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Acto cuatro: "Casa no significa hogar"

一Mamá me dijo que querías hablar conmigo.

Del umbral de la puerta hacia afuera estaba él, un alto adulto joven de cabellos grises que me observaba con curiosidad. Yo lo miré de reojo, por encima de mi hombro.

El que se sentó en la orilla de mi cama sin necesidad de pedir permiso era mi hermano mayor. Su nombre era Kang Hyungu, pero muchos de nosotros en la familia 一y fuera de ella一 acostumbrábamos a llamarlo Kanghyun para diferenciarlo del abuelo, quien se llamaba igual.

一Buenos días, hyung.

Él me devolvió el saludo con un signo de paz.

Kanghyun era uno de mis cómplices más fieles cuando de hacer estupideces se trataba. El parecido físico entre ambos no era algo que se pudiera percibir a simple vista, muchas veces la gente se hacía la idea de que solo compartíamos el apellido, pero no era así. Las diversas pruebas de sangre demostraban que no.

Él se estiró en su lugar en medio de un largo y perezoso bostezo, se veía cansado, demasiado agotado, por un momento me sentí mal de pedirle un favor luego de un largo turno de noche en la fábrica donde trabajaba, sin embargo, no iba a concentrarme en eso por el momento. Terminé de arreglar mi cabello y me coloqué un abrigo marrón sobre mis demás prendas, a través del alto espejo fue que pude notar aquella expresión sorprendida disimulada que cayó sobre mí por parte del mayor. Intenté ignorarlo, pero siendo que era alguien realmente curioso, no pude evitar alzar una de mis cejas luego de clavar mi atención sobre él.

一¿Por qué me ves así? 一Cuestioné al tiempo que me daba vuelta sin perderle de vista.

一Ni siquiera recordaba que tenías ese abrigo 一me contestó él tras tirar su vista hacia cualquier otra parte— ¿Para qué querías verme?

Está vez fue mi turno de vacilar. Relamí mis labios con timidez, causando una esperada reacción curiosa antes de responder con otra interrogante:

一¿Tienes las llaves del auto?

(...)

Los viajes nostálgicos en Seúl se hacen con el brillante sol de la mañana sobre nosotros. Es una tradición en la que la naturaleza colabora.

Durante el viaje permanecimos en completo silencio. Hyungu tenía su vista en el camino, su expresión no me permitía saber qué pensaba, pero a leguas se notaba que no era nada lindo, yo me mantuve al margen con solo la música de la radio llenando el vacío del auto, pues no tenía muchas ganas de averiguar lo que opinaba sobre mis acciones.

Él creía que no lo sabía, pero era más que obvio para mí que estaba mordiendo la parte interna de su labio inferior, algo que hacía cuando estaba nervioso o enojado. No obstante, la razón del nerviosismo —o la rabia— no era clara, y aunque tenía una pequeña pista al respecto, nada era seguro.

Ninguno de los dos le estaba prestando atención a la emisora de radio, sin embargo ahí estaba sonando, a veces con algo de interferencia por la distancia desde su antena más cercana hasta donde nos encontrábamos, casi a las afueras de la ciudad, el auto pasaba por algunas calles estrechas entre altos edificios, buscábamos llegar a la siguiente salida a la avenida, o lo que se supone debería ser una. Terminamos en una calle mucho más grande que las otras dos que habíamos pasado antes, tal vez era la sumatoria de ambas, supusimos entonces que esa era la respectiva avenida.

Varias casas pequeñas que no se veían entre los edificios se mostraron ante nosotros, muchas parecían recién construidas, otras lucían abandonadas y desgastadas, personas de todas las edades siguieron el auto con la mirada, llenos de sorpresa, al inicio creí que solo no era tan común el tránsito desconocido por la zona.

Eso fue hasta que noté que muchos de ellos me observaban directamente a mí.

一Sube el vidrio.

No tuve que pensarlo ni dos veces para acatar la orden.

Pasamos varias casas más, todas ellas diferentes entre sí, con autos estacionados en las aceras, fueran costosos o baratos, entre ellos se mezclaban a lo largo del camino, a su vez los niños correteaban por la calle y con precaución se hacían a un lado cuando previeron la llegada de nuestro auto.

