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—Así que... intentarás el mundo de las citas a ciegas, eh guapetón.

Yoongi se encogió con una sonrisa apenada ante la mirada picarona que le dedicó su psicóloga. Asintió unos momentos después.

—Jungkook es unos años más joven que yo, apenas son casi cuatro, pero él sabe más de estas cosas —compartió—, y como él ya tiene experiencia en la dinámica, me arregló una cita con un chico para pasado mañana. Solo una persona para iniciar, tampoco tengo tanta energía para reunirme con varios desconocidos.

La mujer de cabello rizado asintió de acuerdo.—Es bueno que decidieras comenzar poco a poco, Yoongi. Realmente espero que todo resulte bien.

—Yo igual —coincidió él, luego suspiró con pesar—. El único problema es... ya sabe...

Lee Byunsook observó a su paciente alzar las manos cubiertas por las mangas de su sudadera. Era un acto reflejo que, según él y sus propias observaciones, tenía desde hace mucho tiempo. A veces simplemente era por la satisfacción de la sensación de la tela suave cubriendo su piel o de sostener algo en su puño, pero ambos sabían de sobra que la razón principal de esta acción era el esconder sus uñas y dedos.

La onicofagia es la conducta de comerse las uñas. La dermatofagia sucede cuando una persona tiende a morder su propia piel, en general de los dedos. Yoongi sufría de ambos trastornos desde hace muchísimos años, quizá desde antes de la pubertad.

—He estado pensando en ir a arreglarme las uñas, al menos intentarlo... pero no sé a dónde ir —decía Yoon—. Lo que menos quiero es escuchar comentarios negativos de la persona que me esté tratando, o que de plano se nieguen a brindarme el servicio.

Una de las cosas que apretaba el corazón del pálido y que continuaba tratando en terapia, era la grandísima inseguridad que tenía respecto a sus manos. La sociedad era cruel, él lo sabía. No sólo personas desconocidas le habían soltado uno que otro comentario molesto respecto a sus manos, sino también familiares y ex-parejas.

Claro que tener su primera cita a ciegas le generaba nervios por distintas causas, e imaginarse que la otra persona soltaría frases fastidiosas al respecto le generaba un cansancio emocional enorme.

Cubrir sus manos era algo que siempre había hecho, en la escuela, en el trabajo, en la calle, en las fiestas y demás; por más de diez años. Si era honesto, ya estaba cansado de hacerlo, quería pelear contra una de sus más grandes inseguridades, quería sentirse a gusto con sus propias manos.

—Quiero sentirme cómodo en esa cita, no quiero esconder mis manos, y el tiempo se me acaba para encontrar un lugar que me ayude a hacerlo.

—Entonces es un alivio que me lo hayas mencionado hoy —Sonrió su psicóloga, haciéndole brillar los ojos en interés.—Hay un salón de belleza que suelo visitar para arreglar mis uñas, y sé de vista que ofrecen un servicio de reconstrucción de uñas buenísimo y muy profesional.

—¿De verdad?

Byunsook asintió.—Puedo agendarte una cita bajo mi nombre y enviarte los datos.

—Eso estaría muy bien. Gracias.

Ocho minutos después, la sesión terminó, y Yoongi se despidió de su psicóloga, esta mencionando que se reunirían en cuatro semanas y que le avisaría de la cita en el salón de belleza en cuanto recibiera respuesta.

Tras ello, Min se fue a cumplir su turno en la veterinaria donde trabajaba hace tres años.

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Lee Byunsook no había tardado mucho en enviarle un mensaje para avisarle que sí había conseguido una cita en el salón de belleza que frecuentaba. Su psicóloga conocía de sus horarios, por lo que le arregló su reservación para las ocho de la noche, que era la hora más tarde que podía conseguirle.

Servicios en onicofagia solían tardar más tiempo que los ordinarios, a veces hasta más de tres horas. Ella era cliente frecuente en el negocio, por lo que hicieron una excepción con su cita. La persona que atendería a Yoongi había accedido a salir más tarde de su horario normal.

Eso era buena señal, creía Min. Se trataba de una persona comprometida con su trabajo, y él apreciaba eso, por lo que saldría de su turno en la veterinaria dos horas antes.

Una vez reconoció la fachada que le había mostrado la página que le había pasado su psicóloga, el pálido detuvo su auto y se estacionó. Se encontraba emocionado y nervioso.

Al entrar se topó con un lugar lindo y ameno. Según lo que le había dicho su psicóloga, se trataba de un establecimiento familiar; cuando habló con la chica que atendió su llegada notó que era cierto. Quizá no toda la gente trabajando ahí tenían un lazo sanguíneo, pero la forma en que se llamaban entre sí era la de una familia.

No se presentó con su nombre, sino con el de Lee Byunsook. Sabían que no se trataba de él, entonces le llamaron "el cliente de Lee".

—Sígame por aquí —Y él caminó a pasos rápidos tras la chica guiándole.

Cada mesa de trabajo, silla y tocador tenía una charla diferente entre clienta y trabajadora, a veces era un mismo tema entre tres, pero cada quien le saludó, tratando de asegurar que el nuevo cliente se sintiera cómodo y buscara regresar. Él saludó de vuelta, educado.

Había muchachos atendiendo en las sillas de corte de cabello y tintes, también.

