Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

━━━Capítulo Dos | Decisiones

El reloj marcaba las tres de la madrugada cuando Akihito Saiaonji, con uniforme de enfermero, apuraba el paso por los pasillos del hospital de Hiroshima. El aire estaba cargado con el olor a yodoformo y el murmullo de los heridos resonaba en sus oídos mientras se dirigía hacia la sala de curas.

—Otra noche larga...—susurra el doncel para si mismo caminando suavemente.

Al entrar en la sala, se encontró con el Dr. Yamamoto revisando a un soldado con quemaduras graves.

—Saiaonji, necesito tu ayuda aquí. Este soldado necesita un cambio de vendajes—dijo el médico seriamente.

Akihito asintió y se acercó para asistir al médico. Mientras trabajaban, el soldado gemía de dolor, pero Akihito le dedicaba una sonrisa amable, intentando infundirle algo de tranquilidad.

—¿Cree que... que... sobreviviré?—preguntó con dificultad el soldado mirando al doncel.

—Estás en buenas manos, soldado. Vamos a hacer todo lo posible por ti—dijo el joven con voz suave.

—Eres un buen enfermero, Saiaonji. Tu calma y compasión son un verdadero regalo en estos tiempos oscuros—exclamó el doctor mirando a Akihito con agradecimiento.

—Solo intento hacer mi parte, doctor—habló sonrojado ligeramente.

La noche avanzaba y los casos seguían llegando, cada uno más desgarrador que el anterior. Akihito no podía evitar sentir el peso de la guerra sobre sus hombros, pero también encontraba consuelo en el hecho de que estaba allí para ayudar a aquellos que lo necesitaban.

Al amanecer, con el cansancio pesando en cada músculo, Akihito salió del hospital y se encontró con los primeros rayos de sol iluminando el horizonte. A pesar de la destrucción que lo rodeaba, en ese momento sintió un destello de esperanza. Porque aunque la guerra había traído dolor y sufrimiento, también había despertado en él un sentido de propósito y determinación.

—Aunque todo parezca perdido, aún hay luz en la oscuridad. Y mientras haya vida, habrá esperanza—murmuró viendo a los niños correr por las calles riendo y jugando.

El sol apenas comenzaba a iluminar el horizonte cuando pasó frente a una tienda, y su reflejo en el ventanal capturó su atención.

Se detuvo frente al cristal, observando sus rasgos mestizos, una mezcla de herencia extranjera y japonesa. Sus ojos color avellana reflejaban el cansancio acumulado de noches sin dormir, mientras que su cabello oscuro caía desordenado sobre su frente. Akihito se preguntó si Riki, todavía lo reconocería después de cuatro largos años separados.

Suspirando, Akihito apartó la mirada del ventanal y continuó su camino hacia casa. Los recuerdos de su tiempo juntos inundaron su mente mientras caminaba por las calles silenciosas de la ciudad en guerra. Recordó los días de inocencia, los paseos por el parque, las promesas susurradas al viento.

Pero ahora, en medio de la oscuridad de la guerra, todo parecía incierto. ¿Seguiría Riki siendo el mismo joven valiente y apasionado que recordaba? ¿O la guerra había cambiado todo, incluso su amor?

Mientras se perdía en sus pensamientos, Akihito llegó finalmente a su modesto hogar.

El doncel cerró la puerta de su modesta vivienda con un suspiro de alivio. Después de una larga madrugada en el hospital, ansiaba un momento de tranquilidad para sí mismo. Sin embargo, al entrar en la sala, se encontró con una figura familiar sentada en el tatami, iluminada por la suave luz de las lámparas de papel.

—Hiroto—murmuró Akihito, sorprendido pero a la vez contento de ver a su amigo.

Hiroto siempre había sido una presencia reconfortante en su vida desde que se conocieron en las calles de Hiroshima, cada uno siguiendo su propio camino, pero encontrando consuelo y compañerismo en la amistad del otro.

Hiroto se puso de pie con una sonrisa amistosa, pero algo en su expresión hizo que Akihito frunciera el ceño.

—Hola, Akihito, antes que lo preguntes la tía Aiko está en el templo rezando—el doncel asintió sabiendo que eso era lo que siempre realizaba la señora Aiko en las mañanas.

—¿Qué sucede, Hiroto? Pareces preocupado—preguntó Akihito, acercándose con cautela.

Hiroto tomó una respiración profunda antes de hablar.

—Akihito, necesito contarte algo. Algo que he mantenido en secreto por mucho tiempo—exclamó el contrario con tono intranquilo.

Akihito se sentó frente a su amigo, sintiendo un nudo en el estómago.

—Puedes confiar en mí, Hiroto. Si hay algo que necesitas decirme, estaré aquí para escucharte.

Hiroto asintió, su mirada bajando al tatami.

—Trabajo como geisha masculina en las casas de té, eso es lo que sabes de mí, pero eso no es todo —hizo uns pausa mostrándose dudoso. Suspiró y lo dijo—. También soy un espía para Estados Unidos.

Las palabras de Hiroto golpearon a Akihito como un puñetazo en el estómago. Se tambaleó, sintiéndose traicionado y confundido.

