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Acto uno: Cosas de las que no hay que hablar

一¿De verdad quieres hablar sobre eso?

Dejé de morder la uña de mi pulgar cuando la tan esperada interrogante escapó por sus labios con un ápice de esperanza en su tono, mi vista se paseó por el lugar hasta acabar en el rostro de aquel alto profesional de lentes redondos y nariz peculiar, su cabello se percibía ligeramente más claro que en las últimas consultas, se notaba que estaba intentando hacer un cambio. Su ropa elegante calzaba perfectamente con su porte esbelto aunque en ese momento luciera como un niño que fingía no estar emocionado, tenía que ser profesional, pero la confianza entre ambos era lo suficientemente flexible como para hacer una pequeña excepción a su semblante serio que me llegaba a intimidar.

Sus ojos oscuros seguían sobre mí en espera de una respuesta, negué con la cabeza y la decepción lo cubrió de inmediato, incluso si intentaba esconderlo no podía. Era un chico bastante transparente.

一Está bien, tómate tu tiempo 一respondió, sus comisuras se alzaron flojamente en un intento por no hacerme sentir mal一. No debes hablar de eso justo ahora si no quieres.

一Sin presiones 一dije en voz baja, él asintió en concordancia.

Dejé que mi vista se corriera de nuevo hasta el gran ventanal en su oficina que me permitía admirar una parte de la gran ciudad en la que vivíamos, el infinito cielo azul decorado por nubes y disfrutar de la calidez que brindaba la luz del sol que llegaba hasta mi asiento. Él no dijo nada más, simplemente se estiró en su lugar, soltando un jadeo de alivio cuando toda esa tensión producto de tanto tiempo sentado desapareció de su cuerpo, estiró sus brazos y sus piernas con un bajo gruñido de por medio. No tenía sentido alguno por su supuesto semblante serio, parecía que hasta le daba lo mismo mantener la ética de un psicólogo promedio de su edad, cosa que confirmé cuando se levantó de su asiento para lanzarse 一de manera literal一 hasta el mío, tomando lugar junto a mí, aunque con suficiente distancia entre ambos como para darle lugar a un tercero.

No lo miré, dejé que mi vista se perdiera entre los altos edificios que en la noche le daban vida al país. Luego de todo ese tiempo conociéndolo ya sabía para dónde iba todo eso.

一Taehyun, ¿No has pensado en...?

一No digas nada, Kai-ah 一lo interrumpí de inmediato一, ni siquiera quiero pensar al respecto.

El aludido suspiró, sacándose sus lentes por un momento, masajeando el puente de su nariz con ayuda de su dedo índice y pulgar, buscando paciencia para lo que venía a continuación.

El que estaba a un lado de mí con una de sus típicas miradas exhaustas era Kai, mi psicólogo desde hace casi un año, y la habitación en la que estábamos era su consultorio, como podrán imaginar.

El hombre joven de perfil bien definido se caracterizaba por muchas cosas hasta donde logro recordar, la mayoría relacionadas a la calma o la tolerancia. La paciencia de aquel espécimen era increíble considerando lo irritante que muchos creían que podía llegar a ser, sobre todo en cosas tan delicadas como mi privacidad mental, esa que insistentemente buscaba irrumpir con sus preguntas a las que no tenía respuesta. El rubio oscuro o quizás castaño claro de diploma y vestimenta elegante era una de las pocas personas que me soportaban en lo posible, si bien ese era su trabajo, parecía que lo hacía gustoso, disfrutando cada una de mis visitas al edificio en el que tenía su pequeño consultorio. Más que un psicólogo al que le pagaba por hacer prácticamente nada 一debido a mi nula cooperación一 lo consideraba alguien cercano con quien me sentía bien con su simple compañía y conversaciones que parecían no tener una razón particular.

No sabía mucho de él, de su vida personal o de lo que hacía fuera de su papel de profesional, pero él sabía todo lo que yo le dejaba saber de mi vida.

Era increíble.

一Eres un adulto hecho y derecho de veintitrés años que prácticamente se encadenó a venir cada semana al consultorio de un psicólogo para no decir nada luego de cuatro horas de consulta 一habló con esa picante ironía que más que molestarme me divertía一, eso no parece algo muy productivo para mí.

一Tú eres un adulto hecho y derecho de veintitrés años que aceptó que un paciente se aferrara a una rutina sinsentido solo para poder verlo cada semana 一respondí como contraataque para luego girarme en mi lugar, cambiando la vista al horizonte por su rostro vagamente pecoso一. Parece que estamos en condiciones parecidas.

Sus comisuras se alzaron una vez más.

一¿Ya le dijiste a tu madre que solo vienes a perder el tiempo?

一No necesita saberlo 一contesté, encogiéndome de hombros para restarle importancia.

Kai rodó sus ojos como única respuesta, manteniendo esa casi imperceptible sonrisa en su rostro.

一Vuelve la semana que viene 一dijo mientras se levantaba de su lugar, quitando las arrugas que se habrían formado en su pantalón cuando cruzó sus piernas unas sobre la otra hace unos segundos para caminar hasta su escritorio, sentándose en el borde de este para mirarme desde allí一. Si no te sientes cómodo podemos dejarlo hasta aquí.

Y cuando aquello último escapó de su boca, un pánico inexplicable se instaló en mi pecho.

一¿A qué te refieres con dejarlo? 一Pregunté con temor, mi cuerpo se tensó involuntariamente a la vez que el miedo me recorría por completo.

Ansiedad me comenzó a carcomer de una forma exagerada, sin razón específica, pero con un sentimiento demasiado real para ser normal.

Como respuesta él solo se encogió de hombros.

一Tal vez sea hora que dejes de venir a consulta 一respondió con vacile, no quería decirme lo que pasaba por su cabeza.

一¿Quieres que dejemos de vernos? 一Interrogué con el pulso acelerado, Kai me miró para encogerse de hombros de nuevo.

Como odiaba que hiciera eso.

Encogerse de hombros. Era como si no le interesara pensar una respuesta entre "sí" o "no", simplemente haciendo un gesto perezoso que iba acompañado por su labio inferior levemente abultado en una expresión que buscaba denotar ignorancia, pero que al final parecía más desinterés.

Tanto me conocía y aún así nunca había estado dispuesto a cambiar ese pequeño gesto por al menos un monosílabo.

一Es tiempo de que salgas a hacer tu vida en lugar de decir "tengo cita con el psicólogo" cada que te invitan a cualquier cosa 一contestó luego de notar como mi ceño se había fruncido por su gesto de antes一. Además, no eres el único paciente que tengo, ¿Sabes?

一Siempre que vengo está vacío 一alegué en un murmullo, tal como un niño pequeño.

一Nunca te ha importado fijarte en tus alrededores cuando vienes ¿Siquiera recuerdas de qué color son las paredes del pasillo? 一Inquirió Kai con una ceja enarcada y sus ojos levemente entrecerrados.

一Claro que lo sé 一contesté de inmediato, sin pensar, él me observó de brazos cruzados, esperando una respuesta一. Son color pistache.

一Son amarillas, Taehyun, amarillo pastel 一me corrigió luego de rodar sus ojos.

一En fin, nos vemos la semana que viene 一me despedí para desviar la atención a otro tema.

Antes de que pudiera reaccionar me levanté de mi lugar a la vez que tomaba el saco negro que reposaba en el respaldar del largo sofá en el que había estado sentado, después lo miré, la luz que entraba por las ventanas a su espalda lo hacían parecer irreal.

Sonreí una última vez para aquel que se hacía llamar mi psicólogo.

一La semana que viene te lo contaré todo 一afirmé一, lo prometo.

一No prometas nada 一me respondió一, sé que de todas formas no lo harás. Ahorrémonos el tener que lidiar con una promesa rota de nuevo.

Un segundo de silencio después de eso fue suficiente para abrir una interrogante.

一¿De nuevo? 一Cuestionó con confusión a lo que él simplemente me sonrió.

一No me hagas caso 一minimizó como si no fuera nada importante, agregando un ademán sin importancia a sus palabras一. Te veo la próxima semana.

