hice pasar al salón de juntas. -se apresuró a dar aviso Taehyung.
Los Rossini, unos multimillonarios italianos, habían hecho negocios con Min Tecnologys desde varios años atrás. El patriarca, Constanzo Rossini, pionero en la industria de nano-tecnología, estaba a punto de jubilarse tras décadas de arduo trabajo en la que amazó un sin fin de méritos y una gran fortuna. Su hijo, Carlo Rossini, ocuparía ahora el lugar de su padre.
Pero este último había representado todo un reto. Carlo Rossini durante meses había dado largas a la renovación de los convenios entre ambas empresas, logrando poner de punta los nervios de toda la junta directiva en Min Tecnologys ante la amenaza latente de que su principal aliado se uniera a la competencia.
--Está bien. -contestó tranquilo el pálido alfa. --¿Dónde está Jimin? -cuestionó.
--No lo sé. -un bufido abandonó los labios del omega tras esas palabras
--Tú bien sabes que Jimin no rinde cuentas a nadie.
Yoongi observó a su primo marcharse con evidente enfado. Soltó un suspiro cansino. Taehyung y Jimin parecían odiarse a muerte y estaba convencido que no existía nada que él pudiera hacer para cambiar eso.
Necesitaba buscar al rubio ya que él era su traductor. Era más una cortesía hacia el mayor de los Rossini ya que este tan solo hablaba italiano. Contrario a su sucesor, que hablaba perfectamente inglés y con él serían las negociaciones.
Con paso decidido se encaminó hasta la sala de juntas donde lo esperaban.
--Por favor llama a Jimin y dile que se apresure y vaya a la sala de juntas. -dijo en dirección a Taehyung, quien hizo una mueca de molestia. Sin embargo, no se negó.
--Buenos días. -dijo Yoongi una vez llegó. Con una inclinación de su cabeza saludó a los miembros de su junta directiva para luego saludar con un apretón de mano a padre e hijo
--Lamento si los hice esperar. Mi traductor ya viene hacia acá pero si gustan podemos iniciar con la reunión.
--Me parece bien. -contestó un apuesto chico de tez bronceada y porte altivo. Carlo Rossini, un alfa bastante meticuloso y astuto. Yoongi reconocía en él su propia personalidad impetuosa y decidida.
Las negociaciones empezaron, Carlo hizo de traductor para su padre cuando este comentaba alguna trivialidad ya que, por obvias razones, el mayor no participaba de manera activa en la charla.
La llegada de Jimin interrumpió la amena plática que los Rossini mantenían, logrando acaparar la atención de los presentes. Yoongi le indicó que se sentara a su lado con un simple gesto y el omega se apresuró a ocupar su lugar.
--Lamento la demora. -se disculpó
--Yo...
--Park Jimin. -pronunció una grave voz, interrumpiendo la disculpa que el rubio había ideado de camino hacia allá.
Jimin observó con asombro a la persona que se había dirigido hacia él y su sorpresa no pudo ser mayor al tener ante sí a una de sus tantas conquistas tras su viaje en el continente Europeo.
--Carlo. -dijo con asombro. A lo que el mencionado sonrió mostrando toda una hilera de dientes blancos y perfectos.
Yoongi arrugó el ceño tras ver como su esposo y el alfa menor de los Rossini parecían estar en su propia burbuja.
--Jimin. -llamó, pero fue ignorado por el menor que se disponía a acercarse al otro alfa.
--No sabes cuanto gusto me da verte, caro. ¿Por qué te fuiste sin decir siquiera adiós? -cuestionó el joven alfa, obteniendo una sonrisa a modo de disculpa.
Jimin en verdad estaba algo contrariado. Jamás esperó toparse con Carlo Rossini otra vez. Y mucho menos en una reunión de negocios. Una reunión en la que estaba Yoongi presente.
"Alfa" "Mi alfa" repetía su lobo interior, haciéndolo plenamente conciente de la mirada reprobatoria que este le dedicaba.
--Te queda bien el rubio. -escuchó pronunciar y se le escapó un jadeo de sorpresa cuando el alfa frente a él tuvo el atrevimiento de tocar un mechón de su pelo.
Notó la agitación de su lobo ante esa acción y observó por el rabillo del ojo como Yoongi tensó la mandíbula.
--Te invito a almorzar. Por favor, acepta. -pidió Carlo con tono melozo, ajeno a la tensión que se creaba a su alrededor.
Yoongi apretó los puños a su costado. Estaba haciendo un verdadero esfuerzo para controlar a su animal interno.
--Veo que ya conoce a mi esposo, señor Rossini. -sonrió ladino cuando ambos pares de ojos lo miraron cada uno más sorprendido que el otro.
