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11. Verdades.

11 de Agosto de 1986

Decir que había estado abrumada aquel fin de semana parecía exagerado, pero en realidad no lo era; desde el sábado que había vuelto a casa luego de hablar con JungKook no había podido conciliar bien el sueño, por lo que había estado sin dormir aquellas dos noches.

Sabía bien que era un tema que, en teoría, no debería afectarle pues no la involucraba de manera directa, pero el nudo en su estómago le decía lo contrario.

Aquella mañana se despertó sintiéndose demasiado pesada y consideró, por unos minutos antes de levantarse, el hecho de no asistir a la escuela; sin embargo, a HyeJin no le gustaba atrasarse así que, haciendo un esfuerzo sobrehumano, terminó por levantarse y alistarse.

Durante el desayuno su padre notó lo ausente que parecía; HyeJin no estaba comiendo sus waffles con tocino a pesar de ser su desayuno favorito, cosa que encendió todas las alarmas en su interior.

—¿Sucede algo? — le preguntó mirándola con curiosidad.

La pelinegra volvió en sí al escuchar la voz de su padre y parpadeó un par de veces antes de poder enfocarse en él; sus labios se apretaron en una fina línea y se apresuró a negar con la cabeza.

—¿Estás segura? — preguntó de nuevo —Te ves un poco pálida, será mejor que no vayas a la escuela y...

—No, pa... Estoy bien— le tranquilizó tan rápido como pudo cuando lo vio levantarse con la intención de tomar el teléfono.

HyeJin suspiró pesadamente y volvió su atención al plato de waffles, mismos que aún seguían intactos; se preguntaba si decirle algo a su padre al respecto era ir demasiado lejos, pero necesitaba un consejo sobre la situación que la estaba atormentando y sabía que no podía ir y conseguirlo con sus amigos por obvias razones, así que su padre era la persona más cercana con la que podría hacerlo.

—En realidad... Hay algo que me está dando vueltas en la cabeza— comentó, tomando finalmente una decisión, dejando el tenedor sobre el plato.

—Puedes decirme cualquier cosa— le animó su padre con voz temblorosa pues temía que fuera algo relacionado a HoSeok.

—Uno de mis amigos... me confesó que le gusta otro de mis amigos— dijo suavemente, como si estuviera hablando de un tema demasiado delicado —Ya sabes... amigos.

El hombre, que en un inicio había parecido muy confundido al respecto, entendió todo cuando su hija hizo especial énfasis en el género. Él no era un experto en esos temas, de hecho, le sorprendía mucho encontrarse a sí mismo hablando con tanta libertad al respecto con su hija; en sus tiempos de adolescencia y niñez, hablar de un tema como aquel le habría ganado de su padre una fuerte bofetada en la boca.

Decir que él era mucho más liberal y que tenía la mente más abierta que su padre sería mentir descaradamente, lo cierto era que él no entendía mucho del tema, pero su hija le había hecho entender que no había nada de malo en que algunas personas amaran a personas del mismo sexo así que seguramente estaba más informado que la antigua generación, además se había educado para volverse mucho más tolerante al respecto cuando supo que algunos de los amigos de HyeJin pertenecían a ese grupo.

—¿Y por qué eso te afecta tanto?

—Bueno... resulta que... siempre pensamos que a ese amigo le gustaban las mujeres— hizo una mueca y nuevamente sintió un nudo en el estómago —Desconozco si se lo haya dicho a alguien más, aunque honestamente lo dudo.

—¿Entonces solamente lo sabes tú? — HyeJin asintió y su padre intentó comprender —¿Es malo?

—Aprecio mucho que me haya contado es solo... No sé qué hacer o que decir— se encogió en su asiento, cruzando los brazos frente a su vientre

—No creo que tengas que decir nada— dijo dando un trago largo a su taza de café —Tu amigo ha tenido la confianza de contarte algo que es tan personal para él, lo único que puedes hacer al respecto es brindarle apoyo durante este tiempo que debe ser difícil para él.

—Pero ¿y si la persona que le gusta también es mi amigo? Además... Los dos se gustan...creo.

—Aun teniendo esa información no es tu deber decir nada a ninguno de los dos— se aclaró la garganta, no era un experto en esos temas, pero sabía lo delicado que era —No es tan fácil como si fuera una relación... típica ¿sabes?

HyeJin asintió, mirando a su padre a los ojos, este se tomó un momento para pensar en sus palabras y luego continuó

—Si tú amigo lo ha mantenido en secreto es por algo, si tú vas a contárselo a alguien más, por buena que parezca tu intención, puedes causar mucho daño a muchas personas.