Dicho eso se movió de su lugar para tomar unos papeles y darme la espalda, siendo esa su manera de terminar la conversación y dejarme ir segundos después cuando con una ligera duda en mi cabeza atravesé el umbral de la puerta para retirarme como de costumbre.

Luego de partir del lugar y ahora tomando asiento en el transporte público con un par de auriculares cubriendo mis oídos con canciones a las que no les prestaba suficiente atención en la letra, recosté mi cabeza de la ventana del autobús en el que me había subido para regresar a casa, mirando el pavimento mientras divagaba entre temas irrelevantes y debates unilaterales en donde de todas formas salía perdedor de la discusión. Observaba a la gente pasar disfrutando de un día brillante como aquel que se colocaba imponentemente sobre nosotros mientras que yo me mantenía dentro de mis propios pensamientos.

Las palabras de aquel castaño claro se habían quedado en mi cabeza dando vueltas en un eco interminable que resaltaba por encima de la voz de Khalid en la canción que se reproducía en el momento.

"Si no te sientes cómodo podemos dejarlo hasta aquí."

No, eso no es una opción.

Había estado yendo a consulta por al menos un año, la razón de ello permanecía borrosa en mi cabeza como un recuerdo de décadas que se había desvanecido en el frío invierno, pero que no estaba dispuesto a dejar ir por completo. Vivía tranquilamente, tenía una familia, un hogar, la calidez necesaria para vivir, pero por alguna razón me sentía vacío, la desagradable sensación que abordaba mi pecho regularmente era como si hubiese perdido algo, algo casi tan importante como para dar mi vida, pero tan común como para olvidarlo en algún lado de mi cabeza.

La confusión me frustraba y a veces quería dejarlo todo, aún así no lo hacía.

Dejarlo todo implicaba también dejar de ir a las consultas con el psicólogo, y siendo que estando en su oficina era el único momento en el que sentía verdadera paz, algo como eso no era una opción.

Suspiré con molestia sin siquiera saber muy bien a qué se debía la misma. Me concentré en detallar algo del paisaje, me fije en un muchacho de mi misma altura, llevaba una chaqueta rojo brillante que lo hacía destacar por encima de los demás peatones que esperaban el próximo bus. Lo detallé, su rostro gacho cubierto por un cubrebocas y una gorra de color negro me permitieron dejar volar mi imaginación para adivinar su rostro.

Solo uno vino a mi mente, con pavor lo descarté de inmediato, segundos después lo olvidé.

El bus arrancó y el joven desapareció de mi campo de visión.

En ese momento comencé a considerar decirle a Kai lo poco que sabía de mi situación, esa que el describía a la perfección, pero que de igual forma esperaba que yo explicara de una forma incoherente.

一¿Qué estás esperando de mí?


(...)

Entrando a casa fui recibido por mi madre, una sonrisa cálida acompañaba su expresión a la vez que me seguía en mi camino de ingreso a casa desde la reja principal y atravesando el patio de enfrente, probablemente saliendo de sorpresa de entre su pequeño y creciente jardín de girasoles que pronto prosperaría.

一¡Taehyun! 一Me nombró en una exclamación al verme一, justo hace un rato hablaba de ti con Hyungu, ¿Cómo te fue en la consulta?

Mientras caminábamos hasta el interior de la casa, mi señora madre hablaba sin freno. Gracias a que la puerta de entrada estaba abierta no hubo nada que nos detuviera en nuestro camino, tampoco algo que la hiciera dejar de hablar.

一Igual que siempre 一respondí con una sonrisa forzada, ella rió exageradamente.

Mal preludio de una propuesta a la que podría negarme: mamá riendo escandalosamente cuando nadie dice nada gracioso.

一Hola, Taehyun.

Distraído y en alguna clase de modo automático, alcé mi mano como respuesta al saludo del muchacho de cabello azul que pasó por la cocina, justo frente a mi madre y a mí con una diminuta sonrisa y una bandeja que llevaba dos vasos vacíos con hielo, muy probablemente para llenarlos de nuevo.

