Epílogo: "Adiós"
En silencio observo por última vez mi habitación. Las paredes azul celeste, el suelo de madera de un marrón que me recuerda al chocolate caliente, mi cama pegada a la pared izquierda, las sábanas con olor a lavanda que usé para escapar por la ventana... Con el corazón latiéndome por mil, me acerco a esta, la abro y me asomo, recordando todas las veces que Ben vino a visitarme.
Sólo que ahora, en lugar de un cielo negro lleno de estrellas, se encuentra el espléndido cielo azul con algunas esponjosas y blancas nieves en el cielo. Me lleno los pulmones con el aire fresco de la tarde, tratando de reunir fuerzas. Esto va a ser duro...
-¡Esteban! -es la voz de mi madre, que se esta acercando. Mientras oigo la puerta abrirse, volteo tranquilamente y veo a mamá, de pie, abrazándose a sí misma y con una expresión de nervios-. Ellos... Ellos han venido a por ti -dice con voz temblorosa, como si hubiese venido la policía a arrestarme. Pero no os preocupéis, es algo mucho mejor.
Esbozo una sonrisa.
-Gracias, mamá.
Muy feliz, agarro mi mochila azul del suelo y comienzo a caminar a paso ligero. Justo cuando cruzo la puerta, mamá apoya su mano sobre mi hombro, haciendo que frene en seco.
-Esteban.... -por un momento, se queda en silencio, y yo mantengo la mirada hacia las escaleras-. Aún... Aún puedes dar marcha atrás. Todavía puedes...
-¿Puedo qué? -interrumpo, con voz fría. No le veo el rostro, pero me la imagino mordisqueandose el labio y con desesperación en sus ojos antes de decir:
-Puedes cambiar. Curarte.
-No necesito curarme -replico con dureza, finalmente girando mi rostro para verla a los ojos, de aquel color marrón que heredé-. Así soy yo y soy feliz.
Me suelto de su agarre y bajo rápidamente las escaleras, ignorando su sollozo. Si no quieren entender, no es mi problema. Papá está encerrado en su despacho. No me importa, no quiero verle. A quien sí quiero ver son a mis hermanitas, que están abajo, mirándome con sus ojos brillando por las lágrimas. Cuando llego a su lado, me agacho y las estrecho con cariño entre mis brazos.
-¡Te echaremos de menos! -exclaman a la vez.
-Y yo -entonces añado en un susurro-. Recordad llamarme...
No dicen nada, pero asiente sus cabecitas y eso me sirve. Les di mi número en secreto para que me llamen cuando puedan. Sé que serán cuidadosas, son buenas guardando secretos. Aunque nunca les conté lo mío con Ben.
Y hablando del rey de Roma...
-¿Estás listo?
Esbozo una gran sonrisa y me levanto con rapidez, casi cayéndome de espaldas. Por suerte, Ben me agarra de la mano antes de que me golpee la cabeza.
-¿No ves la mochila? -pregunto, agarrando una de las asas y arqueando las cejas. Como respuesta, se ríe y me atrae hacia él para abrazarme con fuerza. Bueno, al menos intentarlo. Noto como las gemelas nos miran con curiosidad y les devuelvo la sonrisa-. Nos volveremos a ver pronto.
Ellas sonríen, más tranquilas. Miro arriba de las escaleras. Mamá me mira con profunda tristeza y tiene ambas manos sobre su pecho. Pero no está sola... Papá tiene la mirada vacía y profundas ojeras bajo sus ojos. Trago saliva y aparto la mirada rápidamente. Ben me estrecha la mano y me siento más calmado.
-Vámonos -murmuro. Sin mirar atrás, salgo de mi casa, estrechando con fuerza la mano de mi novio, y en silencio, entro en el coche de Aaron, quien está al volante y me mira con preocupación. Mientras abro el maletero para meter mi mochila, oigo como él baja la ventanilla.
-¿Todo bien, Teb? -me pregunta a lo que yo fuerzo una sonrisa, aunque él no puede verme.
-Todo bien, gracias -respondo mientras lanzo con fuerza innecesaria la mochila y cierro el maletero. Casi parece que me estoy descargando con el coche.
-¿Seguro? -me pregunta Ben en voz baja. Se me acercó de forma sigilosa y no lo noté. Lo ha estado haciendo últimamente, el muy sexy cabrón. Sin decir nada, lanzo una mirada a mi casa, y noto que han cerrado la puerta. Siento un nudo en m garganta, pero aún así agacho la mirada y asiento con la cabeza, apretando los labios. No quiero ponerme a llorar. Debo de estar feliz por ser finalmente libre... Él me rodea con sus brazos y me estrecha contra su pecho. Sin darme cuenta derramo un par de lágrimas sobre su hombro, mojando su sudadera-. Está bien -me susurra, antes de darme un beso en la cabeza-. Es normal, es tu familia, los echarás de menos y eso está bien.