Mala suya por esperar ver a una mujer lista para atender sus uñas, la sociedad había sido su maestra y él seguía desaprendiendo todos los días. Aquello le hacía sentir un poco más seguro, el chico castaño que le recibía sonriente debía conocer lo que era ser malamente juzgado y le comprendería.

—Onicofagia y dermatofagia, ¿verdad?

Ya sentado frente a él, Yoongi asintió, subiéndose con lentitud las mangas hasta los antebrazos, luego extendiendo sus manos con nervios pero decidido.

El castaño sonrió pequeño. Algunas veces sus clientes tenían mañas en derivación a los trastornos mencionados, por no decir que siempre. Una maña que había encontrado en el chico frente suyo, es que ya tenía la costumbre de mantener doblados sus dedos, como en un puño demasiado flojo, con el fin de esconder sus uñas.

Entonces tomó una mano entre las suyas, y gentilmente abrió sus palmas, extendiendo los largos dedos pálidos, y por un momento sosteniendo su mano así, sobando sus nudillos y la parte chonchita de la base de la palma en la zona del pulgar.

Mantener en puño debía generarle cansancio, dolor o incluso podría causarle a futuro algún problema de articulación.

Aquello último no lo sabía, no ha investigado aún al respecto y se le acaba de cruzar por la mente. Llegando a casa se daría una buena zambullida en internet y artículos.

Yoongi era una persona que en secreto disfrutaba del contacto físico como muestra de cariño, las personas de confianza con las que se permitía aquello las podía contar con menos de cinco dedos. Aún así, nunca ni a nadie dejaba que le tocaran las manos.

Jamás imaginó que el toque amable de este muchacho le generara tanto bienestar en el pecho.

Y así como había hecho con zurda, el castaño repitió su acto en la mano derecha, suavecito.

—Muy bien. Lo primero es despejar tus uñas —comenzó a indicarle el trabajador—, retiraré la piel seca, el exceso de cutícula y demás. ¿Bien?

Yoongi apretó los labios al escuchar aquello. Estaba allí sentado, claro que había reflexionado acerca de lo doloroso que podía ser todo ese proceso, pero estaba dispuesto a atravesarlo.

Sin embargo, sorpresa fue lo que sintió cuando el joven inició. Le había visto sacar unas pinzas y otro artefacto casi igual a los lijadores eléctricos con unas piezas que no sabía cómo iría a usar.

—La pielecita de alrededor se pone así para protegerse. Aquí, ¿lo ves? Se endurece un poco y se engruesa —decía mientras cortaba piel muerta aquí y allá con mucha atención y cuidado—. ¿Duele?

—Oh. No, para nada.

Él sonrió.—Eso es bueno... siempre procuro ser lo más cuidadoso que me sea posible —prometió—. Si sientes dolor no dudes en avisarme, ¿ok?

Después de aquello, Yoongi no dejó de sorprenderse ante la ausencia de dolor o molestia. Incluso sentía nada de nada en las heridas más severas y recientes. El tipo tenía las manos bañadas en oro para su vocación, una dedicación y precisión que el mismo diablo envidiaba, y un don.

También una manicura adorable.

Quizás exageraba, pero no podía terminar de creérselo. Solía lidiar con dolor cada que se mordía, cada que tocaba o sostenía algo con un poco de fuerza, esto era tan extraño.

Y cuando no dejó de mencionar cosas al respecto, el muchacho de labios pomposos y sonriente mirada comenzó a reírse con su estupefacción.

—¿A qué te dedicas? —preguntó entonces, con ganas y confianza de establecer una conversación—A muestra de que me has hecho reír un montón, no me sorprendería que me respondas que eres comediante.

—Ah, no soy tan gracioso —se quejó Yoongi—. Son mis estupideces las que logran divertir a la gente a mi alrededor.

—Ser amigo cercano tuyo ha de significar largos ratos de risas.

—Si tienes el humor roto, sí —dijo Min y él se rio, exponiéndose a su afirmación—. Muchos de mis amigos alegan que tengo un sentido del humor muy aburrido y simple, o viejo.

—¿Sarcasmo?

—No, ¿qué crees? Tengo cara de te... sí —El castaño se carcajeó por la seriedad confundida en su última sílaba.—¿Cómo supiste?

—Suele suceder —suspiró risueño—. No has contestado, ¿a qué te dedicas?

—Ah —se acordó—, soy veterinario.

—¿De verdad? Qué cool —El muchacho hablaba y hablaba, pero su atención no flaqueaba ni por un segundo de su tarea con sus dedos.—Yo tuve un cachorro hace unos años, la mascota de un amigo había tenido su segunda camada de siete perritos y me regaló uno. Lo adoraba.

—Tuviste y lo adorabas... —recapituló Yoon, un poco más serio.

—Sí —afirmó suspirante—. Se enfermó a los pocos meses, a los seis si no mal recuerdo. Corrí de inmediato a un veterinario y le inyectó quién sabe qué cosa. Ya antes lo había llevado a desparasitar, pero esa vez lloré por verlo en tan mal estado y chillando por el piquete —Yoongi torció los labios. Esa era una de las cosas más difíciles de su vocación; ver animalitos inocentes sufrir.—El caso es que tuvo que seguir inyectándolo a diario, y yo no veía mejora. Vomitaba todo, tenía diarrea y me encontraba con manchas de sangre en todos lados, y por supuesto que no tenía la energía de un cachorro de su edad. No me quedé quieto y empecé a investigar, sospeché de...

