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Chapter I: "I Must Hang Up"

-Prometeme que me esperaras-

-Siempre-
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No había día alguno que no dejara de pensar en esa promesa. Los sueños desde la última vez que la vio, hace dos años, cuando tenía 21, siempre eran protagonizados por ella. Ahora ya con 23 años la seguía recordando, cada vez que cerraba los ojos, la podía ver con un vestido blanco, de pie a espaldas de ella frente a un árbol mientras se encontraba descalza. Su cabello rubio arriba de los hombros, su piel blanca y sus ojos marrones.

Las hojas de cerezos caen por todos lados mientras Mina grita su nombre, tratando de acercarse a ella, pero está demasiado lejos, aún así la escucha y se voltea, cuando intenta hablar, un viento arrasa las hojas del piso, haciéndolas volar, nublando la vista de la más alta y provocando que pierda la vista de la más pequeña y al mismo tiempo, que abra los ojos y se dé cuenta, que es el mismo sueño recurrente de todas las noches.

Acostada boca arriba, mira el techo por unos segundos, tratando de retomar la tranquilidad que guardaba unos minutos atrás cuando dormía. Aún está oscuro, mira el despertador de su buró que señalaba las 2:47 a.m. Tenía que -y debía- seguir durmiendo. Mañana acompañaría a su padre a un almuerzo con un viejo amigo de él.

Mina cerró los ojos con cansancio, y volvió a dormir hasta que el sonido chirriante de la alarma la despertó. 8:30 a.m. El almuerzo era a las diez. Tenía media hora para estar lista y encontrarse con su padre antes de la hora acordada.

[...]

-Chaeyoung, la alarma de tu teléfono está sonando. -La meció-. Bebé, son las ocho y media, tienes que levantarte ya, para poder llegar a tiempo con tu padre al almuerzo.

"Bebé". Como odiaba que la llamara así. Era un martirio estar casada con alguien por obligación y que no amas. Ella sabía que no lo amaba, y que jamás lo haría, ese sentimiento solo podría sentirlo por una persona. Una que no había vuelto a ver en dos años, desde que le dijo que se casaría. Puesto que al día siguiente de la noticia, ella tuvo que salir de la ciudad para conocer a su prometido, ahora esposo. No volvió hasta meses después y cuando lo hizo, se enteró que Mina se había ido a estudiar en el extranjero.

-¿Chaeyoung? -La nombrada se levantó hasta quedar sentada, y abrazó sus rodillas.

Mark, su esposo; se acercó a besarla, pero Chaeyoung giró su rostro cuando se dio cuenta de sus intenciones, evitando que la besara en los labios, pero no en la mejilla. Después de unos segundos, lo miró, y este pareció pensar en decirle algo, pero se levantó de la cama, dejándola sola. La rubia supuso que fue a la cocina del apartamento donde vivían. De cualquier forma, no le interesaba.

Reunió fuerza para levantarse, y entró al baño, cerrando la puerta con seguro detrás de ella, no quería que su esposo la sorprendiera mientras se duchaba. Se desvistió con pereza hasta quedar desnuda. Abrió la llave del agua caliente y se adentro a la bañera, sintió como su piel se erizaba por el contacto que está hacía con el agua, soltó un suspiro y recargó su cabeza en el azulejo.

Se quedó así por unos minutos, hasta aliviar la presión que sentía en el pecho todas las mañanas, al pensar que no era feliz y que no vivía la vida que ella quería. Ella solo era uno de los muchos negocios de su padre, uno que le traía grandes ganancias.

Se sentía agobiada por la vida que llevaba.

Comenzó a lavarse, tenía que darse prisa. El almuerzo al que acompañaría a su padre era a las diez, pero él pasaría por ella a las 9:30, para llegar al restaurante a tiempo.

Salió de la bañera, se secó y amarró la toalla en su pelo, y colocó otra en su cuerpo. Abrió la puerta del baño y encontró a Mark sentado en la cama. Respiro hondo y fue hasta su armario. Sacó una camisa gris, una falda negra, junto con su ropa interior. Miró hacia dónde estaba Mark sentado y decidió hablar.

-¿Ocurre algo? -preguntó. El pelinegro, que parecía estar hundido en sus pensamientos, reaccionó y sacudió su cabeza.

-No. Nada. -Sonrió-. Sólo estoy un poco cansado. Voy a ducharme.

Y así fue, la dejó sola una vez más y esta aprovechó para arreglarse. Cuando Mark salió del baño, Chaeyoung ya había terminado. Se veía preciosa, como siempre. No estaba maquillada. Ni tampoco se veía con intenciones de hacerlo, puesto que estaba tomando sus cosas para salir y encontrarse con su padre.

Con el reloj marcando las 9:27 de la mañana, Chaeyoung salió de la habitación, ya lista. Recibió el mensaje de su padre un par de minutos más tarde, avisando que ya estaba esperándola abajo, frente a su edificio. Tomó su saco del perchero -que era del mismo color que su falda-, y su bolso. Abrió la puerta principal del apartamento y estando a punto de salir; la voz de Mark la detuvo, obligándola a mirarlo.

-Vayan con cuidado -dijo-. Disfruten el almuerzo -Chaeyoung se limitó a asentir y salió por fin del apartamento, recargándose en la puerta una vez que estuvo cerrada, sabiendo que Mark se había quedado viendo esta cuando ella salió.

Suspiro y camino al elevador. Tocó el botón del primer piso y salió del edificio, visualizando justo en frente de este, el coche del año de su padre. Con la cabeza gacha se acercó hasta este y se adentro en él, encontrando a su padre leyendo algo en su teléfono.