Las palabras de su padre resonaron en su mente por unos segundos y asintió, comprendiendo el punto al que quería llegar. Aquello era muy cierto y era algo que no había cruzado por sus pensamientos esos días, pero en realidad lo último que ella quería era hacerle daño a alguien.

—Tienes razón, papá —dijo finalmente—. No quiero hacerle daño a nadie, y si decir algo podría complicar las cosas, prefiero quedarme callada. Solo... me preocupa que puedan estar sufriendo por no hablar entre ellos.

—Es normal que lo hagas, son tus amigos después de todo, pero deja que ellos encuentren su propio camino ¿De acuerdo?

Los ojos de HyeJin había recobrado la tranquilidad y en sus labios se dibujó el atisbo de una sonrisa que hacía que su padre se diera cuenta que había logrado que la nube de preocupación que nublaba la mente de su hija se disipara.

—Creo que necesitaba escuchar eso— esta vez le sonrió más ampliamente —Gracias, papá.

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Decir que estaba nervioso era decir muy poco, aunque en aquellos momentos no pudiera encontrar una palabra que describiera su estado de ánimo. Aterrado no era correcto, pues en realidad estaba entusiasmado, pero aquello no quitaba el hecho de que sus manos temblaban sin control y que tenía el estómago revuelto.

Luego de que JungKook mencionara explícitamente que quería ver los stickers que le había regalado, TaeHyung se apresuró a pedirle a sus padres permiso para llevarlo a la casa y trabajar en su ensayo; no le tomó mucho, por supuesto, pero saber que estarían solos durante la tarde hizo que los escenarios que él creía imposibles comenzaran a asaltar su mente.

—¿Estás listo? — preguntó JungKook, siendo incapaz de ocultar su emoción.

TaeHyung asintió igual de emocionado, pero visiblemente más alterado por la situación. Se montó en el auto de JungKook luego de haberse despedido de sus amigos en la puerta principal de la escuela y sonrió con nerviosismo al pelinegro. El camino a su casa no fue demasiado largo, JungKook condujo demasiado rápido para el gusto de TaeHyung, pero pronto estuvieron en la casa del rubio

—Es una linda casa— murmuró JungKook en cuanto entraron.

TaeHyung soltó una risita pues apenas estaban en el vestíbulo y no había manera de que viera más allá de la entrada del comedor, la puerta de la oficina-biblioteca de su padre también estaba cerrada.

—Gracias— dijo, aun así, luego comenzó a caminar hasta la cocina, con JungKook siguiéndolo de cerca —Cabe la posibilidad de que mamá haya dejado alguna comida demasiado rebuscada.

El pelinegro lo miró con curiosidad. Cruzaron el comedor y siguieron de frente hasta la cocina, JungKook no recordaba la última vez que su madre había preparado algo de comida por ella misma, pero definitivamente había una enorme diferencia entre la cocina de su casa y aquella; en casa JungKook no veía la cocina más que como el lugar de donde salía la comida.

La cocina de la casa de TaeHyung era una historia completamente diferente, estaba llena de vida y detalles personales que le daban un toque cálido y acogedor. Había plantas en las ventanas, libros de recetas en los estantes, y utensilios colgando organizadamente; en la nevera había algunos dibujos viejos que eran sostenidos por imanes de colores y una hoja que reconoció como el pequeño poema que habían escrito la semana pasada en el taller de poesía de la clase del profesor Kim.

En la encimera había una larga hilera de cajas de cereal que, en la mente de JungKook, contrastaron con la única caja de aburrido "Special K" que había en su casa.

—¿El cereal de Mr. T? — preguntó mirando la caja de colores brillantes.

—Viene con stickers de Mr. T— se encogió de hombros —Necesitaba algunos hace unos meses para el regalo de cumpleaños de Jae y a papá le gustó el sabor así que ahora lo compramos.

Su padre habría llamado a aquello una pérdida de dinero, algo estúpido.

—¿Cuál es tu favorito?

—Cinnamon Toast Crunch— dijo con una sonrisa —Es delicioso.

JungKook le sonrió y asintió. Él no lo había probado antes, ahora deseaba hacerlo

—Mamá dejó dinero para pizza— dijo TaeHyung, demasiado emocionado —¿Tienes hambre?

—No mucha.

—Bien, vayamos a trabajar un rato y en un rato más la pedimos.

El presidente asintió estando de acuerdo y TaeHyung levantó su pulgar antes de guardarse el dinero en el bolsillo trasero del pantalón.

