Las paredes respiran al dormir.
Pequeña Ángela no puede regresar a los bosques. Ya no podrá jugar de nuevo con las otras hadas mientras afuera de la casa de muñecas siga flotando esa niebla venenosa. Su padre está más desorientado de lo normal y su hermano está desaparecido entre los pasillos de madera. Y ni siquiera puede dormir tranquila, no con la sensación asfixiante de que algo repta tras la puerta de su cuarto y la vigila en su sueño con ojos grandes.…