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Octubre | Vacío

La puerta principal del apartamento Yagami se abrió, y Kari y Yung se separaron de golpe. La cara de la chica se había colorado levemente, y su boca parecía incapaz de cerrarse del todo debido a la impresión. De todas las cosas que hubieran podido pasar, el beso de Yung era la que menos se hubiera imaginado. Varias voces se escucharon desde la puerta y Kari intentó pensar con claridad en quiénes podían ser, pero el beso la había descolocado demasiado.

Tai apareció en el salón cocina y Yung cogió su móvil del mueble de la tele, fingiendo estar ocupado con eso antes de que entrase. Detrás de Tai apareció Sora seguida por Matt. El corazón de Kari palpitó con fuerza al ver a un segundo rubio asomarse, y TK se encontró con su mirada solo un instante antes de posar los ojos sobre el chico moreno que la acompañaba. Matt miró a su hermano menor de reojo, presintiendo por su comportamiento y el de Kari que algo no iba bien. Al ver la expresión del muchacho, intercambió una mirada con Sora, que también se había dado cuenta.

-Yung –saludó Tai.

-Tai –sonrió el chico.

-Me estaba enseñando algunos pasos de baile porque no pude ir ni ayer ni antes de ayer a clase –Kari se explicó enseguida, pretendiendo ocultar todo rastro que les llevase a pensar en cualquier otra cosa.

Tai arqueó una ceja y miró al chico de arriba abajo, quizás en un intento por adivinar lo que había pasado en realidad. Kari presentó a Sora y a Yung con rapidez para evitar que a su hermano se le ocurriera algo. Sabía que era imposible que llegase a la conclusión del beso con tan solo mirarlos, pero todo lo que había pasado unido a la presencia de TK la había puesto realmente nerviosa, y al rubio no le pasó desapercibido ese hecho.

-Tai quería ver una película de miedo –dijo Sora–. ¿Se apuntan?

-No, me tengo que ir a...

-Quédate –lo interrumpió Kari.

Con una sola mirada, Yung pudo adivinar que la chica necesitaba que estuviese ahí con ella, probablemente porque le daba miedo que su hermano y sus amigos se atreviesen a interrogarla a ella y a TK. Tenían demasiada confianza como para hacerlo, y Kari lo sabía. Pero desde fuera y sin saber lo que había pasado, la mirada de complicidad de ambos se entendía de otra manera.

-Está bien –dijo al fin.

TK vio la escena y fijó la vista en el suelo, y Kari lo miró justo a tiempo para notar cómo apretaba la mandíbula con fuerza.

Tai colocó un CD en el DVD que había bajo la tele y programó la película en lo que Sora hacía palomitas y Matt sacaba algunos sándwiches de un recipiente que había traído de su casa. Kari volvió a colocar la mesa de café en mitad de la sala y se sentó junto a Yung en uno de los sofás.

-¿Qué película es? –Le preguntó a su hermano.

-Paranormal Activity.

-¿Esa no se estrenaba la semana que viene?

-Izzy.

A ella le sobraron las explicaciones, pero Yung no sabía de qué hablaban.

-Es un amigo nuestro, muy inteligente y un experto en informática. Habrá hackeado algún ordenador de Estados Unidos para conseguirla.

-¿Eso no es ilegal? –Preguntó Yung, aunque ya supiera la respuesta.

-Tiene contactos –añadió Matt sin más.

Tai, Sora y Matt se sentaron en el sofá que estaba vacío, así que a TK no le quedó más remedio que sentarse junto a Kari, dejándola entre él y Yung. La chica se sintió de pronto más incómoda que cuando se había convertido en el centro de las miradas en el instituto. TK miraba la televisión con un codo apoyado en el costado del sofá y la cabeza sobre el puño cerrado, aparentemente tranquilo, mientras que Yung intercambiaba con Kari algunas miradas, como si quisiera decirle que intentase relajarse. Pero no podía. Con TK ahí le era imposible, sobre todo después del beso. De LOS besos, rectificó. ¿Por qué se ponía tan nerviosa? Ella y TK no estaban juntos. Es más, había sido él el que se había negado a que lo estuvieran, el que le había cedido la libertad de estar con quien quisiera. Pero ¿quería estar con Yung?

La película comenzó y Kari juntó las manos sobre su regazo, intentando concentrarse en lo que le ocurría a aquella pareja que grababa su documental casero. Sora se había puesto el bol de palomitas sobre las piernas para que los dos chicos que estaban a sus dos lados pudieran comer, y Tai pasó el brazo por la parte trasera del sofá, como hacía de costumbre. En uno de los momentos, la mano de Sora dio un pequeño brinco y Tai sonrió con sorna, provocando que la chica le lanzase una mirada en la que había impregnado un "no estaba asustada" que no engañaba a nadie. Unos minutos más tarde, estaban todos en completa tensión.

