Taehyung soltó un suspiro lento y bastante fuerte, lo suficiente para que Namjoon lo escuchara desde la cocina que no quedaba tan lejos, pero tampoco tan cerca como para escuchar un ruido como ese.

El menor rodó los ojos, tomó los dos tazones de frutas picadas y caminó descalzo hasta la sala, le entregó uno a Taehyung y luego tomó asiento en un sillón diferente frente a él.

Taehyung metió una fruta a su boca y masticó con rudeza, produciendo un sonido desagradable que Namjoon ignoró, pero el mayor ya estaba cansado de ese incómodo silencio en el que nadie se atrevía a decir nada.

—¿Cómo se llama?

—¿Quién?

Taehyung dejó el tazón sobre la pequeña mesa que los separaba.

—¿Tan necesitado estabas como para meterte con el técnico? Que bajo, Namjoon.

El menor le sonrió.

—No importa su maldita profesión cuando está bien equipado.

El mayor frunció el ceño.

—¿Que mierda me quieres decir?, ¿mi pene no te es suficiente?

—No dije eso.

—Si, lo hiciste y me ofendiste.

Namjoon apretujó sus labios, dejando el tazón en la mesa al igual que su amigo.

—Actúas como un niño.

—Y tú actúas como una maldita perra acalorada.

Namjoon fingió sonreír como si eso le hubiese dado gracia, pero esas palabras amargas le envenenaron el corazón. Le miró con los ojos sombríos mientras Taehyung se mantenía en una posición demandante.

—Cuando vas con Joy no te digo ni una mierda, Taehyung.

—Porque no tienes que hacerlo. Sabes que yo anda con ella y aun así me recibes muy a gusto, así que no compares esto.

—Vete.

—¿Qué?

—Vete, Taehyung. Esta perra está en calor y con un macho estúpido como tú puede fácilmente perder el control.