Antes de preguntar por su presencia, la respuesta llegó a mí sin siquiera consultar.

一Le pedí a Keonhee que me ayudara con mis rosas ¿No te parece un encanto? 一Como respuesta al comentario de mi madre simplemente asentí, dispuesto a continuar mi camino hacia mi habitación一. Taehyun, debemos hablar.

Primer intento de huida fallido.

Relamí mis labios antes de respirar hondo y dar media vuelta para hacerle frente a la mujer de casi cincuenta años que siempre negaba su edad y que tenía por madre.

一¿Pasa algo?

Al terminar mi pregunta, la mujer se me acercó con un semblante serio, contrastante en su totalidad con su personalidad alegre y animada, en cuanto estuvimos cara a cara me dijo:

一Sé que no estás yendo a las consultas con el psicólogo.

Oh, bueno.

Siempre me he preguntado cómo es que todas las madres tienen una clase de sexto sentido para absolutamente todo y mi madre 一al igual que todas las mujeres一 siempre atinaba a los acontecimientos... Pero, a medias.

Sabía que algo pasaba, y nunca acertaba por completo.

Era un sexto sentido de baja calidad, tal vez.

一¿De qué hablas? 一Interrogué con una expresión de confusión divertida al eliminarle toda la seriedad a su mirada filosa luego de tocar la punta de su nariz con la yema de mi dedo índice, irritándola一, sí voy a las consultas, una vez a la semana, de nueve a una en la oficina de Kai-ah, tú lo conoces mamá, sabes que no es capaz de mentirte sobre mi asistencia.

Noté como la respiración de mi madre se cortó por un momento, pero fue por un segundo tan mínimo que acabé por ignorarlo como otros cientos de miles de detalles en historias ajenas a mí.

一Ir a consulta y no hacer ningún tipo de avance es como no ir 一aseguró ella antes de suspirar y mirarme con la típica preocupación de una madre一. Taehyun, ¿Realmente te estás esforzando? Sé que todo lo que pasó te dejó mal, pero...

一Madre 一sus ojos se clavaron sobre mí con sorpresa cuando mi voz salió más seria de lo acostumbrado一. No ha pasado nada.

Luego de haber dicho aquello con una tensa naturalidad, como si realmente estuviera convencido de lo que decía, alcé mis comisuras en una sonrisa extraña y me di vuelta para continuar mi camino hasta mi habitación.

一Tres consultas 一habló mi madre de repente, deteniéndome en seco con sus palabras一. Solo te daré tres consultas más, si no hay resultados te cambiaremos de psicólogo, ¿Entiendes?

Sin decir nada más y dejándome con una pulsación acelerada e injustificada, la mujer se fue por la puerta principal hacia su precioso jardín para encargarse de sus preciadas y saludables plantas de flores encantadoras y un reino de insectos entre ellas. El alto peliazul de antes pasó segundos después, dejándome sentir su mirada sobre mí por unos momentos antes de continuar su camino tras mi madre.

Tragué grueso antes de terminar de subir las escaleras en silencio.

(...)

一Entonces...

Suspiré frustrado cuando todas mis indirectas fueron rebotadas por aquel castaño claro que fingía demencia y esperaba que fuera directo, incluso si entendía a la perfección lo que le quería decir a través de mis mil y un comentarios relacionados al tema principal de la reunión.

A veces quería lanzarle una piedra para que dejara de ser tan... Él.

一Voy a contarte todo 一afirmé finalmente en un tono claro, encorvando mi espalda hacia adelante, sosteniendo mi peso con ayuda de mis codos los cuales a su vez se apoyaban de mis rodillas一. Todo, todo, todo 一reafirmé con exageración al notar su ceja enarcada en escepticismo.

Kai cruzó sus piernas, llevando la gran libreta de tapa dura que estaba en una mesa junto a su asiento hasta su regazo y tomando un bolígrafo desde el bolsillo de la elegante y gran camisa manga larga blanca que llevaba sobre su suéter cuello tortuga color negro. Mi vista se mantuvo sobre él en todo momento hasta que con un movimiento sencillo de su mano me señaló el largo mueble de cuero oscuro a cierta distancia del centro del despacho, era un diván, uno de esos sofás sin respaldar, levantados en la zona de la espalda y cabeza que se volvieron los clásicos muebles de los psicólogos en las películas.