—Ahora sígueme de nuevo, es hora de mostrarte mi cueva.

Abandonaron la cocina y subieron las escaleras, en los muros había muchas fotos de la familia que JungKook intentó ver con atención, pero TaeHyung iba demasiado rápido por lo que se perdió muchas de ellas. Una vez arriba, lo primero que llamó la atención del pelinegro fue el montón de lienzos que estaban estratégicamente acomodados en lo que parecía ser un espacioso loft.

—¿Esas son las pinturas de tu madre? — preguntó con curiosidad.

—Si, está trabajando en una colección en este momento, lamento el desorden y lamento no poder mostrarlos, pero mi madre se enterará y podría provocar la tercera guerra mundial.

—No la hagamos enojar entonces.

TaeHyung soltó una risita que hizo que el corazón de JungKook bailara con alegría, luego llegaron a su habitación y sintió que su corazón iba a explotar ¿De verdad iba a estar solo con TaeHyung en su habitación? Aquello le parecía algo que solo podía pasar en sus sueños y, aunque estaba seguro que no haría nada estúpido, no podía evitar sentirse nervioso al respecto.

La habitación de TaeHyung no era como JungKook la esperaba... En realidad no esperaba nada, pero tampoco se había pasado horas imaginándola. Las paredes estaban pintadas de un muy tenue color beige que a simple vista se percibía como blanco y eran adornadas por algunos posters de diferentes películas y artistas, la cama estaba más cerca del lado derecho de la habitación, aunque no completamente pegada a la pared donde se encontraba la ventana.

Frente a la cama, pero un poco más lejos de esta, se encontraba un escritorio en el que había hojas, algunos libros abiertos y libretas llenas de anotaciones que picaron la curiosidad del presidente.

El piso estaba recubierto por una alfombra café claro que lucía bastante nueva; también había algunos muebles con libros, cintas de música y una que otra figurilla de alguna película que JungKook reconoció al instante, cada mueble estaba adornado a los lados con algunos stickers, incluso la cabecera de la cama parecía estar llena de ellos.

Había un rincón en la pared para algunas fotos, entre las que destacaban fotos grupales, una foto de JiMin con un pequeño golden retriever en el regazo y una con YoonGi y HoSeok en la feria del cuatro de julio de ese mismo año.

TaeHyung le sonrió cuando lo vio observándolas.

—Bienvenido a mi morada— dijo extendiendo los brazos

—Muy agradable— declaró JungKook, finalmente quitándose la mochila para dejarla junto al lugar en el que TaeHyung había dejado la suya.

—Déjame recoger aquí para que podamos empezar a trabajar— dijo caminando hasta el escritorio y comenzando a levantar todo.

—¿Qué es todo eso?

—Uhm... Bueno, no es nada aún— aclaró con una sonrisa tímida —Pero algún día será una de las mejores historias de fantasía medieval... creo.

Para nadie era un secreto que TaeHyung disfrutaba de escribir, él nunca lo había ocultado, pero JungKook nunca había visto tan de cerca el trabajo de su compañero hasta ese momento. Por alguna razón le causó cierto tipo de emoción.

—Estoy seguro que lo será.

A TaeHyung le gustaba que se lo dijeran, lo motivaba demasiado, pero el hecho de que JungKook se lo dijera hizo que un reconfortante calorcito se extendiera por su pecho y que una brillante sonrisa se dibujara en su rostro.

—Gracias— susurró al tiempo que terminaba de recoger —Podemos empezar... escribí un párrafo anoche pero no estoy seguro que sea lo que necesitamos y...

—Espera, yo vine aquí con otro propósito— lo interrumpió.

TaeHyung frunció el ceño por un momento y ladeó la cabeza, mirándolo confundido; sin embargo, luego de un par de segundos reaccionó y la sonrisa volvió a su rostro.

—Claro.

Caminó hasta la ventana y movió las delgadas cortinas a un lado, dejando que el sol de la tarde se colara en su habitación y, con ello, que los pequeños reflejos de colores iluminaran la cama. JungKook miró los stickers pegados en la ventana de manera estratégica para capturar la mayor parte de la luz solar y sonrió sin poder evitarlo.

—Se ve lindo— dijo señalando la ventana.

—¿Verdad que sí? Gracias por el regalo, de verdad me gustó mucho.

—No fue nada.

JungKook pensó que necesitaba conseguirle más de aquellos para que pudiera llenar su habitación de colores; aunque, siendo honestos, el hecho de que TaeHyung estuviera ahí ya la hacía demasiado colorida y vibrante.

No tardaron demasiado en ponerse a trabajar, Tae puso en su grabadora una de las cintas que tenía y mientras escuchaban música compartieron sus ideas acerca del ensayo, hicieron algunas correcciones y escribieron un par de párrafos más, luego hicieron una pausa para pedir la pizza y escribieron un poco más mientras llegaba.

Para cuando terminaron de comer, ambos ya tenían ideas para seguir con su trabajo; sin embargo, TaeHyung notó que JungKook parecía un poco más cansado que al inicio y en general aquel día había sido consciente de las muy notorias ojeras que el presidente de la clase llevaba bajo sus ojos.

—¿Has dormido bien, JungKook? — preguntó seriamente preocupado mientras lo veía escribir

El pelinegro bajó su lápiz y se giró para mirarlo, frunciendo el ceño sin entender a que venía la pregunta. Quizás se debía a que había bostezado cuatro veces en los últimos dos minutos.

—Algo así...

La verdad era que desde que se había sincerado con HyeJin no había podido dormir, había demasiadas cosas dando vueltas en su cabeza; se regañaba a sí mismo por haber soltado su propio secreto como si fuera nada, él lo manejaba con cuidado y discreción, pero no sabía que tanto lo haría ella, también estaba asustado porque haberlo dicho significaba que aquello era real y aún no sabía cómo manejarlo de manera correcta.

A JungKook casi siempre se le daba muy bien el guardar secretos, pero en aquella ocasión se sentía demasiados ahogado en sus propios pensamientos, sentía que si no se lo decía a alguien se volvería loco; pero ahora que se lo había dicho a alguien era el miedo a ser expuesto sin su consentimiento. Aunque TaeHyung estaba demasiado normal con él lo cual significaba que HyeJin no había dicho nada. Aún.

Se preguntaba como reaccionaría TaeHyung si se enterara que le gustaban los hombres ¿Y si le dijera que le gustaba él? Aún era muy pronto, pero ¿Por qué sentía que debía ser más sincero con él? Seguramente porque se sentía en deuda sobre todo lo que había compartido con él la noche que estuvieron en Penny Lane Pies.

—En realidad no he estado durmiendo bien.

—Puedo verlo— asintió el rubio —¿Podría saber por qué? ¿Quieres compartirlo?

¿Quería?

Quizás no tenía que ser excesivamente abierto...

Quizás si le decía solo algunas cosas...

—Mi mente es un revoltijo estos días— dijo encogiéndose de hombros, tratando de parecer casual, aunque por dentro estaba aterrado.

Su mente no parecía querer que se guardara aquello y lo estaba haciendo hablar de más ¿De verdad le iba a contar?

—Tae... Si te digo ¿prometes que las cosas no se van a poner... extrañas?

Aquello le causó al rubio un escalofrío, no le gustaba lo serio que se había vuelto todo tan de repente y mucho menos le gustaba la sombra que pareció entristecer a JungKook, era como si alguien lo hubiera cubierto de una pesadez que no podría explicar, aunque quisiera. Las palabras parecieron quedarse atascadas en su garganta y simplemente terminó por asentir lentamente.

JungKook suspiró con pesadez y su atención abandonó por completo las hojas del ensayo.

—Hace unos pocos días yo... — su voz se apagó, pero tenía que decirlo de alguna forma así que se acomodó en la silla y evitó a toda costa mirar los ojos de TaeHyung —Creo que estoy un poco confundido respecto a... No sé si solo me gustan las chicas.

Había dicho aquello tan rápido que por un segundo TaeHyung creyó haber escuchado mal, pero luego de un par de segundos de silencio se dio cuenta que no había sido de ese modo y que las palabras que había escuchado eran las que habían salido de los labios de JungKook.

La habitación se sumió en un pesado silencio, la música pareció enmudecer y la temperatura descender un par de grados; al rubio se le hizo un nudo en el estómago y su cabeza punzó dolorosamente.

—JungKook... — comenzó a hablar, pero la verdad era que no sabía que decir al respecto

El pelinegro no lo apresuró pues era consciente de que aquello había resultado en extremo abrumador para TaeHyung y entendía que le tomara un poco de tiempo procesar la idea inicial, sobre todo cuando se la había dicho así, sin un poco de tacto.

—Lo siento...

—No te disculpes— se apresuró a decir, él sabía lo que se sentía tener que disculparse constantemente por ser como era y no quería que JungKook sintiera lo mismo, no cuando estaba abriéndose acerca de un tema tan delicado —Es solo... inesperado.

—Lo sé.