El final de nuestro tour acabó cuando, antes de poder darme cuenta, Hyungu detuvo el coche frente a un pasillo entre dos casas a medio construir.

一Tenemos que caminar 一dijo él con firmeza, yo asentí a la vez que me bajaba del auto.

Se suponía que yo sabía el camino, así que sus razones para recordarme cada paso eran desconocidas.

Más allá de las fachadas sencillas que se pueden apreciar al pasar por la calle principal, otro lotes de viviendas estaban en una subida detrás de ellas, cas una con una estructura distinta que no interfería con las demás. La ruta era angosta, pero de todas manera había espacio para comercios de comida y víveres, incluso lavandería o tintorería.

A pesar de recordar la mayoría de lugares, el ambiente era algo agotador para mí.

Me empecé a sentir asfixiado hasta que mi acompañante me habló.

一¿Te gustaría comer algo? 一Preguntó Hyungu, yo negué一 eres la única persona que conozco que no está dispuesta a comer en puestos callejeros, ¿estás seguro de que somos hermanos?

一Por desgracia sí.

Por primera vez en meses lo ví reír por mi broma, luego hizo un ademán y me obligó a seguir.

Estábamos en el barrio por el cuál viví casi tres años hasta el accidente de hace varios meses, pues desde entonces me había estado quedando con la familia. Mi casa seguía allí, con mi trabajo pagaba el alquiler aunque en realidad estuviera haciendo vida en casa de mi madre por el momento, había pasado bastante tiempo desde la última vez que el olor a asado o las mascotas revoltosas de los vecinos se me hacían familiares, una sensación melancólica crecía de a poco en mi pecho, abrumando mis sentidos uno por uno por cada metro de distancia que íbamos acortando.

Luego de unos minutos, llegamos a casa.

Tuve que exhalar una gran cantidad de aire antes de poder sentirme preparado para abrir la cerca que impedía el paso de perros al jardín.

Estaba ansioso, la sensación empeoró cuando miré a mi costado.

Mi hermano mayor ya no estaba, en su lugar había otro hombre, uno mucho más alto, de cabello rizado y oscuro como el café recién preparado. Él me miró con nostalgia y yo estaba petrificado, su voz distorsionada se sentía tan lejos que a la vez era como si me susurrara al oído, aún así de nada servía porque no le entendía.

一¿Qué estás diciendo? 一Pregunté con mis ojos entrecerrados y rostro ladeado, intentaba poder apreciar bien su cara y la luz del sol no colaboraba con mi cometido.

Cuando me moví un poco hacía la sombra, fui capaz de ver su rostro con claridad.

一Pregunté si ya estabas listo para entrar.

En un parpadeo, el alto azabache desapareció como humo, todo lo que dejó fue a mi hermano con una cara que reflejaba absoluta confusión. Tardé un par de segundos más en entender lo que estaba diciendo antes de poder responder algo, lo más vago que pasó por mi cabeza.

一Supongo.

Su respuesta fue mover la cabeza de arriba abajo en silencio, ni más ni menos que eso.

Entonces él caminó hacia la puerta de entrada y yo me quedé estático en mi lugar, a unos dos metros de distancia.

A partir de allí, todo en mi cabeza se volvió borroso.

En unos instantes Kanghyun estaba a mi lado, dándome la bienvenida con una sonrisa resplandeciente, con otro color de cabello, más joven incluso, como hace unos años, pero segundos después simplemente ya no estaba, el día se había convertido en noche para atormentarme con las luces defectuosas de la entrada. El olor de un postre cocinándose fue desagradable, asqueroso por decir lo menos, que sentí un dolor punzante en el centro de mi cabeza.

一Taehyun.

¿Qué?

一Kang Taehyun.

Busqué la voz que me hablaba, desesperado, pero no tuve éxito.

Si miraba a la derecha, me encontraba con una sala brillante, cálida, pero vacía, entre tanto era hasta polvorienta, pero si veía a la izquierda, veía una cocina oscura con jugo derramado en el suelo.

En todo caso, sabía que no estaba bien.

