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Inquietudes, esperanzas y anhelos

La noche había llegado ya y Jimin se acurrucó en un sillón cerca del alfa. Las ganas de acostarse a su lado y sentir su calor eran casi insoportables.

Pero se abstendría de hacerlo.

Ya era una suerte que lo dejaran quedarse cuidando del mayor después del pequeño alboroto que se armó cuando Yuri llegó histérica al hospital. Taehyung y Jin tuvieron que hacerse cargo de ella y asegurarle que Yoongi estaba fuera de peligro.

Todo fue a peor cuando les avisaron que solo una persona podía quedarse. Yuri exigió ser la que se quedara a cuidar a su hermano pero Jimin no estaba dispuesto a separarse más de lo estrictamente necesario de su esposo. No importaba cuantas miradas asesinas Yuri le dirigiera, Yoongi era su esposo y él era quien se quedaría a cuidarlo.

Con cuidado se levantó de donde estaba y se posicionó tan cerca del pelinegro como le era posible. Con suma delicadeza tomó una pálida mano entre las suyas y la besó. La colocó en su lugar para luego depositar un delicado beso en la mejilla y otro en los finos labios.

Necesitaba de esa cercanía y esos sutiles toques para tranquilizar a su omega.

A la mañana siguiente el rubio escuchó un murmullo que provenía de afuera logrando sobresaltarlo. Lo primero que hizo fue mirar en dirección al pálido para asegurarse que estaba allí y que nada malo le ocurría.

Suspiró de alivio al ver que todo estaba en orden con el alfa. Con una mano trató de peinar su alborotado pelo para luego abrir la puerta y asomarse para ver que estaba ocurriendo.

--¡Exijo que me dejen ver a mi hijo! -decía una elegante señora acompañada de un apuesto hombre que parecía poseer solo un gramo más de serenidad.

Jimin los reconoció al instante. Era los padres de Yoongi.

Se apresuró a acercarse hasta ellos.
--Señor y señora Min. -saludó y la bonita mujer se abalanzó hacia él mientras hacía un sin número de preguntas al rubio que apenas podía captar una que otra palabra.

--Cariño, cálmate. -pidió el señor Min
--Lo estás asustando.

Para suerte de Jimin, la mujer lo soltó pero luego rompió en llanto.

--Los doctores dicen que Yoongi estará bien. -explicó para tranquilizar a la omega --Está siendo sedado por el momento para que su recuperación sea más rápida y para evitarle sentir dolor. -Jimin sonrió cuando la señora Min dejó de llorar --Puede entrar a verlo.

La omega no respondió nada, salió casi corriendo a ver a su hijo.

--Lo siento. -dijo el alfa Min
--Decidimos regresar en cuanto Taehyung nos avisó. Seokjin nos informó de todo y nos aseguró que Yoongi estaba fuera de peligro...Ahora que recuerdo, debo llamarlo y decirle que ya llegamos a Corea. Se supone que él iba a ir por nosotros al aeropuerto pero no pudimos esperar y tomamos un taxi hacia acá de inmediato. -explicó.

Jimin asintió en dirección al mayor que parecía estar tranquilo, más la mirada ansiosa e insistente de este no abandonaba la puerta por la que momentos atrás había entrado su esposa.

--¿No quiere entrar a verlo? -sugirió cuando pasaron los minutos sin que la señora Min saliera de la habitación de Yoongi.

--¿Es posible? -cuestionó. Sabía que por el momento solo permitían a una persona a la vez. Pero las ansias de ver a su primogénito lo estaban calcomiendo.

--Yo no diré nada si usted tampoco lo hace. -aseguró.

El alfa asintió con una sonrisa de agradecimiento para luego ir al lado de su esposa e hijo.

Las horas habían pasado trayendo consigo la noche y la nueva disputa por quién se quedaría esa noche a cuidar al alfa pelinegro.

Jimin se negaba a irse pese a la insistencia de los señores Min y de su propio padre, quién había llegado en la tarde al igual que Yuri y Seokjin. Hoseok y Taehyung habían ido después del trabajo pero se habían marchado ya junto a Namjoon y al pequeño Kook.

Jimin estaba verdaderamente enojado ¿Por qué no entendían que él lo que necesitaba era estar con Yoongi?

--Ya, Jimin, quita esa cara. -pidió su padre mientras se dirigían en auto hacia su casa.

Jimin bufó enojado, prácticamente lo habían obligado a irse a casa a pesar de que les aseguró que estaba bien y que no tenía problema en pasar otra noche en el hospital. Pero la señora Min había insistido en que ella podía quedarse esa noche, argumentando lo cansado que se veía y que no era justo para él quedarse dos noches seguidas.

Pero nada de eso era capaz de hacerlo cambiar de opinión. No, ninguna excusa serviría para alejarlo de Yoongi.

No fue hasta que su suegra admitió querer pasar la noche cuidando de su adorado hijo. Jimin no tenía como refutar esa petición, por lo que terminó aceptando irse.

¿Cómo diablos iba a negarle a la madre de Yoongi el derecho de estar a su lado en esa situación tan crítica?

Jimin suspiró al ver la conocida decoración de la casa en la que creció. El olor, los objetos, las fotos, todo era tan familiar pero a la vez ya no se sentía como su hogar.

"Qué rápido te acustambraste a la Mansión Min" -se burló Jimin de sí mismo. Pero lo cierto era que a lo que en realidad se acostumbró fue a la presencia de Yoongi.

--Te ves realmente fatal, Jimin. -escuchó el omega decir a su padre. Se limitó a suspirar y tomar asiento.

"También me siento fatal". -pensó.

--Supongo que no me veo mejor de lo que me siento. -dijo con burla. Su padre no paraba de mirarlo como si buscara encontrar alguna verdad en él. Jimin se removió incómodo ante el escrutinio.

--Y aún así insistías en quedarte otra noche. -el alfa observó como su hijo se encogió de hombros, restándole con ese acto toda importancia al asunto
--¿Qué pasó entre tú y Yoongi? -preguntó, más no obtuvo respuesta. Jimin se mantuvo con la mirada en algún punto de la casa.

--¿No me dirás? -insistió.

--Estoy cansado y quiero dormir. -dijo en un murmullo apenas audible.

--Estás enamorado de Yoongi. -afirmó sin rodeos el alfa.

--Qué más da. -espetó. No tenía ganas de hablar. Lo único que quería era que llegara la hora de regresar al hospital y estar cerca del pelinegro.

Se apresuró a retirarse a su recámara donde minutos más tarde le subieron una bandeja con comida que simplemente ignoró. Se limitó a darse un baño y acostarse con la seguridad de que mientras mas rápido se durmiera, más rápido amanecería.

A la mañana siguiente Jimin se apresuró en alistarse para ir a ver a Yoongi. Apenas pudo descansar ya que despertaba constante extrañando la falta de calor a su lado.

Salió de la casa de su padre y tomó el taxi que minutos atrás había llamado.

Una vez en el hospital se encaminó hasta la habitación del mayor y su corazón dió un salto salvaje que lo hizo perder la respiración al ver cómo la señora Min aguardaba afuera mientras hablaba con el mismo beta de días atrás.

--¿Qué ocurrió? -preguntó agitado y con los ojos desorbitados --¿Qué le pasa a Yoongi? ¿Por qué no está con él? -preguntó atropelladamente. Hizo el intento de acercarse para entrar y ver con sus propios ojos cómo estaba el alfa pero fué detenido por el doctor.

--Lo siento, señor Min, pero no puede pasar. -habló de manera suave el beta pero de igual forma le sentó como una cachetada al omega que le impidieran ver al alfa.

--¿Por qué no? -preguntó con los ojos cristalinos ya.

--Jimin, querido. -llamó su suegra
--Todo está bien. Es solo que le están haciendo un chequeo retinario, según me explicó el joven aquí. -dijo señalando al beta.

Jimin sintió como su corazón empezaba a recuperar su latir normal y cómo la sangre parecía volver a fluir por sus venas. Miró en dirección a la puerta, suspiró resignado y luego permitió que la señora Min lo arrastrara hasta los bancos donde tomaron asiento.

Eternos minutos transcurrieron antes de que dos personas salieran de la habitación de Yoongi.

--Hola. -saludó uno de los jóvenes
--Tenemos excelentes noticias, el paciente Min se está recuperando asombrosamente rápido. Más de lo que creímos inicialmente. -Jimin y la señora Min se abrazaron emocionados después de procesar la información --Le retiraremos el sedante, por lo que será cuestión de tiempo para que despierte. Una enfermera estará totalmente al pendiente de él, suministrándole los medicamentos necesarios.

El joven doctor observó como ambos omegas sonreían y asentían emocionados ante la buena noticia.

--Otra cosa, debo pedirles que se mantenga fuera de la habitación por el momento. Pero no se preocupen... -agregó rápidamente al ver los rostros de preocupación de ambos omegas
--...les daremos aviso en cuanto el paciente tenga permitido recibir visitas.

Jimin miró confundido a la omega a su lado, esta le devolvió la mirada contrariada. Ambos guardaron silencio y asintieron. Los jóvenes doctores se marcharon dejándolos allí con inquietudes pero, a la vez, con esperanzas y anhelos.

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《Akina》

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