TaeHyung lo pensó un poco mientras JungKook observaba sus reacciones detenidamente, sabía que no estaba juzgándolo, pero el hecho de que no dijera nada solo lo ponía más nervioso.

—Antes que todo... Gracias por decirme esto— dijo TaeHyung, buscando la mirada de JungKook —Sé mejor que nadie que no debió ser fácil decirlo o.... llegar al punto de aceptarlo.

El mariscal de campo asintió suavemente, estando de acuerdo con aquello.

—¿Alguien más sabe de esto?

—Solo... la señorita Bae.

No mencionó a HyeJin, él de verdad confiaba en que TaeHyung no andaría por ahí hablando al respecto, pero tampoco quería ser un tema de conversación recurrente entre ellos, necesitaba ver como se comportaban con el conocimiento individual.

—Wow... Bueno, entonces te agradezco el doble— asintió, JungKook le regaló una pequeña sonrisa que no alcanzó sus ojos —No te puedo decir mucho, pero... te puedo asegurar que no necesitas saber todo sobre ti mismo en un solo momento, date la oportunidad de seguir experimentando esta parte de ti y... No dejes que nadie te obligue a hablar sobre algo que no estás listo aún.

—Es todo muy confuso, Tae— suspiró con pesadez —Se siente como si hubiera un revoltijo en mi mente todo el tiempo... ¿Recuerdas que en cuarto grado fuimos a un paseo escolar y el cachorro de la señora Tully se mareó tanto en el autobús que terminó vomitando en el regazo de NaYeon?

—¿Tu mente se siente como el vomito del perro de la señora Tully?

—Peor— sonrió levemente

TaeHyung soltó una débil carcajada ante la comparación y asintió, comprendiendo a lo que se refería.

—Entiendo que debes estar demasiado confundido— dijo finalmente, JungKook asintió con suavidad —Pero tómalo con calma ¿de acuerdo? Nada de lo que está sucediendo ahora te vuelve una mala persona si es que alguien se atreve a decírtelo alguna vez y la incertidumbre no te va a durar por siempre tampoco.

Quizás era el hecho de que TaeHyung había pasado por algo similar hacía unos cuantos años, pero sus palabras se escuchaban mucho más reconfortantes que las de cualquiera, como si realmente hubiera una promesa de que todo estaría bien. TaeHyung había logrado llegar a buenos términos con quien era y ahora no parecía tener miedo, quizás a él le pasaría igual.

Quizás.

Un bostezo lo interrumpió antes de que pudiera hablar y se disculpó de inmediato, haciendo reír a TaeHyung nuevamente.

—¿Por qué no duermes un rato? — preguntó el rubio, ganándose una mueca de confusión —Aún tenemos un par de horas hasta que mis padres lleguen.

Tae miró el reloj en su pared para confirmar lo que acababa de decir y asintió suavemente, el reloj marcaba las cinco con treinta de la tarde y sus padres no llegaban hasta las ocho o nueve, eso era todos los lunes porque ellos decidían aprovechar los días que menos trabajo tenían para tener alguna cita durante la tarde.

—¿Dormir? Aún debemos terminar el ensayo— mencionó con una mueca.

—El ensayo va bien— lo interrumpió —No nos falta mucho para terminar y aun tenemos dos semanas hasta que se entregue, lo terminaremos con tiempo de sobra.

—No sé si pueda dormir, yo...

—Entonces acompáñame.

JungKook frunció el ceño cuando TaeHyung se levantó del escritorio, pero no puso objeción y lo siguió; bajaron por las escaleras y luego se dirigieron de vuelta a la cocina. Ahora que estaba anocheciendo y que la luz tuvo que ser encendida, le daba un aspecto aún más acogedor.

—Cuando no puedo dormir, pero debo hacerlo mi mamá me prepara un té o algo similar— dijo rebuscando entre los especieros de su madre —Hace un tiempo, JiMin me compartió una receta muy buena y es lo que he usado para dormir desde entonces.

—¿Me vas a sedar o algo así?

—Si, el presidente de clase no puede estar así de cansado.

El pelinegro sonrió y lo dejó hacer mientras él lo observaba recargado desde la barra de la cocina. TaeHyung sacó la leche del refrigerador y luego calentó un poco de ella a fuego bajo.

La curiosidad de JungKook se avivó cuando Tae sacó de un frasco unas pequeñas hojas de color lila.

—¿Qué es?

—Flores de lavanda— se encogió de hombros —Y le pondré miel.

—Definitivamente suena a algo que te hace dormir— murmuró, haciendo que Tae sonriera ampliamente.