-Pero no entres ahí –le dijo Tai a la protagonista.

Sora dio un grito y se abrazó al mayor de los Yagami. Matt había cogido el bol en el aire justo a tiempo para que no cayera nada, movido en parte por sus reflejos y en parte por el susto que le dieron la película y Sora. Tai estalló en carcajadas y Sora le dio un golpe en el pecho con la cara levemente sonrojada. Se cruzó de brazos y se pegó a Matt, apoyando la cabeza en su hombro. Tai volvió a reír al notar que Matt también se había asustado, y recibió entonces el dedo levantado del rubio, que miraba la película intentando disimular.

En el otro sofá, al mismo tiempo, Kari agarró la primera mano que encontró. Miró al dueño de esa mano, pero TK no había girado la cabeza para mirarla; seguía con la vista fija en la televisión, sin una minúscula señal de que se hubiera asustado. Sin embargo, había aceptado su mano. Kari sintió ganas de abrazarlo y de olvidar todo lo que les había pasado en los últimos días, pero sabía que no podía y se contuvo. Sí, quería estar con Yung, pero al mismo tiempo estaba demasiado unida a TK y no era capaz de imaginarse estando con nadie más. Notó que Yung movía una mano, incómodo, y no pudo resistirse a darle la mano que tenía libre. El moreno la apretó con suavidad y TK, por el contrario, la soltó. Y entonces sintió un repentino vacío en la boca del estómago.

Cuando terminó la película, Matt y Kari comenzaron a preparar la cena. Los señores Yagami volverían tarde a casa porque tenían un compromiso fuera de la ciudad, así que era probable que se fueran a dormir y todavía no hubiesen llegado. El móvil de Matt sonó cuando estaba removiendo la verdura.

-TK, vigila esto. Dime, papá –le habló al teléfono.

Su hermano se acercó al fuego y movió la verdura un poco más para que no se pegara. Kari sacó el arroz de la arrocera y se quedó a su lado en silencio. TK tragó saliva con disimulo, sin apartar la vista de la sartén.

Denle al PLAY a la canción que hay en multimedia para continuar leyendo <3

-¿Qué tal?

Kari sintió como si el corazón tuviera el tamaño de su torso al escucharlo hablar por fin.

-Bien, ¿y tú?

-¿Todo bien con Yung?

-¿Cómo? Sí, claro. O sea, normal. Como siempre –mintió.

TK sintió el nerviosismo de Kari como si lo tuviera escrito en la frente y no parase de decirlo en voz alta. Suspiró y la miró de reojo.

-Si me vas a mentir al menos hazlo bien –bromeó. Pero a ninguno de los dos le hizo gracia.

Kari volcó el arroz sobre las verduras y TK continuó removiendo para que absorbiera todo el sabor.

-Bueno –susurró–, nos hemos hecho buenos amigos.

-¿Solo eso?

Kari no respondió.

-Sabes que puedes seguir confiando en mí, ¿verdad? Soy el de siempre.

-Confío en ti –le aseguró–, pero no es eso.

-¿Y entonces?

-Me besó.

El chico continuó removiendo el arroz, concentrándose más de lo que la tarea necesitaba.

-¿Y te gusta?

Su pregunta sonó más a afirmación, pero aún así sintió la necesidad de responder.

-Creo que sí, un poco.

TK la miró de nuevo con esa sonrisa suya que siempre conseguía calmarla. Pero, por algún motivo que no logró entender, esa vez no la calmó en absoluto.

-Entonces enhorabuena.

-No estamos sal...

Matt los interrumpió dándole las gracias a su hermano y volviendo a su puesto, y entonces Tai se unió a su amigo para reírse de una anécdota que no le había contado. Kari observó a TK volver a sentarse en el sofá, esta vez junto a Sora, y entablar con ella una conversación. La sonrisa y las palabras de TK no le habían revuelto el estómago, como pensó que pasaría. Tampoco la calmó como hubieran hecho en una situación normal, ni le subió la sangre a la cabeza. No. Había vuelto a sentir lo mismo que sintió cuando le soltó la mano, como si su ausencia le provocase un vacío que no pudiera ser rellenado por nadie más. Como si una parte de sí misma la abandonara.

Sombra&Luz

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¡Hola!

En primer lugar, muchísimas millones de gigantescas gracias a @ElinoHMzMn por componer esta maravillosa melodía para el fic *-* inspirada en el capítulo anterior. Así que felicítenlo por ser tan gran músico <3.

En segundo lugar, mañana habrá otro capítulo. Gracias a todos por comentar :)

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