--Min Jimin, mi asistente personal y también traductor de Min Tecnologys. -estas palabras pudieron haber pasado como casuales de no ser por el tono con el que fueron dichas y la manera en la que la palabra esposo fue recalcada. Y, si a esto se le sumaba la mirada amenazante instalada en el rostro del pálido alfa, quedaba claro que era, más que nada, una advertencia.
Era una situación bastante bochornosa vista desde la perspectiva de los espectadores.
Por otra parte, Carlo observaba con incredulidad al omega frente a él, recordando a la perfección las palabras que había dicho en antaño.
"Soy un alma libre. Casarme y tener hijos no son para mí" Fueron sus palabras, las cuales había pronunciado con total convicción...pero entonces ¿qué cambió?
Con cautela, deslizó su mirada hacia la mano izquierda del rubio y allí lo vió. Un muy brillante anillo de matrimonio.
Jimin desplazó su mirada desde Carlo, que observa un punto fijo de su mano, hasta Yoongi que le dedicaba una penetrante mirada que provocó un gimoteo en su lobo, el cual le exigía ir hacia al mayor y disculparse.
Pero ¿disculparse por qué? Todo era una simple casualidad. No es como si él hubiera hecho algo malo.
--Estás casado. -susurró Carlo, aún sin poder creerlo, con su mirada contrariada aún puesta en Jimin.
Un carraspeo logró llamar la atención de los alfas y el omega en cuestión
--Ya que las presentaciones han terminado, deberíamos seguir con la reunión. -intervino con su habitual sonrisa Hoseok. Logrando disipar el sombrío ambiente que se había formado. Yoongi volvió su vista hacia su mejor amigo y asintió de acuerdo.
Sin más, Jimin se apartó del alfa italiano y volvió a ocupar su asiento. Todo esto bajo la atenta mirada de los presentes que al fin pudieron respirar un poco de calma en el lugar.
Una hora más tarde las negociaciones habían finalizado, una vez firmado el contrato, Yoongi se apresuró a despedirse de los Rossini con una inclinación y luego un apretón de manos.
Todos empezaron a abandonar la sala de juntas. Primero, Constanzo seguido de Yoongi, Hoseok y la junta directiva.
Un suspiro abandonó los labios de Jimin. Yoongi ni siquiera había vuelto a dirigirle tan siquiera la mirada. Con una pesadez impropia en él, se encaminó a la salida.
--Jimin. -la conocida voz resonó en todo el lugar, sorprendiendo al rubio que había estado demasiado inmerso en sus propios pensamientos como para notar que el alfa extranjero aún no se marchaba.
Jimin observó al alfa acercase hasta él, mirando todo el tiempo con esa intencidad tan característica suya y que tiempo atrás había cautivado toda su atención. Una vez este estuvo lo suficientemente cerca, tomó su mano izquierda para acto seguido besar sus nudillos.
Sonrió coqueto. Eso era algo que había admirado desde el principio de los italianos. Siempre tan galantes y románticos.
--Irás a la fiesta de esta noche, ¿verdad? -el alfa se dedicó a jugar con la sortija de matrimonio en el dedo anular del omega, girándola de derecha a izquierda. Jimin observaba este gesto distraído, crispando sus labios tras notar como el dedo pulgar del alfa estaba sobre la delicada piedra color champán.
--Lamento interrumpirlos. -dijo una voz con claro tono de reproche.
Jimin se giró en su dirección, safando su mano del agarre del alfa en el acto y pudiendo comprobar que el reproche en la voz no era nada comparado al que había en los ojos del recién llegado.
"¿Cuánto tiempo llevaría ahí Taehyung?" -se preguntó.
Obviamente el suficiente.
Observó al omega menor ir hasta la mesa y recoger unas carpetas para luego encaminarse hasta la puerta y salir. Dejándolos nuevamente a solas.
--Será mejor salir. -propuso, a lo que el alfa asintió, siguiéndolo hasta la salida.
Cuando llegaron hasta el puesto de trabajo del rubio, el italiano tuvo la osadía de despedirse de él con un beso en la mejilla. El menor parpadeó confuso pues ni siquiera tuvo tiempo a reaccionar al beso cuando vió a Carlo marcharse.
Y otra vez se topó con la mirada intensa y reprochante del omega de sonrisa cuadrada.
Suspirando, se dispuso a ocupar su asiento, ignorando la mirada asesina que le era dedicada.
Taehyung no paraba de bufar ante el recuerdo de lo que había presenciado hacía horas.
Definitivamente su primo estaba cavando su propia tumba.
¿Cómo era posible que no se diera cuenta de que casarse con Jimin era un grave error? No importa lo que Yoongi dijera, de los dos, Jimin era el peor. Eso estaba más que claro.
Necesitaba tomar medidas al respecto.
Tomó su teléfono celular y marcó. La llamada fue contestada al segundo tono.
--Yuri ¿Qué harás esta noche?
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《Akina》
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