—¡¿Cómo pudiste hacer esto, Hiroto?! ¿Cómo pudiste traicionar a nuestra nación de esta manera?—preguntó alterado soltando las manos del doncel contrario con brusquedad.

Hiroto levantó la mirada, los ojos llenos de dolor.

—Lo hice por necesidad, Akihito. No puedes entender las decisiones que uno toma cuando se enfrenta a la guerra y la desesperación.

Akihito se apartó, luchando con sus propias emociones encontradas. Por un lado, sentía una profunda lealtad hacia su país y su prometido Riki. Pero por otro lado, también sentía compasión por su amigo, atrapado en un mundo de secretos y peligro.

Antes de que pudiera decir algo más, Hiroto habló de nuevo.

—Akihito, hay algo más que necesito decirte. Estoy esperando un hijo de un militar estadounidense—habló con desesperación.

Las palabras de Hiroto resonaron en la habitación, llenándola de tensión y ansiedad. Akihito sabía lo peligroso que sería para Hiroto y para el bebé si su embarazo de un extranjero se descubriera en una sociedad tan conservadora, y más cuando Hiroto era un artista.

—Hiroto, necesitas ayuda para ocultar tu embarazo—dijo Akihito, su mente girando mientras trataba de encontrar una solución a esta complicada situación—. Por nuestros años de amistad, y por ese bebé inocente te ayudaré.

Hiroto asintió con gratitud abrazándolo.

—Sí, por favor. No puedo hacerlo solo. Confío en ti, Akihito. Eres mi amigo más querido.

Akihito se levantó, decidido a encontrar una manera de proteger a su amigo y al bebé que llevaba; sin embargo, sabía que ahora debería ocultar ese secreto que crecía en ek vientre de su amigo.

—Vendrás a vivir conmigo y la tía Aiko—dijo el doncel mayor a lo que Hiroto negó.

—No podría.

—Puedes y lo harás—habló la señora Aiko entrando a la casa. Su kimono haciendo un leve murmullo cuando rozaba el suelo—. He escuchado todo—anunció con firmeza—. Hiroto, no puedes enfrentar esto solo. Te quedarás aquí, y yo te ayudaré a cuidar del bebé—sentenció con determinación.

Hiroto abrió la boca para protestar, pero la mirada firme de la señora Aiko lo hizo callar. Akihito asintió, reconociendo la sabiduría en las palabras de la mujer.

—Estoy de acuerdo, señora Aiko. Hiroto necesita apoyo, y yo estaré aquí para ayudarlo en todo lo que necesite—afirmó con determinación Akihito.

La señora Aiko sonrió con satisfacción, sabiendo que habían tomado la decisión correcta.

—Bien. Ahora, lo primero que debemos hacer es asegurarnos de que estén bien ambos—declaró, marcando el comienzo de una nueva etapa para los tres.

Riki Nishimura se sentó en su tienda de campaña, la tenue luz de una lámpara de aceite ilumina la oscuridad que lo rodea. Con manos temblorosas, sacó un trozo de papel y una pluma gastada. Con cada palabra que escribía, su corazón se encogía más.

—Querido Akihito...—murmuró para si mismo.

Riki escribe con fervor, dejando que cada palabra sea un eco de los horrores que ha presenciado.

—...la guerra se ha vuelto más cruel de lo que pude imaginar. Cada día es una lucha por la supervivencia, rodeado de muerte y destrucción. He visto cosas que ningún ser humano debería presenciar...

Las manos de Riki empiezan a temblar más con cada palabra. Los recuerdos de sus camaradas caídos, de los rostros desconocidos que yacen fríos en el campo de batalla, lo atormentan.

—... hace poco, fui herido. La sangre brotaba de mi cuerpo como un río desbordado, y el dolor era insoportable. Pero no fue el dolor físico lo que me hizo temblar, sino la certeza de que nunca podría volver a verte...

Las lágrimas caen silenciosamente sobre el papel mientras Riki se sumerge en sus recuerdos más oscuros. La imagen de Akihito, con su sonrisa cálida y sus ojos llenos de amor, lo embriaga.

—...me duele más de lo que puedo soportar no poder abrazarte, no poder sentir el calor de tu cuerpo junto al mío. Pero sé que debo seguir adelante, por ti, por nosotros...—murmura con voz rota.

Una mezcla de dolor y determinación lucha por el control dentro de Riki. Por un momento, considera enviar la carta, dejar que Akihito conozca la verdad de su sufrimiento. Pero entonces, la imagen de su amado, vulnerable y frágil, lo detiene.

—¡No!—dice cerrando los ojos con fuerza—. Akihito no merece el peso de mis horrores. Él merece recordarme como el hombre que ama, no como un soldado marcado por la guerra.

Con manos temblorosas, Riki dobla la carta y la guarda en una caja junto a las demás que jamás había podido enviar. Una sensación de alivio lo invade, aunque el peso de sus secretos sigue pesando en su corazón.

—Algún día, cuando todo esto termine, te contaré todo, Akihito. Pero por ahora, permíteme protegerte de esta oscuridad.

Con un suspiro, Riki apagó la lámpara y se acurrucó en su saco de dormir, dejando que el silencio de la noche lo envuelva en su abrazo reconfortante. Akihito puede estar lejos, pero su amor es la luz que guía a Riki a través de las sombras de la guerra.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro