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Chapter IX: "Take Me With You, Mina"

Habían permanecido ya en esa posición durante un rato, Chaeyoung estaba pensando y Mina sólo la estaba admirando. La más alta notó que había algo que a Chaeyoung le preocupaba así que se rodó hacia un lado de la cama, quedando acostada sobre su costado obligando así a la más pequeña a hacer lo mismo, estaban frente a frente.

—¿Qué sucede? —Se atrevió a preguntar al verla tan sumida en sus pensamientos.

—Yo-

Chaeyoung era miedosa. Supongo que eso es algo obvio, pero es comprensible. El vivir toda su vida manipulada cómo si fuera un títere y temer por tomar una simple decisión en su vida, para ella y por su bien era algo que nunca le había gustado a su padre. Se ponía cómo loco, cada cosa que hacía y que era relativamente “importante” era algo de lo que JungSeung tenía que dar el visto bueno. Cuando se enterara de todo lo que pasaba armaría un caos, tenían que buscar la manera, realmente ya no aguantaba… Quería su libertad, la necesitaba y junto a Mina.

—¿Chaeyoung?

Salió de su trance y parpadeo un par de veces para estar más consciente.

—Lo lamento… —Hizo una pausa para respirar—. Estaba pensando.

—¿Puedo saber? —preguntó Mina mientras acariciaba sus mejillas—. ¿Está todo bien?

Y de entre tantas cosas que sufrían ambas, Mina era paranoica. Temía constantemente porque las cosas no fueran con el resultado esperado, y esto tenía dos razones: su ansiedad y profesión. Juntas eran un caos total. La hacían sufrir mucho, pensar en todas las variantes de una simple decisión era demasiado agotador en su día a día. Ya no podía evitarlo, era algo que estaba en ella. Por más que quisiera controlar el impulso de pensar todo más allá, no podía.

Pero se había sentido diferente en esos dos días, y en general cuando en su adolescencia la pasaba con Chaeyoung. En ese tiempo, la chica le había ayudado mucho con esas cosas, pero conforme a lo que pasó, todo en su interior se volvió frágil, y por eso su ansiedad y ella misma, se hacían daño.

La libertad para ambas se daba cuando estaban juntas. La libertad por una parte de poder vivir la vida plenamente y la libertad de la presión que carga uno con sí mismo, de todo eso que te atormenta. Se necesitaban, y harían todo lo posible para sanar todas esas cosas que las afectaban de una manera u otra.

En este momento, la japonesa realmente temía que Chaeyoung se arrepintiera, aunque no fuera así, y en el fondo ella lo sabía, sólo que a veces las inseguridades son más fuertes que los propios hechos, que están literalmente frente a nuestros propios ojos.

—¿Te arrepientes? —Se atrevió a preguntar la japonesa con los ojos brillosos.

—¿Qué? ¡No!, no es eso… —Exclamó Chaeyoung y a Mina se le alivió el peso que acababa de formarse en sus hombros—. Sólo, estaba pensando en que haríamos después de todo esto… —Por fin soltó.

—¿Qué quieres hacer? —preguntó Mina de nuevo.

—Quiero estar contigo, eso es definitivo. Te amo y ya no quiero vivir así… —Confesó—. Ninguna lo merece, tenemos derecho a ser libres y felices. —Sus ojos comenzaban a brillar, igual que los de Mina—. Deseo casarme contigo, cómo siempre lo había soñado… —La primera lágrima cayó—, cómo tanto he anhelado. Así cómo vivir plenamente, sólo para nosotras y no para mi padre.

Mina asentía a cada cosa que decía, puesto que tenía razón, y estaba en sus manos dárselo. Realmente podía liberar a ambas, y lo haría. Fue ahí cuando a su mente le llegó un recuerdo…

“Si fuera por ella la llevaría a Estados Unidos, aunque sus padres no estuvieran de acuerdo y vivirían la vida que siempre desearon.”

¡Era eso! Ahora bien sabía que tenían a los señores Myoui, sus padres, de su lado y que era probable que las ayudarán. Pero aún así, todo sería complicado, más no imposible. Podrían lograrlo. Tenía que proponérselo.

—Ven conmigo… —susurró—. Por favor, Chaeyoung, te lo ruego. Ven conmigo.

Sí. Sí. Sí. No había ni siquiera que pensarlo. No había más opciones. Era lo correcto, para ambas.

Llévame contigo, Mina.

—Nos iremos… —Juntó sus frentes—. Te lo juro por mi vida, por todo lo que tengo. No me quedaré sin hacer nada. Yo lo resolveré.

—No estamos solas, Mina.

—Lo sé. Por eso tengo que hacer unas llamadas. —Trató de levantarse pero Chaeyoung la detuvo.

—Mina, espera —Miró el reloj de la mesa de noche—. Son las tres de la mañana, ¿a quién vas a llamar tan tarde? No hay nadie despierto en Seúl.

—Exacto —Se acercó y le dio un beso en la frente—. Duerme, mañana saldremos… —Se levantó con prisa y tomó una bata para cubrir su cuerpo—. ¡Arreglaré todo!

Y así fue cómo dejó a la más pequeña confundida en la cama. Le preocupaba, ¿qué rayos haría, Mina?

Yo les daré la respuesta.

Al salir Mina de la habitación buscó en una de sus maletas su computadora portátil y la encendió. Luego fue a buscar su teléfono, que había dejado anteriormente en su saco. Rápidamente comenzó a marcar ese número mágico.

Viajamos al otro lado del mundo. Dónde una de las abogadas más solicitadas en la ciudad de New York estaba sentada en su oficina mirando su ordenador, encargándose de una de las compañías más ricas del mundo en ausencia de la jefa, y su mejor amiga. Fue hasta que inesperadamente recibió una llamada de esta.

¿Mina?

—Jeongyeon… Me alegra que contestaras.

¿Qué rayos? —Se pausó y miró su reloj de pulsera—. Estoy segura de que son las tres de la mañana en Seúl. ¿Todo está bien?

—Mira, sé que es tarde aquí pero eres mi abogada y sobre todo mi amiga. Necesito ayuda.

¿Qué sucede? —preguntó realmente confundida.

—Estoy segura de que Nayeon te ha puesto al tanto de mi situación en este momento.

No sé de qué hablas.

—Sí lo sabes, Nayeon no se calla las cosas importantes —Comenzaba a desesperarse—. Te hablo del asunto de Chaeyoung.

Jeongyeon se quedó estática, no podía creerlo. Era verdad.

Nayeon sólo me comentó que había pasado vergüenza por teléfono. —Trató de recordar—. Recuerdo que me sorprendí porque me comentó sobre una tal Chaeyoung, pero no creí que era esa Chaeyoung, por eso no decidí preguntar. Nayeon no me dijo mucho —explicó.

—Sí. Es esa Chaeyoung. Y como mi amiga y abogada te digo que nos vimos involucradas. Necesito ayuda —Sonaba casi cómo súplica.

Primero necesito que me digas que ha sucedido…

Mina estuvo contando a Jeongyeon durante casi una hora todo lo sucedido en apenas los dos días que llevaba en Seúl.

El almuerzo, cuando se encontró con Chaeyoung, lo que sucedió en la playa y en la habitación de hotel. La fiesta, Mark y sus intenciones. Le había contado todo, incluso los momentos íntimos con Chaeyoung, pero no a grandes rasgos ni explícitamente. Sólo lo necesario.

Chaeyoung en la habitación había escuchado sólo murmullos, y finalmente cayó dormida al aceptar que era probable que Mina no volviera en un buen rato a la cama que compartían.

Era extraño pero al mismo tiempo hermoso, volvían a compartir la cama. Ojalá fuera que se quedarán así por mucho tiempo más. Era sorprendente cómo sus vidas dieron un giro de trescientos sesenta grados en apenas cuarenta y ocho horas.

Todos los cambios son para bien, aunque a simple vista muchos se vean malos e incluso inaceptables, saben a lo que me refiero.

Entiendo, pero… —La coreana residente en New York aún procesaba todo lo que Mina le había dicho—, ¿qué necesitas de mí?

—Papeles de divorcio… —dijo y la abogada soltó una risa nerviosa.

Mina, sabes que para tramitar un divorcio se debe tener el consentimiento de ambos cónyuges. —Decía ella—. Por lo que acabas de contarme, no creo que esté tipo… —Intentaba recordar su nombre—, Mark, acepte. Y el padre, el señor Son, mucho menos… ¿Qué harás?

Mina lo pensaba, las cosas a tal grado eran complicadas. Pero no podía más con esto. Lo lograría, costara lo que costara.

—Lo que sea necesario, Yoo.

Mina… ¿Estas segura de todo esto?, esa gente ya parece bastante peligrosa, Nayeon me mataría si algo llega a pasarte, yo-

—Détente, Jeongyeon.

Mina, por favor… Al menos-

—¿No harías lo mismo tú si estuvieras en mi situación? ¿Si Nayeon sufriera lo mismo que Chaeyoung?

Tenía razón, ella también lo haría. Sólo suspiró, no había forma de que la japonesa cambiara de opinión.

Sí, sí lo haría —murmuró cerrando sus ojos y llevando sus dedos pulgar y medio a sus sien tratando de calmar el repentino dolor de cabeza que empezaba a hacerse presente—. ¿No hay otra forma?

—No. Tengo que hacerlo, por ella, por nosotras….

No tienes la obligación de resolver su vida.

—Sé que no. Pero puedo darle la libertad y felicidad que tanto desea.

¿Y si te está usando?

—Jeongyeon… —Advirtió seriamente.

Está bien, estoy exagerando. Sé que la conoces mejor que yo. Sólo… Me preocupas, ¿bien?

—Lo sé, y agradezco eso pero, Jeongyeon, soy una adulta. Y quiero hacer esto. Lo vale… —Suspiró—. Créeme, confía en mí. Todo estará bien.

Sino, también tengo un respaldo…

—Basta, si eres muy exagerada —Trató de reír y la mayor la siguió.

Sólo estoy jugando —Sonrió—. Por el amor se da todo, ¿no es verdad?

—Sí, Jeong. Por el amor se da todo.

Habla con tu padre sobre el vuelo, y tendrás los papeles de divorcio en una hora, jefa. —Bromeó—. Trata de dormir. Verás que todo saldrá bien.

—Por supuesto, cuento contigo.

Así es —Confirmó.

—Por favor, pon a Nayeon al tanto de todo, ¿sí? —Pidió—. Dile que no se preocupe, que al llegar dejaré que me regañe por todo.

Lo haré. —Sonrió recordando la relación tan extraña que mantenían su novia y su jefa—. Suerte, Myoui.

—Suerte, Yoo.

Ambas sonrieron y colgaron después de esa corta despedida. Mina suspiró de alivio, al estar segura de que dos cabezas más la apoyaban. Era turno de hablar con su padre para tener todo resuelto y por fin enfrentarse a lo que les aterraba. La japonesa no era creyente, pero rezar en ese momento para que todas las cosas que tenía en mente dieran buen resultado, le daba la tranquilidad que necesitaba.

Caminó lentamente a la habitación y al entrar encontró a la pequeña coreana envuelta en el edredón completamente dormida. Hacía mucho que no la veía así de tranquila, esperaba que después de todo durmiera igual de bien que ahora.

Lentamente se quitó la bata que cubría su cuerpo, y sin tratar de moverse mucho entró en la cama, abrazándose cuidadosamente al frágil y desnudo cuerpo de Chaeyoung.

Sus intentos de no despertarla no habían sido efectivos, puesto que la coreana abrió los ojos y también se abrazó a ella.

—Estás aquí… —murmuró contra la piel de su propio cuello, ya que la pequeña se había alojado ahí. Mina sólo sonrió.

—Sí, estoy aquí… —susurró—. Estoy aquí —repitió con más seguridad abrazándola con más fuerza—. No volveré a dejarte sola.

—Tampoco te dejaré sola, Mina. —Le aseguró la coreana a punto de volver a quedarse dormida—. Te amo.

—También te amo… —Acarició su espalda—.

—Dime qué fue lo que hiciste… —Pedía la pequeña.

—Mañana. Ahora necesitas dormir. —Besó su frente.

—Pero quiero saber —decía arrastrando las palabras.

—Lo sé —Rió y llevó una mano a él edredón para cubrirlas completamente—. Duerme, mañana te contaré, todo estará bien.

Chaeyoung por fin decidió hacerle caso, y unos minutos su respiración comenzaba a hacerse más lenta y tranquila. Mina también debía dormir, y estaba segura de que teniendo a la pelicorta en sus brazos lo haría plenamente, pero aún seguía con un poco de temor al pensar en la idea de tener que enfrentarse a todo eso que las atormentaba.

Todo estará bien. Todo estará bien. Todo estará bien.

Quizás mientras más lo pensara podría hacerse realidad, pero, ¿quién sabe a ciencia cierta lo que depara el futuro para estás chicas, para nosotros o para el mundo?

Sólo puedo asegurarles que manteniendo la esperanza, confiando en su propio potencial, en el amor que dan y en sí mismos, las cosas toman el rumbo correcto. El más esperado…

Mañana sería un nuevo día. El que ellas creían que sería el último en Seúl.

¡Hola! Un poco corto, lo sé, pero sentí que no debía agregar nada más aquí, sólo espero que les haya gustado y que estén preparados porque se viene lo mejor sjsjsjsjs.

Hoy si actualicé a tiempo jsjsjsjsjsjs, los veré la próxima semana si terminó el cap:')

Cuídense mucho, manténganse saludables, los quiero, no olviden votar y comentar si les está gustando, igualmente los invito a seguirme. ¡Gracias por leer!

-B. A. F.

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