Chapter XII: "I will be back soon... "
Fueron largos los minutos en los que se mantuvieron juntas en ese cálido abrazo, pero generalmente todas las cosas tienen un final. Y el final de ese abrazo llegó cuando JunTa llamó a Mina por una situación.
—¡Mina! —gritó el patriarca y la japonesa corrió a la oficina de su padre—. ¿Cerraste el trato con Adelaide Rousseau de París?
—Sí, lo hice, íbamos a firmar otro contrato para el próximo año cuando llegue de Corea, tengo una cita programada —explicó ella.
—Acaba de llamarme la secretaría de Adelaide diciéndome que ella viene para acá a cancelar todos los negocios que tenemos.
—¿De qué hablas? —preguntó confundida—. Ella jamás ha estado inconforme con los negocios que tenemos.
—La señorita al teléfono me dijo que su vuelo despegó ayer y que dentro de veinte minutos va a presentarse aquí, en el edificio —dijo seriamente Myoui JunTa—. ¿Estás segura de que estaban de acuerdo con todo? ¡No podemos darnos el lujo de perder ningún contrato!
—He cerrado muchos tratos cómo tú me lo has pedido, y te recuerdo que el mismo día que firmé ese contrato por ti, seguí tus órdenes al pie de la letra, ¡porque querías todo perfecto! —dijo Mina ya alterada, y su padre le contestó de la misma forma.
—¡Dios, Mina! —JunTa golpeó la mesa—. Ve a preparar la oficina y llama a los abogados en turno, los quiero a todos en menos de cinco minutos en la sala de juntas.
Mina simplemente se dio la vuelta sintiendo una enorme frustración y viro los ojos, al salir de la oficina se encontró a Chaeyoung.
La japonesa se sentía muy confundida, puesto que ella recordaba que aquella relación empresarial con la señorita Adelaide era más que satisfactoria para que siguieran con sus negocios, y le parecía molesto que su padre tomará esa actitud tan intensa y que incluso tuviera la decisión de culparla.
JunTa era muy amable y en general era un buen padre, pero siempre se tomaba su trabajo muy en serio. Todos los negocios eran de vida o muerte.
—Tenemos que resolver asuntos de trabajo… —susurró Mina con la mirada baja.
—Tranquila, ve —le dijo y se acercó para abrazar a Mina—. No es tu culpa, amor —susurró la pequeña intentando consolarla, puesto que había escuchado los gritos desesperados de aquella conversación en la cual había decidido no intervenir—. Yo sé que pueden resolver esto juntos, no perderán ningún contrato.
Mina se separó y trató de sonreírle a Chaeyoung.
—Yo sé, pero no tenía que culparme…
—Es la simple frustración del momento —murmuró la coreana, acariciando la mejilla de Mina—. Lo resolverán.
Mina sonrió y se acercó para dejar un beso tierno y casto en sus labios, la pequeña sonrió y la incitó para ir a hacer su trabajo.
Myoui Mina en el futuro se iba a arrepentir de haber creído en esa mentira tan barata sobre que sus contratos con Adelaide se cancelarían y que ella estaría ahí en poco tiempo.
Si tan sólo se hubiera detenido a pensar lo absurda que era la situación y en la vil distracción que les estaban dando.
La mayor le sonrió a la coreana mientras empezaba a caminar para irse a la sala de juntas.
—Volveré pronto… —dijo alejándose, mirándola por última vez—. Te amo.
—Te amo también.
Y fue así que aquella japonesa que amaba se perdió en los pasillos de tan enorme edificio, y aquel “Volveré pronto…” no se cumpliría dentro de poco tiempo cómo ellas habían pensado.
A los minutos, JunTa la siguió a Mina a la sala de juntas, no sin antes disculparse con Chaeyoung por haber sido testigo de aquella conversación tan dura que tuvo con su hija y por dejarla sola de un momento a otro. La coreana le restó importancia, y se dispuso a ocuparse del gran aburrimiento que estaría por vivir.
Estuvo muy inquieta, se paseó por los pasillos, fue al baño un par de veces, y se asomó por las enormes ventanas. Luego fue a sentarse y tras conseguir una revista de contaduría la cuál obviamente no entendía —porque había estudiado artes en la universidad—, fue cuando recibió aquella llamada, que la alejaría de Mina y de esa seguridad emocional y física que sólo ella podía brindarle.