-OK... -respondo con la voz rota. Finalmente le correspondo al abrazo y lloro en silencio, sin tener que decir nada. Él me frota la espalda de arriba y abajo, repitiéndome que está bien. Cuando me tranquilizo, me pasa un pañuelo y yo me seco rápidamente los ojos-. Por favor, no le digas a Aaron que he llorado.
-Si es lo que quieres, está bien -me dice, apoyando su mano sobre mi mejilla, para después darme un beso. Por fin, me siento más tranquilo-. Venga, vamos adentro, nos espera un largo viaje.
-Ay, no... -me quejo en broma mientras ruedo mis ojos. Ben se rie mientras me toma de la mano y me lleva adentro. Finalmente el coche arranca. En todo momento, mantengo la mirada en el suelo, sin atreverme a mirar por última vez el pueblo. Sí, son todos unos homofóbico anticuados, y había veces que me aburría mucho, pero... aún le tengo algo de cariño. Es inevitable, nací y crecí aquí.
Y claro, conocí a Ben.
Alzo la mirada, y por un segundo, veo por la ventanilla a Simón, que me sonríe y saluda con la mano. Yo le correspondo el saludo. Prometimos quedar en contacto, bueno, yo y Ben.
Tras un rato de viaje, y mientras nos vamos alejando, apoyo mi cabeza en la ventanilla y cierro mis ojos, sintiéndome cansado. Comienzo a divagar y recordar como acabamos así.
Hace tres años, cuando le dieron aquella golpiza a Ben y lo llevamos a la clínica, el doctor que lo atendió dijo que fue un milagro que su cabeza no hubiese sufrido algo grave como un trauma, una hemorragia o un derrame. Aliviado, había besado a Ben frente a Simón, María, sus padres y Aaron, sin importarme sus reacciones. Y aunque al principio, los padres de mi amiga reaccionaron con disgusto, Aaron simplemente los sacó del cuarto, diciendo que ellos no tenían nada que ver. Aunque dejó que María se quedase, diciendo que era su amiga.
Finalmente le expliqué a Ben que mis padres lo sabían, que me habían encerrado y quitado el móvil, y como escapé por la ventana. Ante lo último, se rió suavemente y me abrazó. Después de un rato más de charla, el doctor dijo que teníamos que irnos, aunque prometí a Ben ir a verle de nuevo.
Aunque no fue fácil. Mis padres estaban furiosos conmigo, pero a mi me dió igual y no me disculpé aunque quisieron obligarme a hacerlo. Un par de días después, Ben regresó a la escuela y ahí comenzamos a hablar sobre nuestro plan.
El cuál hemos ejecutado hoy.
No fue tan difícil como creí. Ahora que el pueblo lo sabía, y podía ser más abierto con Ben, fue como si me quitase un peso de encima. Sí, había gente molesta que solía gritar cosas horribles o amenazaba con atacarnos. Sin embargo, y para mi sorpresa, otra parte nos defendió diciendo que era nuestro problema y no debían atacarnos si no les afectaba.
En estos 3 años, mis padres me han tratado con frialdad. Sé que les hubiese gustado mudarse, pero habían hecho toda una vida aquí y no planeaban tirarla por la borda. Intentaron "curarme", aunque creo que no hace falta decir que no funcionó.
Cuando por fin cumplí la mayoría de edad, y les conté que pensaba irme con Ben, no se opusieron. Sé que están felices por librarse del "hijo enfermo".
Estos años Aaron estuvo guardando algo de su dinero para nosotros. Y aunque me hubiese gustado ahorrar mi propio dinero, ningún lugar de trabajo del pueblo me aceptaba. Con ese dinero, nos alquiló un pequeño apartamento en la ciudad. También nos presentó a un amigo suyo que nos ofrecería trabajo si hacíamos bien.
¿Lo haremos? No lo sé. Solo se que ya no tengo miedo. ¿Nervios? Por supuesto. Sin embargo, ya no temo al que dirán. Di el primer paso, y salió bien. Ya veremos que pasa cuando de los otros.
FIN
Lo siento, el final medio caca, y aunque no debería justificarme, es porque hubo partes que escribí sobre la marcha. No todo, claro, pero ciertas cosas fui improvisando, así que lo siento si salió medio del orto esta historia. Aún así, gracias por leer. Y no se preocupen, esto no será todo de "Take me to church" a pesar de que puse el fin. Os tengo una pequeña sorpresa y no es muy importante pero quizás os guste :)
Mil besitos, los quiero.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro