Capítulo 11: Matanzas y drogadicción.
David pareciera como si le hubieran lavado el cerebro por completo, no razonaba. No actuaba como un ser humano, se convirtió en una auténtica máquina de matar, el cuento de ser un fiel seguidor del Líder se lo ha creído a límites inimaginables.
Dejó totalmente de lado el hecho de que es estadounidense, olvidó por completo el apellido Mustaine y ahora se considera un Müller de nacimiento de auténtica raza pura, como si de la nada todo lo que vivió antes de llegar al campo de concentración muriera, nadie sabe cómo. Ya no tiene sentimientos, sólo rabia y ganas de matar, en ocasiones se pone burlesco cuando se trata de alguien que se vea más débil que él, adoraba ser halagado por su gran fuerza.
No por algo lo consideraban el mejor de todos, se esforzaba y luego se lucía por ser el más agresivo, violento, el que tiene menos piedad por los demás, que sólo piensa en si mismo y en matar, creerse mejor que los demás también. Por ello, sólo estaba concentrado en matar, de manera compulsiva, sin poder frenarse a si mismo, más de alguna vez tuvo ganas de realizar un tiroteo con tal de exterminar a todos los prisioneros sin embargo, sabía que eso defraudaría a Hitler y no deseaba eso para nada.
De todas formas, sus jefes tuvieron que frenarlo de alguna forma porque su demencia estaba alcanzando límites inimaginables.
Lo retuvieron de ambos brazos y lo alejaron del patio, su lugar de matanzas. Lo esposaron para quitarle también su fusil. Ese era su castigo por una semana por su extraño actuar, si lo pillaban por tercera vez con esa actitud, despedido para siempre.
Por otra parte... Lars Urlacher ya no sabía qué hacer.
Su único "amigo" era Gar, el cual nunca estaba con los pies en la tierra, se la pasaba drogado, sin reaccionar, y si lo hacía, era de manera lenta. David había dejado de hablarle y no tenía ninguna otra amistad en el campo, le daba pánico presenciar los macabros experimentos de Mengele, esas operaciones sin anestesia eran brutales, Lars no estaba para nada cómodo en su trabajo, a pesar de tener una paga realmente privilegiada.
La soledad le iba ganando de a poco y se ponía a cuestionarse con frecuencia cosas filosóficas acerca de su existencia. La locura le iba ganando y no podía hacer nada para cambiarlo. Prefería quedarse así, y que todo fluyera hasta el final.
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