—Parvovirus —completó Yoongi.

El castaño asintió con pesar.—Fui a enfrentar al veterinario y terminó por aceptarlo. El tipo en realidad nunca estuvo haciendo nada por ayudarme, cada tratamiento que investigué él lo había omitido. Simplemente me estuvo sacando dinero —se quejó visiblemente molesto—. Cuando regresé corriendo en busca de otra persona, ya era tarde. Mi pequeño ya no tenía fuerzas de nada, incluso sus patitas traseras habían dejado de responderle y me miraba con unos ojitos de sufrimiento que me rompieron el alma. Lo último que me recomendó la nueva veterinaria fue dormirlo y parar su dolor.

—Qué horrible. Lo siento mucho.

—Ya no podía hacer nada —dijo triste—. Desde entonces no me atrevo a tener otra mascota.

—Dime que reportaste a ese tipo.

Él asintió más animado.—Correcto, lo hice —afirmó—, y perdió su matrícula a cambio de una gran multa. Quizá no me regrese a mi perrito, ni cambie el pasado, pero sí evité que siguiera cometiendo fraude y arrastrando a la muerte a más animalitos que no tienen culpa de nada.

—Eso es lo menos que se merecía —pensó Yoon en voz alta. Luego quiso cambiar el tema para abandonar la melancolía—. ¿Cuánto tiempo tienes dedicándote a esto?

Ahora sí, el chico dejó en paz por unos segundos sus uñas y dedos, para mirar el techo.—Mmh... así un fecha exacta, no la hay. Este negocio es de mi madre, mi padre falleció cuando iba en primaria, así que todos hemos aportado en este lugar desde muy pequeños, para salir adelante —Yoongi se imaginó que el muchacho estaba recordando su infancia.—Y... en cuanto a esto de la manicura. Umh, también comencé muy pequeño, quizá poco antes de entrar a la secundaria. En cuanto al tratamiento especial en onicofagia, a partir de que entré a los veintes, más o menos. Hago más cosas aquí, pero mi papel principal es el ser manicurista.

—Realmente aprecio mucho que hayas accedido a quedarte horas de más para atenderme, todos deben quedar exhaustos aquí. Has de pasar mucho tiempo sentado y por mí lo estarás más.

—No te preocupes. Me hace muy feliz brindar mis servicios —Sonrió el castaño mientras volvía a trabajar. Yoongi pensó que tenía labios muy bonitos, unos que se abultaban levemente cuando se concentraba.—Cuando termino mi trabajo mis clientes son otras personas muy distintas a cuando entraron aquí, su estado de ánimo cambia un montón y ver la respuesta tan positiva en mis clientes tras tratar sus uñas me llena de satisfacción. No comprendo de primera mano lo que viven, pero entiendo que es difícil, y ayudarles a sentirse mejor con sus manos y a mejorar su confianza realmente me alegra.

—Si te soy honesto, estaba muy nervioso por venir —Min decía—. Tenía miedo de escuchar cosas como «¡Yo no podría morderme las uñas hasta ese punto!» «Es de tan mal gusto que alguien se muerda las uñas» «¿No puedes dejar de mordértelas un segundo?» «¡Qué asco!» —Al pálido se le escapó una risa por el gesto enfurruñado del trabajador, realmente en desacuerdo con todos esos comentarios que él había escuchado tantas veces por más de diez años.—o tenía miedo de que al final decidieras no tratarme, o que lo hicieras de mala gana. Pero mi psicóloga me recomendó venir aquí, así que decidí confiar.

—La señorita Lee dirige a muchos de sus pacientes con onicofagia hacia aquí, y es un placer colaborar con ella en ayudar a las personas —le contó—. No te voy a decir que ignores a la gente grosera, sé que a veces simplemente no se puede, pero debes saber que todos ellos están equivocados, que todos ellos hablan sin saber nada, y que el estado de tus uñas no te define en absoluto.

Yoongi sabía eso, alguna parte de él era consciente, pero siempre se sentía bien recibir esa clase de palabras de apoyo.

—Debo decirte que tienes manos muy bonitas —de repente le halagó el muchacho—. No sé, sea como sea que las mire me recuerdan a posiciones de dibujos, es curioso. ¿Te dedicas al algo aparte de tu trabajo? Dibujo, escultura, tocar instrumentos...

—¿Cómo lo sabes? —se sorprendió Gi—yo... sí. Toco por diversión la guitarra y el piano...

El contrario sonrió con autosuficiencia.—Lo sabía.

—¿Cómo?

Él se encogió de hombros.—No sabría explicarte cómo diferenciar las manos de alguien que las utiliza para el arte, pero simplemente las identifico. Hay algo en la forma o en cómo se ven que lo delata.

—Una clase de superpoder de manicurista, entonces.

El castaño de labios pomposos se carcajeó.—Si tú lo dices.

Yoongi sonrió lento.—Tus manos también son muy bonitas —halagó entonces.

—¿Eh? —Se las miró.—Ah, gracias. Me esforcé un montón pintando con mi mano izquierda. Estoy satisfecho.

—No hablo solo de tu manicura de pollitos —una risita nerviosa se le escapó—, tus manos son lindas.