—Habla Chaeyoung —murmuró ella mientras hojeaba una revista que había encontrado en la sala de espera fuera de la oficina del padre de Mina.
—¿Cómo estás, hija? —dijo la voz de JungSeung al otro lado del teléfono.
Chaeyoung se levantó de su asiento, completamente nerviosa, y sin darse cuenta dejó caer aquella revista. Le fue imposible no tartamudear al decir:
—¿Q-qué ocurre…?
—He escuchado que te has estado divirtiendo con la hija de JunTa, Chaeyoung… —susurró y chasqueó la lengua con desagrado—. ¿Y qué me dices de la golpiza que le dieron anoche al marica de tu marido?
—Y-yo… —suspiró Chaeyoung, asustada—. No sé de qué-
—¡Ay, cariño! —exclamó—. No intentes negarlo, el maricon está sollozando de dolor —dijo riéndose.
Chaeyoung se preguntaba por qué llamaba así a Mark…
—Quiero que hagas algo tu padre querido, hija —dijo él—. Sal del maldito edificio antes de que mis hombres le disparen a tu novia, ¿quieres? No quiero que los empleados tengan que limpiar su sangre…
A Chaeyoung la inundó el miedo, no sabía qué hacer, buscaba a quién recurrir, pero se encontraba sola en aquel piso.
—Te sugiero que no hagas nada estúpido —recomendó su padre—. Las tengo a ambas en la mira, y cualquier cosa que hagas, podría perjudicarte —advirtió—. Tienes tres minutos para salir, antes de que le vuele la puta cabeza… ¡Oh, cariño, por favor sé discreta! —dijo para finalmente colgar.
Chaeyoung se quedó paralizada, y las lágrimas corrían por sus mejillas sin control. Nerviosa, se quitó el teléfono de la oreja y miró la hora.
Tres minutos.
Debía correr, no quería que dañaran a Mina. Se tomó un momento para respirar y comenzó a caminar fingiendo tranquilidad, aunque sus ojos delataban que algo no estaba bien. Tenía un miedo horrible, y podía escuchar su corazón latir, aunque en realidad era lo único que podía escuchar seguido de un pitido agudo que no paraba de sonar.
No quería alarmar a nadie, así que rápidamente se dirigió a las escaleras de emergencia para pasar desapercibida.
La chica saltaba los escalones para incluso poder salir más rápido. Habían subido muchos pisos, y la pequeña estaba más concentrada en bajar que en respirar.
Fue hasta que tocó el último escalón, con lágrimas en sus mejillas y abrió la puerta para salir del edificio, quedando a merced de su padre, cómo aquel día que la había golpeado por primera vez.
[...]
Habían pasado exactamente dos horas desde que Mina se había sentado en esa silla en la sala de juntas, esperando.
JunTa le había dado a sus trabajadores más de dos recesos, hasta que finalmente decidió que volvieran a sus escritorios, pidiendo una disculpa por mantenerlos esperando tanto tiempo.
A Mina realmente no le importaba, puesto que estaba más concentrada pensando en una de las soluciones para poder salir de Seúl. Para ella, ni siquiera habían pasado dos horas, se sentía frustrada, y se creía incapaz de ver a Chaeyoung sin una solución concisa.
—¿Por qué Adelaide no habrá llegado? —preguntó su padre—. Me parece extraño.
—A mi también —dijo Mina, mirando a su padre por primera vez desde aquella discusión—. Sin embargo, creo que es bueno para ti. Deberíamos tomarlo para tener más tiempo y pensar en una forma para que no cancele nada.
El patriarca negó, mirando a la nada, muy confundido.
—La persona que me llamó sonaba muy segura… —susurró—. Quizás deberías llamarla.
Mina suspiró molesta y se levantó para tomar el teléfono que estaba en una mesita a un par de metros. Buscó en la agenda y finalmente llamó a Adelaide.
Esperó varios tonos, hasta que finalmente la francesa contestó.
—“Adélaïde parle” (Habla Adelaide).
—“Bonne journée, Adélaïde. Je m’appelle Myoui Mina…” (Buen día, Adelaide. Soy Myoui Mina…) —saludó la japonesa.