Un par de minutos después, el rubio le entregó una taza con la bebida caliente, JungKook la miró extrañado por un segundo, pero ante la severidad de la mirada de TaeHyung decidió que era mejor beberla.

JungKook no había probado una bebida así en toda su vida, su madre se la vivía entre capuchinos y martinis y su padre solamente tomaba whisky, él probablemente le habría dicho que tomar leche caliente con lavanda y miel era para mujeres. Sin embargo, nadie estaba ahí para juzgarlo así que cuando el aroma dulzón inundó sus pulmones no dudó ni un segundo más en beberlo.

La sensación de calidez que le llenó una vez dio el primer trago le hizo cerrar los ojos, ante la mirada curiosa de TaeHyung que esperaba poder obtener un veredicto de su bebida. La pequeña sonrisa que se extendió en los labios de JungKook le hizo saber que había hecho un buen trabajo.

—Delicioso.

—Me alegra que te guste.

—¿Cuánto tiempo debo esperar a que esto haga efecto?

—No mucho, en cuanto lo termines estarás por dormirte.

Aquello fue cierto, regresaron a la habitación unos minutos después, con la taza de leche a medio terminar y JungKook ya sentía sus parpados pesados; aún estaba un poco reacio a dormirse, pero luego de un poco más de insistencia por parte del rubio terminó por aceptarlo y se tiró sobre la cama.

No pasó mucho tiempo antes de que se quedara dormido y cuando TaeHyung lo notó soltó una risita. Se acercó a la cama para cubrir el enorme cuerpo de JungKook con una manta ligera y sonrió al verlo así de tranquilo.

Su mente viajó inmediatamente al momento en que JungKook le había confesado algo tan personal apenas un par de horas antes y su pecho punzó dolorosamente cuando su corazón se aceleró.

Todo lo que había estado rondando por su cabeza y que antes parecía imposible, ahora tenía un destello de esperanza, pero por alguna razón no se sentía correcto.

Quizás era porque sabía y entendía el conflicto que había en esos momentos en la mente de JungKook, porque él había vivido en carne propia todo esa frustración e incertidumbre y no había sido nada agradable.

La parte más irracional de él, la que era fantasiosa y enamoradiza le gritaba que le dijera todo lo que pensaba acerca de él, que se confesara porque había una mínima posibilidad de que sus sentimientos fueran aceptados.

Su parte más sensata le decía que no se atreviera siquiera a pensar en eso, porque JungKook ya tenía demasiado con todo lo que estaba pasando en su mente como para agregarle una cosa más en la que pensar, además el hecho de que a JungKook pudieran gustarle los hombres no significaba que mágicamente le gustaría él, de hecho, era bastante tonto asumir aquello.

TaeHyung suspiró pesadamente, a él en verdad le gustaba JungKook, pero sobre todo lo apreciaba como el increíble amigo que estaba demostrando ser y TaeHyung nunca haría algo que pudiera lastimar a sus amigos.

Su mano se atrevió a cepillar suavemente los cabellos del pelinegro y una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios.

Definitivamente era mejor esperar.

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14 de Agosto de 1986

Aquel día era preciado para los estudiantes por el simple hecho de que las clases eran canceladas y muchas actividades divertidas tomaban lugar en las instalaciones de la escuela.

La preparatoria de Sunnybrook Falls celebraba el aniversario de su creación con una pequeña feria a la que la mayoría de los alumnos asistía; muchos otros, como nuestro querido rubio, optaban por quedarse hasta tarde en cama, pues un descanso de tanto ajetreo siempre era bien recibido.

Ir a la feria ese año no parecía la mejor de las ideas, sobre todo porque la mayoría de sus amigos no atenderían por la misma razón así que simplemente decidió que no iría. Sin embargo, aquello no significaba que se quedaría todo el día en la casa, pues su madre había intercambiado con él su asistencia al evento por que le ayudara a hacer algunas compras, trato que TaeHyung muy alegremente había aceptado. Así que luego de que se bañó y estuvo listo salió con dirección al centro comercial, a visitar la recién abierta tienda de arte.

Durante aquellos días que habían pasado luego de la confesión de JungKook no había podido dejar de pensar en ello, su mente parecía no querer soltar aquel insistente pensamiento que le decía que si fuera a confesarse con JungKook las cosas saldrían bien.

Sabía que las cosas no eran tan fáciles, pero la curiosidad cosquilleaba en su interior y le estaba costando trabajo no sucumbir ante ella, sobre todo cuando la vida misma parecía querer retarlo constantemente.

—¡Tae!