—Oh —Su voz sonó diferente, conmovido y apenado.—Gracias. No siempre estoy contento con mis manos porque son gorditas y pequeñas, así que agradezco que digas que son lindas.

—Esas características las hacen lindas, y te aseguro que están llenas de talento.

Las manecillas del reloj continuaron su movimiento, el cielo se obscureció en carbón, y poco a poco el salón de belleza fue vaciándose mientras ellos continuaban charlando. Algunas luces que ya no eran necesarias fueron apagándose, y no se dieron cuenta de que eran los últimos ahí hasta que se les acercó la dueña del lugar.

—Ya me voy a casa con tu hermana, hijo —anunció la señora, entregándole las llaves—Asegúrate de cerrar bien cuando te vayas, ¿de acuerdo?

—Okay, mamá.

—Te dejaré la cena en el microondas —le dijo la mujer antes de darle un beso en la mejilla—. Sé cuidadoso de camino a casa.

—Ustedes también, má.

Cuando finalmente quedaron solo ellos dos tras marcharse la madre y la hermana del castaño, Yoongi preguntó:—¿Vives muy lejos?

—Mi departamento está a poco más de treinta minutos caminando de aquí. Cuando me quedo hasta tarde en el salón, me voy a casa de mi mamá, que está a quince minutos más o menos.

—¿Te vas caminando tú solo?

—Ujúm.

—¿No te da miedo?

—Voy cantando —se rio—. A veces sí me pongo algo ansioso, nunca me han asaltado por aquí ni ha ocurrido nada como un asesino de las series en la televisión, pero no puedo evitar pensar en eso, o que algo le suceda a una de las mujeres de mi familia.

Yoongi supuso que se expresaba así para no sólo englobar a su madre y hermana, sino también a todas las féminas con las que trabajaba ahí desde hace años.

—Se procura que nadie se vaya a solas a casa, el señor Kyun se lleva a casi todo el mundo aquí en su auto, pero algunas veces nos quedamos tarde —explicaba. Ahora se encontraba preparándose para colocar acrílico transparente—. En su mayoría se quedan tarde quienes hacen procedimientos largos en el cabello, y el señor Kyun regresa desde su casa para llevar a los demás.

—Es muy amable y atento de su parte.

El castaño asintió.—Es como el abuelo de todos aquí, le tenemos mucho aprecio —luego suspiró—. Me da lástima hacerle salir de su casa, así que me iré caminando. Lo he hecho muchas veces y he llegado con bien.

—Si quieres te podría llevar yo, vine en mi auto.

—¡Oh! ¡No, no! Muchas gracias, pero no es necesario —soltó los botecitos y pinceles para el acrílico, negando también con las manos, apenado.

—Anda, por mí es que te estás quedando mucho más tarde, ¡son poco más de las once!

—Estaré bien, de verdad. Muchas gracias de todos modos.

—Insisto.

—No es necesario.

—Bien. Entonces, si no me dejas llevarte, te acompañaré, y luego regresaré aquí por mi auto.

—¡No! —El muchacho se rio, pegó un quejido agotado al cielo, y volvió a reírse.—Cielos, qué manipulador eres.

—Prefiero decir "astuto".

—Prifiiri dicir istiti~ —Yoon se rio por su berrinche.—Yah. Pásame tus manos para seguir con esto. Ush.

Habrían salido del salón mucho antes, pero se fueron de allí a media noche con más o menos quince minutos de más. Hacía rato que el muchacho había terminado su trabajo, que por cierto tardó más de lo que debería haber tardado, pero perdieron tiempo entre charlas, bromas y risas.

Cualquiera que les hubiera visto salir del salón entre risitas y empujones, pensaría que se trataba de un par de borrachos, pero solamente eran juguetones.

El trabajador cerró el lugar con llaves y candado, y les siguió un recorrido en auto un poco más tranquilo por lo tarde que ya era y lo cansados que estaban de su día. Al despedirse, el castaño le dijo que debería volver al salón de belleza más o menos en tres semanas para ver el avance de sus uñas y darles retoque.

Yoongi le agradeció de corazón, se aseguró de que entrara a casa de su madre, y manejó hacia la suya muy contento con el resultado del trabajo en sus manos. Dios, no podía dejar de mirárselas, la sonrisa en su rostro no se iba.

¿Seguiría sonriendo nada más por sus uñas?

—Ni siquiera pregunté su nombre —murmuró para sí mismo cuando reflexionó sobre lo bien que se llevó con el muchacho de cabello café, labios pomposos y pollitos en las uñas.

Cuando fuera por el retoque, se aseguraría de recordar preguntárselo.

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Estaba siendo una semana llena de nervios, pensaba Yoongi mientras manejaba por las calles de la ciudad.

Primero, reflexionar y finalmente aceptar la idea de Jungkook sobre intentar salir con alguien de nuevo; segundo, hablar de citas a ciegas con su psicóloga; luego, ir a tratarse las uñas con miedo de ser juzgado en ese sitio también; después, el caso de una camada de gatitos abandonados a punto de morir devorados por las pulgas; y justo hoy un perro con la cadera fracturada y una de sus patas traseras rota tras caer de un techo.

Sin olvidar el hecho de que estaba dirigiéndose al lugar donde tendría su cita a ciegas.

Ah, ¿no estaba bastantito grande para eso? Ya no tenía veintidós.