También era el mueble en el que se supone debí haberme recostado hace al menos cincuenta citas atrás en lugar del sofá largo frente a la mesa de centro y el otro sofá más largo o los muebles individuales a los costados de ambos que rodeaban la alfombra gris rectangular que tenía en el suelo como decoración.

Respiré hondo luego de recibir una mirada inexpresiva de parte del más alto entre ambos.

一Debo destacar que no recuerdo más que leves detalles 一comenté en un intento por hacer cambiar de opinión a Kai sobre la sesión que estábamos por hacer, él me ignoró por completo mientras me levantaba de mi lugar para dirigirme al indicado一. Tal vez la información sea inútil 一insistí.

一Nada es inútil considerando que no hay nada en primer lugar.

Bufé por su respuesta.

Cinco minutos después estaba recostado en el diván, mis manos entrelazadas reposaban sobre mi abdomen, mi vista puesta hacia arriba me permitía apreciar más cómodamente el techo gris con divisiones internas entre líneas de aluminio pintadas en negro, todas y cada una haciendo perfectos cuadrados que llenaban la superficie. El profesional de la psicología había movido uno de los sillones individuales hasta ponerlo a un metro de distancia de mi lugar, ambos sofás miraban hacia la misma dirección, la gran pared en la que 一entre tantas decoraciones poco convencionales一 había una pintura de colores rojos, negros y grises envuelta en un marco de color caoba.

Un cuadro hecho en oleo estaba frente a ambos, aunque no fuera la principal fuente de atención de ninguno, simplemente el cuadro colgaba en la pared como de costumbre y nosotros dos mirábamos hacia esa dirección.

La pintura me resultaba conocida, pero ni siquiera la detallé por más de un minuto.

Finalmente Kai comenzó a hablar.

一Relájate lo más que puedas, las presiones no son buenas para tu salud en ningún aspecto.

Asentí como respuesta, guardándome la tentativa respuesta sarcástica que surcaba mis pensamientos. Inhalé y exhalé con lentitud y profundidad, cerrando mis ojos en el proceso, intentando dar mi mejor esfuerzo para tal sencilla actividad.

Mantuve mis párpados cerrados, igual lo escuché colocar alguna aplicación adicional en su teléfono antes de dejarlo en algún lado de la casi diminuta mesa redonda entre ambos asientos.

一Puedes comenzar.

Suspiré una risa carente de gracia.

¿Por dónde podría comenzar?

Me tomé un par de segundos para considerar un inicio, como dije antes, solo vagos vestigios del problema abordaban mi mente, ante ello encontrar una manera de contar todo sin parecer un demente o un desastre involucraba tener al menos un momento para pensarlo con seriedad.

Relamí mis labios antes de comenzar el relato.

一La primera vez que lo vi era noviembre y estaba lloviendo...

(...)


Iba en un bus que a lo mucho tendría uno o dos pasajeros después de mí, cada uno posicionado en lugares irrelevantes y a gran distancia entre ellos, para entretenerme mataba el tiempo del viaje mirando por la ventana las motocicletas y autos que pasaban por la calle mojada, empapada por la lluvia que se precipitaba por toda la ciudad y obligaba a los aviones y helicópteros a bajar del cielo por precaución mientras que yo veía con curiosidad a los conductores de otro vehículos, imaginando a dónde irían, sus vidas y pensamientos hasta casi entrar en la disociación cuando llegaba a adentrarme en sus "mentes" como si fueran la mía. El cielo gris oscuro entre las cinco y la seis en Seúl obligaba a los conductores a llevar los faroles de sus autos encendidos para mirar la carretera, las luces de los edificios, tiendas y otros lugares de relevancia a lo largo de la avenida también fueron presionadas a iluminar sus espacios antes de tiempo para trabajar con mayor comodidad. La ruta del bus era conocida para mí, y es que era la que usaba más a lo largo de la semana, ruta 158, iba de regreso a casa a ver a mi familia luego de un día entero de arduo trabajo.