Esa era la voz de JungKook, lo sabía a la perfección. Lo que no sabía era que estaba haciendo ahí y qué estaría pagando él al no ser capaz de tener un momento de tranquilidad.

El rubio se giró de inmediato para saludarlo, porque no iba a ser un maleducado y pasar de largo ahora que había llamado su atención.

—Hola— dijo con una sonrisa mientras se acercaba —Pensé que estarías en la feria de escuela.

—No tenía muchos ánimos— dijo encogiéndose de hombros.

Aquello no era del todo mentira, la verdad era que no había asistido porque YeonJun le había arreglado una cita; muy a su pesar, lo había metido en esa situación con una chica conocida suya de Millstone quien parecía demasiado contenta con la idea de salir con JungKook.

Él no entendía que le había dado de pronto, pero YeonJun parecía demasiado entusiasmado con la idea de conseguirle una novia a pesar de los esfuerzos que JungKook había hecho para disuadir sus ideas. Sin embargo, ya le había asegurado a la chica que iría y el mariscal no era conocido por ser alguien que faltara a su palabra.

Así que ahí estaba, esperando a una chica desconocida, quien ya tenía media hora de retraso.

—¿Qué hay de ti?

—Lo mismo— hizo una mueca —¿Estás esperando a alguien?

—Uhm... Se supone que lo hago— miró el reloj en su muñeca y frunció el ceño —Pero ya ha pasado mucho tiempo, creo que no vendrá.

Por alguna razón no sonaba siquiera un poco molesto.

—¿Te han dejado plantado, presidente? — preguntó con genuina sorpresa y JungKook sonrió

—Eso es lo que parece— se encogió de hombros, restándole importancia —¿Tú que haces aquí?

—Vine por algunas cosas de mi madre— levantó el par de lienzos que llevaba en las manos, así como también la bolsa con pinceles y pinturas —Ahora volveré a casa a.... hacer nada.

JungKook sonrió y una idea cruzó por su cabeza, aunque sabía que no era la mejor era una buena idea para no irse a encerrar a su casa solo y dejar que los pensamientos le atormentaran.

—¿Tienes algo más que hacer el día de hoy? — Tae negó suavemente —¿Por qué no hacemos algo?

El corazón del rubio se saltó un latido y luego se aceleró, martillando con fuerza dentro de su pecho y causando que se sintiera demasiado alterado sin saber exactamente cómo responder a aquello.

—¿Hacer algo?

—Bueno, ya tenía planeado el día para pasarlo fuera así que... — se rascó el cuello con nerviosismo —Podríamos ir al cine si tú quieres.

¿Ir al cine? ¿Juntos? ¿Solos?

—¿Al cine?

—Escuché que hay un par de películas que valen la pena— comentó con la esperanza de que aquello convenciera al chico —O podemos comer pizza... Ir al arcade.

—El cine suene como una buena idea.

De esa manera no tendría que mirarlo demasiado y no se pondría nervioso, no tendría que hablar mucho tampoco por lo que su cerebro no lo traicionaría haciéndolo decir algo inapropiado respecto a la confesión de JungKook.

Quizás simplemente debió decir que no y regresar a su casa, pero no habría podido hacerlo aún si hubiera querido, porque no era tan tonto como para rechazar la oferta de pasar un momento agradable junto al chico que le gustaba, mucho menos ahora que sabía que el mar de posibilidades era vasto.

—¡Genial! — aquello había salido con un tono cargado de emoción y TaeHyung sintió sus mejillas calentarse cuando JungKook se aclaró la garganta —Dejemos estas cosas en mi auto y vamos ¿Sí?

Tae solo pudo asentir ¿En que clase de cosas se estaba metiendo?

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—Asqueroso— murmuró al salir de vuelta al brillante exterior.

JungKook dejó salir una risita al verlo estremecerse ante los recuerdos de la película que acababan de ver.

—Solo fue un poco de baba falsa— le tranquilizó aun riendo, dejando el contenedor de palomitas en el bote de basura, intentando limpiar la sal de sus manos

—Lucía demasiado real— arrugó la nariz —La próxima vez déjame escoger la película.

Se detuvo al escuchar sus propias palabras, estaba ahí implicando que habría una próxima vez aún si aquella salida no había estado planeada y fue algo que quizás no se volvería a repetir en el futuro; se sintió avergonzado, pero JungKook pareció no darle importancia pues simplemente sonrió y asintió.

—Escuché algunos rumores de que harían una proyección de las películas de Star Wars pronto— dijo TaeHyung y la mención de la tan afamada saga hizo que los ojos de JungKook brillaran —Quizás podríamos venir...