Sentí que alguien me tomaba por los hombros, una presión dolorosa se estaba mezclando con mi corazón acelerado en angustia que se transformó frente a mí en un espeso monstruo de niebla negra. Aterrado, intenté alejarlo de mí, lo bateé, empujé e incluso intenté patearlo, el riesgo de hiperventilar ahí mismo era un hecho, pero eso ni siquiera cruzó por mi mente.

Todo se volvió negro.

Y volví.

Entonces me eché a llorar de la nada.

La niebla en mi cabeza se disipó, el revoltijo en mi estómago se deshizo y tuve ganas de vomitar en el viejo balde de agua junto a las flores marchitas y césped sin cortar. A mi lado estaba Hyungu, quien comenzó a preguntarme cosas que nunca alcancé a oír, ya no me importaban, pero él no dejó de molestarme ni siquiera después que le arranqué las llaves de la entrada y me abrí paso contra mí mismo para salir al jardín del frente y tomar aire desesperadamente.

Grandes bocanadas de aire raspaban mi garganta, fui tan descuidado que acabé por ahogarme varias veces. Mis ojos lagrimearon aún más, de seguro mi rostro estaría rojo, pero apenas podría concentrarme en ello con la idea de llevar una bola en la garganta.

Un carraspeo llevo a otro, los intentos por agarrar aire se hicieron más intensos, fue entonces cuando una arcada se atravesó y antes de poder darme cuenta ya estaba vomitando tras un arbusto silvestre del patio.

Fue asqueroso, sin embargo no es como que pudiera solo parar.

Me odié, una parte muy adentro de mí intentó llamar mi atención solo para convertirme en ese saco inútil de vómito, por lo que no pude hacer más que odiarme. Era tan patético que daba pena.

A todas esas ¿Qué se supone que estaba haciendo yo allí?

Salté como un gato asustado cuando Kanghyun puso una mano sobre mi espalda.

一Calma, soy yo 一dijo él con voz suave.

Respiré hondo antes de disculparme.

Hyungu siempre fue el más comprensivo entre todos mis familiares. No me malentiendan, mi madre en definitiva me adoraba tanto como yo a ella, mis tíos y primos, a quienes ya casi no recordaba para entonces, también eran cálidos conmigo... Pero con mi hermano era diferente.

Podría parecer duro y cortante, antipático de vez en cuando, no obstante, él fue mi mayor soporte, dígase de forma figurativa, como en este momento donde me dice pequeñas palabras de apoyo, o literal, como también ahora mismo, donde me ayuda a mantenerme de pie mientras tomo aire.

一No te ves bien 一dijo en un tono compasivo一, si quieres podemos irnos.

De inmediato me negué, él me miró extraño, tal vez por la gran fuerza que imprimí en mi gesto y no lo culpo, la desesperación se había apoderado de mi cuerpo por un momento.

一Lo siento, es solo que... 一Mi rostro se arrugó en pleno disgusto cuando un mal sabor abarcó mi boca一 no lo sé.

Hubo un silencio entre nosotros que según nos dio tiempo de pensar, no sé qué tal fue de su parte, pero yo solo podía escuchar un agudo pitido taladrando mis tímpanos desde el fondo.

一Taehyun, no tienes que hacer esto.

Volteé a verlo con un semblante serio, pero no se inmutó.

一Tengo que hacerlo 一dije一. No cederé contra una estúpida casa.

Ni siquiera entiendo por qué dije lo que dije, pero la convicción que se apoderaba de mí era más fuerte que los ánimos de cuestionarme.

No le permití decir algo al respecto, con la manga de mi abrigo me deshice de la sensación en mi boca, limpiándola antes de respirar hondo y volver a entrar a la casa, donde fui recibido de nuevo por el olor de una casa que llevaba meses sin saber lo que sería estar habitada.

一Taehyun...

Detuve mis pasos en la entrada, Hyungu copió mi acción y mantuvo su distancia, cosa que agradecí en mi interior, pues me asfixiaba la idea de tener alguien muy cerca. Me giré sobre mis talones para encararlo.

Él estaba dos escalones abajo, mientras que yo tenía un pie adentro.