En sus años de juventud, Mina había aprendido muchos idiomas gracias a que para su trabajo diario conversaba con muchas personas de distintos lugares, lo que la impulsó a aprender Inglés, Francés, Español y, obviamente Coreano y Japonés, estos dos últimos idiomas los había aprendido desde que era una cría. A lo largo de su vida, Mina aprendió que la base de todo, era la comunicación, por lo cual decidió aprender diferentes idiomas para poder hablar con quién fuera que se le pusiera enfrente, esta era la razón por la cuál su padre confiaba tanto en ella, porque siempre buscaba aprender más y más. Incluso el patriarca se había dejado influenciar por ella para tomar las mismas clases de idiomas.
—“Oh, Bonjour, cher” (Oh, hola, querida) —contestó la francesa—. “Comment vas-tu?” (¿Cómo estás?)
—“Très bien, merci, j’espère que vous aussi” (Muy bien, gracias, espero que tú también) —dijo y un poco extrañada preguntó—. “Désolé pour mon appel, mais j’ai été informé que vous seriez ici il y a plus de deux heures, j’étais un peu inquiet parce que vous ne vous êtes pas présenté, ça va?” (Disculpa mi llamada, pero me notificaron que estarías aquí hace más de dos horas, estaba un poco preocupada porque no apareciste, ¿te encuentras bien?)
—“Je suis très bon, ma chérie, mais je suis en France…” (Estoy muy bien, querida, pero estoy en Francia…) —dijo ella—, “Et je n’ai pas l’intention de visiter Séoul” (Y no tengo planes para visitar Seúl).
—“C’est que, j’ai reçu un appel il y a quelques heures, on m’a dit que vous seriez ici pour annuler nos affaires” (Es que, recibí una llamada hace un par de horas, me avisaron que estarías aquí para cancelar nuestros negocios) —contestó Mina, totalmente confundida.
—“Pourquoi ferais-je ça, ma chérie?” (¿Por qué haría eso, querida?) —dijo Adelaide igualmente confundida—. “Je suis très satisfait de nos relations, je pense que vous avez tort.” (Me siento muy conforme con nuestros tratos, creo que estas equivocada)
El padre de Mina, que había estado totalmente atento a aquella conversación, entendiendo a la perfección, se sentía perplejo, nada de esta situación tenía sentido.
—“Adélaïde, êtes-vous sûre de ne pas avoir envoyé de messages avec cette information ou que vous n’aviez pas l’intention de venir ici?” (Adelaide, ¿estás segura de que ni mandaste ningún mensaje con esa información ni que no tenías planeado venir hasta aquí?)
—“Complètement, cher” (Completamente, querida) —dijo ella con seguridad.
—“Je vous appellerai plus tard, désolé pour la gêne occasionnée” (Te llamaré luego, disculpa las molestias) —y así, Mina finalmente colgó—. ¿Has entendido? —le preguntó a su padre y él asintió—. ¿Por qué nos llamarían diciéndonos eso? Ella ni siquiera tenía planes de viajar.
—No tengo idea… —respondió su padre—. Todo esto es muy confuso.
Mina lo pensó, se paseó un momento por la sala de juntas tratando de encontrar una explicación coherente, pero claro que no encontró ninguna. Todo era muy extraño.
—Aquella secretaria ni siquiera sonaba francesa —soltó de repente JunTa.
—¿A qué te refieres? —preguntó su hija.
—Me habló en Coreano —dijo él—. No tenía acento, y generalmente cuando las secretarías de Adelaide me llaman hablan en Japonés, y su acento se escucha muy bien.
—Quizás nos hicieron una broma…
—No lo creo, Mina —la interrumpió rápidamente.
—De igual manera no creo que sea una situación tan grave, déjalo así —dijo Mina caminando fuera de la sala de juntas—.
Chaeyoung nos está esperando…
Y deteniendo sus pasos fue que se dio cuenta.
—Dios mío, ¡Chaeyoung! —gritó y corrió por el pasillo hasta la oficina de su padre.
JunTa se levantó de su silla alarmado, y trató de seguirle el paso para poder buscar a la rubia.