—¡Si! — nuevamente demasiado emocionado, a TaeHyung comenzaban a agradarle ese tipo de respuestas.

—A los chicos seguro les gustará verlas, especialmente a HoSeok.

JungKook se sintió desilusionado por un segundo, en su mente aquel plan únicamente era para él y TaeHyung, pero pronto se dio cuenta de lo ridículo y arriesgado que sería considerarlo de ese modo. Su sonrisa se volvió incómoda y agradeció que el rubio no lo notara.

—Si, suena como a un gran plan— TaeHyung frunció el ceño, su voz había sonado mucho más apagada que antes. —¿Quieres que te lleve a casa?

—Ya te he dado muchas molestias hoy— negó TaeHyung —Gracias por pagar las entradas, te lo pagaré cuando reciba mi mesada.

—No es necesario, TaeHyung— le tranquilizó con una media sonrisa —Tú pagaste las palomitas.

—No quiero molestarte.

—¿Por qué crees que me molestas? Yo estoy ofreciéndome a llevarte, si no quisiera hacerlo o no pudiera hacerlo ni siquiera lo ofrecería en primer lugar.

TaeHyung sabía bien que ya había sido considerado un estorbo y una molestia por sus antiguos "amigos" y aunque estaba trabajando en ello, cosas como esas aún seguían poniéndolo inseguro; sin embargo, no se sentía aún con la libertad suficiente de contarle a JungKook todo lo que había pasado.

—Lo preguntaré una vez más— declaró el pelinegro —¿Quieres que te lleve a tu casa?

—Lo agradecería mucho— dijo con timidez.

—¿Ves? No es tan difícil.

Una pequeña sonrisa se extendió por los labios del rubio y asintió, luego de eso subió al auto aún sintiéndose algo cohibido.

El viaje duró menos de lo que a TaeHyung le hubiera gustado, pero en el camino hablaron con bastante comodidad, lo que le hizo saber al rubio que JungKook lo consideraba cercano, aquello hizo que el corazón se le calentara.

Cuando llegaron a la calle de TaeHyung, fueron sorprendidos por la madre de este, que apenas llegaba del trabajo.

Elizabeth se sorprendió bastante al ver a su hijo bajar de aquel flamante auto rojo y se sorprendió aún más al reconocer a su acompañante como el hijo del alcalde; su estomago se retorcía con nerviosismo cuando recordaba la creciente amistad de su hijo con aquel muchacho, últimamente los dos parecían demasiado cercanos y ella no sabía que tan bueno era aquello.

—Mamá— la saludó TaeHyung, su corazón latió con más rapidez cuando notó que JungKook se había bajado del auto también, seguramente para saludar a su madre.

—Buenas tardes, señora Kim— saludó el pelinegro extendiendo su mano hasta la rubia mujer, quien la tomó y la estrechó con una sonrisa.

—Mamá él es JungKook— lo presentó.

—Lo conozco— dijo la mujer sin perder su cordialidad ni su sonrisa —Le di clases de pintura a tu madre cuando tenías unos seis meses de edad.

Aquello sinceramente sorprendió al mariscal de campo y a TaeHyung también, quien sintió que la incomodidad se disipaba con las palabras de su madre.

—Lamento que TaeHyung haya llegado tarde— se apresuró a disculparse, ganándose una mirada curiosa por parte del rubio —Lo distraje un poco, por eso decidí traerlo, espero que eso no le moleste.

Elizabeth no estaba molesta, un tanto consternada quizás, pero agradecía el buen gesto del muchacho.

—Te agradezco mucho, JungKook— le dijo honestamente. El pelinegro asintió y luego le sonrió a TaeHyung, preparándose para despedirse —¿Te gustaría quedarte a comer?

Tae miró a su madre como si le hubiera salido una segunda cabeza.

—Ah, no se preocupe, yo...

—Insisto, es mi forma de agradecerte por traer a mi hijo.

JungKook no creía que hubiera hecho mucho con hacerle aquel pequeño favor y la verdad era que Elizabeth tampoco creía que fuera una gran hazaña, pero sin duda deseaba conocer mejor al chico de quien su hijo tanto hablaba, sobre todo porque ya era consciente de la manera en que los ojos de TaeHyung brillaban cuando hablaba de él.

—Uhm... supongo que en ese caso podría quedarme un rato.

La mujer aplaudió ligeramente, completamente complacida con aquella respuesta y JungKook sonrió ampliamente ante la emoción de la madre de TaeHyung, el rubio por el contrario suspiró pesadamente.

Definitivamente le esperaba una larga tarde.

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