一Tae, no es necesario que hagas eso 一insistió一, podemos irnos a casa.

Casa. Pensé y la mueca de una sonrisa dolida apareció en mi rostro.

Yo quería volver a casa, pero no lo hice.

¿Por qué?

Porque esa no era mi casa.

Lo miré con atención, apenas en ese momento noté los moretones en su cara y lo despeinado que estaba, pensé en preguntarle al respecto, pero no era mi prioridad, me prometí hacerlo después.

一Hyung 一empecé a hablarle一, esto es algo que tengo que hacer.

一Bien, pero entonces...

一Solo 一le interrumpí, a lo que él se mostró poco receptivo一. Esto es algo que debo hacer solo ¿Comprendes?

Si rostro se iluminó en ese momento, casi como un momento de lucidez en todo el ajetreado viaje. Mi corazón palpitó con fuerza una sola vez, un dolor quedó, pero lo ignoré.

Y cuando notó mis intenciones, cerré mis ojos con fuerzas para evitarlo.

一¡Taehyun, espera!

Un ruido sordo tras mi espalda marcó el fin entre él y yo. Le había cerrado la puerta en la cara, sin pudor ni gloria y con las llaves de la entrada en mi poder.

一Perdona, Hyungu...

Tras decir aquello sin saber si él me habría escuchado o no, me adentré una vez más en el lugar. Esta vez, solo era una casa vacía y polvorienta.

La sala no era más que un sofá, unos estantes y una mesa de centro, sin atractivo, sin nada interesante. El comedor y la cocina iban mezclados, estaban igual de vacíos, con la diferencia de que su ventana no tenía una gruesa cortina oscura para evitar el paso de luz, al contrario, toda la iluminación en ese momento venía de la ventana de la cocina, misma que con pena intentaba hacer lo mejor posible para su labor.

Le eché un vistazo a ambos lugares, caminé alrededor de ellos e incluso me senté en los muebles, lo único que conseguí fue polvo y pelusa, pero por algo se empezaba.

一Parece que no dejé nada a la vista 一susurré con desgano antes de reír一, típico de ti, Kang Taehyun.

Tras decir aquello volví a recostarme en el sofá con un largo suspiro de por medio, mi espalda se hundió en la superficie y me dejó mirando justo hacia la ventana, esa junto a la entrada que era tapada por una oscura tela para impedir la vista desde ambas partes, de adentro hacia afuera y viceversa. Pensé en abrirla y dejar entrar algo de calidez al lugar, al fin y al cabo el gris no era tan divertido incluso para mí, no obstante, un estruendo me hizo voltear, justo para perder la idea de lo que estaba por hacer.

Me levanté sin vacilar, dispuesto a enfrentar a lo que sea que se estuviera escondiendo en el pasillo que conectaba las otras partes de la casa con las habitaciones, asomé mi cuerpo con la cabeza en alto, pero me petrifiqué en mi lugar al encontrar una vez más con la sombra de antes. Separados por cinco metros, yo estaba aterrado de lo que pudiera suceder y aún así cada uno de mis músculos hizo caso omiso a lo que les pedía, huir no era complicado, sin embargo, a alguien de más allá gozaba de verme de aquella manera.

Entonces, cerré los ojos. Al abrirlos de nuevo, estaba dentro del pasillo, con monstruo de niebla frente a mí y el corazón presionado contra mi pecho.

一¿Quién eres? 一Le pregunté a la sombra.

No sé si fue la desesperación en mi voz o la fuerza con la que tomaba cada respiro, de cualquier manera, algo de lo que llevaba conmigo lo hizo apiadarse de mi mente atormentada. En un parpadeo, la penumbra se disolvió y entre ella solo dejó al chico de la motocicleta, ese que creí me estuvo persiguiendo por meses.

Sin embargo, el casco no me permitía saber su identidad.

一Te pregunté ¿Quién demonios eres? 一Repetí con mayor severidad.

Como respuesta a mi pregunta uno de los cuadros en la pared calló junto a mí. Tan cerca como para no ignorarlo y tan lejos como para no herirme, a esa distancia estaba el portarretratos, intacto a pesar de haberse golpeado en caída libre desde poco más de metro y medio de altura. Bajé la mirada solo un segundo.