—Yoongi, no tienes treinta años. Gente mucho mayor sigue involucrándose en esto de las citas a ciegas, y no está mal —se dijo a sí mismo por tercera vez en el día, tal y como le había dicho Byunsook por mensaje.

Se dedicó a tapar sus pensamientos nerviosos e inseguros tarareando una canción en la radio. Era sábado y alguien más cubría el turno que iniciaba cuando él se iba, no tenía mucho de qué preocuparse. En casa todo estaba en orden, nada que haya olvidado encendido o sin llave, y estaba seguro de haber dejado en buenas manos a sus pacientes. Si ocurría una emergencia, le llamarían y él llegaría de inmediato, no había mucha distancia del lugar de la cita hacia el hospital veterinario.

Un poco más entusiasmado y nervioso, Yoongi se bajó de su auto y entró al pequeño restaurante. Era conocido por usualmente ser punto de citas y reuniones de amistades jóvenes, de esos restaurantes que están en tendencia.

Gran parte de la decoración estaba hecha de madera, eso le llamó la atención. Le gustaban las cosas talladas o hechas con madera. Mientras observaba el lugar, se topó con una cara bastante conocida.

—¡Cliente de Lee! —saludó alegre el muchacho de cabello castaño, moviendo la mano en el aire.

Yoongi no pudo evitar alegrarse también y calmar un poco mejor sus nervios.

—Hey, hola~ —saludó de vuelta mientras aceptaba la silla que el de labios pomposos le ofrecía frente suyo.

—Hace taaanto sin vernos —Yoongi se rio.—¿Vienes aquí seguido?

—¿Uh? Oh, no. No lo hago —Aventó la mano.—Quedé de verme con alguien, es la primera vez que vengo —explicó—. Me gusta la decoración.

—¿Verdad? Es agradable —coincidió el otro—. Yo también vengo a ver a alguien, aunque ya había venido aquí antes.

—Dime que la comida es buena y que la decoración no es solo un gancho estético —le hizo reír con su tono dramático.

—Tranquilo, la comida es deliciosa —le aseguró, juguetón—. Por cierto, mi madre apreció mucho tu detalle de llevarme a casa. Cuando vayas por el retoque te ofrecerá un facial gratis.

—Oh, me gustan las cosas gratis —alzó las cejas curioso—. No es nada, no me habría sentido cómodo sabiendo que estarías caminando por las calles tan tarde luego de quedarte más tiempo por brindarme un servicio.

—De igual forma, gracias —dijo—. ¿Y qué tal tus uñas? ¿Cómo te sientes con ellas?

—Ah, son tan lindas. ¡No puedo dejar de mirarlas! —compartió feliz—. La última vez que mis manos lucieron así todavía era un chiquillo. El estilo natural hace que luzcan como si no me mordiera, pero estaba pensando en que la próxima vez podría pedirte un color o diseño. ¿Tú qué opinas?

—Eso sería excelente, me gusta mucho realizar diseños creativos. Espero me sorprendas, a menos que quieras que yo cree el diseño.

—Entonces comenzaré a idear desde ya —sonrió.

Estuvieron charlando un rato, sobre sus días en el trabajo, sus tiempos universitarios y amistades. Palabras en el aire, tés dulces y fríos frente a ellos. Conociéndose y acercando un poco más el cuerpo en la mesa sin darse cuenta. Sin querer, ya casi gritando sus traumas en todo el restaurante por la confianza que sentían con el otro.

Coincidieron en los fallecimientos de sus figuras paternas, en ser juzgados por la sociedad, el miedo pero disfrute de la soledad, en sus personalidades no tan introvertidas como para ser extrovertidos pero tampoco viceversa, y en su disgusto por el aguacate.

—La persona que espero se está demorando un montón —dijo Yoon.

—Cierto. Mi cita también se está tardando mucho, debió llegar hace quince minutos —compartió el manicurista—, y eso que se me avisó que llegaría como diez minutos tarde, así que en realidad debió haber llegado hace quizá media hora.

...

Silencio.

Los dos se miraban con las cejas alzadas.—Dices que tuviste un paciente de improvisto... e-el, el perrito de la cadera... —recapituló y el pálido asintió—. Te llamas Min Yoongi—no preguntó, afirmó. Rostro sorprendido y todo.

—Y tú... eres Park Jimin, ¿no?

Porque sí, habían hablado de tanto, incluso de sus traumas, pero por la mente nunca se les cruzó preguntarse el nombre.

Después de que el castaño afirmara su nombre, los dos se echaron a reír fuerte. Sus risas resonaron encima del ruido de las otras mesas.

—¡No puede ser! —rio Jimin—Jungkook me avisó que te había salido un paciente de improvisto y que por eso podrías llegar unos minutos tarde, ¡pero imaginé que eras enfermero o doctor!

—¿Qué? No~ —Yoongi seguía riendo.—Admiro esas profesiones, pero definitivamente estoy bien adorando ser veterinario.

—Eso está perfecto, porque te juro que me daba tremenda pereza el imaginar que tendría una cita a ciegas con un médico fanfarrón —dijo—. Aunque aún así lo eres —bromeó.

—¡Oye! —se quejó risueño el de ojos finos.

Hubo un pequeño no-silencio mientras sus risas se disolvían hasta quedar como sonrisitas en el fondo del ambiente.