Dentro de ellos, muy en el fondo, sabían que no iban a encontrarla.
Mina abrió abruptamente la puerta de vidrio de la oficina de su padre, encontrándose vacía. No había nadie.
Fue cuando Mina se alarmó más, y tomó rápidamente el teléfono para llamar a la recepción.
—¿Hol-
—¡¿La señorita Son ha salido?! —preguntó desesperada.
—¿La señorita Son?
—¡Son Chaeyoung! —gritó al teléfono—. ¡¿Ha salido?!
—No estoy seguro…
—¡Imbecil! —gritó de nuevo y colgó el teléfono ya con lágrimas en los ojos.
—Mina tranquilizarte… —intentó calmarla su padre—. Seguro sólo salió.
Mina negó rápidamente y comenzó a caminar rápidamente a las escaleras de emergencia para salir lo más rápido posible del edificio.
Sin saberlo, recorrió todos los pasos de Chaeyoung con la misma desesperación que ella sentía.
La desesperación de querer salvar cada una a la otra.
Corrió y corrió, hizo lo mismo que la pequeña hasta que por fin salió. Miró de un lado a otro con lágrimas cayendo por sus mejillas y los ojos rojos.
—Por favor no, Dios, te lo ruego —suplicaba ella tratando de encontrarla entre la gente que pasaba a su lado y la miraban raro.
Sin embargo, por más que buscará no iba a encontrarla, porque hacía más de una hora, un coche se había llevado a una Chaeyoung que no podía dejar de sollozar.
Un trueno iluminó el cielo nublado y gris, y las gotas comenzaron a caer cuando de repente, Mina sintió su celular vibrar en un bolsillo de su pantalón. Rápidamente lo tomó y contestó con miedo al mirar un número desconocido.
—¿Hola? —preguntó llorando.
—Muy pero muy buen día, nuera mía —dijo una voz burlona—. ¿Cómo te sientes?
Mina no respondió.
—Muy triste, me imagino —Río él—. Fueron tan tontos —dijo—, creo que los negocios siempre están primero antes que todo, ¿no?
La japonesa se negó a responder aquella suposición y sollozó, sin importarle que la lluvia estuviera mojando su ropa.
—El dinero es muy importante… —susurró la voz—. Compra la felicidad con lujos —dijo risueño—. Y esos objetos que valoramos nos hacen sentir que la vida no es miserable —Rió—. Pero, mírate ahora, tienes tantísimo dinero y te escucho llorar, ¿es porque te quité a Chaeyoung?
Mina suspiró molesta pero aún así no dijo nada.
—Fuiste muy tonta, en serio —Le recordó—. Pero no he llamado para eso —cambió de tema—. Es evidente que tengo a mi hija, la estoy mirando y te diré algo, luce devastada…
—No te atrevas a tocarla, ¡maldito imbécil! —gritó con rabia la japonesa sin poder evitarlo.
—No me hables así… —susurró JungSeung—. Porque todo lo que hagas definirá su volverás a verla.
—¿Qué diablos quieres de nosotras? —preguntó Mina negando.
—Quiero cincuenta mil millones de wones —dijo él—. Mi hija tiene un costo, veremos si puedes pagarlo, y si puedes dar más me servirá muchísimo —Se rió—. ¿Qué tanto vale mi hija para ti, Mina?
¿Tres meses? Eso creo... ¡Hola! ¿Cómo están? Espero que muy bien, de verdad, he extrañado todo esto, aunque no lo parezca, tengo miedo de que mi historia ya esté olvidada cuando ya está empezando el drama xdxd.
Disculpen el tiempo, de verdad, estoy muy avergonzada, aunque les tengo la sorpresa de que estuve desarrollando dos historias en mi ausencia... ¿Les gusta el Dahmo? Espero que si, porque pronto les estaré trayendo noticias de eso.
Una disculpa de verdad, espero hayan disfrutado este capitulo, nos vemos pronto, los amo a todos, prometo no estar tardando tanto con las actualizaciones.
Espero se encuentren bien, que estén saludables y que esto les haya hecho pasar un bonito día /tarde/noche.
¡Nos vemos pronto!
dreaming-out-loudd no me pegues por no avisar, estabas dormida, te amo hsvshsjhs.
-B. A. F.
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