La imagen de una pareja feliz era lo que estaba enmarcado, personas que ni remotamente pude conocer en mi vida estaban en una de las fotografías de mi casa. Tal vez un hombre y una mujer, quizás una mujer con traje, quizás dos hombres, fui incapaz de distinguir lo que veía.

Mi cabeza dolía, retener las ideas era demasiado.

Me agaché, tomé el marco entre mis manos e hice mi mejor esfuerzo por entender las manchas de acuarela que se presentaban ante mí para cubrir los rostros de sus involucrados. Fue entonces cuando descubrí que se trataba de dos hombres, en la imagen estaban sentados uno junto a el otro, el primero sostenía un ramo de flores y el otro tenía la cabeza reposada sobre su hombro.

Sonreían, se veían felices.

Y me dolió.

Me dolió pensar en lo felices que serían.

Los odié por mostrarse contentos en el papel cuando no podía decir que me sentía igual, apenas y los reconocía, pero los odiaba, les deseé el infierno por hacerme sentir así de destruido, incapaz y, sobre todo, solo. Porque a fin de cuentas yo solo era un veinteañero solitario que intentaba lidiar con algo demasiado grande para sí mismo.

El mundo era más grande que yo y estaba tan solo que era aterrador enfrentarme a él.

Alcé mi vista para dar con el tipo del que aún dudaba de su existencia, pero este había desaparecido sin dejar rastros, ya no había niebla, sombra o motociclista, una vez más me encontraba solo. Sin saber qué hacer en su ausencia, volví a mirar la fotografía, para al final tragar grueso por la sorpresa.

Uno de los hombres en la fotografía era yo.

Entrecerré mis ojos en medio de mi lucha por enfocar mejor, no obstante, no obtuve mejores resultados, la persona al lado era tan difusa en género y rostro que estaba por llorar de la frustración, un sentimiento con el que empezaba a familiarizarme cada vez más.

¿Sería Hyungu? ¿Mamá?

¿Soobin?

¿Quién demonios era Soobin?

Sin saberlo, aquella pregunta fue lo único que necesitaba para que todas las memorias difusas se ordenaran hasta hacer click.

Como una gran ola derribando una ciudad, sentí que la tierra tembló bajo mis pies y yo me mareaba de nuevo, la idea inicial que había conseguido se mezcló con un lote de recuerdos y teorías que ni siquiera tenían un final, misma razón por la que mi cabeza colapsó otra vez. Me pareció que el suministro de aire no era suficiente para mí, así que lo aceleré. Respiré más y más rápido hasta que eventualmente comenzó a doler, dolía como el infierno, pero no más de lo que había descubierto.

Ese dolor, definitivamente, no podría ser comparado con nada más en la vida.

Perdí la noción del tiempo y lo que me rodeaba, pasé de estar de pie en pasillo con un cuadro en mis manos a tener la espalda pegada en la pared para poder mantener el equilibrio. No tuve tiempo de pensar siquiera para cuando Hyungu rompió la cerradura y entró, me cargó y me sacó de la casa hecho una furia, tirando maldiciones a un tal "Huening".

Y yo creí que moriría allí.

Pues me había vuelto loco.

[ . . . ]







En horas de la cálida tarde, un joven profesional ocupaba su tiempo rociando agua con vitaminas a las plantas de su oficina para darle un poco más de vida a su vivero personal, ese que lleno de diferentes plantas frente al ventanal le otorgaban color a aquella oficina pálida y fría, carente de algo, pero nadie entendía qué.

Un tarareo tranquilo escapaba de sus labios mientras que el rociador dejaba cantidades inexactas de agua sobre los cactus antes de enfocarse en flores de pétalos azules con centro amarillo y negro justo a un lado, fue entonces cuando alguien que no rondaba en su cabeza irrumpió en su verde mundo con un dolor que se expresaba hasta en las largas lágrimas que se arrastraban con horror por sus mejillas rojas.