«¿En qué trabajabas?»

Trabajo en una galería de arte pequeña en el centro de Seúl, una que tiene cierto prestigio entre los bohemios pintores coreanos y extranjeros que disfrutan de exhibir sus cuadros al menos durante un mes, su nombre es Hagyotgil, llevo ya dos años trabajando allí. Antes me gustaba pintar bastante, y como era bueno en eso, estudié artes plásticas. Me gradué antes de lo planeado y un profesor me consiguió el trabajo gracias a que uno de sus viejos estudiantes estrella ahora era el dueño y fundador de la galería, luego de eso, mi jefe también.

«¿Cómo se llama tu jefe?»

Choi Yeonjun. Creo que es cuatro años mayor que yo, no estoy muy seguro sobre eso, pero su personalidad es demasiado enérgica y espontánea como para tener más de veintisiete.

«Por favor, sigue contando la historia»

Una respiración profunda fue suficiente descanso para continuar.

Mientras detallaba los alrededores tenía dos notas adhesivas en mi mano, notas con las cuales jugaba al darles vuelta entre mis dedos como si fueran cartas en un truco de magia, eran de las clásicas notas adhesivas que por alguna razón perdían el adhesivo mucho más rápido de lo que decía en su promoción, ambas las había encontrado en mi mesa de trabajo en la galería, sus texturas se rozaban entre sí de forma silenciosa mientras mis ojos permanecían perdidos entre el frío ambiente de la tarde lluviosa que estaba a nada de convertirse en noche. El contenido de los pequeños pedazos cuadrados de papel amarillo no era particularmente relevante, solo me daban instrucciones escritas o mensajes acompañados de la caligrafía casi perfecta de mi madre... "Compra pescado", "¡No olvides las pastillas de tu abuelo!", "Tu hermana tomó tu sándwich"... Ese tipo de cosas, nada fuera de lo común.

Tendría que decirle que dejara de tomarse la molestia de salir de su propio trabajo solo para dejarme meriendas directo en el trabajo.

A la vez que pensaba en eso y mil cosas más, noté que aún debajo de las fuertes gotas de lluvia había una motocicleta que seguía el mismo curso que el bus, el sonido casi imperceptible de su motor me hizo creer por un momento que el mismo ni siquiera estaba encendido, no obstante arrancó perfectamente luego de que los cuarenta segundos en rojo del semáforo acabaron. El piloto llevaba un casco negro completamente cerrado y una chaqueta roja, aún así se notaba que era de cuerpo esbelto y algo de dinero, o al menos un trabajador honesto que hizo dieta por mucho tiempo para tener una motocicleta de tal valor como la que tenía. Lo habría detallado más, pero mi teléfono llamó mi atención, un mensaje de mi madre recordándome que mi hermano iría a la cena en nuestro apartamento para comer con nosotros encendió la pantalla luego de emitir un sonido agudo típico para avisar sobre cualquier cosa, abrí la conversación y escribí un sencillo "está bien" como respuesta, guardé el teléfono en el bolsillo de mi abrigo de nuevo junto con las dos notas que tenía en mano y al mirar hacia afuera otra vez mi vista chocó el asfalto de la avenida.

El motociclista de extravagante chaqueta roja ya no estaba.

Me quedé con una curiosidad inexplicable en mi pecho. No mucho tiempo después el autobús se detuvo en mi parada, justo frente a la biblioteca del sector donde uno de mis viejos amigos trabajaba a tiempo parcial. Até los cordones de mis zapatos antes de bajar, acomodé mi abrigo cuando me puse de pie y finalmente bajé del vehículo de transporte público, dando un pequeño salto para esquivar un charco de agua putrefacta y usando mi mano derecha como visera para proteger mi vista de algunas gotas de agua que continuaban cayendo de forma aleatoria. Quedaba una cuadra y algo más para llegar a casa, un cálculo impreciso siendo que el resto del camino era por una subida, que a diferencia de muchas otras en la capital, no contaba con escaleras, por lo que debía pisar con cuidado para aferrarme lo más posible al concreto y evitar caer calle abajo.