Después de eso, decidieron pedirse unos frappés e irse del lugar para caminar por ahí y seguir hablando con el otro entre sonrisas.

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A diferencia de Jimin, Yoongi solo ha tenido una cita a ciegas. El manicurista llevaba al menos unas ocho en esos meses, aunque se había detenido en la última que había tenido con quien resultó también ser su cliente para reconstrucción de uñas con onicofagia y dermatofagia.

Min creyó que aquello era una señal.

Con el castaño se había vuelto muy amigo, ya conocían las amistades del otro y una parte de sus familias. Los dos eran personas muy ocupadas, pero conseguían un modo de verse casi todos los días y de llamarse a diario. En palabras de ambos, era la relación más rápida en ganar estrechez que habían tenido a lo largo de su vida.

Relación amistosa.

Ninguno de los dos mencionaba la palabra "atracción" o la frase "me gustas".

Yoon no tenía idea, pero al menos por su parte, él sabía lo mucho que suspiraba por el castaño de labios pomposos.

—Yo no caí, me aventé de cabeza —contó a Byunsook, sus codos apoyados en las rodillas mientras se cubría la cara, abrumado de lo mucho que sentía, tan rápido, y que expresaba muy poco.

—Lo he notado —se rio encantada la psicóloga.

—Es que... —soltó un quejido desde su garganta, tallándose las mejillas—él me gusta a mí, mucho, tanto. No sé nada sobre si él siente lo mismo por mí, ¿qué tal si no? Este mes teniéndolo en mi vida ha pasado muy rápido, han pasado muchas cosas, todos mis días son con él de alguna forma, le hice parte de mi vida sin restricciones, fantaseo como un adolescente por su culpa... ¿qué haré si no siente lo mismo? Ha sido mucho, tan rápido, me va dejar en ceros tener que arrancarlo de mis días.

—¿Por qué estás tan dudoso? Si dices que ha dejado de tener citas a ciegas desde que te conoció, debe ser una pista de algo bueno, ¿no?

—Porque todo lo que hace conmigo, lo que me hace sentir especial, lo hace con otras personas también. Con todo el mundo —dijo—. Y no es que sea malo ni que se trate de un mal hombre. Así es su personalidad, es una persona encantadora, dudo que se dé cuenta del impacto que genera en los demás. Es una mariposa que encanta a toda aquella persona que le vea de cerca, y él no ve sus alas.

Byunsook casi suelta un suspiro por lo dulce que se expresaba su paciente de su interés romántico.

—Y has pensado en... umh, no lo sé, tal vez... ¿decirle? ¿Hablarlo? ¿Aclarar tus dudas y de una vez salir juntos oficialmente?

Yoongi puchereó con ojos entrecerrados por el tono irónico de la mujer.—No es tan sencillo para mí, ¿sabes?

—¿Qué piensas que sea mejor? ¿Tener una respuesta ya antes de que todo crezca mucho más en tu corazoncito? ¿O sentirte de esta manera por más tiempo? —le ofreció dos opciones para que tomara una decisión—. Creo saber cómo puede terminar esto, la cosa es que tú lo sepas temprano o tarde.

Un pequeño silencio se instaló en el consultorio, y cuando la sesión terminó, se despidieron. Yoongi le decía que debía apurarse, pues ya había pasado un mes y debía ir con Jimin para el retoque de sus uñas.

El veterinario tomó la ruta más corta que pudo encontrar, quería llegar a tiempo. Deseaba ver al castaño, mucho, no importaba que se hubieran visto el día anterior a la hora del almuerzo y antes de dormir en una videollamada.

Y llegó a tiempo, era Jimin el que no estaba a tiempo.

Al parecer había calculado mal los tiempos y seguía ocupado con una chica que pedía sus uñas color vino.

A Gi no le molestaba esperar, así que se fue a sentar en la salita de espera mientras prestaba atención al drama pasando en la televisión, o eso hasta que la señora Park le saldó la promesa del facial gratis y se lo arrastró al interior del local para ello.

Estuvo a lado del área de trabajo del manicurista, como a dos lugares de distancia, mientras una de las señoras encargada de los servicios faciales se presentó frente suyo. Era la esposa del señor Kyun.

El facial no demoró mucho, Yoon tenía una piel muy linda que no necesitaba de mucho trabajo, según había dicho la mujer. En general, había sido por mera relajación.

Pero él no pudo relajarse, porque a dos lugares, podía ver a Jimin siendo atento y amable con la chica a la que le estaba brindado su servicio. Entablando una pequeña conversación, haciéndola sentir cómoda, siendo cuidadoso con sus manos, siendo suave, sonriéndole, haciéndola reír de vez en cuando. Todo aquello que había hecho sentir querido a Yoon durante el mes que llevaba conociéndole.

Quiso convencerse de que no era importante, que esa era la personalidad de Jimin, que aquello era un trato de calidad que ofrecía entre trabajador-cliente, que la estética era familiar y que todos ahí trataban con atención a sus clientes como su distintivo en ese ambiente acogedor.

Pero no pudo explicarle eso al nudo en su garganta.

No era que Jimin se comportara así con la gente, era que no se comportaba muy diferente con él.

Quizá la señora Kyun se dio cuenta de ello, tal vez sus años le dieron la experiencia suficiente para oler algo en el aire, y muy probablemente intentó espantar las nubes grises de sus pensamientos.

—¿Cómo es que no se cansan de verse todo el tiempo? —se quejaba bromista mientras esparcía un gel tibio en su rostro, masajeando con sus dedos la unión de sus cejas con el nacimiento del puente de su nariz—. Solo a ti te llama todos los días, ¡no habla con nadie más! Comienzo a creer que se ha quedado sin amistades. Yoonie, si un día te fastidias de que te hable y te vea diario, dime, y yo lo pongo en cintura para que te deje respirar.

El pálido se rio pequeño con los ojos cerrados, y permaneció silencioso. Apreció las palabras de la señora Kyun, y mantuvo cautivo el nudo en su garganta que no parecía querer desaparecer pensara lo que pensara o escuchara lo que escuchara.

El tratamiento terminó, a pesar de su sentir estaba relajado, agradeció a la mujer, y se apartó de ahí. Se distrajo en el celular, hizo algunas llamadas a sus compañeros para cerciorarse de que todo en la veterinaria estuviera en orden, y luego se levantó dispuesto a ocuparse con la familia del salón de belleza.

Incluso ayudó y rio con el dúo que
se encontraba maquillando y peinando a una novia. Hizo lo que pudo, les alcanzó maquillaje, pasadores, peines, spray, brochas y toda la cosa. Se divirtió e incluso charló con la clienta, deseándole lo mejor en su gran día.

Estuvo alrededor de una hora en ello cuando Jimin terminó con la chica y le llamó para su turno.

Se saludaron como siempre, Yoongi extendió sus manos, y Jimin las acarició y masajeó como llevaba haciendo desde que se conocieron.

La noche anterior Yoon le había enviado el diseño que quería probar. Algo sencillo y que no tuviera texturas, así era menos fácil que a los días le disgustara y sintiera la necesidad de arrancarse el acrílico. El manicurista lo sabía, así que se empeñaría en hacer todo perfectamente para que su amigo no se sintiera incómodo con sus uñas cada que las tocara o sintiera el peso del material sobre ellas.

Le preguntó por su día, le contó del suyo, y quiso tener la charla fluida que siempre tenían, pero a pesar de intentarlo y de sonreír mucho, Yoongi no dijo mucho ni se rio con él más de tres veces.

De verdad que quería ignorar sus pensamientos, pero no pudo.

Y fue incómodo, cielos que sí. Ni siquiera cuando se conocieron habían estado en tanto silencio.

Jimin suponía que todo estaba bien entre ellos, quizá solo estaba cansado o estresado, o simplemente no estaba de humor, así que intentó que todo pareciera ir normal.

—Ooh, tus uñas han mejorado un montón, hyung —le halagó animado—, ¡y tan solo en un mes!

—Es debido a tu trabajo. Gracias, Jiminnie.

Y después de eso, bastante silencio. Algunas frases fueron soltadas al aire, pero eran muy cortas y tenían mucho tiempo de diferencia hacia la siguiente. Jimin comenzaba a sentirse nervioso por el ambiente.

Ya que el avance era bastante grande, el procedimiento no demoró las casi cuatro horas de hace un mes, sino una hora y media, tal vez unos minutos más. Por ello, y también porque no estaban diciendo nada que hiciera más lento el proceso al distraerlos.

—Tus manos son muy bonitas, te luce el diseño que escogiste, hyung.

—Gracias.

—Eh. Te llamo a la noche, ¿va?

Tras un asentimiento y una sonrisa de labios apretados que no llegó a achicar su mirada, Yoon se fue a pagar.

Y justo antes de salir, tomó la decisión de decirle algo.—Umh, Jiminnie...

—¿Sí? —Park estaba ansioso por escucharle decir más, su mirada y postura atenta a su palabra lo gritaba.

—Tal vez esta noche no pueda tener la videollamada, hay... hay una cirugía programada que podría alargarse —No era verdad.—¿Está bien?

—Oh... eh, sí. No te preocupes, espero que todo salga bien. Ten un bonito día, hyung.

—Tú igual, Jiminnie.

Y el castaño le vio irse, sus hombros cayendo y su mirada siguiendo sus pasos tras los cristales. Estaba tan desconcertado. Ayer Yoongi era tan juguetón, tan dulce, tan animado... hace una hora estaba divirtiéndose con el dúo encargado de la novia, y ahora parecía que estuvo ansioso por que él terminara con sus uñas para que pudiera marcharse.  

Confundido, miró a su alrededor. El resto estaba confundido también, menos la señora Kyun y su madre, que le hicieron una seña.

Él entendió, se levantó de su mesa de trabajo, y salió del lugar rápidamente para alcanzar a Yoon antes de que encendiera su auto.

—¡Hey, hyung!

Frunció el ceño, más confundido, cuando le vio dar un respingo asustado. Era diferente a uno de sorpresa, definitivamente era obvio que su hyung no deseaba que le siguiera, que no estaba cómodo teniéndole enfrente.

—T-tú... ¿estamos bien? ¿Estás molesto conmigo? Estás... actuando muy diferente —Deseaba saber ya qué era lo que estaba sucediendo.—Dime, ¿he... he hecho o dicho algo que haga que no quieras estar cerca de mí? Hyung, p-podemos arreglarlo.

Yoongi apretó los puños, clavando sus uñas recién arregladas en la palma de sus manos. Silencioso, sin saber qué contestar o cómo podría hacer para desaparecer en ese instante.

Jimin no tenía culpa de nada, santo cielo. Jimin nunca le dijo nada, era él quien sentía algo, y él era el responsable de lo que conllevaran sus sentimientos. El castaño nunca le había mentido, ni le hizo promesas, solo existió alrededor, y él lo amarró a sus días.

Ansioso por su silencio, el menor tomó una de sus manos entre las suyas, y antes de insistirle saber qué sucedía, sintió cómo el pálido se escurría de su agarre.

—También tomas sus manos...

—¿Eh? —Frunció el ceño, impaciente por no entender qué estaba pasando.

Entonces el veterinario negó y se cubrió las manos con las mangas de su chaqueta, un hábito que había olvidado en todo ese mes.

—Cosas tontas, e-es tu trabajo —se rio entonces, no naturalmente—. No pasa nada, Jiminnie. Somos amigos, ¿no es así? No te preocupes por cómo me siento.

Entonces, el manicurista descubrió por dónde iba la situación.

—Hyung, creí que... que ambos estábamos en la misma página —le dijo—... No entiendo qué pasa.

—Yo tampoco entiendo... también creí que estábamos en la misma página —Aunque tal vez Yoongi no descubría lo que le había querido decir.

Sus cejas se arrugaron con preocupación y confusión.—¿Entonces? ¿P-por qué ya no?

—También tomas sus manos... haces todo lo demás con todo el mundo —murmuró, su vista se desviaba al collar colgando en el cuello del menor—. ¡Y no es tu culpa! A-así eres tú, yo mal entendí las cosas por cómo nos conocimos.

Jimin alzó las cejas al comprender cómo habían sido interpretadas sus palabras, y su semblante se relajó.—Sigues mal entendiendo, ¿sabes? —sonrió pequeño—. Creo que yo tampoco he sido muy directo, lo siento por eso.

—¿Qué dices?

El menor volvió a tomar su mano y esta vez Yoongi esperó lo que fuera decir antes de decidir apartarse.

—Hyung, soy una persona que le gusta ser cariñosa. Me gusta relacionarme con las personas, y lamento que mi comportamiento no me haya dado a entender como pensé. Lamento que mi actuar no te haya hecho sentir lo suficientemente especial, y el no ser directo —hablaba con gesto nervioso y el corazón latiéndole fuerte—. Déjame serlo ahora y decirte que solo es tu mano la que anhelo todos los días, a todo momento, tomar y acariciar. Solo eres tú a quien llamo por las noches para contarte mi día y saber del tuyo, y que solo es contigo con quien salgo por un frappé de caramelo. Solo son tus gestos los que me hacen querer besarte toda la cara. Solo es de ti por quien estoy impaciente de..

—Solo eres tú por quien estoy impaciente de ver, incluso si ya nos vimos un día antes —completó Min.

Jimin sonrió en una nerviosa afirmación, y dio una inhalación temblorosa cuando el pálido llevó su otra mano a su rostro para acercarlos y unir sus bocas.

Ahí, en la banqueta, y pudiendo ser observados por las personas dentro del salón de belleza, se besaron hasta estar seguros de dejarle en claro al otro cómo es que se sentían.

Mientras se negaban a separarse, uniendo sus labios de manera fugaz en varias repeticiones, Jimin acarició sus manos más grandes que las suyas, y Yoongi sintió ternura.

—Si te soy honesto, yo tampoco sabía si sentías algo por mí o si era sólo yo —reconoció Park, risueño.

Gi se rio, incrédulo.—¿Acaso no me delataba solito?

—Parecer ser que ninguno de los dos se delató como pensaba.

Se rieron, aún en la banqueta, juntitos.

—Cuidaré de tus manos, y tú cuidarás mi corazón, ¿va?

Yoon se inclinó a besarle de nuevo, dándole un «sí». Ambos se cuidarían bien.

» ademmmle «

¡Holi! Un rato sin subir algo nuevo jeje, y sin actualizar

La última vez que hice algo para celebrar seguidores fueron a los 300 y ya vamos por casi los 650 KSKSKSKSK de verdad muchas gracias 🫶

En su mayoría son seguidores resultantes de "La pequeña de Min", así que de verdad quiero subir algo por allá como agradecimiento, pero no me organizo bien😭

En estos meses han pasado cosas en mi vida, aunque no tan importantes. Solo espero que se encuentren con bien y que les haya gustado la temática del oneshot.

Estos son los diseños que me llamaron la atención para las uñas de Yoon en esta historia, pueden escoger imaginarlas con el que gusten c:

No pude evitar tomar la primera foto, me recuerda un montón a sus manos JSJS

Y aquí pueden escoger para imaginar la manicura de Mimi, eS QUE SON POLLITOOOOOS😭

Si sufres de onicofagia y/o dermatofagia, recuerda que eso no te define a ti, ni a tu personalidad o educación. Espero pronto logres dejarlo si es que es eso lo que te propones🫶✨

Les cuento que voy a usar una de mis cuentas en twitter, no subo casi nada allá porque está solín solito, pero por si gustan seguirme por allá veda 👁️

Estoy como @pumpum9395

En fin, espero haya gustado y que se encuentren con bien. Nuevamente gracias, y no olviden avisarme si notan algún error 👁️

Cuídense mucho<3

Adem🤍

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