Abrió la puerta con brusquedad sin importarle las posibles consecuencias materiales por ello, el psicólogo se giró para verlo con una de esas putrefactas sonrisas que lo hacían delirar, su piel se erizó y enloqueció aún más. El corazón lo desobedeció para latir fuerte, las piernas le fallaron y con todo lo que nublaba su mente solo le quedó aferrarse al objeto en su mano, pero en lugar de salvarse, una esquina del vidrio se quebró dentro de su puño.

一¿Ya es miércoles? —Preguntó él, su voz carecía de interés sobre los problemas del contrario, lo sabía, aunque no estaba dispuesto a decirlo— ando algo distraído hoy, lo siento.

Kai se acercó hasta el rubio como de costumbre, a diferencia de lo que esperaba, el más bajo en lugar e recibirlo con una broma pesada, lleno de odio le arrojó el marco de fotos contra su pecho en un golpe que lo obligó a retroceder. Nadie lo sostuvo, como si hubiera sido grabado en cámara lenta, el cuadro cayó al suelo, el sonido del cristal rompiéndose llenó la habitación y se llevó la atención del pecoso muchacho graduado en psicología. Taehyun, por su parte, tuvo su mirada puesta en cada gesto que hacía.

Por momentos no fue capaz de reconocer a la persona frente a él.

Una fotografía algo deteriorada tomó lugar entre ambos, pedazos de cristal sobre la alfombra al igual que un marco de madera fuera de su lugar y un par o dos de pequeñas gotas de sangre provenientes de las manos del rubio decoraron el material esponjoso bajo los pies de ambos.

一¡¿Cuándo pensabas decirme?! 一Exclamó Taehyun, devastado.

一¿De qué estás hablando? 一Cuestionó el más alto con una pequeña risa que buscó aligerar la pesadez del ambiente.

Los ojos del rubio temblaban junto a su cuerpo mientras más sentido trataba de buscarla a la imágen distorsionada de lo que se suponía era el rostro del contrario, uno de sus labios se partió entre sus colmillos, fue en ese momento cuando se sintió desfallecer, pero no se permitió el lujo de soltar el último aliento que retenía en sus pulmones agotados.

一Dime la verdad.

La expresión inocente del castaño desapareció como humo en el viento tras solo una fracción de segundo, para Taehyun su expresión fue tan vacía que pareció lo más cercano a un hoyo que se lo quería tragar, la idea le presionó la garganta de tal modo que se creyó capaz de vomitar allí mismo. Una devastadora sinfonía se estaba tocando en su pecho, la sangre en las manos de los artistas quería llegar a tocar el rostro impecable que tenía en frente, su corazón y alma quería abalanzarse hacía él, enterrarse en su pecho hasta que su calor volviera, pero era tan aterradora la idea de dejar caer su corazón, que prefirió abstenerse y buscar calor en su propio lugar.

一No sé de qué hablas.

El rubio explotó en cólera cuando la respuesta llegó, con sus manos abiertas empujó al más alto hasta hacerlo trastabillar, antes de siquiera saberlo se agachó y tomó uno de los cristales en el suelo, avanzó hasta llegar a su objetivo, quien quedó inmóvil en su lugar al chocar con el escritorio y luego verse acorralado con el filo de un vidrio asfixiándose en el puño del paciente al tiempo que rozaba su garganta.

一¿Quién demonios eres? 一Preguntó Taehyun, fingió demencia ante la sangre que se arrastraba hasta el suelo desde su mano.

Sin temor alguno por la punta filosa del vidrio contra su piel helada, Kai llevó su mano hasta la mejilla de su agresor, miró fijamente al más bajo antes de dejar escapar por sus labios un frío aliento que flotó hasta disiparse en el techo de la oficina. Taehyun huyó el contacto, pero no pudo evitar sentirse en el cielo cuando el mismo llegó.

Era asqueroso, se sentía asqueroso, sin embargo, no quería separarse.

Su alma ansiaba más incluso cuando su corazón temblaba con miedo en su pecho en un intento por advertirle de lo peor.

一Tienes que adelantarte a todo, ¿verdad?

一¡Responde! 一Presionó el rubio, hincó su fuerza en el objeto punzante cuando no obtuvo lo que deseaba.

El más alto ni se inmutó antes de mirarle directo a los ojos.

一Soy el novio al que mataste.

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