Caminé solo hasta casa, usualmente me encontraba a vecinos que hacían el camino más ameno al conversar conmigo durante el trayecto, pero bajo aquel clima la mayoría de mis conocidos ya debían de estar en sus hogares, o al menos de camino. En uno de los trechos de la calle un gato amarillo en una caja me chilló al pasar, estaba malherido, pude haberlo ayudado si tan solo no hubiese huido tan de repente, también el perro de uno de los vecinos ladró emocionado cuando pasé.

«¿Alguna otra cosa relevante?»

A eso voy.

Sentía que alguien me seguía, un presión en mi estómago me daba claros indicios de ansiedad que se concentraban en esa zona, pero estaba ignorando ambas cosas al concentrarme en los grafitis que decoraban de manera desprolija la pared junto a mi derecha que funcionaba de protección contra la subida relativamente empinada y el vacío al costado de la misma. El sonido de las nubes chocando entre sí en el cielo hizo que mi corazón diera un fuerte latido que me dejó alerta, un poco incómodo y que alimentó la ansiedad que me hacía caminar tan solo un poco más rápido de lo usual.

Por suerte no demoré mucho en llegar a casa, el olor a arroz recién cocinado llegaba hasta afuera de manera placentera, los focos blancos emanaban luz desde adentro al igual que la lámpara que decoraba la entrada de la vivienda de delgadas rejas blancas y un muro de concreto gris que creaban un límite entre la acera y el patio de afuera. Tomé mis llaves y con puro instinto tomé la llave indicada para la reja principal, estaba abriendo la puerta para entrar a casa cuando escuché que detrás de mí alguien llamaba mi nombre.

Taehyun.

Me quedé helado en mi lugar tan pronto como el eco difuso de una voz masculina llegó hasta mí, las gotas de agua cayendo sobre mi abrigo por alguna razón se sintieron mucho más pesadas que antes y la distancia entre el desconocido y yo se me hizo confusa. Guardando la calma me giré en mi lugar sin soltar en ningún momento las llaves que ya había insertado en la cerradura de la reja que por precaución era cerrada. Alcé mi vista y solo entonces fue que pude verlo.

El joven de la chaqueta roja que había visto antes estaba frente a mí, llevando aún aquel casco cerrado que me impedía por completo ver su rostro.

Sin saber porqué mi corazón se aceleró de prisa, una presión dio en mi pecho como si la orquesta de una película de terror estuviera sonando en mi cabeza, mi respiración se volvió pesada, pero aún así intenté disimular cada síntoma al soltar las llaves con naturalidad y voltearme completamente en mi lugar, recto y con la cabeza en alto, enfrentando al supuesto desconocido con un semblante serio y alerta. La pulsación acelerada se incrementó cuando él dio un paso al frente y...

(...)

Antes de poder terminar con mi relato abrí mis ojos de repente como si alguien hubiese gritado en mi oído palabras inentendibles en un tiempo máximo de una fracción de segundo, saltando en mi asiento cuando todo lo que había estado explicando antes regresó a mí con mucha más intensidad, creando una sensación de angustia que me sobresaltó como si estuviese viviendo una versión endemoniada de la misma situación.

Un pitido molesto que no me dejaba escuchar las palabras del profesional a mi lado quedó en resonando en mis oídos, luego de eso quedé pasmado en mi lugar con la vista perdida en algún punto del techo y una fría lágrima cayendo desde el borde de mi ojo y arrastrándose con pesar por mi mejilla.

一Suficiente por hoy 一concluyó Kai, cerrando su libreta con sonora fuerza y deteniendo lo que sea que haya puesto en su celular en un inicio, segundos después se levantó para dirigirse hasta la ventana y abrirla, dejando que algo de aire fresco se colara desde allí.

Yo continuaba sin poder moverme de mi lugar.

En ese momento había sentido como si alguien me hubiese quitado lo más importante que podría tener en mi vida.

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