Estaba de nuevo en ese parque, en ese mismo lugar dónde tantas veces vi las lágrimas cayendo por sus preciosas mejillas, también sonrisas adornando mis días más tristes. El mismo sitio que fue mi fiel testigo de dolor y de alegrías. Cómo todos los días a la misma hora iba allí a esperarlo, a siquiera verlo pasar, para poder acabar mi día con un poco de tranquilidad. Pues no me importaba si llovía, helaba o me derretía, debía ir a ese parque a esperarlo, a que regresase y diera de comer a los pájaros, el simple hecho de verlo creaba revuelos en mi corazón tan roto.

Su inusual brillo que contagiaba de paz al mundo, no cabía tanta perfección en alguien, eso pensaba antes de conocerlo, pero con 12 años, unas rodillas raspadas, unos moretones en el rostro, su preciosa carita empapada de llanto, mis manos sobre sus mofletes tenuemente pintados de un rosa pálido y precioso, al anochecer, frustraciones, tensión, dolor, amor corriendo dentro de mí, pocas palabras y mi sentencia de muerte fue dictada "nadie nunca más te dañará Taetae, porque ahora yo te protegeré, para eso soy tú novio". 

Un amargo roce del primer beso y la sangre de mis labios sellando un secreto demasiado mío, cómo lo fue él alguna vez.

Tan puntual como siempre llegó. Lo miré de lejos, estaba tan bello cómo siempre lo fue, sus manitos se movían nerviosas, su pierna no paraba de golpear rítmicamente el pasto, mordía sus labios rojizos, tan apetecibles, tan perfectos cómo él.

Deseaba correr hacia él y llenarlo de besos, mimarlo, desvestir su alma y su cuerpo, ser uno, ser todo; aunque éramos nada. Por mi culpa.

Su mirada tan inocente a pesar de los años seguía intacta, podía constatar aún los lunares en su piel y la manera en que se ponía nervioso por la multitud de personas que se aproximaban hasta dónde él estaba. Parecía un pequeño gatito muy asustado, era irreal, era maravilloso el sólo observarlo, me hacia sentir una nimiedad en comparación a su ser. Porqué el esplendor que él derrochaba podía dejar sin habla a cualquiera.

Miraba a los lados cómo esperando a alguien, cómo mil veces así lo hizo por mí. Y yo seguía allí embobado por su gracia tan extraña, por esa sonrisa cuadrada que alguna vez fue mía, esos gestos dulces que ahora aparecían ante esa figura que se aproximó hacía sí, dejándome estupefacto ¿Cómo no podía perder el aire con tan sólo haber recibido un leve roce suyo?

Su sonrisa se explayó ante mis orbes, me llenaba el verlo así, sus manitos ya no estaban al aire, sino que estaban siendo sujetas por aquel hombre tan afortunado, su sonrisa era igual de arraigada que la de él. Tenía una mirada desconfiada aún tatuada en sus magníficos ojos miel, observaba a los lados, quizá hablaba de cierto tema que yo ya sabía cuál era.

Tomé varias bocanadas de aire, necesitaba calmar a mis pensamientos, mis manos temblaban al igual que mi corazón, las lágrimas no tardaron en querer arrojarse al mundo en contra de mis propios intentos por pararlos. Me puse de pie, era el último día que pasaría en esta ciudad, en este parque tan lleno de mis momentos más preciosos que pase a su lado, 6 años de relación dejados al libre albedrío a causa de mis decisiones más estúpidas. A causa de mi idiotez.

Comencé a caminar hacia dónde se encontraba el responsable de mis largos relatos, llenos de amargura ante mi mejor amigo Jimin, en las noches de borrachera, vi cómo el hombre que lo acompañaba se dirigió a un puesto de helados, lo seguí. Suspiré muy hondo cuándo me paré a su lado. Él sonreía tan placenteramente que lo envidiaba pues sabía qué el responsable era ese pedazo de cielo que lo aguardaba.

— Mira a aquel chico sentado allí, con la mirada tan inocente, yo ya estuve enfermo por él — comencé a decir, él chico giró para mirarme, después de todo también fuimos amigos antes de que me arrebatara mi vida, antes de que fuera mi asesino indirecto — este es mi único aviso, si él quiso quedarse contigo, hazlo muy feliz. Cuida bien de él, porque no conocerás nunca a nadie mejor que él, y prométeme que lo que le jures se lo cumplirás, Hoseok. Cuida bien de él, sabes que a él le gusta que peinen de su cabello, fue por un error pero fui incapaz de ser lo que el quería.

— Jungkook...

— Sólo cuida bien de él Hoseok hyung, cómo yo no supe hacerlo — ya fue imposible contener mis lágrimas, dos rodaron antes de que pudiera detenerlas.

— Kookie...

— Cuida bien de mi Taehyung, él es y será mi ángel, mi mejor amigo, mi alma, mi vida, mi ser, mi todo. Cuídalo bien, porque yo no pude ser lo suficiente para él — no me detuve a oír lo que iba a decirme, no necesitaba más autoflagelación, me sentía un imbécil, era un liliputiense escarbando por un poco de luz en un mundo lleno de gigantes.

Corrí desesperado hasta llegar a mi automóvil, lo encendí y me dirigí al aeropuerto. Debía tomar ese vuelo, no había marcha atrás, necesitaba tanto. Pero sólo a él a mi TaeTae, a mi rey, al hombre de mi vida. No recuerdo cómo llegamos a esto, me llené de angustia, vasos de alcohol, llantos y auto destrucción desde que te perdí.

"Taehyung, eres lo que siempre había soñado sin saberlo, eres indescriptible, una pieza de arte andante, desde tus imperfecciones siendo tan perfectas que no supe valorar, las noches juntos, los días siendo risas, canciones. No tengo palabras para reparar la puta objeción ante mis errores, grito hasta desgarrarme la garganta tú nombre porque ya no puedo imaginarme una vida sin ti.

Porque estuviste desde mis inicios, estuviste ahí en mis peores momentos y fuiste el causante de los mejores. Espero Hoseok te cuide como yo no hice.

Te amo eternamente Taehuyngie.

Siempre tuyo:
— Jeon Jungkook."

"A veces la vida te da a decidir y muchas veces esas decisiones nos aniquilan".

artl-her©

09072017

—; gracias por leer, por vivir, por seguir en pie ♡