No le dijo nada. Nunca lo hacía. Él había arruinado su vida, obligándola a casarse por beneficio propio. Era obvio que no le apetecía dirigirle la palabra. Pero aunque le tuviera todo el rencor del mundo, seguía siendo su padre.

-¿Ya no saludas a tu padre? -dijo sin mirarla.

-Hola -susurró molesta, cosa que pasó desapercibida para su padre. En todo el camino se limitó a mirar por la ventana como las personas caminaban por las calles de la ciudad.

Llegaron unos minutos antes, pero cuando Chaeyoung abrió la puerta para bajar del coche, su padre la detuvo.

-Aún no llegan -dijo el autoritario.

-¿Perdón? ¿Qué dijiste?

-Aún no llegan -repitió severamente.

-¿A quién vamos a ver? -le preguntó.

-A un viejo amigo. No lo he visto desde hace un par de años -explicó vagamente su padre.

[...]

-¿Por qué me pediste que te acompañara? Si es un amigo tuyo -preguntó Mina a su padre.

-Creí que te gustaría ver a su acompañante -argumentó mientras pasaban a su mesa, sentándose uno frente al otro, teniendo Mina la vista de la cocina y su padre la de la entrada.

-¿Y quien es su acompañante? -miró hacia la ventana.

-Cuando vengan, lo sabrás. No creo que tarden demasiado -miró el reloj de su muñeca y luego a la puerta del restaurante, Mina siguió con la mirada los ojos de su padre, no había nadie, así que volvió la suya a sus manos, que estaban entrelazadas sobre la mesa.

Solo esperaba que este almuerzo no durara demasiado. Quería ir a su habitación de hotel, y volver a recostarse, para ver de nuevo a la chica que permanecía en sus sueños. Sacó su teléfono, y contestó un par de mensajes mientras esperaban, hasta que recibió una llamada. Era de Nayeon. Se excusó con su padre, prometiendo no tardar demasiado y salió al balcón.

-¿Ya comenzó tu almuerzo? -río-. Si contestaste mi llamada, significa que aún no.

Im Nayeon, amiga fiel de Mina. Se habían conocido en América cuando Mina se fue a estudiar después de lo que pasó con Chaeyoung. La historia de su amistad comenzó cuando Nayeon derramó su café por accidente en el pecho de Mina y después le dijo que era muy linda. Mina respondió un "Ni siquiera lo intentes" y aceptó su ayuda para limpiarse. Y así volvemos al día de hoy. Su amiga estaba enterada de toda la historia y un par de veces se embriagaron mientras ambas se desahogaban. Eran buenas amigas, aunque con personalidades completamente distintas. Nayeon era sociable, se abría fácilmente y mantenía una buena conversación, Y Mina por mucho, era todo lo contrario.

-Sí ya lo sabías, no sé por qué preguntaste -respondió Mina con obviedad.

-¿Te despertaste otra vez en la madrugada y amaneciste de mal humor? -suspiró-. Mina, sé que ella no te deja dormir y ni siquiera la conozco, pero ya pasaron dos años y te recuerdo que fuiste tú la que decidió venir a estudiar en América.

-Me encanta que me recuerdes eso, Nayeon -dijo sarcástica mientras rodaba los ojos-. Pero ella se iba a casar. Y no podía quedarme a ver cómo regresaba con su prometido.

-¿Cuándo es la fiesta de tu padre?-intentó cambiar de tema la mayor.

-¿No te parece que solo haces preguntas? -Nayeon rió y ella inevitablemente sonrió-. Es mañana, en la noche.

-¿Y vuelves...? -preguntó.

-Ayer llegué, hoy es viernes aquí. El martes me tienes en casa. -Miró de reojo a la mesa de su padre, ya estaba acompañado de un señor que parecía de su edad, estaba de espalda así que no lo reconoció, venía solo, y se sentó en la mesa, en frente de su padre.

-Debo colgar -le dijo-. Creo que él amigo de papá ya llegó. ¿Estarás despierta más tarde?

-Sí, veré una película. Espero tu llamada en un rato.

-Adiós -Se quitó el teléfono de la oreja y tomó aire. Arregló su abrigo y salió del balcón.

Visualizó a lo lejos la mesa en donde estaba su padre y al que suponía, era su viejo amigo. Estaba a una distancia prudente, por lo que se dio cuenta de quién se trataba.

-¿Señor Son? -susurró.

Ya se imaginaba quién era su acompañante, pero no la veía por ningún lado, se giró y volteó hacia ambos lados, pero nuevamente no se topó con nadie. Hasta que escuchó una suave voz detrás de ella.

-¿Mina? -su piel se erizó a la vez que su corazón comenzó a latir desenfrenadamente.

Esa voz. Era inconfundible.

Se giró y ahí estaba ella, no había cambiado nada. Estaba idéntica. Tal vez un poco más alta, y mucho más desarrollada. Pero seguía siendo ella. Y los años solo la habían vuelto más hermosa de lo que ya era.

Aunque seguía siendo más pequeña que ella.

Vestía una blusa gris de manga larga con los dos primeros botones desabrochados, una falda negra y su pelo rubio se encontraba recogido en una coleta. Algunos mechones caían de lado a lado de su rostro. Mientras su cara libre de maquillaje, dejaba expuesta una cuidada piel.

Literalmente, la mujer de sus sueños.

-Chaeyoung...

¿Qué dicen? ¿Les va gustando?
Tengan linda mañana, tarde, noche.

-B. A. F.

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